Aquel 11 de abril
Ambas marchas coincidían: "no somos comunistas, queremos prensa libre, garantías"
ALBERTO JORDÁN H.
| EL UNIVERSAL
viernes 11 de abril de 2014 12:00 AM
Doce años cumple la gigantesca
manifestación del 11 de abril 2002, solo comparable con la promovida
por la juventud universitaria el 14 de febrero 1936. Ambas marchaban en
protesta a Miraflores y coincidían en postulados: "no somos comunistas,
queremos prensa libre, garantías".
Ejercían mando dos militares, civilista el primero abrió el Palacio y decretó pacificación; guerrerista el otro, lo cerró y provocó crisis agravada con intromisión de dictadura cubana incitadora de milicias que desde puente Llaguno causaron 19 muertes y 300 heridos. Además suscitó activación del Plan Ávila que la dignidad de la Fuerza Armada impidió; y al Alto Mando Militar que impuso al Presidente la renuncia, "la cual aceptó".
Significativa fue actuación de la Iglesia en dicha crisis, como lo está siendo en la vigente que entró en su segundo mes. Al abandonar el poder la madrugada del 12 de abril, con solicitud de bendición y confesión, el Comandante rogó a monseñor Baltazar Porras, acompañarlo al avión que lo llevaría a Cuba. Quizá ignoraba que su mentor Fidel Castro no quería recibirlo y pidió que lo hiciera al Jefe del gobierno español, José María Aznar. Testigos de excepción en aquel 2002 fueron también el cardenal Ignacio Velasco y monseñor José Luis Azuaje. Hasta el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires actuó con la Oración y ahora como papa Francisco invocó "un diálogo sincero" con una "justicia que afronte temas concretos".
Director del diario tenido como oficialista, observó "poca voluntad de diálogo" en el régimen desplazado en 2002. En su opinión "la mayoría del país recibió complacida" al nuevo gobierno. Y planteó la necesidad de "recorrer el camino del diálogo y de la reconciliación".
Jordanalberto18@yahoo.com
Ejercían mando dos militares, civilista el primero abrió el Palacio y decretó pacificación; guerrerista el otro, lo cerró y provocó crisis agravada con intromisión de dictadura cubana incitadora de milicias que desde puente Llaguno causaron 19 muertes y 300 heridos. Además suscitó activación del Plan Ávila que la dignidad de la Fuerza Armada impidió; y al Alto Mando Militar que impuso al Presidente la renuncia, "la cual aceptó".
Significativa fue actuación de la Iglesia en dicha crisis, como lo está siendo en la vigente que entró en su segundo mes. Al abandonar el poder la madrugada del 12 de abril, con solicitud de bendición y confesión, el Comandante rogó a monseñor Baltazar Porras, acompañarlo al avión que lo llevaría a Cuba. Quizá ignoraba que su mentor Fidel Castro no quería recibirlo y pidió que lo hiciera al Jefe del gobierno español, José María Aznar. Testigos de excepción en aquel 2002 fueron también el cardenal Ignacio Velasco y monseñor José Luis Azuaje. Hasta el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires actuó con la Oración y ahora como papa Francisco invocó "un diálogo sincero" con una "justicia que afronte temas concretos".
Director del diario tenido como oficialista, observó "poca voluntad de diálogo" en el régimen desplazado en 2002. En su opinión "la mayoría del país recibió complacida" al nuevo gobierno. Y planteó la necesidad de "recorrer el camino del diálogo y de la reconciliación".
