Treinta años desde el último suspiro de Buñuel
Encumbrado como el padre del surrealismo cinematográfico, este maestro de la provocación es considerado por muchos el gran cineasta español.
Buñuel es difícil de olvidar
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EL UNIVERSAL
sábado 27 de julio de 2013 11:25 AM
Madrid.- Hay imágenes que se quedan grabadas para siempre en la retina del espectador, y la del propio Luis Buñuel seccionando con una cuchilla de afeitar el ojo de una mujer en "Un perro andaluz" es difícil de olvidar. Para mi es la del hombre que da el salto a la Fe en "La Vía Láctea" finalizando
Encumbrado como el padre del surrealismo cinematográfico, este maestro de la provocación es considerado por muchos el gran cineasta español, aunque la mayor parte de su vida transcurriera al otro lado de los Pirineos y del Atlántico. Fue en México, su segunda patria, donde falleció el 29 de julio de 1983, hace ahora 30 años.
Irreverente, subversivo o transgresor son algunos de los calificativos marca de la casa de este genio al que Alfred Hitchcock consideraba el mejor cineasta de todos los tiempos. Sus películas, en las que proyectó sus obsesiones más profundas, fueron el azote de la burguesía y la Iglesia católica, dos mundos que conocía de cerca.
Y es que Buñuel, que nació el 22 de febrero de 1900 en el pueblo aragonés de Calanda, estudió en un férreo colegio jesuita de Zaragoza, de donde fue expulsado al parecer por una borrachera. En 1917, gracias a la acomodada situación familiar, se trasladó a la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se forjó su decisiva amistad con Federico García Lorca y Salvador Dalí.
En el Madrid de los cafés y las tertuilias literarias, el joven Buñuel conjugaba su vocación de escritor -publicó varios artículos para revistas como "Ultra" o "Alfar"- con su afición por el boxeo, hasta que en 1925 se instaló en París. Allí se empapó de las lecturas de Freud y el marqués de Sade y de la corriente surrealista que comenzaba a barrer la capital francesa.
La proyección de "Las tres luces" ("Der müde Tod"), de Fritz Lang, marcó un hito en su trayectoria, pues fue entonces cuando decidió que quería ser director de cine. Tras estudiar en una escuela de actores, consiguió trabajar como asistente de Jean Epstein y, después de convencer a su madre para que le prestara dinero, se embarcó en la dirección de su primera película, "Un chien andalou", con la colaboración de Dalí.
Aunque Lorca se sintió aludido por el título del cortometraje, Buñuel siempre afirmó que lo eligió porque no guardaba relación alguna con el filme. Tras 15 días de rodaje con los actores Simone Mareuil y Pierre Batcheff -ambos acabaron suicidándose tiempo después- esta historia inconexa que explora los mundos del inconsciente y el automatismo a base de imágenes oníricas imposibles y ecos wagnerianos se estrenó con gran éxito en París en 1929.
Con Dalí volvió a rodar la provocadora "La edad de Oro", pero la relación entre ambos comenzó a deteriorarse. Tras una breve estancia en Hollywood, regresó a la España de la Segunda República, donde rodó el documental "Las Hurdes" (1933) sobre la olvidada comarca extremeña y con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) supervisó la película propagandística "España leal en armas".
En 1946, previo paso por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, se traslada a México, donde ya residía un notable grupo de intelectuales españoles exiliados. Ese año volvió a ponerse tras las cámaras con "Gran Casino", que fue un fracaso comercial, pero después llegarían "El gran calavera" y el drama social "Los olvidados", con el que en 1950 se coronó como mejor director de Cannes.
A su etapa mexicana pertenecen también "Robinson Crusoe", la personal "Él" o la comedia negra "Ensayo de un crimen", de nuevo un ataque contra la burguesía mexicana. Cannes volvió a premiarlo por adaptación de "Nazarín", inspirada en la novela homónima de su adorado Benito Pérez Galdós y la primera de las tres películas que rodó con el carismático actor Paco Rabal.
"El ángel exterminador" (1962), una drama surrealista que narra la autodestrucción de la clase burguesa, acabó convirtiéndose en una película de culto, igual que "Simón del desierto", con la que fue premiado en Venecia. Con ellas se cierra su etapa mexicana, tras el paréntesis que había supuesto su regreso a España en 1961 para dirigir "Viridiana".
Sexo, religión y la censura franquista se mezclan en este filme galdosiano considerado una de sus obras cumbres. "'Viridiana' es la película que continúa más estrechamente mi trayectoria de cineasta desde que rodé 'La edad de Oro'. De toda mi obra, estas dos películas son las que he dirigido con mayor libertad", afirmó una vez. Ganó la Palma de Oro en Cannes, pero en la puritana España no pudo proyectarse hasta 1977.
De vuelta a París, rechazó la oferta de Dalí para filmar una segunda parte de "Un perro andaluz" y convirtió a Catherine Deneuve en la deseada "Belle de Jour" (1966), con la que se llevó el León de Oro en Venecia. Y desde allí pasó a la Historia como el primer cineasta español que lograba el Oscar por "El discreto encanto de la burguesía" (1972), que no obstante fue para Francia.
La fuerza visual de su cine marcó a realizadores como Alfred Hitchcock, que rindió homenaje a la mariposa calavera de Buñuel en "Psycho", al igual que hizo Johnathan Demme en "The Silence of the Lambs". Pedro Almodóvar en "Carne trémula" y Álex de la Iglesia en "Crimen ferpecto" también reivindicaron a Buñuel incluyendo imágenes de "Ensayo de un crimen".
