Manuel Vilas: “Los escritores siempre son molestos en las dictaduras"
El autor de El luminoso regalo indica que el milagro de la literatura ocurre cuando el lector siente suya la experiencia de quien escribe la obra
Manuel Vilas ve en los carros poesía. Considera que cada autoparte tiene un nombre de particular belleza, digna de no dejar sucumbir en el catálogo de cualquier tienda de repuestos.
Uno de sus grandes amores fue un vehículo que lo acompañó miles de kilómetros hasta que llegó el momento de llevarlo al desguace, como se conocen las chiveras en España.
En ese momento se vio impulsado también por el apoyo económico del gobierno para que la población cambiara de carros en pos de modernizar el parque automotor. Entonces, para despedirse y rendirle honores al automóvil, le dedicó un poema que tituló “HU-4091-L”, como la placa que portaba.
Vilas es uno de los invitados internacionales en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, en la que se puede conseguir su recién editada Antología poética (Barco de Piedra).
El escritor nacido en Barbastro, España, en 1962 es de los que cree que la literatura sirve para representar al mundo, dejar un testimonio, mas no para generar cambios, pues eso es menester de políticos. “Tampoco debe decir cómo se puede mejorar ese mundo. Sería un escritor con moralina, de los llamados escritores con tesis que quieren demostrar lo que tiene que hacer la sociedad para mejorar. Eso no es papel de la literatura, que debe hacer una foto inteligente y expresiva, que puede ser manipulada para poner énfasis en alguna parte de la realidad. En mi forma de escribir me interesa representar lo que vivimos de forma crítica, inesperada, con lugares que iluminan nuestra existencia”, afirma el autor de libros como El luminoso regalo (Alfaguara), Aire nuestro (Alfaguara), El hundimiento (Visor) y Las arenas de Libia (Huerga & Fierro).
—Quizá lo que comenta desilusiona a muchos que sí esperan un cambio a través de la literatura.
—Hay muchas personas que viven sin saber muy bien cómo es el mundo en el que están viviendo. Entonces, si un escritor es bueno y sabe representarlo, al lector le va a parecer nuevo lo que lee. Mirará el mundo de otra forma, la vida que tiene por delante, pero se dará cuenta de que el escritor le cuenta algo que es verdad, que conoce, pero que lo ha visto de una forma que él no había entendido así. Se produce entonces el crecimiento. El milagro de la literatura es que el lector vea en la experiencia del escritor la suya propia.
—¿Cómo sabe el escritor que entiende al mundo que lo rodea?
—Cuando lo sufre, cuando tiene una simpatía y empatía con el mundo. Es necesaria la sensibilidad muy aguda que haga tomar conciencia. Esa empatía es la que produce el acierto del escritor al hablar de la vida.
—¿Cree también que el escritor o el poeta pueden ser peligrosos con la palabra?
—Claro que sí. Para escribir literatura se necesita libertad, sin la que no se puede hacer nada, obviamente. Entonces, los escritores son molestos porque son críticos, porque cuestionan a la autoridad. Al poder político no le interesa que se le critique su actuar en el mundo. Por eso los escritores siempre son molestos en las dictaduras, a las que les interesa una sola visión; la literatura son muchas visiones del mundo.
—¿Se puede hablar de buena salud en la literatura iberoamericana?
—Me gusta más hablar de literatura en español. Vivimos en un mundo globalizado en el que no se puede hacer referencia a una literatura argentina, chilena o venezolana. Vamos hacia una literatura de toda la comunidad lingüística. Me parece políticamente más avanzado, más moderno.
—No venía desde 2009, ¿cómo le ha ido en su segunda visita a Venezuela?
—A mí Venezuela me encanta, soy un enamorado de este país. Me parece hermoso y su gente es maravillosa. He sido muy feliz estos días. Me duele por lo que está pasando el pueblo venezolano. Espero y confío en que haya un día en el que las personas acá puedan vivir en paz, con la suficiente dignidad y riqueza material con la que debe vivir todo ser humano en el mundo.
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