Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
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Desde el pasado domingo, cuando Rafael Enrique Casal desempolvó la ley mediante la cual el Consejo Legislativo elevó a municipio la parroquia Miguel Peña, se inició una polémica en la que se han involucrado líderes de la política regional, incluyendo al gobernador Francisco Ameliach y al ex gobernador Henrique Salas lo que evidencia la importancia que se le ha dado al asunto.
Como ha dicho el ex gobernador Luis Tomás Izaguirre, lo único cierto es que la ley existe y que algo hay que hacer con ella después de diez años de su aprobación. O se deroga o se ejecuta. Lo que no se puede es hacerle creer a los habitantes de la parroquia Miguel Peña, en la ilusión de que cuando entre en funcionamiento el municipio, ellos van a vivir en una especie de paraíso terrenal donde todos sus problemas estarán resueltos.
Por eso creemos que el gobernador Francisco Ameliach tuvo razón en hacer la advertencia, aunque el calificativo de criminal no haya sido el adecuado. Error que aprovechó Henrique Salas Römer para convocar a una rueda de prensa en la que recordó otros crímenes políticos que se han cometido contra de Carabobo y aprovechó para aconsejar a su opositor, diciéndole que sea más ponderado en sus expresiones políticas, sin necesidad de recurrir a expresiones de descalificación.
Tirios y troyanos son responsables de que la reforma a la Ley de División Político-Territorial del estado Carabobo, de 2004, que declaró municipio a Miguel Peña, con el visto bueno del ex gobernador Henrique Fernando Salas, no haya entrado en vigencia. Esa ley se aprobó sin el consenso de los legisladores que integraban el Parlamento regional en 2004, pero fue necesario hacerlo para tratar de congraciarse con una población electoral que supera la de varios estados del país.
Los dirigentes políticos se hicieron los locos porque esa ley fue aprobada de manera irresponsable, sin que se cumplieran las exigencias constitucionales y sin tomar en cuenta que, desde el año 2003, la Asamblea Nacional había aprobado que la división político-territorial de los estados no era competencia de los consejos legislativos. Es decir, que no podían crear más municipios. Esto es tan cierto que ninguno de los legisladores, que integraron aquel parlamento regional, han salido a defender su decisión.
Hasta el domingo pasado, esa ley era un muerto del cual nadie quería acordarse.
Ni los jefes del Gobierno, ni los de la oposición. Los primeros, como la ha evidenciado el gobernador Ameliach, porque en este año 2013, cuando no habrá elecciones de ningún tipo, no es el momento para entretenerse discutiendo si Miguel Peña es o no municipio. A los opositores de ahora tampoco les conviene que se jurungue el muerto, porque pecaron por omisión y dejaron la ley engavetada.
Esta es una polémica a la que se le sacará el provecho que convenga y en el momento adecuado por lo cual,
esta “tormenta” tiene los días contados en las páginas de los periódicos, mucho más en un tiempo cuando las informaciones se están reduciendo por la escasez de papel.
Además, si se realiza el referendo que establece la ley, se correrá el riesgo de que los electores de Miguel Peña, digan que no, cuando se les enteren -esto hay que hacerlo y de allí la afirmación del gobernador Ameliach- de que, si se pronuncian a favor del sí, tendrán que pagar la luz, el agua, el aseo urbano, el derecho de frente y todos los impuestos necesarios para sostener a la burocracia municipal, al alcalde y a los concejales.
Como Anillo Al Dedo
En el Gobierno deben estar muy contentos con el favor que le hizo la oposición porque, desde que se desempolvó la ley, no se ha vuelto a hablar de los decretos presidenciales 664 sobre la Plaza Monumental y el Parque Recreacional Sur y el 666 mediante el cual fue nombrado Autoridad única a Saúl Ameliach, para la construcción de la Ciudad Hugo Chávez en en las parroquias Santa Rosa, Miguel Peña y Rafael Urdaneta.
La oposición está entretenida exigiendo el nuevo municipio mientras que el Gobierno continúa avanzando en su proyecto de encoger al municipio Valencia y de quitarle competencias al alcalde Miguel Cocchiola.
Aprovechando esta distracción, el ingeniero Ameliach se está reuniendo con sectores influyentes de la ciudad a los que, casi tiene convencidos de que la Ciudad Hugo Chávez, será una especie de Suiza que no afecta para nada al municipio Valencia. Siendo un proyecto tan ambicioso, donde deben hacerse inmensas inversiones, ya son varios empresarios los que se están acercando a ver como es la cosa, para no quedarse afuera.
Más Vale Chávez Que Plaza
La memoria colectiva es tan frágil que son pocos los que se acuerdan de que la ciudad dentro de Valencia, es el mismo proyecto que inició el alcalde Paco Cabrera con el nombre de Ciudad Plaza, en ejidos y en terrenos propiedad de Funval. Este es un asunto que se debería aclarar tomando en cuenta que los bienes del municipio son intransferibles. Es un detalle indiscutible de que con sus decretos el presidente Nicolás Maduro continúa la política de estado de hacer desaparecer a Valencia o por lo menos convertirla en una parroquia.
Por cierto, que se nos ha informado que dirigentes de San José, iniciarán un movimiento para pedir que a esa parroquia de la “jai” valenciana se le declare municipio.Argumentan que allí sí cumplen los requisitos de ley. Si eso prosperara, Valencia sería la ciudad más pequeña de Venezuela con sus parroquias Catedral, San Blas y Candelaria. ¿Qué les parece? No crean que es una broma.
Como es costumbre de este Gobierno, el nombre del general Ambrosio Plaza, quien acompañó a Simón Bolívar en la Guerra de Independencia hasta la Batalla de Carabobo, donde murió víctima de un tiro de fusil el 24 de junio de 1821, fue eliminado para llamar a la nueva Ciudad Hugo Chávez, quien despreciaba tanto a Valencia que pretendió que Mario Silva fuera el gobernador de Carabobo.
De todas maneras Ciudad Hugo Chávez será otra ilusión del Gobierno, un barril sin fondo, un proyecto más del Gobierno como lo es del ferrocarril a Puerto Cabello, prometido por el difunto antes de concluir su primer período de gobierno. Ahora más, porque este país está en la carraplana y desacreditado por lo cual no encuentra quien le preste. Dicen que no habrá otra alternativa que la de recurrir al Fondo Monetario Internacional para que se cumpla el refrán: “el que escupe pa arriba le cae la saliva en la cara”.
Si lo dudan, entérense de que, para la extensión del metro hasta Guaparo, prometida para este año, no hay recursos presupuestados, sino para 2018. Si mentimos que nos demuestren lo contrario.
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