Festividades de la
Virgen del Socorro (Valencia)
Himnos al Eterno Femenino
Teilhard de Chardin
Ab initio creata sum… (Ecle 24,9)
Aparecí en el principio del mundo.
Antes de los siglos salí de la mano de Dios…
Me fue concedido colaborar en su obra.
Dios me pensó y me hizo principio y origen de la multiplicidad,
como la fuerza que da solidez, que es centro y patria de las cosas.
Yo soy el rostro que une todos los seres,
el aroma que los viste, los atrae,
y los arrastra libre y apasionadamente en el camino de su unión.
Por mí todo se pone en movimiento, todo se ordena.
Yo soy la gracia sumergida en el mundo, para que éste llegue a reunirse, para que llegue a juntarse.
Yo soy el ideal que sobre él planea y hacia el cual el mundo asciende.
Yo soy lo esencialmente femenino.
Al principio era como una ola de fuerza, como un hálito de amor para las aspiraciones, todavía débiles, de las polaridades correlativas.
Como un alma adormecida aún, pero actuante, movía sin embargo con pleno poder la primera masa material casi sin forma, que se abandonaba al campo de mi atracción.
Yo fui la que de esta manera coloqué los cimientos del universo.
Yo soy el único rayo, a partir del cual y en cuyo seno todo llega a ser, se desarrolla y alcanza su plenitud.
Quien me ha encontrado, accede a todas las cosas…
Por el entrelazamiento creativo de mi ser con la naturaleza, actúo como su principio vital, soy el alma del mundo. Soy en verdad el encanto (charme) del universo presente en todo, soy la sonrisa de la creación con muchos rostros.
Soy la entrada (el acceso) al corazón del mundo universal y personal, la puerta de la tierra -la iniciación- yo misma soy este corazón.
Quien me prende, se me entrega, y es prendido por el universo.
En esencia yo soy fértil -es decir: Estoy dirigida hacia el futuro, hacia el ideal.
Vosotros, hombres, cuanto más me busquéis sólo en la dirección del placer, tanto más os vais alejando de mí.
Et usque ad futurum saeculum non desinam… (Ecli 24,9)
Así se fue desarrollando con gran paciencia y en secreto la imagen de la esposa y de la madre… del Logos que debía hacerse hombre, que tiene que divinizarme a mí y por mí a todas las cosas.
Cristo me ha salvado, Él me ha liberado.
Me ha dejado todas mis joyas, desde el cielo ha hecho descender un rayo sobre mí, que me ha elevado sin límites y me ha hecho hermosa sin fin. En el mundo nacido de nuevo, sigo siendo, como lo fui en mi nacimiento, la llamada a la unión con el universo, el encanto del mundo (charme), puesto en un rostro humano.
Mi seducción es constante -pero hacia la luz.
Siempre fascino y arrebato -pero hacia la libertad.
Desde ahora más aún, pues han reconocido mi virginidad. Pero la virgen es siempre una esposa y una madre: éste es el signo del tiempo nuevo.
Yo actúo unida a Cristo y bajo su influjo hasta haber llevado a término la creación…
es una perfección cada vez más cambiante, cada vez más aunada, donde expresan los anhelos de cada nueva generación.
Por lo tanto, mientras el mundo exista, se verán reflejados en mi rostro, que yo benignamente le presté a Beatriz, los sueños del arte y de la ciencia, hacia los que se eleva cada nueva centuria…
Yo soy la belleza inmarcesible de los tiempos futuros.
Yo soy el ideal de la mujer, de la creación nupcial femenina.
Y en cuanto más me voy haciendo mujer de esta manera, tanto más se verán espiritualizadas por mí la forma y la belleza.
En mí, el alma aspira a transformar el cuerpo, la gracia aspira a divinizar el alma.
Quien desee retenerme debe ir transformándose conmigo.
Dios es quien os espera en mí.
Dios, a quien yo atraje mucho antes de que vosotros existiérais… Mucho antes de que el Hombre presintiera mi misión y mi grandeza… ya el Señor me había creado como un todo, como a su Sabiduría, y yo había conquistado su corazón.
¿Pensáis que sin mi purísima belleza, por la cual quedó seducido, hubiera nunca bajado y se hubiera hecho carne en medio de su creación? Sólo el amor puede mover el ser.
Y así Dios, para poder salir de sí mismo, debía esbozar ante Él un sendero con el deseo vehemente de esparcir antes de su llegada un aroma de belleza.
Entonces Él me hizo existir… sobre el abismo -entre la tiera y Él mismo- para estar entre vosotros en mí.
Puesta entre Dios y el mundo como medio de la atracción común, los guío a ambos conjuntamente -éste es mi deseo apasionado, mi misión, hasta que se realice en mí el encuentro, en el que se unen la estirpe y la plenitud de Cristo, por los siglos sin fin. Yo soy la Iglesia, esposa de Jesús -soy la Virgen María, la madre de todos los hombres.
Hasta en el fuego, resistiré, yo como un todo con toda la plenitud de mi origen.
Más aún, seguiré revelándome y dándome a conocer en mi devenir igualmente inagotable, como la seducción sin fin, de la cual yo siempre soy, aunque nadie lo note, el vestido, el rostro y el acceso…
Si pensais que yo no estoy ahí, que me hallo ausente, si me olvidáis y no me tenéis en cuenta, a mí, al aire que respiráis, a la luz de vuestro ojos -siempre estaré ahí, vestida y extasiada con el sol, que yo misma atraje.
¡Yo soy el eterno-femenino!
* * *
Comentario de Henri de Lubac
María es la criatura universal. Cristo y María son el único centro realizado de la nueva tierra. La veneración a María es la compensación de la “masculinidad” de Yahvé. El desarrollo del culto a María responde a una necesidad irresistible de los cristianos de desembarazarse e una representación de Dios atrozmente masculinizada.
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El alma del mundo
Teilhard de Chardin
En los poetas (los auténticos) uno siempre se aproxima al alma del mundo, en la soledad del desierto, en la fértil respiración de la naturaleza, en las olas que van y vienen en lo profundo del corazón humano… que vive en todo lugar, que no es retenida en parte alguna; y su más elevada inspiración (la de los poetas) no era sino la vibración que venía hacia ellos de la incomprensible presencia del alma del mundo.
