Hoy y Después en Valencia
ALFREDO FERMÍN
afermin@el-carabobeno.com
El Carabobeño 15 de abril 2012
Un amigo nos comenta que en sus artículos de opinión no toca temas locales para no meterse en problemas, por lo cual sólo se refiere a asuntos nacionales, destacados por la prensa de Caracas. “Es una receta salomónica -nos argumenta- porque los de allá no van a venir a reclamarme. En cambio, a los de aquí, me los puedo encontrar en cualquier momento y podemos tener un disgusto. Yo creo en eso de que el mejor problema es el que se evita”.
Y eso parece que lo está haciendo la mayoría de los que tienen el privilegio de expresar públicamente su opinión, porque aquí suceden verdaderas arbitrariedades sin que los conductores de la opinión pública hagan el reclamo necesario. Y, si lo hacen, utilizan un lenguaje como el de los franceses que, a la suegra le dicen “belle mere” (bella madre) y a la diarrea “mal au coer” (mal del corazón). Creemos que, en ninguna otra parte del país, se usa tanto la diplomacia como en Valencia. Lo lamentable es que el Gobierno siempre hace lo que le da su gana, porque no hay quien le contradiga por un inexplicable temor que sólo pasa, cuando el gobernante deja el poder. Entonces sí le dicen hasta el mal del que se va a morir.
En conocimiento de esta debilidad y de que, en consecuencia, nadie se le va a oponer, el Ejecutivo Nacional confiscó al Ateneo de Valencia sus bienes y donó, al Instituto de la Imagen, la colección de arte que, durante casi 70 años, se fue conformando con las obras premiadas en el Salón Arturo Michelena y con valiosas donaciones de particulares.
SALUDO A LA BANDERA
En los primeros días, hubo algunas reacciones. El gobernador Henrique Fernando Salas hizo un pronunciamiento, destacados juristas, entre ellos Aníbal Rueda, Iván Pérez Rueda y Lubín Aguirre, expusieron sus criterios sobre la confiscación de un patrimonio que pertenece a la ciudad. Las ex presidentas del Ateneo, la Asociación de Ejecutivos y alguna que otra institución, emitieron declaraciones que fueron más un saludo a la bandera que una protesta, por el hurto que se le hizo a una casa de cultura, que era orgullo nacional, invadida por una célula política que ha hecho de las suyas.
Lo peor de todo este despojo es que no se sabe lo que queda dentro del Ateneo. Con excepción de algunas fotografías, tomadas cuando se permitió el ingreso a periodistas, hace tiempo, no se tienen noticias del estado en que se encuentran centenares de obras arrumadas en unos depósitos, que no están acondicionados para guardar obras de arte.
Ninguna autoridad, ni pública ni privada, se tomó la molestia de ir a un tribunal para que se esclarezca si el Ministerio de la Cultura tiene facultades para regalarle, a uno de sus organismos, lo que no le pertenece. Todo el mundo se quedó callado, como si lo que ha pasado no tiene la menor importancia, por lo cual no se sabe si la colección está en el Ateneo o se la llevaron para Caracas. Aquí no ha pasado nada, lo más recomendable es no complicarse la vida. Es lo que se infiere de la actitud de la dirigencia de una ciudad desamparada, sin dolientes.
Esas obras no son para estar encerradas. Necesitan ser aireadas, retocadas, limpiadas y exhibidas en espacios debidamente acondicionados. No son cualquier objeto, son obras de arte que necesitan un cuidado especial de acuerdo con normas internacionales.
TESORO PERDIDO
Pareciera que somos una voz en el desierto y hasta llegamos a pensar que estamos haciendo el ridículo diciendo, cada semana, prácticamente, lo mismo a sabiendas de que estamos pidiendo el imposible de revivir el orgullo valenciano que caracterizó a otras generaciones.
Nadie ama lo que desconoce y es posible que ésa sea una de las razones por las cuales no se ha tomado conciencia del inmenso valor artístico y cultural que tiene la colección de arte del Ateneo de Valencia, que fue posible, no por la compra a los realazos de obras, sino por la selección y premiación de jurados, integrados por prestigiosos conocedores. Cada una de esas obras marca un momento en la plástica venezolana del siglo XX y comienzos del XXI.
Allí hay, o estaban obras, de Armando Barrios, Braulio Salazar, Raúl Moleiro, Pablo Vásquez, Régulo Pérez, Oswaldo Vigas, Pedro León Castro, César Rengifo, Luis Guevara Moreno, Iván Petrovszky, Hugo Baptista, Jacobo Borges, Armando Pérez, Alirio Palacios, Alirio Rodríguez, Francisco Hung, Manuel Mérida, Alirio Oramas, Ramón Vásquez Brito, Luis Chacón, José Antonio Dávila, Rafael Martínez, Filiberto Cuevas, Víctor Valera, Omar Carreño, José Campos Biscardi, Wladimir Zabaleta, Julio Pacheco Rivas, Margot Römer, Manuel Quintana Castillo, Humberto Jaimes Sánchez, Carlos Hernández Guerra, Mauro Mejías, Boris Ramírez, Francisco Bugallo, Darío Pérez Flores, Antonio Moya, Carlos Zerpa.
A esto se agregan los premios Andrés Pérez Mujica, ganados en buena parte por artistas que recibieron el Premio Nacional de Artes Plásticas y obras donadas por Alejandro Otero, Elisa Elvira Zuloaga y otras celebridades de la cultura venezolana. Hay un cuadro de Michelena, otro del artista francés Alfred Manessier y una valiosa colección de obras gráficas de los más importantes pintores y dibujantes latinoamericanos. Los historiadores del arte venezolano se quedan asombrados con esta colección, que los valencianos están dejando perder por falta de guáramo. Si no es así, que demuestren lo contrario.
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