Jordanalberto18@yahoo.com
El golpe del 11 de abril, según Chávez y Fidel
El expresidente cubano Fidel Castro ha divulgado este viernes la charla telefónica que sostuvo con Chávez tras el golpe de 2002 que lo derrocó por 48 horas
Maye Primera
Miami
29 MAR 2014
Ahora que el presidente venezolano Nicolás Maduro ha denunciado por décima segunda vez en menos de un año la trama de otro golpe de Estado en su contra, el expresidente cubano, Fidel Castro, ha estimado conveniente publicar la transcripción oficial de la charla telefónica que sostuvo con Hugo Chávez la mañana del 14 de abril de 2002, poco
después de que las fuerzas militares leales al Gobierno derrotaron el
golpe de Estado que mantuvo al presidente venezolano 48 horas fuera del
poder. Durante la conversación, ambos mandatarios se refieren a la
condición planteada por Chávez la noche del golpe de ser enviado a Cuba y
a la insistencia por parte de los conjurados en la renuncia del
Presidente, y alaban la actuación en la planificación del rescate de
Chávez del general Isaías Baduel, preso en Venezuela desde 2009 por cargos de corrupción tras declararse opositor.
El diálogo ocupa ocho páginas, ilustradas con fotografías, de una edición especial del diario oficialista Granma publicada este viernes 28 de marzo y a la venta en toda la isla, a un precio de 20 centavos. “No deseaba ocupar un milímetro de las páginas del Granma. Por ello solicité se publicara un tabloide para acompañar al órgano oficial de nuestro partido”, explica Fidel Castro en una nota al pie de la transcripción, fechada a las 4:40 de la tarde (hora de Cuba) de este jueves 27. El suplemento lleva por título “¿Eres o no eres?”, en referencia a un verso del poema “Un canto a Bolívar” escrito por Pablo Neruda, donde el poeta menciona el Cuartel de La Montaña de Madrid, donde se inició la sublevación contra la República que dio pie a la Guerra Civil española en 1936. A partir de esos versos, el Gobierno de Nicolás Maduro rebautizó como “el cuartel del montaña” el antiguo Museo Militar de Caracas donde ahora se encuentra el panteón de Hugo Chávez, el mismo lugar desde el cual dirigió el fallido golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992.
La conversación entre los entonces presidentes de Cuba y Venezuela recrea algunos de los episodios del golpe y el contragolpe a los que Hugo Chávez se refirió en vida repetidas veces, agregando en cada oportunidad algún nuevo elemento a su relato. Hablan de la condición planteada por el propio Chávez a los alzados, de ser enviado a Cuba la misma noche del golpe y del contacto permanente que mantuvo Fidel Castro con los familiares de Chávez y con los militares venezolanos que aún le eran leales. En uno de los pasajes, el presidente venezolano le cuenta a Fidel Castro cómo los golpistas, viéndose derrotados, retomaron el sábado 13 de abril por la tarde la propuesta de Chávez de ser enviado al exilio en Cuba la misma noche del 11 de abril, que en aquel momento fue descartada. “Sí, no quisieron aceptarlo aquella noche, ¿eh?”, dice Fidel. “Anjá, eso le dije yo”, respondió Chávez.
Más adelante, Chávez vuelve a tocar el tema y aludiendo a la vergüenza que le habría producido llegar a La Habana derrotado, le dice a Fidel: “Incluso, ¿sabes qué? Yo estaba pensando: ‘¡Cónchale! Si yo tengo que llegar a Cuba, con qué cara llego yo allá”. Castro le insiste esa mañana en la necesidad de investigar a fondo a dónde pensaban trasladarlo los golpistas antes de que las fuerzas leales al Gobierno retomaran el poder y le llevaran de regreso al Palacio de Miraflores, pues desde entonces Chávez sostuvo que había un avión con siglas estadounidenses listo para sacarle del país. “Investiga bien hasta donde puedas, porque había hasta la idea de llevarte a Estados Unidos. Corrió ese rumor también”, le aconseja Fidel.