En el curso de los siglos, el alma del mundo ha alimentado ininterrumpidamente las grandes pasiones, con la múltiple energía procedente de su atracción.
De todos modos, parece que su irradiación se hace cada vez más clara en el transcurso del tiempo, y resulta más indispensable para pacificar nuestro espíritu y nuestro ánimo. En lo sucesivo, no lograremos erigir construcción alguna verdadera y buena, sin que dispongamos para esta alma un lugar central, por su influencia y su mediación universales.
Bajo esta múltiple iluminación, perceptible en todas partes a nuestro alrededor, se va elevando poco a poco el alma del mundo como una realidad arrolladora e inevitable. Cierto que muchos no se dan cuenta en absoluto de ello. Pero los que la ven crecer no dudan de que está cerca el día en el cual no podrá mantenerse ningún ideal humano fuera de ella.
En ella todo está dispuesto para ganar a los hombres de nuestro siglo.
Lo absoluto en ella, que nos ofrece un principio de estabilidad y de unidad bajo la inconsistencia y la forma del ser reducida a polvo, también nos permite admirar y amar las bellezas de la tierra con la firme confianza de que en su encanto hay algo firme y eterno.
También su intimidad que nos penetra… que de su substancia hace verdaderamente nuestra substancia existente en lo íntimo de nuestro ser, hace nuestra obra y, al mismo tiempo, se hace Señora nuestra. También su grandeza, que nos mece y nos abraza y perceptiblemente se entreteje con nosotros. También su “extra -o superindividualidad”… y, finalmente, su palpable misterio, ampliamente abierto mediante promesas que ya poseemos oscuramente.
No nos olvidemos de esto. Una divinidad está a punto de nacer entre nosotros. En la conciencia humana se levanta una estrella nueva (y a la vez muy vieja) y nada debería escaparse a su atracción.
¿Sería posible que se hubiera agotado la actividad de Cristo?… ¿que la riqueza de su ser ya no pudiera apagar el hambre de los hombres en la actualidad? ¡No, con toda seguridad, no, mil veces no! Pero, ¿cómo sucederá esto? -Posiblemente, porque para las necesidades actuales el contacto entre Jesús y el mundo no se explica suficientemente en nuestra enseñanza, se echa a falta una teología que se atreva a mostrar abierta y expresamente el eslabón central, natural, en el cual se realiza la unión de ambos…
Es en nombre de los principios fundamentales de la Revelación que debe mostrarse que Cristo y el alma del mundo no son dos realidades opuestas ni tampoco independientes la una de la otra… sino que una es el medio en el que somos transformados en la otra.
El alma del mundo es una realidad inevitable, en cierto sentido, más inmediata que Cristo… Cristo necesita incondicionalmente apoyarse en esta alma y actuar a través de ella…
El alma del mundo, que vive del Logos contenido en ella, es al mismo tiempo el apoyo necesario para la encarnación. Ella entrega la materia que ha sido preparada y designada para formar el Cuerpo Místico.
Según lo dicho, en un cristianismo totalmente integral y auténtico no se oponen en absoluto el alma del mundo y Cristo…
Él (Cristo) hereda todos los atributos que hacen del alma del mundo nuestro ideal, su interioridad tan íntima, su tan accesible grandeza, su misterio tan embriagante… Por el contrario ella (el alma del mundo) saca provecho de la transcendencia, de la cálida vida, de los atractivos personales del Salvador, también de la precisión de su doctrina. En adelante, sabemos cómo debemos entregarnos al alma del mundo: por la moral de Cristo, por la pureza, por el amor, por la renuncia…
De ahí que tengamos el derecho y el deber de consagrarnos, de abandonarnos al alma del mundo: el contacto que intentamos establecer con ella está dispuesto para dirigirnos hacia Cristo…
He intentado en estas páginas esclarecer la presencia de una realidad universal, mediadora entre Cristo y nuestras almas, de un miembro que sea como un medio entre ellas (nuestras almas) y Él (Cristo) y que no signifique una distancia y menos aún una separación.
Este trabajo, lo mismo que todo paso realizado en la Iglesia, debería ser sometido a examen y llevado adelante por una investigación común sostenida por la oración. Queda pues mucho por hacer…
Se nos pedirá que expliquemos hasta qué punto debe ser tenida por arbitraria esta existencia (la del alma del mundo) en el cristianismo. Hay un alma del mundo.
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Un Punto de Contacto Necesario
Thomas Schipflinger
En su ensayo sobre el alma del mundo Teilhard de Chardin habla del “eslabón necesario entre Cristo y el mundo”. Opina que la culpa del hecho de que no conozcamos este eslabón estriba en que muchos hombres decepcionados se apartan hoy día del cristianismo y dan la espalda a Cristo. Sigue opinando que este eslabón necesario debe ser algo por entero evidente, algo que exista físicamente en la vida del hombre, prácticamente el mundo, la misma naturaleza, en la que y de la que el hombre vive. La naturaleza, el mundo tiene que ser reconocido y considerado religiosamente, estrecha e íntimamente unido a Cristoy uniéndole también a Él.
La mejor manera de que esto prospere es tener una relación interior con la naturaleza, cuando en ella vemos algo parecido a nuestra madre, lo que no nos resulta tan extraño si tenemos en cuenta el lenguaje habitual y profundo de la “Madre Naturaleza”. Y si esta Madre naturaleza se halla unida ahora a Dios de una manera particular, no simplemente general, impersonal, puramente en cuanto al ser por el acto universal de la creación, sino de una manera especial, personal, por un acto particular de elección que le da sentido y, además, le transfiere una función, entonces tenemos este eslabón perdido entre Dios, el Creador, y la creación, entre Cristo y los hombres.
