Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 1 de febrero de 2014

La anarquía está en apogeo, y su aliada, la impunidad, campea alegre, mientras que se hacen esfuerzos dispersos y desarticulados por dar con la fórmula mágica que inspire a un país a dejar de ser la suma de sus partes.


La anarquía nos gobierna

Una política de Estado enquistada que permea hacia la sociedad y sus dirigentes

ALFREDO YÁNEZ M. |  EL UNIVERSAL
sábado 1 de febrero de 2014 
La anarquía que fomenta el caos del país no permite pensar con la serenidad necesaria. Muchos grupos lo intentan, pero la cantidad y envergadura de los sucesos hacen imposible una línea de pensamiento que establezca una visión consensuada, un punto de concertación nacional que ayude a remar hacia la misma dirección, independientemente de las creencias, de las ideologías, de los radicalismos, de las posturas políticas, militantes o sentimentales.

La anarquía está en apogeo, y su aliada, la impunidad, campea alegre, mientras que se hacen esfuerzos dispersos y desarticulados por dar con la fórmula mágica que inspire a un país a dejar de ser la suma de sus partes.

Habrá que vivir esta dispersión, junto a la angustia de quienes creen que no se está haciendo nada; habrá que sobrevivir esa desarticulación, junto con los padecimientos de la calle; hasta que entendamos que es necesaria la sinergia; que todas las acciones hacen falta, que todas las ideas pueden sumar para que como sociedad crezcamos y avancemos.

No son días fáciles estos. Convocatorias de calle, con vocación de inspiración y ánimo, minadas por la convicción del pensamiento único. Iniciativas de diálogo sectoriales atacadas por su evidente muestra de cohabitación. Radicalismos extremos que atomizan la posibilidad de una salida a la crisis que todos saben que existe, pero que todos se empeñan en negar.

La anarquía se apoderó de las calles, de los intelectuales, de los dirigentes políticos, de los pensadores, de las autoridades y, por supuesto, de aquellos sectores que saben sacar partido, provecho, resultados favorables de esa anarquía fomentada desde el Estado, instaurada y ahora consolidada en el poder.

Falta orden; y mucho por hacer.

@incisos

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