Albersidades
¿Semejanzas?
Peter Albers
Siempre
he creído que nunca hubo tal cosa como el "peronismo". Lo que hubo fue
"evitismo": Evita brilló con luz propia, y su marido no fue sino el
espejo que reflejaba el resplandor. Muerta Eva Duarte de Perón, su Juan
Domingo fue un líder fosforescente que resplandeció con un brillo
menguante. Se unió a otra cabaretera llamada Isabelita, y terminó
muriendo presidente, pero apagado y disminuido. Su viuda, a la sazón
vicepresidente, y mantenido a la fuerza el mito de Evita, logró llegar a
ser una triste presidente de la República Argentina, cayendo bajo la
influencia de un aprendiz de brujo llamado José López Rega, corrupto y
marrullero, que terminó de llevar a la república gaucha a la quiebra.El mito de "Evita"y todos los esfuerzos hechos por su heredero en el manejo de sus seguidores peronistas, huérfanos ahora de su ídolo, y por Isabelita, manejada a su antojo por López Rega, no fue suficiente para mantener a la Argentina a flote. Hubo intentos del agonizante peronismo-evitismo por evitar (y perdóneseme el giro) la debacle: Intervenciones de las provincias gobernadas por opositores, de universidades, de sindicatos, de los canales de televisión privados. Se estableció la censura contra la prensa que denunciaba los desmanes del gobierno y la corrupción de sus jerarcas. La incompetencia e improvisación de tal aparataje gubernamental fue evidente en todas las áreas de la administración pública, con la consiguiente caída de la actividad económica, la pérdida de los recursos financieros y las reservas, la calidad de vida de los argentinos.
Los daños incluyeron una inflación galopante, la paralización de las inversiones de capital, la suspensión de las exportaciones de carne a Europa y el inicio del crecimiento incontrolable de la deuda externa.
No sé por qué, cuando escribo estas líneas, reforzadas por las socorridas enciclopedias que ayudan a nuestra memoria, me parece tan familiar y tan nuestro todo este proceso de la historia argentina: una estrella que brilla con luz propia, gracias a un carisma que convence con facilidad a incautos seguidores y con un discurso populista e irresponsable, que lleva a todo un pueblo a una situación ilusoria de bienestar, y muere dejando como seguidor a un pelele inepto que, si bien surgió tempranamente como líder al ocupar un cargo administrativo que le granjeó las simpatías de los sindicatos y los sectores populares, lo cual le sirvió para alcanzar la presidencia, no fue sino gracias a la luz que irradiaba su esposa Evita como pudo convertirse en un personaje capaz de ganar dos elecciones consecutivas y una tercera luego de 18 años de cruel dictadura militar.
Ojalá (y que me perdone Colette Capriles si nuevamente me encuentra como muy optimista) no tenga esta Venezuela el mismo destino que aquella Argentina. Ojalá los militares, luego de reprimir y darles "gas del bueno" a quienes no están de acuerdo con la incapacidad y la corrupción, vuelvan a sus cuarteles y comprendan que su papel no está en la política sino en defender la Constitución y la integridad y seguridad de la República democrática y soberana.
Que encontremos una salida digna al atolladero en el que 15 años de terquedad, corrupción e incapacidad nos han metido.
Que cese la violencia, sí; pero que cese también la estupidez de continuar siguiendo a una extinta estrella.
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
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