El profesor Alberto Villoldo, Psicólogo y antropólogo Médico estuvo dirigiendo durante muchos años el Laboratorio Biológico de la Universidad de San Francisco, investigando los efectos de la curación a través de la energía y de la visualización en la química del cerebro. Un día se dio cuenta de que sus estudios precisaban mayor compromiso y dedicación. Por esa razón, dejó el microscopio y la universidad para visitar personalmente el Amazonas. Allí empezó su viaje de recuperación de las tradiciones milenarias de la medicina de la civilización Incas y ahora enseña medicina energética a miles de profesionales médicos y legos cada año.
La Práctica del No Juzgar
Tomado del Libro Las Cuatro Revelaciones del Dr. Alberto Villoldo,
Esta práctica forma parte de la primera revelación.
Para practicar el no juzgar, debemos trascender nuestras limitadas creencias, incluso las que tenemos sobre el bien y el mal.
Le damos un sentido al mundo al juzgar las situaciones como «buenas» o «malas» de acuerdo a reglas definidas por nuestra cultura. Estas reglas constituyen nuestro código moral. Pero un Guardián de la Tierra es amoral. Eso no quiere decir que sea inmoral, sino que simplemente no se rige por tradiciones. El Guardián cree que es importante desprenderse de este tipo de juicios y mantener su capacidad de discernimiento.
Cuando practicas el no juzgar, te niegas a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etcétera- son reducidos a eslóganes y palabras vacías.
Cuando te niegas a colaborar con la visión consensual, adquieres una perspectiva diferente. Descubres lo que la libertad significa para ti a nivel personal, y que no es lo que cuentan los políticos en sus bien ensayados discursos. Comprendes que la libertad es mucho más que poder elegir entre varios modelos de coches o entre opciones de un menú.
Nuestros juicios son suposiciones que están basadas en lo que hemos aprendido y en lo que nos han contado. Por ejemplo la mayoría de nosotros cree que el cáncer es una enfermedad mortal, de modo que si el doctor nos dice que la padecemos, nos quedamos aterrorizados. Sin embargo, si practicamos el no juzgar, rechazamos la creencia automática de que esto significa que vamos a tener que luchar por nuestra vida. Podemos estar de acuerdo en seguir el tratamiento que nuestro médico recomienda, pero no aceptamos el hecho de que tenemos unas probabilidades de recuperación del 1 al 99%. No calificamos nuestras posibilidades de supervivencia, sean éstas buenas o malas, ni tampoco les consignamos ningún número, porque eso sería entregar nuestro destino a las estadísticas. En lugar de eso, lidiamos con el problema que tenemos entre manos, no sólo desde el nivel literal de nuestro cuerpo, sino desde el nivel de percepción más elevado que podamos. Nos permitimos aceptar lo desconocido, junto con sus infinitas posibilidades.
Hace algunos años, por ejemplo, a un amigo mío se le diagnosticó cáncer de próstata. Afortunadamente, en esa época el vivía con un curandero, quien le dijo: «No tienes cáncer; tus radiografías sólo muestran algunas manchas que con el tiempo se curarán». Al cabo de un mes, esas manchas pudieron ser sanadas.
Si mi amigo hubiese calificado esas manchas como «cancerosas» y tejido una historia en torno a ellas, se habría convertido en un «paciente de cáncer». Si hubiese aceptado esta historia literal sobre su enfermedad, estaría condenado a convertirse en una estadística –en su caso, a formar parte del 40% de los pacientes que se cura o del 60% que no lo hace. Sus posibilidades se habrían reducido para convertirse en probabilidades, porque, al saber que llevaba las de perder, no habría sido capaz de imaginarse dentro del 40% de los que se curan. Por eso les enseño a mis alumnos a trabajar con sus clientes antes de que éstos reciban los resultados de las biopsia, antes de que las manchas que aparecen en las radiografías reciban un nombre y que la historia del «cáncer mortal» quede grabada en su mente y se convierta en una profecía que se cumple a sí misma.