Estos presupuestos se realizan todos, cuando este eslabón es la “Madre Naturaleza” y, al mismo tiempo, el alma del mundo es también la predestinada amada de Dios. ¿Existe una cosa así? Desde luego, todo esto se halla realizado de una admirable manera en la Sofía-María, que al mismo tiempo es el alma y la Madre del mundo, así como también la Amon Yahvé (Prov 8,32), la artesana, confidente y amada de Dios, también la Madre y colaboradora de Cristo en su obra de redención y divinización. Este eslabón cósmico y religioso respecto a Dios y a Cristo se apoya en el hecho de que el alma del mundo es al mismo tiempo la Sofía, hecha Hombre en María, para que el Logos pudiera hacerse hombre en ella y de esta forma poder elevar el mundo hacia la divinidad. El hecho de que el alma del mundo esté capacitada para ser este eslabón entre Cristo y los hombres se basa en su sofianidad y su marianidad.
Es el eslabón natural ofrecido por la naturaleza respecto a Dios Creador, por el hecho de que fue pensada y creada por Dios mismo como alma del mundo. Esta función de eslabón y de puente está auténticamente anclada en el mundo, pero alcanza también las profundidades de la divinidad. No es algo artificial, teórico, impuesto a la fuerza desde fuera, algo traído de lejos y que viene a pelo, sino un dato, un hecho que nos sale al encuentro paso a paso en la naturaleza, en la vida: en cada paseo por la naturaleza, en cada árbol, en cada flor, en un día soleado, en una noche estrellada, en el cambio de las estaciones. Es del milagro de la naturaleza, del alma misma del mundo en su cuerpo y su vestido, en sus obras y manifestaciones, que fácilmente y con toda espontaneidad podemos llegar hasta el Principio, es decir, el de la tejedora que permanece detrás de todo esto. Vamos a parar directamente a Él. Y esta tejedora es el alma del mundo creada por Dios, la Sofía, la Amon Yahvé, la amada de Dios y la colaboradora de Cristo.
Esta visión, espiritual y religiosa, que nos ofrece la naturaleza tiene la ventaja de poderla vivir y celebrar en todas partes y en todo tiempo. Para ello no necesitamos ninguna construcción previa ni estructura alguna, sea abstracta o teórica. Aquí podemos ir subiendo del exterior al interior, de lo visible a lo invisible, de lo fácil a lo difícil, de lo natural a lo espiritual, y de ahí, a lo divino. Pero, si debemos empezar de inmediato por lo espiritual, puede resultar muy dificil para la naturaleza humana y demasiado abrupto para los hombres, sin asiento en la vida (Sitz im Leben), casi contra la naturaleza. En este caso, el hombre deberá saltar por encima de los peldaños más inferiores de la escalera del cielo sin utilizarlos apenas, llegando de inmediato a la mitad de la escalera. Por regla gerenal muchos no llegan a dar este salto. Consideran que la escalera es ineficaz y la rechazan. Este criterio intelectual, únicamente espiritualista, que ignora o no tiene en cuenta los peldaños inferiores, contraría la naturaleza del hombre y también resulta peligroso. Por lo tanto, para toda religiosidad humana auténtica es necesario un fundamento, una iniciación y una introducción en el ámbito de la religión natural. Hoy en día, cuando muchos hombres buscan eso precisamente, pero lo ven muy poco representado en el cristianismo y, por esta razón, se vuelven desengañados hacia toda clase de doctrinas y prácticas puramente inmanentes, de carácter mágico, en el ámbito de la religión natural, la doctrina de la Sofía nos ofrece esto de una manera francamente providencial, como alma del mundo y colaboradora de Dios, tal como se nos manifiesta en la Revelación, particularmente en los escritos Sapienciales del Antiguo Testamento. Esto constituye una ayuda decisiva, necesaria (y que precisamente nos hace dar la vuelta) de la Providencia divina para con nuestro tiempo.
La Sofía en su función como alma del mundo nos lleva al conocimiento de que la naturaleza es su cuerpo, su vestido. A través de la naturaleza y de la Revelación nos conduce de nuevo a un conocimiento más profundo de sí misma como Amon Yahvé, como preferida y artífice de Dios, el Creador. Una vez hecha hombre, como María, nos lleva a Cristo, el Logos encarnado, y por Cristo al Padre. La Sofía, como alma del mundo, siempre permanece cerca de nosotros, siempre se halla presente de forma palpable, perceptible, pudiendo ser reconocida sin fatiga alguna, mientras que para una fe directa en Dios necesitamos instrucciones y medios relativamente complicados.
Así, pues, el eslabón necesario, pero que todavía se echa en falta, es el alma del mundo, es decir, el conocimiento de su existencia que, por otra parte, no es tan difícil como elo conocimiento directo de Dios, porque el alma del mundo está presente en todas partes y viene cada día a nuestro encuentro de una manera natural y fácil de reconocer en su cuerpo y su vestido, en su obra, en el mundo y en la naturaleza. La mejor manera de conocer más profundamente a esta alma del mundo será con la ayuda de la Revelación. Será entonces perfectamente conocida, cuando veamos su condición sofiánica y mariológica.
El conocimiento de su cualidad y función sofiánica y mariánica protege a los que veneran al alma del mundo de los posibles extravíos hacia una religión natural puramente inmanente, ya sea en forma politeísta o panteísta. Une las formas y las justas exigencias de las religiones naturales con la perfección de la Revelación divina. En la consideración y en la doctrina sofiánica de la naturaleza tenermos un acceso más humano, más fácil, más amplio y siempre palpable de las profundidades de la religión, de Cristo y del Dios Trino.
La visión sofiánica del alma del mundo viene al encuentro de una auténtica necesidad, de una unión más religiosa con la naturaleza y da al postulado actual de salvar el mundo y la naturaleza de la explotación y destrucción, por el afán de lucro y de la incomprensión de los hombres, un fundamenteo filosófico y teológico sólido y práctico. Si la naturaleza es el cuerpo y el vestido del alma del mundo-Sofía, tendremos una relación para con ella completamente distinta, no sólo dejaremos de atormentarla hasta la muerte, sino que la tendremos en consideración y la apreciaremos, la trataremos bien y la cuidaremos, lo que repercutirá en nosotros mismos, pues estamos inseparablemente unidos a ella como una parte.
La doctrina de la Sofía como alma del mundo, amada y colaboradora de Dios en la creación, y su desarrollo también viene al encuentro de las justas exigencias del feminismo que se ha puesto en marcha en nuestro tiempo, dirigiéndolo por el camino correcto que conduce hacia la meta. Así podrá actuar por vez primera de manera óptima y positiva, siendo preservado del autismo que los amenaza y de sus desoladoras consecuencias tanto para el hombre como para la mujer.
