Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 24 de enero de 2015

Mis recuerdos del 23 de enero de 1958 cuando tenía 6 años no son agradables. Mi familia es tachirense, de la resistencia adeca fueron varios de mis tíos por su entrañable amistad con Leonardo Ruiz Pineda desde su Rubio natal, igual que con Carlos Andrés Pérez,y a pesar de éso, una turba vino a agredirnos a nuestro apartamento en la Urb. "Cnel. Carlos Delgado Chalbaud" (Coche) por ser éso...tachirenses...Por lo que tuvimos que irnos y volver cuando ya la Panamericana estaba invadida de ranchos y el Plan de Emergencia, que daba Bs. 200 a los hombre sin trabajar, que dormían echados bajo un samán frente a mi casa, se habían instaurado gracias al populismo de Wolfgang Larrázabal Ugueto, Jefe de la Junta de Gobierno...Fue un triste espectáculo de mi niñez...

Indocencias

Sombras

José Joaquín Burgos (Notitarde/)
Sombras

Notitarde 24 de enero 2015 
Recordar, aunque parece fácil es difícil. No se da cuenta uno de que las imágenes del pasado con el tiempo se transforman, hasta cambiar totalmente y, lo que es peor aún, hasta olvidarse. Eso pensaba, tal vez tontamente, en estos días cuando el fantasma de la dictadura perezjimenista cruzó por mis recuerdos estudiantiles y con apenas rozarlos me sacudió el terror que en aquel tiempo provocaba en el pueblo la simple mención de la Seguridad Nacional, cuerpo policial, por  cierto, creado por  el gobierno que, mediante un golpe de estado,  sucedió al del General Isaías Medina Angarita,  civilista y demócrata ejemplar de la historia venezolana. Cuando Rómulo Gallegos asumió la presidencia, ya la Seguridad Nacional existía, y funcionaba por allá, por  las famosas esquinas de Venus y Trocadero, en Caracas. De modo que, derrocado Gallegos, la S.N. siguió funcionando y se fortaleció hasta cuando, bajo el comando de Pedro Estrada, llegó a ser lo que fue para escarnio y vergüenza del pueblo venezolano.  Los viejos de entonces (década de los años cincuenta) recordaban, algunos, la tenebrosa imagen de “La Sagrada” de Juan Vicente Gómez y silenciaban, por miedo, la alusión a la tenebrosa Seguridad Nacional y a sus esbirros, a las islas de Guasina y Sacupana, al Obispo, al San Carlos, en fin… Yo recuerdo, de mis años mozos en el ejercicio docente, en Maturín, el amanecer del miércoles 23 de enero de 1958, y los días siguientes, el renacer de la “democracia” como una fiesta y la reconquista del poder por los adecos… Difícil, como anoté al comienzo, es recordar aquellos días… poco duró la fiesta. En apenas meses comenzó la persecución de comunistas, la decapitación de una generación brillante por instrucciones inflexibles del hombre de la pipa. Es una verdad que, en algunos casos por vergüenza ajena, se silenció durante unos cuarenta años.  La guerrilla se tragó a varios luchadores y soñadores brillantes. Vimos pasar por nuestro lado a numerosas mediocridades “ilustres”.  Sentimos el fantasma de la Seguridad Nacional en otros organismos de asqueroso recordatorio… y aquí estamos, como entonces, con la memoria llena de fantasmas. Hermosos y puros unos, como el recuerdo de Luis Beltrán Guerrero, Eduardo Crema, el Cura Montaner, Escalona-Escalona, Olga de León de Padrón, nuestros faros. Domingo Miliani, Manuel Bermúdez, Ramón Palomares, Elena Vera, Miguel Correa, el Chino Valera, Guaramato, M.O.S., Caupolicán, Servando, Porfirio, Tomás, hermanos de la poesía y de la vida. Y de pronto llegan, con impresionante luminosidad y vida, las voces, las risas, los sueños de Rafael Betancourt Moreno, el Negro Moreno, Manuel Urquía, Rafael Humberto Ramos Giugni, Teófilo Tortolero, Eugenio Montejo, José Enrique, Nariz de Papa, Guillermo y Pedro José Mujica, Braulio… Pedro Francisco Lizardo, Armando Olavarría, Felipe Herrera Vial… Tantos y tan pequeña mi memoria… En verdad recordar es difícil. Los fantasmas gotean su luz… llueve de pronto, como en los lejanos días de la niñez…

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