Vivir significa luchar, no lo podemos negar. Nos enfrentamos a este principio de manera inexorable y dura: como una orden militar, breve y concisa, a la cual nadie que aspire al heroísmo puede escapar. O se acepta esa orden, cumpliéndola del mejor modo posible, o de una manera lamentable, infame y cobarde se deserta y sucumbe ante las potencias de la Ignorancia que rigen este mundo y se es su esclavo…. No hay otra alternativa.
Vivir significa luchar. Esta orden que la Providencia nos ha dado, distingue al Señor del ciego esclavo, al héroe del cobarde, al hombre de acción del seductor y charlatán, al carácter fuerte y la determinación firme de la debilidad y la ambivalencia, finalmente define lo bueno y lo malo que nos sucede, lo justo y lo injusto, y nos permite además valorar nuestro diario trabajo.
Es la Fuerza de la vida que, más allá del carácter trágico y horrible que pueda mostrarnos en la guerra, se impone a todos los mezquinos deseos personales, debilidades y temores. Dios solo ayuda al valiente y esforzado. Solo el que lucha puede triunfar, gozar y comprender, vestirse de victoria y entrar en el templo de la Gloria. Mas el haragán dulzón y blandito que rehúye el compromiso, el esfuerzo y la lucha desconoce la fuerza y potencia del espíritu, el brío y la violencia divinas. No captara nunca la feliz corriente de dominio y soberanía que la Providencia dispensa al guerrero cuando este se prepara y se ofrece para una Causa digna, grande y justa.
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En la historia han habido épocas en que se ha creído poder eludir este mandato (Dharma), el Propósito de la vida humana; en que creíamos que la lucha era un castigo o una abominación en la que no había que caer y que la vida es una búsqueda de de perpetua ociosidad indolente, autoindulgente; en que tratábamos de transferir el problema y la lucha de este mundo al otro para que desde el cielo nos lo resolvieran todo en una cómoda y cálida existencia sin desafíos ni acertijos; en que se consideraba y aprobaba el bien por el grado preponderante de ignorancia, bajeza, cobardía, y servilismo de la mayoría, y el mal en el grado del acto honesto revolucionario; en que el empuje del montón, la traición y la difamación fueron celebrados como medios efectivos de freno e imposición contra la lucha heroica. Pero esa época esta ya por acabar
En la existencia cotidiana, la mentalidad calculadora y el espíritu mercantilista (de dar -y dar cada vez menos- para recibir -y recibir cada vez más-) se ha implantado como una hidra venenosa. La dignidad el cuerpo, las relaciones interpresonales, la labor en los deberes cívicos y sociales, las creencias y la ideología, el amor, la lealtad, el honor… hoy día todo se pude comprar y vender. El trabajo duro y honesto pesa como una cadena casi insoportable. La insensatez y la hipocresía, la falta de carácter y la riña se hacen competencia. La vanidad y el gusto por el dinero fácil y el placer celebran, aparentemente, su triunfo definitivo sobre nuestra sociedad. Nuestro sistema cultural y los medios de comunicación han legitimado, ensalzado y deificado la Ignorancia y las debilidades humanas en todas sus refinadas y vulgares. Pero esto no implica que tengamos que reconocerlas, tolerarlas, aceptarlas y asimilarlas como algo valido para nutrir nuestra vida. No, y no será la mentalidad servil de los lacayos del sistema la que termine por abrir las puertas de oro del cielo aquí en la tierra, sino siempre y únicamente el hombre luchador y consagrado que se siente aventurero en tanto que soldado en el campo de batalla de la vida, haciendo caso omiso de la clase y el nacimiento, la riqueza y la pobreza, la clase social o la raza, tan solo atento al alma de las cosas y al noble propósito y llamado de la transformación del mundo, consciente de su responsabilidad histórica ante sus antepasados y sus descendientes y ante el Señor de todoslos seres.
¿No es deplorable que de una manera solapada o descarada nos hayamos convertido en autoindulgentes y hedonistas? Y lo que es más, el querer reglamentar las debilidades y los errores propios de la naturaleza humana a través de la indiferencia y el servilismo hacia este corrompido sistema de cosas? Que hayamos preferido esto en lugar de recapacitar, darnos cuenta y con valor aplicarnos en una juiciosa labor por corregir, solucionar y definir por fin esta situación y el futuro del hombre? ¿Acaso no se experimenta cierto malestar cuando unos hombres con aspecto de sufrelotodo, melodramáticos, escudados en su interpretación torcida de las escrituras tratan de destruir la vida en el mundo como una negra infamia porque no tienen el coraje de deducir las consecuencias del mandato de la Providencia y admitir francamente el combate que les corresponde? ¿No es reír de Dios cuando, a causa de unas criaturas plañideras se Le declara a El o al diablo responsable del hecho de que ellas fracasen en la vida por falta de fortaleza y de espíritu de lucha? ¿No es demostrar una mentalidad mercantil cuando, con sus predicas y oraciones tratan de ganar favores materiales a la par que desentenderse de la lucha en el mundo? A causa de tales gemidos reniegan de sus propias capacidades y de la sentencia de Dios que además, sabiamente castiga su deserción ante la responsabilidad que impone la vida, vida que se nos ha confiado a todos a fin de que aprendamos a auto-descubrirnos en El y dominar así las fuerzas y principios del juego? Entendemos entonces que la capitulación en el esfuerzo por la auto conquista y la maestría en la vida una ignominia. No tenemos ninguna consideración ante semejante acto estúpido. Es un suicidio silencioso en vida.