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Un Testamento de Teilhard de Chardin
Thomas Schipflinger
Theilhard de Chardin escribe en su “Ensayo sobre el alma del mundo”: “En un cristianismo totalmente integral y auténtico no se oponen al Alma del mundo y Cristo. Ésta nos acercará más a Cristo, a Dios. Con ello ofreceremos nuestro mejor servicio a la renovación religiosa de hoy en la nueva era que está despuntando…”
“¿Sería posible que se hubiera agotado la actividad de Cristo?… ¿Que la riqueza de su ser ya no pudiera apagar el hambre de los hombres en la actualidad? ¿Qué es, pues, lo que ocurre, cuál es la causa de que los hombres se aparten decepcionados de Cristo, cuál es la causa de esta decepción? Posiblemente la causa esté en que para las necesidades actuales el contacto entre Jesús y el mundo no se explica suficientemente en nuestra enseñanza, pues se echa en faltar una teoría que se atreva a mostrar abierta y expresamente el miembro central natural en el que se realiza la unión de ambos”.
“Por eso, en nombre de los principios fundamentales de la Revelación se debe mostrar que Cristo y el Alma del Mundo no son dos realidades opuestas ni tampoco independientes la una de la otra, sino que una (el Alma del mundo) es el medio en el que somos transformados en la otra (Cristo)… tenemos el derecho y el deber de consagrarnos al alma del mundo. Este trabajo (es decir, conocer y mostrar el alma del mundo y sacar las consecuencias), lo mismo que todo paso dado por la Iglesia, debería ser sometido a examen y llevado adelante, mediante una investigación común sostenida por la oración. Queda mucho por hacer (Frühe Schriften, Verlag Karl Albert Friburgo 1968, página 217 ss.).
En su himno “Al eterno femenino”, que es un himno dedicado a la Sofía, Teilhard de Chardin reconoce clara y evidentemente que en Sofía-María él ve al Alma del mundo.
Ahora comprendemos mejor lo que Teilhard da a entender cuando dice: “Tenemos el derecho y el deber de consagrarnos al Alma del mundo”… “Queda mucho por hacer”.
¿Qué es lo que queda por hacer? Conocer el Alma del mundo y consagrarse a ella, es decir, vivir y actuar de acuerdo con lo que significa.
Conocer el ALMA DEL MUNDO, es decir, escudriñar su existencia y mostrar que esta Alma es una esencia numinosa, cósmica, universal y personal, una entelequia original, pero sin embargo creada por Dios, como nos la presenta Biblia del Antiguo Testamento, como la JOKMA-SOFÍA y como nos dicen los más grandes sabios y devotos de las religiones del mundo que la representan bajo muchas formas, como mujer elevada o Gran Madre. En la Revelación del Nuevo Testamento esta Sofía ha aparecido y se ha hecho Hombre en María. De forma semejante se han expresado también Jakob Böhme y Wladimir Solovyev y es lo mismo lo que brilla ante nosotros en la piedad rusa mariano-sofiánica, en sus iconos de la Sofía y en sus iglesias a ella dedicadas.
Consagrar al Alma del mundo, es decir, vivir y actuar de acuerdo con lo que significa esta Alma. Concretamente, esto nos impulsa a trabajar y emplear todas las fuerzas para que sea conocida y venerada, para la realización de sus planes respecto al mundo y a nuestro tiempo.
( Todos los textos estraídos de: Sofía-María: una visión integral de la creación. Thomas Schipflinger. Traducción del hermano Basili Girbau. ISBN: 84-7279-501-2. Editorial Hogar del Libro S. A. 1993 )
COMO EL PORTAL 11.11 SE REFIERE A LA APERTURA DE LA
Teilhard de Chardin
Ab initio creata sum… (Ecle 24,9)
Aparecí en el principio del mundo.
Antes de los siglos salí de la mano de Dios…
Me fue concedido colaborar en su obra.
Dios me pensó y me hizo principio y origen de la multiplicidad,
como la fuerza que da solidez, que es centro y patria de las cosas.
Yo soy el rostro que une todos los seres,
el aroma que los viste, los atrae,
y los arrastra libre y apasionadamente en el camino de su unión.
Por mí todo se pone en movimiento, todo se ordena.
Yo soy la gracia sumergida en el mundo, para que éste llegue a reunirse, para que llegue a juntarse.
Yo soy el ideal que sobre él planea y hacia el cual el mundo asciende.
Yo soy lo esencialmente femenino.
Al principio era como una ola de fuerza, como un hálito de amor para las aspiraciones, todavía débiles, de las polaridades correlativas.
Como un alma adormecida aún, pero actuante, movía sin embargo con pleno poder la primera masa material casi sin forma, que se abandonaba al campo de mi atracción.
Yo fui la que de esta manera coloqué los cimientos del universo.
Yo soy el único rayo, a partir del cual y en cuyo seno todo llega a ser, se desarrolla y alcanza su plenitud.
Quien me ha encontrado, accede a todas las cosas…
Por el entrelazamiento creativo de mi ser con la naturaleza, actúo como su principio vital, soy el alma del mundo. Soy en verdad el encanto (charme) del universo presente en todo, soy la sonrisa de la creación con muchos rostros.
Soy la entrada (el acceso) al corazón del mundo universal y personal, la puerta de la tierra -la iniciación- yo misma soy este corazón.
Quien me prende, se me entrega, y es prendido por el universo.
En esencia yo soy fértil -es decir: Estoy dirigida hacia el futuro, hacia el ideal.
Vosotros, hombres, cuanto más me busquéis sólo en la dirección del placer, tanto más os vais alejando de mí.
Et usque ad futurum saeculum non desinam… (Ecli 24,9)
Así se fue desarrollando con gran paciencia y en secreto la imagen de la esposa y de la madre… del Logos que debía hacerse hombre, que tiene que divinizarme a mí y por mí a todas las cosas.
Cristo me ha salvado, Él me ha liberado.
