Ben Affleck regresa al mejor cine político con la cinta "Argo"
La nueva película del actor recrea la crisis de los rehenes en el Irán de 1979
Affleck: ¿El sucesor de Alan Pakula? EFE
EFE/EL UNIVERSAL
viernes 26 de octubre de 2012 12:00 AM
Los Ángeles.- Ben Affleck vuelve a demostrar con Argo que su talento como director es muy superior al que posee como actor. Construye un filme político al estilo más clásico de los grandes ejemplos de este cine de los setenta y lo hace con una historia compleja que aligera con un envoltorio muy hollywoodiense.
La crisis de los rehenes de Irán es el tema de una película que comienza como una lección de historia -cómic incluido- pero que pronto se sitúa como una estupenda historia de suspense con un guión perfectamente desarrollado y en el que todo está al servicio de la película.
Affleck pone su pericia como director y como actor para lograr un resultado global satisfactorio, al igual que el resto de actores y toda la planificación de una película en la que nadie busca el protagonismo.
La cinta retrata un periodo convulso del Irán contemporáneo y sus relaciones con Estados Unidos. Era la época de Carter y de la caída del sha, exiliado en Estados Unidos, lo que provocó la ira de sus detractores y simpatizantes del ayatollah Jomeini, que asaltaron la embajada norteamericana en Teherán y tomaron a todos sus empleados como rehenes. Pero seis lograron escapar y es en esa historia en la que se basa Argo, que cuenta cómo se puso en marcha un plan surrealista con un falso proyecto de rodaje cinematográfico como excusa para sacar de Teherán a esos huidos.
La implicación de Hollywood da a la historia un tono de sainete con la complicidad de John Goodman y Alan Arkin, los actores más reconocibles de un reparto lleno de rostros desconocidos que dotan a los personajes de un anonimato imprescindible.
La crisis de los rehenes de Irán es el tema de una película que comienza como una lección de historia -cómic incluido- pero que pronto se sitúa como una estupenda historia de suspense con un guión perfectamente desarrollado y en el que todo está al servicio de la película.
Affleck pone su pericia como director y como actor para lograr un resultado global satisfactorio, al igual que el resto de actores y toda la planificación de una película en la que nadie busca el protagonismo.
La cinta retrata un periodo convulso del Irán contemporáneo y sus relaciones con Estados Unidos. Era la época de Carter y de la caída del sha, exiliado en Estados Unidos, lo que provocó la ira de sus detractores y simpatizantes del ayatollah Jomeini, que asaltaron la embajada norteamericana en Teherán y tomaron a todos sus empleados como rehenes. Pero seis lograron escapar y es en esa historia en la que se basa Argo, que cuenta cómo se puso en marcha un plan surrealista con un falso proyecto de rodaje cinematográfico como excusa para sacar de Teherán a esos huidos.
La implicación de Hollywood da a la historia un tono de sainete con la complicidad de John Goodman y Alan Arkin, los actores más reconocibles de un reparto lleno de rostros desconocidos que dotan a los personajes de un anonimato imprescindible.
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