Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 30 de agosto de 2014

Poeta argentino Leopoldo Castilla ganó Premio Víctor Valera Mora La obra "Gong (Canto al Asia)" fue galardonada por el jurado.

Poeta argentino Leopoldo Castilla ganó Premio Víctor Valera Mora

La obra "Gong (Canto al Asia)" fue galardonada por el jurado.

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El escritor obtuvo 100 mil dólares (Cortesía)
EL UNIVERSAL
viernes 29 de agosto de 2014  12:18 PM
AVN.- Con la obra Gong (Canto al Asia), integrada por tres libros, el poeta argentino Leopoldo Castilla ganó la quinta edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora.
Leopoldo (Teuco) Castilla nació en Salta, Argentina en 1947. Ha publicado los siguientes libros de poemas: El espejo de fuego (1968); La lámpara en la lluvia (1971); Generación terrestre (1974); Versión de la materia (1982); Campo de prueba (1985); Teorema natural (1991); Baniano (1995); Nunca (2001); Libro de Egipto (2002); Línea de fuga(2004) y Bambú (2004). Como narrador ha publicado: Odilón (1975) y La luz naranja(1984). Es también autor de Diario en la Perestroika (1990); Nueva poesía argentina(1987) y Poesía argentina actual (1988); entre otras publicaciones.

Ha recibido premios nacionales e internacionales. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso. Sobre su cuento La redada se filmó el largometraje homónimo dirigido por Rolando Pardo.

En declaraciones para la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), la poeta venezolana Belén Ojeda, integrante del jurado, indicó que de un total de 110 obras postuladas se escogieron 10. Luego, por unanimidad, se eligió el texto de Castilla.

Además de Ojeda, el jurado para la elección de la obra ganadora lo integraron también la poeta puertorriqueña Áurea María Sotomayor y el cubano Waldo Leyva, ganador de la cuarta edición de este certamen, celebrada en 2012.

"Entre todos construimos el veredicto. De los 10 llegamos a tres finalistas, que fueron Leopoldo Castilla, Hugo Mujica (de Argentina, con la obra Mirando caer la lluvia) y Luis Alberto Crespo (de Venezuela, con la obra La misma vez)", dijo Ojeda.

Destacó que Gong "cuenta una experiencia personal de distintos países de Asia como Tailandia, Indonesia, Vietnam e India", que describe aspectos culturales y espirituales de esas naciones.

Ojeda es oriundo de la provincia de Salta (al noroeste de Argentina) y reside actualmente en Buenos Aires. En 1998, recibió el Premio Municipal de Poesía de la ciudad de Buenos Aires y en el año 2001 fue galardonado con el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, por su obra Nunca.

El Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, que otorga el Ministerio para la Cultura a través de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) será entregado el próximo 29 de octubre. El ganador recibirá un diploma y la cantidad de 100.000 dólares o su equivalente en moneda nacional.

Además de Castilla y Leyva, que obtuvo el galardón en 2012, han recibido este premio el venezolano Ramón Palomares, en 2006; 2006), el colombiano Jotamario Arbeláez, en 2008; y el venezolano Gustavo Pereira, 2010.

Leopoldo Castilla: "Mis poemas son unos muertos de hambre"

“Mis poemas son unos muertos de hambre”, dijo el argentino Leopoldo Castilla, cuando se le preguntó de qué “se nutren” sus textos. El autor negó tener un método o sistema de trabajo, pues escribe “cuando me halle y donde me halle” y “si viene fuerte la ventolera, hay días que desde el alba hasta las cuatro o cinco de la tarde estoy frente a la máquina”.
Castilla se presentó en Villa María, localidad de la provincia de Córdoba, centro de Argentina, para un encuentro de poetas llamado “La ciudad en llamas”, organizado por el grupo literario Paco Urondo.
A raíz de esa presentación fue reporteado por El Diario del Centro del País, cuyo cronista le recordó que hace tiempo había dicho que escribir poesía equivale a hacer “una casa real con materiales desconocidos” y, a raíz de ello, le preguntó “cuánto se nutre su poesía de lo simbólico” y cuánto de “los elementos reales de la vida cotidiana”.
Fue entonces cuando Castilla respondió, aparentemente con ironía: “La verdad es que mis poemas son unos muertos de hambre”. De inmediato agregó: “Se nutren de lo que les manda Dios y el Diablo, de lo que la poesía quiera, y de la suerte”.
Tras desestimar que tenga método o sistema para escribir, fue interrogado por el “peso” del apellido de su padre, Manuel J. Castilla, un poeta de trascendencia en el país y con gran popularidad a raíz de que muchos de sus textos se convirtieron en canciones muy conocidas.
Leopoldo Castilla tuvo también en este caso una respuesta ríspida: “Bueno, no me llamo Vla­di­vos­tok, o al­go así, pa­ra que me pe­se el ape­lli­do. Con res­pec­to a mi pa­dre, de quien apren­dí ca­si to­do lo que sé, es y se­gui­rá sien­do un ma­ra­vi­llo­so ami­go. El me en­se­ñó -y yo tam­bién- a no vi­vir del ape­lli­do. El li­na­je en los hom­bres se ha­ce de uno en uno”
Consultado sobre los “circuitos cerrados” en los que supuestamente transita la poesía, Castilla dijo que expresan “una de las in­ge­nui­da­des -a ve­ces pa­té­ti­cas - de mu­chos se­ño­res de­di­ca­dos a es­te ofi­cio”.
“Lo úni­co que pue­de apor­tar al­go a la poe­sía, en ca­so de que quien es­cri­ba ten­ga algún ta­len­to y una ho­nes­ti­dad in­te­lec­tual de ba­se, es el pro­pio mun­do del poe­ta que le agre­ga -y só­lo él pue­de ha­cer­lo- mun­do al mun­do. El ca­pi­lle­río tien­de a de­nos­tar a otros es­cri­to­res sin ver que los ene­mi­gos de la poe­sía no es­tán en la poe­sía, que ca­da poe­ta es una flor de in­ver­na­de­ro en es­te mun­do pla­ga­do de cruel­da­des, im­pe­rios ase­si­nos, usu­re­ros, et­cé­te­ra”.
“La poe­sía –completó- co­mien­za den­tro de uno al re­ci­bir, va­ya a sa­ber us­ted, el men­sa­je de cuán­tas di­men­sio­nes que no po­de­mos pre­ci­sar. Y aca­ba en el pa­pel. Eso es to­do. Lo demás es lo de me­nos”.

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