Me ha dejado todas mis joyas, desde el cielo ha hecho descender un rayo sobre mí, que me ha elevado sin límites y me ha hecho hermosa sin fin. En el mundo nacido de nuevo, sigo siendo, como lo fui en mi nacimiento, la llamada a la unión con el universo, el encanto del mundo (charme), puesto en un rostro humano.
Mi seducción es constante -pero hacia la luz.
Siempre fascino y arrebato -pero hacia la libertad.
Desde ahora más aún, pues han reconocido mi virginidad. Pero la virgen es siempre una esposa y una madre: éste es el signo del tiempo nuevo.
Yo actúo unida a Cristo y bajo su influjo hasta haber llevado a término la creación…
es una perfección cada vez más cambiante, cada vez más aunada, donde expresan los anhelos de cada nueva generación.
Por lo tanto, mientras el mundo exista, se verán reflejados en mi rostro, que yo benignamente le presté a Beatriz, los sueños del arte y de la ciencia, hacia los que se eleva cada nueva centuria…
Yo soy la belleza inmarcesible de los tiempos futuros.
Yo soy el ideal de la mujer, de la creación nupcial femenina.
Y en cuanto más me voy haciendo mujer de esta manera, tanto más se verán espiritualizadas por mí la forma y la belleza.
En mí, el alma aspira a transformar el cuerpo, la gracia aspira a divinizar el alma.
Quien desee retenerme debe ir transformándose conmigo.
Dios es quien os espera en mí.
Dios, a quien yo atraje mucho antes de que vosotros existiérais… Mucho antes de que el Hombre presintiera mi misión y mi grandeza… ya el Señor me había creado como un todo, como a su Sabiduría, y yo había conquistado su corazón.
¿Pensáis que sin mi purísima belleza, por la cual quedó seducido, hubiera nunca bajado y se hubiera hecho carne en medio de su creación? Sólo el amor puede mover el ser.
Y así Dios, para poder salir de sí mismo, debía esbozar ante Él un sendero con el deseo vehemente de esparcir antes de su llegada un aroma de belleza.
Entonces Él me hizo existir… sobre el abismo -entre la tiera y Él mismo- para estar entre vosotros en mí.
Puesta entre Dios y el mundo como medio de la atracción común, los guío a ambos conjuntamente -éste es mi deseo apasionado, mi misión, hasta que se realice en mí el encuentro, en el que se unen la estirpe y la plenitud de Cristo, por los siglos sin fin. Yo soy la Iglesia, esposa de Jesús -soy la Virgen María, la madre de todos los hombres.
Hasta en el fuego, resistiré, yo como un todo con toda la plenitud de mi origen.
Más aún, seguiré revelándome y dándome a conocer en mi devenir igualmente inagotable, como la seducción sin fin, de la cual yo siempre soy, aunque nadie lo note, el vestido, el rostro y el acceso…
Si pensais que yo no estoy ahí, que me hallo ausente, si me olvidáis y no me tenéis en cuenta, a mí, al aire que respiráis, a la luz de vuestro ojos -siempre estaré ahí, vestida y extasiada con el sol, que yo misma atraje.
¡Yo soy el eterno-femenino!
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Comentario de Henri de Lubac
María es la criatura universal. Cristo y María son el único centro realizado de la nueva tierra. La veneración a María es la compensación de la “masculinidad” de Yahvé. El desarrollo del culto a María responde a una necesidad irresistible de los cristianos de desembarazarse e una representación de Dios atrozmente masculinizada.
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El alma del mundo
Teilhard de Chardin
En los poetas (los auténticos) uno siempre se aproxima al alma del mundo, en la soledad del desierto, en la fértil respiración de la naturaleza, en las olas que van y vienen en lo profundo del corazón humano… que vive en todo lugar, que no es retenida en parte alguna; y su más elevada inspiración (la de los poetas) no era sino la vibración que venía hacia ellos de la incomprensible presencia del alma del mundo.
En el curso de los siglos, el alma del mundo ha alimentado ininterrumpidamente las grandes pasiones, con la múltiple energía procedente de su atracción.
De todos modos, parece que su irradiación se hace cada vez más clara en el transcurso del tiempo, y resulta más indispensable para pacificar nuestro espíritu y nuestro ánimo. En lo sucesivo, no lograremos erigir construcción alguna verdadera y buena, sin que dispongamos para esta alma un lugar central, por su influencia y su mediación universales.
Bajo esta múltiple iluminación, perceptible en todas partes a nuestro alrededor, se va elevando poco a poco el alma del mundo como una realidad arrolladora e inevitable. Cierto que muchos no se dan cuenta en absoluto de ello. Pero los que la ven crecer no dudan de que está cerca el día en el cual no podrá mantenerse ningún ideal humano fuera de ella.
En ella todo está dispuesto para ganar a los hombres de nuestro siglo.
Lo absoluto en ella, que nos ofrece un principio de estabilidad y de unidad bajo la inconsistencia y la forma del ser reducida a polvo, también nos permite admirar y amar las bellezas de la tierra con la firme confianza de que en su encanto hay algo firme y eterno.
También su intimidad que nos penetra… que de su substancia hace verdaderamente nuestra substancia existente en lo íntimo de nuestro ser, hace nuestra obra y, al mismo tiempo, se hace Señora nuestra. También su grandeza, que nos mece y nos abraza y perceptiblemente se entreteje con nosotros. También su “extra -o superindividualidad”… y, finalmente, su palpable misterio, ampliamente abierto mediante promesas que ya poseemos oscuramente.
No nos olvidemos de esto. Una divinidad está a punto de nacer entre nosotros. En la conciencia humana se levanta una estrella nueva (y a la vez muy vieja) y nada debería escaparse a su atracción.
¿Sería posible que se hubiera agotado la actividad de Cristo?… ¿que la riqueza de su ser ya no pudiera apagar el hambre de los hombres en la actualidad? ¡No, con toda seguridad, no, mil veces no! Pero, ¿cómo sucederá esto? -Posiblemente, porque para las necesidades actuales el contacto entre Jesús y el mundo no se explica suficientemente en nuestra enseñanza, se echa a falta una teología que se atreva a mostrar abierta y expresamente el eslabón central, natural, en el cual se realiza la unión de ambos…
Es en nombre de los principios fundamentales de la Revelación que debe mostrarse que Cristo y el alma del mundo no son dos realidades opuestas ni tampoco independientes la una de la otra… sino que una es el medio en el que somos transformados en la otra.