Una y otra vez vuelven al tema de la supuesta renuncia del presidente venezolano. “No, yo no voy a renunciar. Voy preso, pues”, recuerda Chávez haberle dicho a los golpistas en cada oportunidad que le presionaron para que dimitiera. “Y se pasaron todo el día calumniando y calumniando, y hablando de la renuncia, la renuncia y la renuncia. Entonces, ellos edificaron todo su andamiaje sobre la base de la renuncia. Ahí fue donde se embarcaron p’al diablo”, dice Castro. Y Chávez le responde, tras una risa: “Sí, porque empezaron a difundir un texto que yo no quise firmar, cuando me reuní allá en el Fuerte Tiuna con los generales traidores estos, que estaban comprados por la oligarquía de acá y otros sectores más”. En ningún momento aluden al anuncio televisado hecho por el entonces Inspector General de las Fuerzas Armadas, Lucas Rincón Romero, en la madrugada del 12 de abril, donde dijo: “Se le solicitó al señor presidente de la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó”. Fidel Castro, sin embargo, reconoce haber conversado por teléfono con el general Lucas Rincón Romero durante la tarde del 13 de abril, al igual que con otros mandos militares que planeaban la restitución de Chávez en el poder:
Castro: Sí, yo hablé primero con (Raúl) Baduel (entonces comandante de los paracaidistas del Ejército) —porque todo eso me comunicó María (Gabriela, hija de Chávez). Me comunicó primero con el que estaba de Jefe de Comando, el que estaba de Comandante de la Fuerza Armada, Lucas.
Chávez: ¡Ah, Lucas, Lucas! ¿Hablaste con él?
Castro: Sí. Ella me comunica con él. Era el período en que tú estabas en (la isla de la) Orchila, ya a esa hora. Eso fue por la tarde (del sábado 13), a primera hora de la tarde más o menos.
Tanto Chávez como Castro alaban la actuación del entonces comandante del Ejército, Julio García Montoya, y del comandante de la Brigada de Paracaidistas del Ejército, Raúl Isaías Baduel, en la planificación de la operación militar que restituyó a Chávez en el poder 48 horas después del golpe. “Ellos son muy inteligentes, de los más brillantes amigos, y hombres de aplomo, de inteligencia. Y ahora, bueno, han despuntado como líderes militares y políticos también, con esa acción”, dice Chávez de ellos. En junio de 2006, Hugo Chávez nombró Baduel como su ministro de Defensa. Un año más tarde, Baduel pasó a retiro y también a las filas de la oposición. En abril de 2009, fue detenido y acusado por cargos de corrupción; desde entonces está preso en la cárcel militar de Ramo Verde, donde también fue confinado el dirigente opositor Leopoldo López, el pasado 19 de febrero.
El diálogo ocupa ocho páginas, ilustradas con fotografías, de una edición especial del diario oficialista Granma publicada este viernes 28 de marzo y a la venta en toda la isla, a un precio de 20 centavos. “No deseaba ocupar un milímetro de las páginas del Granma. Por ello solicité se publicara un tabloide para acompañar al órgano oficial de nuestro partido”, explica Fidel Castro en una nota al pie de la transcripción, fechada a las 4:40 de la tarde (hora de Cuba) de este jueves 27. El suplemento lleva por título “¿Eres o no eres?”, en referencia a un verso del poema “Un canto a Bolívar” escrito por Pablo Neruda, donde el poeta menciona el Cuartel de La Montaña de Madrid, donde se inició la sublevación contra la República que dio pie a la Guerra Civil española en 1936. A partir de esos versos, el Gobierno de Nicolás Maduro rebautizó como “el cuartel del montaña” el antiguo Museo Militar de Caracas donde ahora se encuentra el panteón de Hugo Chávez, el mismo lugar desde el cual dirigió el fallido golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992.