Recientemente, una mujer llamada Alyce llamó para pedir consulta con Marcela, que forma parte de nuestro personal. Alyce se había hecho una mamografía y se le había encontrado un bulto en un pecho. Marcela le preguntó si quería que comenzara a trabajar con ella antes de la biopsia, para intentar influenciar los resultados, o si prefería esperar hasta después. Alyce eligió la primera opción. A la semana siguiente, recibió una llamada de su médico. Este le dijo que habían cometido un error, ¡habían confundido su mamografía con la de otra persona, y la suya era perfectamente normal! De modo que nuestras historias no sólo influyen en nuestra forma de ver la vida, sino también en el «mundo real» -en este caso, ¡curando una situación que ya había sucedido!
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Siempre podemos crear una historia mítica en torno a nuestro viaje, una historia que nos ayude a crecer, a aprender y a curarnos. A fin de cuentas, es posible que no podamos alterar las manchas en una radiografía, pero sí curar nuestra alma y comenzar a educarnos por fin en las lecciones que hemos venido a aprender en este mundo. Nuestra lección puede ser ir más despacio y apreciar a las personas que nos rodean, dejar de aferrarnos a una existencia que hemos vivido como sonámbulos porque creímos que debíamos vivir nuestras vidas de una cierta forma; o, desde la perspectiva del colibrí, estas manchas pueden ser una llamada de advertencia para que hagamos los cambios que hemos estado evitando.
Hemos creado grandes historias en torno al cáncer, el sida y otras enfermedades, pero no en torno a otras dolencias. Si el médico nos dice que no tenemos un parásito, por ejemplo, la mayoría de nosotros no se pone a pensar en los millones de personas alrededor del mundo que mueren a causa de infecciones producidas por parásitos ni comienza a angustiarse con la idea de que va a morir. No hemos construido ninguna historia alrededor de esta enfermedad, aunque a menudo resulta ser fatal. Esto es en parte porque existe poco interés comercial o monetario en perpetuar estas historias. El tratamiento de las infecciones producidas por parásitos, aunque afectan a alrededor de dos mil millones de personas en todo el planeta, no es un gran negocio para las grandes compañías farmacéuticas, a diferencia del cáncer, el colesterol y las enfermedades cardíacas. Las historias de miedo ayudan a vender medicamentos.
Cuando no juzgas la enfermedad ni te dejas dominar por el miedo de que vas a morir, es más fácil que puedas percibirla desde un nivel más elevado y escribir una historia mítica. De modo que si tienes un parásito, podrás reconocerlo como la manifestación literal de la ira tóxica de otras personas que tú has interiorizado. Alternativamente, podrías descubrir que te has desviado de tu camino y que estás viviendo una vida que es venenosa para ti.
Cuando practicamos el no juzgar, ya no padecemos enfermedades –tenemos oportunidades para la curación y el crecimiento-. Ya no sufrimos traumas pasados –tenemos acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad-. No rechazamos los hechos –nos oponemos a la interpretación negativa de estos hechos y a la historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos. Entonces creamos una historia de fuerza y compasión basada en estos hechos.
La revelación 1 se llama el camino del héroe porque los chamanes y curanderos más eficaces reconocen que ellos también han sido profundamente heridos en el pasado, y que a raíz de su curación han desarrollado una fuerte compasión por los que sufren. Con el tiempo, sus heridas se convirtieron en dones que les permitieron sentir más profundamente las cosas y mostrar más compasión por los demás. En otras palabras, ¿quién mejor para ayudar a un alcohólico que alguien que esta en recuperación, que reconoce las mentiras que el alcohólico se dice a sí mismo y que conoce el coraje que hace falta para superar esta adicción?¿Quién mejor para auxiliar a un hosco y colérico adolescente que un adulto cuya adolescencia estuvo marcada por la rebeldía, el resentimiento y la inseguridad, pero que conseguido curarse a sí mismo? Cuando alguien ya ha pasado por esas experiencias, es más fácil desprenderse de los juicios y calificaciones, y centrarse en la curación.
Tomado del Libro Las Cuatro Revelaciones del Dr. Alberto Villoldo, esta práctica forma parte de la primera revelación.
Las cuatro revelaciones es algo más que eso, te da una visión distinta del mundo; la visión que tenían los Mayas, Incas, Hopis, etc., con la que vivían en armonía con su entorno y con la naturaleza. En algunos tramos del libro me ha venido a la cabeza la película AVATAR que trata de algo por el estilo.