El alma del mundo es una realidad inevitable, en cierto sentido, más inmediata que Cristo… Cristo necesita incondicionalmente apoyarse en esta alma y actuar a través de ella…
El alma del mundo, que vive del Logos contenido en ella, es al mismo tiempo el apoyo necesario para la encarnación. Ella entrega la materia que ha sido preparada y designada para formar el Cuerpo Místico.
Según lo dicho, en un cristianismo totalmente integral y auténtico no se oponen en absoluto el alma del mundo y Cristo…
Él (Cristo) hereda todos los atributos que hacen del alma del mundo nuestro ideal, su interioridad tan íntima, su tan accesible grandeza, su misterio tan embriagante… Por el contrario ella (el alma del mundo) saca provecho de la transcendencia, de la cálida vida, de los atractivos personales del Salvador, también de la precisión de su doctrina. En adelante, sabemos cómo debemos entregarnos al alma del mundo: por la moral de Cristo, por la pureza, por el amor, por la renuncia…
De ahí que tengamos el derecho y el deber de consagrarnos, de abandonarnos al alma del mundo: el contacto que intentamos establecer con ella está dispuesto para dirigirnos hacia Cristo…
He intentado en estas páginas esclarecer la presencia de una realidad universal, mediadora entre Cristo y nuestras almas, de un miembro que sea como un medio entre ellas (nuestras almas) y Él (Cristo) y que no signifique una distancia y menos aún una separación.
Este trabajo, lo mismo que todo paso realizado en la Iglesia, debería ser sometido a examen y llevado adelante por una investigación común sostenida por la oración. Queda pues mucho por hacer…
Se nos pedirá que expliquemos hasta qué punto debe ser tenida por arbitraria esta existencia (la del alma del mundo) en el cristianismo. Hay un alma del mundo.
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Un Punto de Contacto Necesario
Thomas Schipflinger
En su ensayo sobre el alma del mundo Teilhard de Chardin habla del “eslabón necesario entre Cristo y el mundo”. Opina que la culpa del hecho de que no conozcamos este eslabón estriba en que muchos hombres decepcionados se apartan hoy día del cristianismo y dan la espalda a Cristo. Sigue opinando que este eslabón necesario debe ser algo por entero evidente, algo que exista físicamente en la vida del hombre, prácticamente el mundo, la misma naturaleza, en la que y de la que el hombre vive. La naturaleza, el mundo tiene que ser reconocido y considerado religiosamente, estrecha e íntimamente unido a Cristoy uniéndole también a Él.
La mejor manera de que esto prospere es tener una relación interior con la naturaleza, cuando en ella vemos algo parecido a nuestra madre, lo que no nos resulta tan extraño si tenemos en cuenta el lenguaje habitual y profundo de la “Madre Naturaleza”. Y si esta Madre naturaleza se halla unida ahora a Dios de una manera particular, no simplemente general, impersonal, puramente en cuanto al ser por el acto universal de la creación, sino de una manera especial, personal, por un acto particular de elección que le da sentido y, además, le transfiere una función, entonces tenemos este eslabón perdido entre Dios, el Creador, y la creación, entre Cristo y los hombres.
Estos presupuestos se realizan todos, cuando este eslabón es la “Madre Naturaleza” y, al mismo tiempo, el alma del mundo es también la predestinada amada de Dios. ¿Existe una cosa así? Desde luego, todo esto se halla realizado de una admirable manera en la Sofía-María, que al mismo tiempo es el alma y la Madre del mundo, así como también la Amon Yahvé (Prov 8,32), la artesana, confidente y amada de Dios, también la Madre y colaboradora de Cristo en su obra de redención y divinización. Este eslabón cósmico y religioso respecto a Dios y a Cristo se apoya en el hecho de que el alma del mundo es al mismo tiempo la Sofía, hecha Hombre en María, para que el Logos pudiera hacerse hombre en ella y de esta forma poder elevar el mundo hacia la divinidad. El hecho de que el alma del mundo esté capacitada para ser este eslabón entre Cristo y los hombres se basa en su sofianidad y su marianidad.
Es el eslabón natural ofrecido por la naturaleza respecto a Dios Creador, por el hecho de que fue pensada y creada por Dios mismo como alma del mundo. Esta función de eslabón y de puente está auténticamente anclada en el mundo, pero alcanza también las profundidades de la divinidad. No es algo artificial, teórico, impuesto a la fuerza desde fuera, algo traído de lejos y que viene a pelo, sino un dato, un hecho que nos sale al encuentro paso a paso en la naturaleza, en la vida: en cada paseo por la naturaleza, en cada árbol, en cada flor, en un día soleado, en una noche estrellada, en el cambio de las estaciones. Es del milagro de la naturaleza, del alma misma del mundo en su cuerpo y su vestido, en sus obras y manifestaciones, que fácilmente y con toda espontaneidad podemos llegar hasta el Principio, es decir, el de la tejedora que permanece detrás de todo esto. Vamos a parar directamente a Él. Y esta tejedora es el alma del mundo creada por Dios, la Sofía, la Amon Yahvé, la amada de Dios y la colaboradora de Cristo.