La conversación entre los entonces presidentes de Cuba y Venezuela recrea algunos de los episodios del golpe y el contragolpe a los que Hugo Chávez se refirió en vida repetidas veces, agregando en cada oportunidad algún nuevo elemento a su relato. Hablan de la condición planteada por el propio Chávez a los alzados, de ser enviado a Cuba la misma noche del golpe y del contacto permanente que mantuvo Fidel Castro con los familiares de Chávez y con los militares venezolanos que aún le eran leales. En uno de los pasajes, el presidente venezolano le cuenta a Fidel Castro cómo los golpistas, viéndose derrotados, retomaron el sábado 13 de abril por la tarde la propuesta de Chávez de ser enviado al exilio en Cuba la misma noche del 11 de abril, que en aquel momento fue descartada. “Sí, no quisieron aceptarlo aquella noche, ¿eh?”, dice Fidel. “Anjá, eso le dije yo”, respondió Chávez.
Más adelante, Chávez vuelve a tocar el tema y aludiendo a la vergüenza que le habría producido llegar a La Habana derrotado, le dice a Fidel: “Incluso, ¿sabes qué? Yo estaba pensando: ‘¡Cónchale! Si yo tengo que llegar a Cuba, con qué cara llego yo allá”. Castro le insiste esa mañana en la necesidad de investigar a fondo a dónde pensaban trasladarlo los golpistas antes de que las fuerzas leales al Gobierno retomaran el poder y le llevaran de regreso al Palacio de Miraflores, pues desde entonces Chávez sostuvo que había un avión con siglas estadounidenses listo para sacarle del país. “Investiga bien hasta donde puedas, porque había hasta la idea de llevarte a Estados Unidos. Corrió ese rumor también”, le aconseja Fidel.
Una y otra vez vuelven al tema de la supuesta renuncia del presidente venezolano. “No, yo no voy a renunciar. Voy preso, pues”, recuerda Chávez haberle dicho a los golpistas en cada oportunidad que le presionaron para que dimitiera. “Y se pasaron todo el día calumniando y calumniando, y hablando de la renuncia, la renuncia y la renuncia. Entonces, ellos edificaron todo su andamiaje sobre la base de la renuncia. Ahí fue donde se embarcaron p’al diablo”, dice Castro. Y Chávez le responde, tras una risa: “Sí, porque empezaron a difundir un texto que yo no quise firmar, cuando me reuní allá en el Fuerte Tiuna con los generales traidores estos, que estaban comprados por la oligarquía de acá y otros sectores más”. En ningún momento aluden al anuncio televisado hecho por el entonces Inspector General de las Fuerzas Armadas, Lucas Rincón Romero, en la madrugada del 12 de abril, donde dijo: “Se le solicitó al señor presidente de la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó”. Fidel Castro, sin embargo, reconoce haber conversado por teléfono con el general Lucas Rincón Romero durante la tarde del 13 de abril, al igual que con otros mandos militares que planeaban la restitución de Chávez en el poder:
Castro: Sí, yo hablé primero con (Raúl) Baduel (entonces comandante de los paracaidistas del Ejército) —porque todo eso me comunicó María (Gabriela, hija de Chávez). Me comunicó primero con el que estaba de Jefe de Comando, el que estaba de Comandante de la Fuerza Armada, Lucas.
Chávez: ¡Ah, Lucas, Lucas! ¿Hablaste con él?
Castro: Sí. Ella me comunica con él. Era el período en que tú estabas en (la isla de la) Orchila, ya a esa hora. Eso fue por la tarde (del sábado 13), a primera hora de la tarde más o menos.
Tanto Chávez como Castro alaban la actuación del entonces comandante del Ejército, Julio García Montoya, y del comandante de la Brigada de Paracaidistas del Ejército, Raúl Isaías Baduel, en la planificación de la operación militar que restituyó a Chávez en el poder 48 horas después del golpe. “Ellos son muy inteligentes, de los más brillantes amigos, y hombres de aplomo, de inteligencia. Y ahora, bueno, han despuntado como líderes militares y políticos también, con esa acción”, dice Chávez de ellos. En junio de 2006, Hugo Chávez nombró Baduel como su ministro de Defensa. Un año más tarde, Baduel pasó a retiro y también a las filas de la oposición. En abril de 2009, fue detenido y acusado por cargos de corrupción; desde entonces está preso en la cárcel militar de Ramo Verde, donde también fue confinado el dirigente opositor Leopoldo López, el pasado 19 de febrero.