El Dr. Villoldo, antropólogo, ha vivido durante 25 años en las selvas de perú guiado por un descendiente de los Incas, el Sr. Antonio, el cual le ha enseñado a situarse en cada uno de los distintos niveles o revelaciones de que se habla en este libro: la serpiente, el jaguar, el colibrí y el águila.
Según las profecías de los mayas, los hopis y los incas, nos encontramos en un momento decisivo de la historia humana. Los mayas señalaron el año 2012 como la culminación de un período de grandes disturbios y convulsiones, un período en que surgirá un nuevo tipo de ser humano. Como todos sabéis ahora se denomina científicamente al humano como homo sapiens sapiens, pues bien, según este libro, como otros muchos de distintos autores científicos, hablan de lo mismo: el hombre va a evolucionar al homo luminoso, es decir, nuestra especie evolucionará, según dicen, hacia un ser que, inundado de luz, de energía, aprovechará mucho más su cerebro, su cuerpo y en general todas sus cualidades para poder tener un mundo mejor en el que todo esté en concordancia y equilibrio.
¿Será cierto? el tiempo dirá. He investigado bastante al respecto aunque no sabría decir a ciencia cierta en que se basan estos científicos, además de las prediciones de mayas, incas y hopis, para aseverar en tan complicadas conclusiones. En cualquier caso, lo más inquietante de todo lo que he podido leer sobre el tema es que todos estos científicos que han escrito al respecto han coincidido en lo mismo. Imagino que pensaréis... -Pues claro, se han reunido y se han puesto de acuerdo en escribir lo mismo. Nada de eso, los documentos y libros que he leído son de distintos países y de distintas épocas, algunos de estos libros distan entre en el tiempo unos cincuenta o sesenta años.
Es un libro muy ameno e interesante pues según lo lees te adentras en ese mundillo místico y recreas en tu pensamiento esas civilizaciones, sus costumbres, su forma de vida, etc. También propone el Dr. Villoldo una serie de ejercicios para limpiar los chakras, ver en nuestro rostro otros rostros que pertenecen a personas que fuimos en otras vidas, etc. Se supone que esto, la vida física, es como un círculo vicioso por el que pasamos una y otra vez hasta que estamos preparados para la vida eterna, momento en el cual abandonamos la granja... la Tierra. En fin, hay mucho que hablar, contrastar e investigar sobre este tema, incluso es posible que un día de estos cree una entrada sobra la reencarnación y lo que se supone que nos espera después.
No quisiera terminar esta entrada sin adelantaros los campos de acción, por decirlo de alguna manera, de cada una de las revelaciones, niveles o estados de percepción según este libro:
1ª revelación. La serpiente: trata sobre el cuerpo y la percepción física.
2ª revelación. El jaguar: la mente y la percepción emocional.
3ª revelación. El colibrí: el alma y la percepción sagrada.
4ª revelación. El águila: la percepción espiritual.
Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer.
Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.
Benditas seas, poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez más lejos la verdad.
Bendita seas, universal Materia, duración sin límites, éter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios.
Bendita seas, Materia mortal, tú que, disociándote un día en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón mismo de lo que es.
Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismo y de Dios.
Tú que castigas y que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de Cristo, Materia, yo te bendigo.
Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu totalidad y tu verdad.
Te saludo, inagotable capacidad de ser y de transformación en donde germina y crece la sustancia elegida.
Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en la que todas convergen en el camino del Espíritu.
Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén.
Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, océano agitado por el Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado.
Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu.
¡Arrebátanos, oh, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo.
(Fuente: Himno del Universo, de Pierre Teilhard de Chardin)
Dedicado a mi amigo y maestro Jose Miguel de Haro.
lunes, junio 13, 2005
Hay un punto donde desaparecemos
como resultado de extrañas confluencias,
espacio y tiempo golpean en tu realidad
tan densa para mí en estos días.
Como dijimos: nunca sabrás el sabor de tu boca
y te será desconocido por siempre el olor de tu piel,
esa frontera donde se extensa el espíritu.
Necesitamos pues un otro que nos escudriñe
otros sentidos que den fe de nuestra existencia
que nos señale con el dedo
ese flujo de vida que nos recorre de pies a cabeza.
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