Esta visión, espiritual y religiosa, que nos ofrece la naturaleza tiene la ventaja de poderla vivir y celebrar en todas partes y en todo tiempo. Para ello no necesitamos ninguna construcción previa ni estructura alguna, sea abstracta o teórica. Aquí podemos ir subiendo del exterior al interior, de lo visible a lo invisible, de lo fácil a lo difícil, de lo natural a lo espiritual, y de ahí, a lo divino. Pero, si debemos empezar de inmediato por lo espiritual, puede resultar muy dificil para la naturaleza humana y demasiado abrupto para los hombres, sin asiento en la vida (Sitz im Leben), casi contra la naturaleza. En este caso, el hombre deberá saltar por encima de los peldaños más inferiores de la escalera del cielo sin utilizarlos apenas, llegando de inmediato a la mitad de la escalera. Por regla gerenal muchos no llegan a dar este salto. Consideran que la escalera es ineficaz y la rechazan. Este criterio intelectual, únicamente espiritualista, que ignora o no tiene en cuenta los peldaños inferiores, contraría la naturaleza del hombre y también resulta peligroso. Por lo tanto, para toda religiosidad humana auténtica es necesario un fundamento, una iniciación y una introducción en el ámbito de la religión natural. Hoy en día, cuando muchos hombres buscan eso precisamente, pero lo ven muy poco representado en el cristianismo y, por esta razón, se vuelven desengañados hacia toda clase de doctrinas y prácticas puramente inmanentes, de carácter mágico, en el ámbito de la religión natural, la doctrina de la Sofía nos ofrece esto de una manera francamente providencial, como alma del mundo y colaboradora de Dios, tal como se nos manifiesta en la Revelación, particularmente en los escritos Sapienciales del Antiguo Testamento. Esto constituye una ayuda decisiva, necesaria (y que precisamente nos hace dar la vuelta) de la Providencia divina para con nuestro tiempo.
La Sofía en su función como alma del mundo nos lleva al conocimiento de que la naturaleza es su cuerpo, su vestido. A través de la naturaleza y de la Revelación nos conduce de nuevo a un conocimiento más profundo de sí misma como Amon Yahvé, como preferida y artífice de Dios, el Creador. Una vez hecha hombre, como María, nos lleva a Cristo, el Logos encarnado, y por Cristo al Padre. La Sofía, como alma del mundo, siempre permanece cerca de nosotros, siempre se halla presente de forma palpable, perceptible, pudiendo ser reconocida sin fatiga alguna, mientras que para una fe directa en Dios necesitamos instrucciones y medios relativamente complicados.
Así, pues, el eslabón necesario, pero que todavía se echa en falta, es el alma del mundo, es decir, el conocimiento de su existencia que, por otra parte, no es tan difícil como elo conocimiento directo de Dios, porque el alma del mundo está presente en todas partes y viene cada día a nuestro encuentro de una manera natural y fácil de reconocer en su cuerpo y su vestido, en su obra, en el mundo y en la naturaleza. La mejor manera de conocer más profundamente a esta alma del mundo será con la ayuda de la Revelación. Será entonces perfectamente conocida, cuando veamos su condición sofiánica y mariológica.
El conocimiento de su cualidad y función sofiánica y mariánica protege a los que veneran al alma del mundo de los posibles extravíos hacia una religión natural puramente inmanente, ya sea en forma politeísta o panteísta. Une las formas y las justas exigencias de las religiones naturales con la perfección de la Revelación divina. En la consideración y en la doctrina sofiánica de la naturaleza tenermos un acceso más humano, más fácil, más amplio y siempre palpable de las profundidades de la religión, de Cristo y del Dios Trino.
La visión sofiánica del alma del mundo viene al encuentro de una auténtica necesidad, de una unión más religiosa con la naturaleza y da al postulado actual de salvar el mundo y la naturaleza de la explotación y destrucción, por el afán de lucro y de la incomprensión de los hombres, un fundamenteo filosófico y teológico sólido y práctico. Si la naturaleza es el cuerpo y el vestido del alma del mundo-Sofía, tendremos una relación para con ella completamente distinta, no sólo dejaremos de atormentarla hasta la muerte, sino que la tendremos en consideración y la apreciaremos, la trataremos bien y la cuidaremos, lo que repercutirá en nosotros mismos, pues estamos inseparablemente unidos a ella como una parte.
La doctrina de la Sofía como alma del mundo, amada y colaboradora de Dios en la creación, y su desarrollo también viene al encuentro de las justas exigencias del feminismo que se ha puesto en marcha en nuestro tiempo, dirigiéndolo por el camino correcto que conduce hacia la meta. Así podrá actuar por vez primera de manera óptima y positiva, siendo preservado del autismo que los amenaza y de sus desoladoras consecuencias tanto para el hombre como para la mujer.
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Un Testamento de Teilhard de Chardin
Thomas Schipflinger
Theilhard de Chardin escribe en su “Ensayo sobre el alma del mundo”: “En un cristianismo totalmente integral y auténtico no se oponen al Alma del mundo y Cristo. Ésta nos acercará más a Cristo, a Dios. Con ello ofreceremos nuestro mejor servicio a la renovación religiosa de hoy en la nueva era que está despuntando…”
“¿Sería posible que se hubiera agotado la actividad de Cristo?… ¿Que la riqueza de su ser ya no pudiera apagar el hambre de los hombres en la actualidad? ¿Qué es, pues, lo que ocurre, cuál es la causa de que los hombres se aparten decepcionados de Cristo, cuál es la causa de esta decepción? Posiblemente la causa esté en que para las necesidades actuales el contacto entre Jesús y el mundo no se explica suficientemente en nuestra enseñanza, pues se echa en faltar una teoría que se atreva a mostrar abierta y expresamente el miembro central natural en el que se realiza la unión de ambos”.
“Por eso, en nombre de los principios fundamentales de la Revelación se debe mostrar que Cristo y el Alma del Mundo no son dos realidades opuestas ni tampoco independientes la una de la otra, sino que una (el Alma del mundo) es el medio en el que somos transformados en la otra (Cristo)… tenemos el derecho y el deber de consagrarnos al alma del mundo. Este trabajo (es decir, conocer y mostrar el alma del mundo y sacar las consecuencias), lo mismo que todo paso dado por la Iglesia, debería ser sometido a examen y llevado adelante, mediante una investigación común sostenida por la oración. Queda mucho por hacer (Frühe Schriften, Verlag Karl Albert Friburgo 1968, página 217 ss.).
En su himno “Al eterno femenino”, que es un himno dedicado a la Sofía, Teilhard de Chardin reconoce clara y evidentemente que en Sofía-María él ve al Alma del mundo.
Ahora comprendemos mejor lo que Teilhard da a entender cuando dice: “Tenemos el derecho y el deber de consagrarnos al Alma del mundo”… “Queda mucho por hacer”.
¿Qué es lo que queda por hacer? Conocer el Alma del mundo y consagrarse a ella, es decir, vivir y actuar de acuerdo con lo que significa.