"Ese oscuro objeto de deseo" (1977), con Ángela Molina como su particular "virgen pagana", fue su última película. En 1982 publicó "Mi último suspiro", unas memorias en las que escribía: "Pese a mi odio a la información, me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos (...) Regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba".
Encumbrado como el padre del surrealismo cinematográfico, este maestro de la provocación es considerado por muchos el gran cineasta español, aunque la mayor parte de su vida transcurriera al otro lado de los Pirineos y del Atlántico. Fue en México, su segunda patria, donde falleció el 29 de julio de 1983, hace ahora 30 años.
Irreverente, subversivo o transgresor son algunos de los calificativos marca de la casa de este genio al que Alfred Hitchcock consideraba el mejor cineasta de todos los tiempos. Sus películas, en las que proyectó sus obsesiones más profundas, fueron el azote de la burguesía y la Iglesia católica, dos mundos que conocía de cerca.
Y es que Buñuel, que nació el 22 de febrero de 1900 en el pueblo aragonés de Calanda, estudió en un férreo colegio jesuita de Zaragoza, de donde fue expulsado al parecer por una borrachera. En 1917, gracias a la acomodada situación familiar, se trasladó a la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se forjó su decisiva amistad con Federico García Lorca y Salvador Dalí.
En el Madrid de los cafés y las tertuilias literarias, el joven Buñuel conjugaba su vocación de escritor -publicó varios artículos para revistas como "Ultra" o "Alfar"- con su afición por el boxeo, hasta que en 1925 se instaló en París. Allí se empapó de las lecturas de Freud y el marqués de Sade y de la corriente surrealista que comenzaba a barrer la capital francesa.
La proyección de "Las tres luces" ("Der müde Tod"), de Fritz Lang, marcó un hito en su trayectoria, pues fue entonces cuando decidió que quería ser director de cine. Tras estudiar en una escuela de actores, consiguió trabajar como asistente de Jean Epstein y, después de convencer a su madre para que le prestara dinero, se embarcó en la dirección de su primera película, "Un chien andalou", con la colaboración de Dalí.
Aunque Lorca se sintió aludido por el título del cortometraje, Buñuel siempre afirmó que lo eligió porque no guardaba relación alguna con el filme. Tras 15 días de rodaje con los actores Simone Mareuil y Pierre Batcheff -ambos acabaron suicidándose tiempo después- esta historia inconexa que explora los mundos del inconsciente y el automatismo a base de imágenes oníricas imposibles y ecos wagnerianos se estrenó con gran éxito en París en 1929.
Con Dalí volvió a rodar la provocadora "La edad de Oro", pero la relación entre ambos comenzó a deteriorarse. Tras una breve estancia en Hollywood, regresó a la España de la Segunda República, donde rodó el documental "Las Hurdes" (1933) sobre la olvidada comarca extremeña y con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) supervisó la película propagandística "España leal en armas".
En 1946, previo paso por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, se traslada a México, donde ya residía un notable grupo de intelectuales españoles exiliados. Ese año volvió a ponerse tras las cámaras con "Gran Casino", que fue un fracaso comercial, pero después llegarían "El gran calavera" y el drama social "Los olvidados", con el que en 1950 se coronó como mejor director de Cannes.
A su etapa mexicana pertenecen también "Robinson Crusoe", la personal "Él" o la comedia negra "Ensayo de un crimen", de nuevo un ataque contra la burguesía mexicana. Cannes volvió a premiarlo por adaptación de "Nazarín", inspirada en la novela homónima de su adorado Benito Pérez Galdós y la primera de las tres películas que rodó con el carismático actor Paco Rabal.
"El ángel exterminador" (1962), una drama surrealista que narra la autodestrucción de la clase burguesa, acabó convirtiéndose en una película de culto, igual que "Simón del desierto", con la que fue premiado en Venecia. Con ellas se cierra su etapa mexicana, tras el paréntesis que había supuesto su regreso a España en 1961 para dirigir "Viridiana".
Sexo, religión y la censura franquista se mezclan en este filme galdosiano considerado una de sus obras cumbres. "'Viridiana' es la película que continúa más estrechamente mi trayectoria de cineasta desde que rodé 'La edad de Oro'. De toda mi obra, estas dos películas son las que he dirigido con mayor libertad", afirmó una vez. Ganó la Palma de Oro en Cannes, pero en la puritana España no pudo proyectarse hasta 1977.
De vuelta a París, rechazó la oferta de Dalí para filmar una segunda parte de "Un perro andaluz" y convirtió a Catherine Deneuve en la deseada "Belle de Jour" (1966), con la que se llevó el León de Oro en Venecia. Y desde allí pasó a la Historia como el primer cineasta español que lograba el Oscar por "El discreto encanto de la burguesía" (1972), que no obstante fue para Francia.
La fuerza visual de su cine marcó a realizadores como Alfred Hitchcock, que rindió homenaje a la mariposa calavera de Buñuel en "Psycho", al igual que hizo Johnathan Demme en "The Silence of the Lambs". Pedro Almodóvar en "Carne trémula" y Álex de la Iglesia en "Crimen ferpecto" también reivindicaron a Buñuel incluyendo imágenes de "Ensayo de un crimen".
"Ese oscuro objeto de deseo" (1977), con Ángela Molina como su particular "virgen pagana", fue su última película. En 1982 publicó "Mi último suspiro", unas memorias en las que escribía: "Pese a mi odio a la información, me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos (...) Regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba".
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