El 11A fue una oportunidad perdida
Carmona y por qué cayó el gobierno que sucedió a ChávezEn exclusiva para Quinto Día, dice que “la FANB ha cohonestado la mayor entrega de soberanía de la historia patria, a manos del régimen cubano, que es quien gobierna a Venezuela”
barraezsebastiana@gmail.com
Es larense y siendo presidente de Fedecámaras era conocido como un hombre tranquilo, gentil y sin extremismos. Quizás por eso a algunos les cuesta ubicarlo a la cabeza del golpe de Estado del 11 de Abril 2002, que sacó a Hugo Chávez del poder por algunas horas. Vive en Colombia asilado. Allí da clases en la universidad y está enterado de lo que sucede en Venezuela a cada minuto. Él es Pedro Francisco Carmona Estanga.
A veces, cuando lo he visitado en Bogotá, hablamos largo rato sobre aquellos días de abril, sobre los cuales hay tanto por saber. Cuenta que como presidente de la máxima empresarial, le tendió puentes a Chávez para el diálogo, pero resultó infructuoso. “Ellos –Chávez, Maduro-no desean pasar a la Historia como estadistas, que dialogan y conciertan, sino como revolucionarios que imponen su voluntad y no reconocen la existencia de más de una mitad del país que disiente, sino que la consideran un enemigo al cual hay que vencer y destruir”.
Destaca que aquel 11A los únicos que tuvieron contacto con Chávez fueron militares, y al final, dos testigos civiles: Monseñores Baltasar Porras y Azuaje.
Niega tajantemente que haya sido una manifestación popular lo que determinó el regreso de Chávez a la presidencia. Lo justifica como una crisis política y militar, que no permitió que el gobierno provisional se consolidara.
Recuerda que uno de los principales problemas para que se consolidara el interinato fue que parte importante del estamento castrense consideró que a Chávez no se le permitiera salir a Cuba, porque debía ser juzgado. Carmona dice que a las pocas horas, Chávez negaba la renuncia en un fax que logró transmitir desde Turiamo, además del grupo que comandó el General Raúl Isaías Baduel, factor determinante al final de la crisis.
¿A 12 años del 11 de aquel abril, cree que valió la pena todo el episodio en el que usted participó?
Hay tres cosas en la vida que no tienen reversa: la palabra dicha, la flecha lanzada y la oportunidad perdida. El 11A fue, sin duda, una oportunidad perdida para modificar el equívoco rumbo de un régimen que ha culminado, en el presente, en el totalitarismo y la bancarrota. El objetivo era llamar de inmediato a un proceso electoral limpio, en el cual el pueblo, depositario del poder constituyente originario, tuviera la última palabra respecto de la transición y el futuro político del país.
¿Se arrepiente?
A pesar de las incomprensiones, no me arrepiento de haber dado un paso adelante para tratar de salvar a Venezuela de la descomunal tragedia en que se encuentra sumida. Así tenemos que ver el pasado, a 12 años de distancia, y no como suelen hacerlo el gobierno y algunos detractores, tratando de colocar en el 11 de Abril el centro de los males que hoy se viven, cuando en realidad se pretendía evitarlos mediante vías democráticas. Ha habido especial esmero en reescribir la historia y enlodar a quienes nos jugarnos el pellejo en aquellas difíciles circunstancias.
¿Qué siente hoy, luego de tantos años de estar lejos de su patria, asilado en otras tierras?
No pienso en mí, pese a que, a mis años de vida, jamás habría imaginado vivir en el exilio. Pienso más en la destrucción provocada por un régimen corrupto, inepto e ideológicamente fanatizado, que ha sembrado profundas divisiones, odios y lucha de clase entre los venezolanos, que ha acabado con las instituciones y ha cumplido una misión casi imposible: la de derruir la economía venezolana, pese a su potencial y riqueza. Venezuela debería estar a la vanguardia de América Latina, y da dolor verla en el ranking de los países de peor desempeño del mundo.