Conocer el ALMA DEL MUNDO, es decir, escudriñar su existencia y mostrar que esta Alma es una esencia numinosa, cósmica, universal y personal, una entelequia original, pero sin embargo creada por Dios, como nos la presenta Biblia del Antiguo Testamento, como la JOKMA-SOFÍA y como nos dicen los más grandes sabios y devotos de las religiones del mundo que la representan bajo muchas formas, como mujer elevada o Gran Madre. En la Revelación del Nuevo Testamento esta Sofía ha aparecido y se ha hecho Hombre en María. De forma semejante se han expresado también Jakob Böhme y Wladimir Solovyev y es lo mismo lo que brilla ante nosotros en la piedad rusa mariano-sofiánica, en sus iconos de la Sofía y en sus iglesias a ella dedicadas.
Consagrar al Alma del mundo, es decir, vivir y actuar de acuerdo con lo que significa esta Alma. Concretamente, esto nos impulsa a trabajar y emplear todas las fuerzas para que sea conocida y venerada, para la realización de sus planes respecto al mundo y a nuestro tiempo.
( Todos los textos estraídos de: Sofía-María: una visión integral de la creación. Thomas Schipflinger. Traducción del hermano Basili Girbau. ISBN: 84-7279-501-2. Editorial Hogar del Libro S. A. 1993 )
31 octubre 2011
brojas@el-carabobeno.com
Con una misa rociera (inspirada en la Virgen del Rocío), sacada de la Virgen de la catedral y cohetes, comenzó este domingo la celebración de los 101 años de la coronación canónica de Nuestra Señora del Socorro, patrona de Valencia.
El arzobispo de Valencia, monseñor Reinaldo Del Prette, fue el encargado de oficiar la misa, acompañado por el padre Pedro De Freitas y otros sacerdotes. El pregón de la festividad estuvo a cargo del abogado Donato Pinto Lamanna, quien se confesó mariano desde su infancia.
"Permítaseme darle una mirada a la imagen de la Virgen del Socorro, Nuestra Madre y Señora, aquí junto a nosotros. Mirémosla bien, no sólo con los ojos del cuerpo, sino con las pupilas encendidas del alma. Las cosas más importantes no se ven con los ojos, sino que se perciben con el corazón".
Donato Pinto Lamanna refirió que tres destellos atraen de la imagen de la Virgen. Primero, su semblante hermoso, amplio, equilibrado, sereno y resplandeciente. El segundo es la mirada de la Virgen, que llama la atención porque se siente que mira a cada uno de los fieles. Y tercero, la grandeza, la sublimidad o la realeza de María que se desprende, que se percibe, en la silueta de la Virgen del Socorro, y que la cofradía ha querido ensalzar en su investidura y en su cuidado filial y amoroso.
Monseñor Del Prette destacó las bondades de la patrona de Valencia, cuya imagen fue coronada canónicamente hace 101 años. Invitó a la feligresía a participar en todas las festividades en su honor, cuya fecha central será el 13 de noviembre cuando será llevada al Forum de Valencia para realizar una misa concelebrada.
Al término del oficio religioso, la Virgen fue sacada de la Catedral, pues al frente se le tenía preparado un homenaje. Jóvenes de la Academia de Danzas Las Lizarraga bailaron varias piezas de flamenco en su honor. "Viva la Virgen del Socorro", repitieron en varias oportunidades miembros de la cofradía, quienes recibieron con agrado el "viva" del público.
La celebración terminó con una lluvia de papelillos sobre la imagen de la Virgen, acompañada con cohetes y revolotear de palomas. Esto causó bastante admiración de los presentes.
Comenzaron las fiestas
patronales en honor a la
Virgen del Socorro
Beatriz Rojasbrojas@el-carabobeno.com
Con una misa rociera (inspirada en la Virgen del Rocío), sacada de la Virgen de la catedral y cohetes, comenzó este domingo la celebración de los 101 años de la coronación canónica de Nuestra Señora del Socorro, patrona de Valencia.
El arzobispo de Valencia, monseñor Reinaldo Del Prette, fue el encargado de oficiar la misa, acompañado por el padre Pedro De Freitas y otros sacerdotes. El pregón de la festividad estuvo a cargo del abogado Donato Pinto Lamanna, quien se confesó mariano desde su infancia.
"Permítaseme darle una mirada a la imagen de la Virgen del Socorro, Nuestra Madre y Señora, aquí junto a nosotros. Mirémosla bien, no sólo con los ojos del cuerpo, sino con las pupilas encendidas del alma. Las cosas más importantes no se ven con los ojos, sino que se perciben con el corazón".
Donato Pinto Lamanna refirió que tres destellos atraen de la imagen de la Virgen. Primero, su semblante hermoso, amplio, equilibrado, sereno y resplandeciente. El segundo es la mirada de la Virgen, que llama la atención porque se siente que mira a cada uno de los fieles. Y tercero, la grandeza, la sublimidad o la realeza de María que se desprende, que se percibe, en la silueta de la Virgen del Socorro, y que la cofradía ha querido ensalzar en su investidura y en su cuidado filial y amoroso.
Monseñor Del Prette destacó las bondades de la patrona de Valencia, cuya imagen fue coronada canónicamente hace 101 años. Invitó a la feligresía a participar en todas las festividades en su honor, cuya fecha central será el 13 de noviembre cuando será llevada al Forum de Valencia para realizar una misa concelebrada.
Al término del oficio religioso, la Virgen fue sacada de la Catedral, pues al frente se le tenía preparado un homenaje. Jóvenes de la Academia de Danzas Las Lizarraga bailaron varias piezas de flamenco en su honor. "Viva la Virgen del Socorro", repitieron en varias oportunidades miembros de la cofradía, quienes recibieron con agrado el "viva" del público.
La celebración terminó con una lluvia de papelillos sobre la imagen de la Virgen, acompañada con cohetes y revolotear de palomas. Esto causó bastante admiración de los presentes.
COMO EL PORTAL 11.11 SE REFIERE A LA APERTURA DE LA
ENERGIA DEL FEMENINO EN LA TIERRA CONSIDERÉ NECESARIO
MENCIONAR QUE EN VALENCIA EL ICONO DE LO MARIANO ESTA
EN SU VIRGEN DEL SOCORRO.
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