Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

lunes, 19 de enero de 2015

El testimonio de un miembro de la generación de los 60 ya en su vejez: Eduardo Germán María Hughes Galeano (Montevideo, 3 de septiembre de 1940), conocido como Eduardo Galeano, es un periodista y escritor uruguayo, ganador del premio Stig Dagerman. Está considerado como uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana. Sus libros más conocidos, Memoria del fuego (1986) y Las venas abiertas de América Latina (1971), han sido traducidos a veinte idiomas. Sus trabajos trascienden géneros ortodoxos y combinan documental, ficción, periodismo, análisis político e historia.


Eduardo Galeano joven

Chávez regala el libro "Las venas abiertas de América Latina", del uruguayo Eduardo Galeano al Presidente de USA Barack Obama en reunión entre EEUU y Unasur


Los presidentes Obama y Chávez volvieron intercambiar palabras en la reunión de hoy en la Cumbre (Reuters/Kevin Lamarque)
 Puerto España.18 de abr. de 2009- El presidente Hugo Chávez regaló hoy a su par estadounidense Barack Obama el libro "Las venas abiertas de América Latina", del uruguayo Eduardo Galeano, durante una reunión entre el dirigente norteamericano y los líderes de la Unasur en Puerto España. 

Según informaron fuentes de la presidencia venezolana, Chávez, cuyo apretón de manos con Obama de la víspera ha dado la vuelta al mundo, obsequió una edición en inglés de este ensayo sobre el saqueo de los recursos naturales que sufrió el subcontinente latinoamericano desde el siglo XV hasta finales del siglo XX, informó AFP.

Este libro sigue siendo una referencia para cualquiera que se interese en América Latina y es citado a menudo por Chávez.

Según fuentes de la presidencia venezolana, los dos mandatarios volvieron a estrecharse la mano este sábado al encontrarse en esta reunión en la que estaban presentes todos los gobernantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), incluido el ecuatoriano Rafael Correa, que llegó a Trinidad durante la madrugada del sábado.

"Obama dijo que estaba muy contento de estar en Puerto España y de celebrar este encuentro", aseguraron estas fuentes.

El viernes por la noche, Obama ya se reunió con los dirigentes de los países del Caribe y el domingo lo hará con los líderes centroamericanos.

Esta cita continental puede servir para entablar un diálogo sobre nuevas bases entre América Latina y Estados Unidos, según los participantes. 
Eduardo Galeano 2009.jpg
Eduardo Galeano en la vejez.


Me caí del mundo y no sé por dónde se entra.
(Para mayores de 50)
Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Si, ya lo sé.

A nuestra generación siempre le costó botar.

¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!

Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

Yo no digo que eso era mejor.

Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida.

¡  Es más!        Se compraban para la vida de los que venían después

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas.....

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

Tiramos absolutamente todo.

Ya no hay zapatero que remiende un zapato, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos.....


De 'por ahí' vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba.

Y no es que haya sido mejor..

Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.

Hay que cambiar el auto cada 3 años porque si no, eres un arruinado.

Aunque el coche esté en buen estado.

¡¡¡  Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!

Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre.....

Me educaron para guardar todo.

Lo que servía y lo que no.

Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
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Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería.......

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.



Y guardábamos... .

¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos!!,  los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas.

¡Y las pilas!

Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa.

Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.

No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos.

Las cosas no eran desechables.

Eran guardables.

¡Los diarios!

Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver.

¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio!.

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal.

Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.

Y hoy, sin embargo, deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos.



Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata.

No lo voy a hacer.

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado......

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