Trinchera
¡Montes de Oca a los altares!
Luis Cubillán Fonseca
Monseñor Del Prette, Ilustrísimo Arzobispo de Valencia, proclamó la apertura del Proceso de Canonización de Salvador Montes de Oca. Tuvimos en 1995, el privilegio de integrar la Comisión Presidencial para la celebración del Centenario del Nacimiento de Montes de Oca. (1895-1995), decretada por el Dr. Rafael Caldera y presidida por Nuestro Ilustre Pastor El Cardenal Urosa Sabino, quien proporcionó el mayor brillo a las celebraciones. En su tiempo Montes de Oca, tenía levantada a Valencia, ciudad que odia -hasta el presente a los tiranos-. El curita, desafiaba desde el pulpito y en la prensa -tenía un periódico- y por la radio, donde se rogaba a todo pulmón, por la libertad de los presos políticos, a quienes visitaba regularmente en el castillo Libertador. Se hizo famoso por sus rogativas a calle plena. Un enemigo de tal categoría, pesaba mucho a la tiranía, por eso manu militari lo desterró. Cuando Gómez sintió la ira creciente del pueblo, se atemorizó y permitió el regreso del trasterrado, quien volvió a las andadas… Tiempo después este se percata, que la oficina romana, de consuno con el dictador conspira contra él. La paz vendría, se dijo, con la sumisión del obispo a Gómez, pero Montes de Oca, era sobrado varón para aquello. No claudicó a la tiranía; se fue a Roma, presentó la visita ad limina, y partió raudo a la Cartuja de Florencia donde ya se había comunicado. Así, sin inclinar la testa heroica, pondría fin al problema político-religioso. Pero surgió un inesperado elemento: la peritonitis perforada, que atacó la salud del Obispo y le cerró las puertas de la Cartuja. Mientras tanto en la lejana Caracas, De Santis, lanzaba un escandaloso bulo contra la integridad moral del obispo. El bulo infame sació al tirano. Ya no es él quien avienta al Obispo, (De Santis, propaló la versión que fueron sus amigos romanos, quienes desapropiaron a Montes de Oca, por causa moral, -inventada por el propio De Santis-) Esta coartada, dejaba en la oscuridad la mano del deus et machina. El escándalo ocultó al tirano, y los hombres del Benemérito, se volcaron en condenas al Obispo. Los escritores católicos, permanecieron expectantes. “De internis non judicat Eclessia” (Manzo 1972). Mas no así Ignacio Bellera Arocha, y su hermano el monseñor, ellos hicieron graves denuncias, que redundaron en serios problemas para el incardinado. Luego de la muerte del Obispo retornó la discusión del caso. Fue imposible en aquellos momentos, cuando “por las ventanas de la Iglesia no se veía hacia afuera, ni se dejaba ver hacia adentro” (Juan XXIII) tener un conocimiento científico del caso. En 1988 vio luz una obra reivindicando la memoria del Arzobispo Rincón González (Igual que Montes de Oca víctima de De Santis), su autor: el Cardenal Quintero, prólogo de Porras Cardozo. Esta obra nos permitió aquilatar a quienes hicieron de la vida del Obispo de Valencia un Calvario injustamente compartido por honorabilísimas personas, que hoy dan testimonio jurado sobre aquella vida justa ultrajada cobardemente. Existe un documento que compendia el Archivo Vaticano: La Homilía, de Juan Pablo II. (Caracas, 1985). [Venezolanos] “Sois los testigos de un pasado fecundo de evangelización en Venezuela, donde no han faltado eminentes confesores de la fe en tiempos difíciles: obispos como Ramón Ignacio Méndez, Silvestre Guevara y Lira, Salvador Montes de Oca, que pagaron con el exilio su inquebrantable fidelidad…” Nosotros concluimos: Los tiranos odian a los obispos buenos.
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