Crisis editorial, en blanco y rojo
El sector editorial también afronta múltiples problemas.
Los libreros trabajan con pocas distribuidoras (Vicente Correale)
DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
miércoles 5 de febrero de 2014
El sector editorial tampoco escapa a la situación del país. La dificultad para conseguir el papel para imprimir los libros, el acceso limitado para obtener los dólares a precio oficial para importar material y títulos, el aumento de los costos de producción que influye en el precio final de venta al público. La crisis económica también perjudica a una industria que debe adaptarse al contexto.
La escasez de papel es, quizás, el principal problema. Muchas editoriales independientes y privadas deben tocar las puertas de distintas imprentas para conseguir el insumo. Planeta Venezuela, por ejemplo, tuvo que retrasar su plan. Igual que algunas otras más. "Hay que diversificar las imprentas con las que trabajamos. Conversar permanentemente con varios proveedores (...). No se puede producir la planificación que uno se propone al año", dijo Mariana Marzuck, directora en el país de la editorial transnacional Planeta.
Tanta es la demanda que las imprentas ofrecen, a sus distintos clientes, tirajes pequeños. Un lote primero, otro después. "Te pongo un ejemplo cercano: el libro de Sascha Fitness lo hemos tenido que hacer de cinco mil en cinco mil cuando en otra situación se publicarían los 20 mil ejemplares de un vez. Otro caso: el libro de Roland Carreño que era una novedad que tenía para noviembre del año pasado no lo pude sacar porque no había papel (...). También hay títulos que quería publicar porque funciona bien, novelas románticas o eróticas, que ya no podemos sacar aquí. Un libro de 600 o 700 páginas puede llegar a costar hasta Bs. 1.000, un precio inviable en el mercado", agregó la editora venezolana, que imprime en el país.
Los autores extranjeros afrontan otros inconvenientes. Conseguir pasajes aéreos o dólares para cubrir sus gastos hace difícil que estén presentes en las diferentes ferias del libro. "Uno intenta traer escritores, pero implica otra situación compleja que es el de boletos. Normalmente las solicitudes salen con poco tiempo de antelación, así que depende de que se consiga pasaje para la fecha a un precio que sea razonable. La otra es que no hemos podido pagar los derechos de autor. No hay providencia del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) para eso", indicó Marzuck, que aún no sabe si traerá a autores internacionales para el Festival de la Lectura de Chacao.
Cada feria del libro que se hace en el país se parece a la otra. Lo mismo pasa con las librerías, que repiten títulos ante la imposibilidad de importar. Las librerías han tenido que reinventarse para afrontar la crisis: organizar talleres, ofrecer café o algo más que libros en su oferta. "Las distribuidoras que traen novedades de afuera, poco a poco, han ido cerrando. Quedan solo las nacionales, que despachan con mucho retraso (...). Hoy trabajo con 20 distribuidoras, mientras que hace cinco años llegaba al centenar. Era un mercado grande, atractivo, era el único rubro en el que había un crecimiento en Venezuela", dijo Andrés Boersner, encargado de Librería Noctua.
El sector estatal tampoco escapa a ciertos inconvenientes. Una fuente de una casa editora dijo que la Imprenta de la Cultura tiene grandes problemas. Aunque Christian Valles dijo que el fenómeno está asociado a una crisis positiva en el área. "Los tirajes hoy son más altos, hay más demanda, hay una población que lee mucho más. Hay que ponerse al día con los insumos para las artes gráficas (...). Creo que tampoco ha habido una migración suficiente al libro electrónico. Hoy se requiere más papel que hace años porque se imprime más. Aunque hemos dado pasos, estamos en ciernes con el libro digital", dijo la presidenta del Centro Nacional del Libro. El sector editorial intenta adaptarse.
dfermin@eluniversal.com
La escasez de papel es, quizás, el principal problema. Muchas editoriales independientes y privadas deben tocar las puertas de distintas imprentas para conseguir el insumo. Planeta Venezuela, por ejemplo, tuvo que retrasar su plan. Igual que algunas otras más. "Hay que diversificar las imprentas con las que trabajamos. Conversar permanentemente con varios proveedores (...). No se puede producir la planificación que uno se propone al año", dijo Mariana Marzuck, directora en el país de la editorial transnacional Planeta.
Tanta es la demanda que las imprentas ofrecen, a sus distintos clientes, tirajes pequeños. Un lote primero, otro después. "Te pongo un ejemplo cercano: el libro de Sascha Fitness lo hemos tenido que hacer de cinco mil en cinco mil cuando en otra situación se publicarían los 20 mil ejemplares de un vez. Otro caso: el libro de Roland Carreño que era una novedad que tenía para noviembre del año pasado no lo pude sacar porque no había papel (...). También hay títulos que quería publicar porque funciona bien, novelas románticas o eróticas, que ya no podemos sacar aquí. Un libro de 600 o 700 páginas puede llegar a costar hasta Bs. 1.000, un precio inviable en el mercado", agregó la editora venezolana, que imprime en el país.
Los autores extranjeros afrontan otros inconvenientes. Conseguir pasajes aéreos o dólares para cubrir sus gastos hace difícil que estén presentes en las diferentes ferias del libro. "Uno intenta traer escritores, pero implica otra situación compleja que es el de boletos. Normalmente las solicitudes salen con poco tiempo de antelación, así que depende de que se consiga pasaje para la fecha a un precio que sea razonable. La otra es que no hemos podido pagar los derechos de autor. No hay providencia del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) para eso", indicó Marzuck, que aún no sabe si traerá a autores internacionales para el Festival de la Lectura de Chacao.
Cada feria del libro que se hace en el país se parece a la otra. Lo mismo pasa con las librerías, que repiten títulos ante la imposibilidad de importar. Las librerías han tenido que reinventarse para afrontar la crisis: organizar talleres, ofrecer café o algo más que libros en su oferta. "Las distribuidoras que traen novedades de afuera, poco a poco, han ido cerrando. Quedan solo las nacionales, que despachan con mucho retraso (...). Hoy trabajo con 20 distribuidoras, mientras que hace cinco años llegaba al centenar. Era un mercado grande, atractivo, era el único rubro en el que había un crecimiento en Venezuela", dijo Andrés Boersner, encargado de Librería Noctua.
El sector estatal tampoco escapa a ciertos inconvenientes. Una fuente de una casa editora dijo que la Imprenta de la Cultura tiene grandes problemas. Aunque Christian Valles dijo que el fenómeno está asociado a una crisis positiva en el área. "Los tirajes hoy son más altos, hay más demanda, hay una población que lee mucho más. Hay que ponerse al día con los insumos para las artes gráficas (...). Creo que tampoco ha habido una migración suficiente al libro electrónico. Hoy se requiere más papel que hace años porque se imprime más. Aunque hemos dado pasos, estamos en ciernes con el libro digital", dijo la presidenta del Centro Nacional del Libro. El sector editorial intenta adaptarse.
dfermin@eluniversal.com
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