MARTES, 7 DE DICIEMBRE DE 2010
Tomado del blog "Visión Contemplativa" del P. Beda Hornung osb
La Inmaculada
La Inmaculada Concepción es la que presidió todas las fundaciones
españolas de ciudades capitales a lo largo de nuestro terrirorio hoy
Venezuela
Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Las imágenes que representan este misterio, muchas veces, nos dan la impresión de que la Virgen es una persona inalcanzable. “Ella es santa - ¿pero yo?”
Sin embargo, no se trata de recordar algún “estatus” inalcanzable para nosotros, sino al contrario: se trata de recordar y llevar a nuestra consciencia la vocación y el destino de todos nosotros; precisamente algo de lo que nos olvidamos normalmente.
¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? Si quieres, haz la prueba. Escribe en un papel, en sendas columnas, tus rasgos positivos y negativos. ¿Cuál de las columnas es más larga? Lo que queda bajo la raya, eso creemos que somos. Muchas veces es la de los rasgos negativos. Entonces tenemos una autoimagen negativa de nosotros. Quizá un complejo de inferioridad, o complejos de culpa.
Y no estamos ni pendientes de un hecho de suma importancia: ¡que Dios nos ha creado BUENOS! Ya lo dice el libro de Génesis, en el primer capítulo. Y sigue diciendo en el segundo capítulo que Dios nos ha puesto en un paraíso, en una felicidad permanente, y que mantiene con nosotros una familiaridad como la hay entre amigos. ¡ESTO somos nosotros EN PRINCIPIO! Ésta es nuestra esencia, la de TODOS NOSOTROS, sí, ¡también de aquel que tú quisieras ver en lo más profundo del infierno! Porque Dios nos ha creado a todos; por eso, todos somos buenos.
Suena a muy ilusorio. Pero lo ilusorio es más bien lo que nosotros hemos hecho con este don de Dios. El tentador, en forma de serpiente, nos ha llevado a no buscar y vivir nuestra esencia, sino a buscar lo inmediato, como un animal rastrero que no ve más allá de sus narices.
En este caso, lo que vivimos no es nuestra esencia, no una situación hecha por Dios, sino por nosotros mismos y, por lo tanto, no puede ser duradera. Cuando aprendí español, al comienzo me costó entender la diferencia entre “ser” y “estar”, porque en mi idioma materno, y en muchos otros, no hay tal diferencia. Por fin lo capté: “ser” se refiere a algo permanente, esencial, mientras que “estar” se refiere a algo pasajero, circunstancial. Pues bien, usando esta diferencia, yo diría que“estamos malos, pero somos buenos”. Por supuesto, según la gramática, eso está dicho mal; pero, la gramática sólo refleja nuestra mentalidad. Tomando en cuenta nuestra fe en Dios, lo dicho por mí es correcto. Podemos no hacer caso de nuestra esencia, y pecar, pero no podemos sacudírnosla. Seguimos siendo hijos de Dios. Y eso nos permite que en cualquier momento podemos volver al Padre, igual que el hijo pródigo; y Él se alegra de nuestra vuelta porque ésta nos da la felicidad que nos había destinado desde el principio.
Al celebrar entonces la Inmaculada Concepción, recordamos y celebramos nuestra propia dignidad de hijos de Dios, y nuestras oportunidades inagotables de regresar adonde Él cuando nos demos cuenta de que nos hemos alejado de Él.
Sin embargo, no se trata de recordar algún “estatus” inalcanzable para nosotros, sino al contrario: se trata de recordar y llevar a nuestra consciencia la vocación y el destino de todos nosotros; precisamente algo de lo que nos olvidamos normalmente.
¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? Si quieres, haz la prueba. Escribe en un papel, en sendas columnas, tus rasgos positivos y negativos. ¿Cuál de las columnas es más larga? Lo que queda bajo la raya, eso creemos que somos. Muchas veces es la de los rasgos negativos. Entonces tenemos una autoimagen negativa de nosotros. Quizá un complejo de inferioridad, o complejos de culpa.
Y no estamos ni pendientes de un hecho de suma importancia: ¡que Dios nos ha creado BUENOS! Ya lo dice el libro de Génesis, en el primer capítulo. Y sigue diciendo en el segundo capítulo que Dios nos ha puesto en un paraíso, en una felicidad permanente, y que mantiene con nosotros una familiaridad como la hay entre amigos. ¡ESTO somos nosotros EN PRINCIPIO! Ésta es nuestra esencia, la de TODOS NOSOTROS, sí, ¡también de aquel que tú quisieras ver en lo más profundo del infierno! Porque Dios nos ha creado a todos; por eso, todos somos buenos.
Suena a muy ilusorio. Pero lo ilusorio es más bien lo que nosotros hemos hecho con este don de Dios. El tentador, en forma de serpiente, nos ha llevado a no buscar y vivir nuestra esencia, sino a buscar lo inmediato, como un animal rastrero que no ve más allá de sus narices.
En este caso, lo que vivimos no es nuestra esencia, no una situación hecha por Dios, sino por nosotros mismos y, por lo tanto, no puede ser duradera. Cuando aprendí español, al comienzo me costó entender la diferencia entre “ser” y “estar”, porque en mi idioma materno, y en muchos otros, no hay tal diferencia. Por fin lo capté: “ser” se refiere a algo permanente, esencial, mientras que “estar” se refiere a algo pasajero, circunstancial. Pues bien, usando esta diferencia, yo diría que“estamos malos, pero somos buenos”. Por supuesto, según la gramática, eso está dicho mal; pero, la gramática sólo refleja nuestra mentalidad. Tomando en cuenta nuestra fe en Dios, lo dicho por mí es correcto. Podemos no hacer caso de nuestra esencia, y pecar, pero no podemos sacudírnosla. Seguimos siendo hijos de Dios. Y eso nos permite que en cualquier momento podemos volver al Padre, igual que el hijo pródigo; y Él se alegra de nuestra vuelta porque ésta nos da la felicidad que nos había destinado desde el principio.
Al celebrar entonces la Inmaculada Concepción, recordamos y celebramos nuestra propia dignidad de hijos de Dios, y nuestras oportunidades inagotables de regresar adonde Él cuando nos demos cuenta de que nos hemos alejado de Él.
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