¿Tan mal la ve?
Sin duda. Duele además ver la creciente diáspora de venezolanos en el exterior, buscando oportunidades o alejándose del ambiente de inseguridad, anarquía y represión en que está envuelta nuestra sufrida patria. Todo ello hace más duro el alejamiento de la patria, cosa que el régimen se empeña en hacer sentir con más saña, pues ni siquiera otorga documentos de identidad a quienes tenemos la condición de asilados, pese a que se trata de un derecho inalienable de los venezolanos.
Aquella acción, en lugar de acabar con la revolución bolivariana, parece que la asentó por más de una década.
Asumo responsablemente mis ejecutorias, no ajenas a errores u omisiones, y veo que, contrariamente al sentido de su pregunta, que muchos deberían reflexionar sobre si de haberse consolidado el breve gobierno provisional que encabecé, se habría evitado la larga noche y las pesadillas que estamos viviendo, pues el país habría retomado sobre bases sensatas y de alternabilidad, de la mano de los gobiernos democráticos que hubieren sido electos, un camino de prosperidad, paz y progreso, como realmente se lo merece.
¿Los años pasan y sin duda que usted debe recordar algunos hechos con más claridad que otros, podría decirnos qué sucedió en aquella famosa reunión efectuada en Venevisión?
Mejor consulte a su anfitrión, el señor Gustavo Cisneros, pues no permanecí en ella hasta el final.
¿Se considera un golpista?
No. Pese a la reescritura de la Historia, soy un hombre de profundas convicciones democráticas, y mi espíritu ha sido, a lo largo de mi vida, amplio, tolerante y proclive al respeto al adversario, y a propiciar encuentros y entendimientos. El 11A hubo un vacío de poder que trató de ser llenado por un gobierno provisional que no habría estado en ejercicio más de seis meses, tras convocar a dos procesos electorales. Y para quienes todavía me atribuyen ambiciones personales, debo recordarles que a pedido explícito de mi parte, se incluyó en el Decreto de formación del gobierno provisional una disposición que impedía que pudiera aspirar a cualquier cargo de elección popular.
¿Cómo ve el país hoy cuando se cumplen 12 años del 11A?
Como ya mencioné, veo al país sumido en una profunda crisis económica, política y social, cubanizado, actuando con una brutal capacidad de represión contra los estudiantes que luchan por defender su futuro, defenestrando diputados y alcaldes, apresando opositores, torturando y violando derechos humanos en forma flagrante y sin escrúpulos. De otra parte, el pésimo manejo económico ha llegado a límites inexplicables.
¿Cree como algunos que es intencional o sólo es mala política?
He llegado a la conclusión de que no es concebible tanta torpeza, y que por lo tanto lo que el régimen propicia es la pauperización de la clase media y la liquidación de la iniciativa privada, para encontrar allí el terreno abonado para la plena implantación del castrocomunismo, dentro de la más pura dialéctica marxista. Los daños, pues son inconmensurables.
¿Doctor Carmona usted no cree que hubo mucha apetencia de poder y que los militares estaban dispuestos a quedarse con ese privilegio?
Jamás lo habría permitido. El compromiso era salir rápido del poder y re-enrumbar a la nación en un camino de libertades, paz y progreso. Además, sin haber conocido en profundidad a muchos actores castrenses que se rebelaron el 11A, no dudo de la prevalencia de un espíritu democrático en la totalidad de ellos. Vergüenza da ahora un estamento militar mayoritario indigno, que ha convertido a la institución en un partido político armado, al servicio de una causa política, y que ha cohonestado la mayor entrega de soberanía de la historia patria, a manos del régimen cubano, que es quien gobierna al país en todos sus elementos estratégicos.
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