Hasta hoy, semejantes criaturas no han sido nunca la guía confiable del hombre que, como piedras angulares del más duro granito, sobrevivan a los milenios.
Por esta razón, no queremos pasar la vida que la Providencia nos ha otorgado en la condenación y la miseria, contemplarla como un cenegal de vicio del que nadie ya escapa; y puesto que nuestra existencia no es una cosa ruin e insignificante -ya que proviene del Divino- y nuestra lucha no es una condenación -puesto que es una plegaria heroica, emprendemos como guerreros la conquista del mundo para el Supremo.
Dejamos de lado a los cobardes, los dejamos atrás, a los mezquinos que están contentos con sus pequeñas ganancias y pérdidas al nivel ordinario de la vida, dejamos a los pusálimes gemir de desesperación, dejamos que sigan reptando de rodillas, pues la Fuerza Suprema está con nosotros los creyentes en que una Vida Divina es posible aquí en la tierra. Los soldados que se han unido a la Guerra en Kurukshetra.
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También hubo épocas en que el espíritu humano atendió el llamado divino, la fuerza constructora celebraba su mayor triunfo; días en que Atenea, la Inteligencia creadora señalaba a los pioneros nuevos caminos y nuevas cumbres; en que el esfuerzo en el trabajo y el fragor de la lucha hacia vibrar alto los corazones y tenía la resonancia más extrema en todos los rincones del la vida, todo a causa de la fuerza original que se traducía en la voluntad de vencer todo aquello que limitaba el sano crecimiento del hombre verdadero.
No quedaría nada de los nobles pueblos de la tierra, si nuestros ancestros no se hubieran armado de valor y hubieran amado la lucha, la refriega en una batalla continua contra las fuerzas adversas. Nada existiría de la cultura, de los monumentos imperecederos, de las obras de arte, la música y la literatura, de la pintura, la escultura y la arquitectura, si estos consagrados y esforzados hombres no hubieran aprobado el curso y las pruebas de la vida mediante la valerosa lucha y entrega.
“En los sombríos pozos cargados de aire polvoriento y bajo una amenaza constante, los diamantes africanos eran extraídos, pulidos y llevados al templo de Salomón. Sobre elevados andamios, entre el cielo y la tierra, los constructores de las pirámides o las iglesias góticas se jugaban la vida en un trabajo creador que los vincula con sus dioses… Incas y chinos también probaron su valía, capacidad e ingenio constructor. En medio del mar embravecido, la flota vikinga pasaba indemne y campante sobre las rugientes olas para ir a descubrir y conquistar tierras ignotas y agrestes. Entre sonoros martillazos, entre un ruido atronador, el hierro tomaba forma de espada para ser utilizada por Normandos, Sajones, Godos y Germanos que retenían el avance de los pueblos del Este. Bajo los proyectores, el acero tratado por los americanos se extiende sobre los moldes que darán forma a sus altas torres y navíos. Bajo un ardiente sol en India, Brasil, o China, los cultivos se inclinan ante la hoz del campesino”.
El genio, la fuerza y la pujanza de nuestra especie se habrían agotado si las potencias naturales de la vida no nos hubieran criado mediante la lucha. Nuestros pueblos actualmente no tendrían nada que mostrar, nada que valorar y respetar, si millones de nuestros antepasados no hubieran ofrendado sus vidas en esta milenaria construcción para asegurar una vida más elevada a sus descendientes.
Durante siglos de luchas nuestros antepasados pelearon primero por su supervivencia, luego por su libertad, después por su prosperidad. Saludamos pues a los heroicos espíritus del pasado que se atrevieron a trascender esta vida y sus limitaciones, como flechas que intentaban surcar el infinito, y les reconocemos como a nuestros compañeros de lucha en nuestra vida hoy.
Señores!: vivir significa luchar. La historia de nuestros antepasados enseña a los voluntarios en esta obra a comprender el sentido de la época y de su misión particular dentro del mundo.
Nos encontramos en esta época de deudas históricas por saldar, de altas tensiones, de todo tipo de logros acumulados, pero a la vez época de síntesis, donde todo lo que hemos aprendido como especie se pondrá a prueba, o lo que debemos aprender sobrevendrá rápidamente. Ahora nos corresponde a nosotros luchar por algo todavía mayor y más difícil: abrir las pesadas puertas de bronce del nuevo mundo que desde arriba ha de venir. El advenimiento de la Vida Divina, el más alto de los cielos aquí en la tierra se aproxima.
Nosotros somos herederos y representantes de nuestros antepasados, un eslabón solido en la cadena constituida por ellos y las generaciones futuras. Tenemos pues, una gran responsabilidad y una magnífica oportunidad. A través nuestro, la Vida Divina que desde los tiempos más remotos ha querido manifestarse se habrá justificado y finalmente encontrara fluida e ininterrumpida expresión.
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Señores!, Aprobamos la vida tal como está porque amamos los retos, y aprobamos la lucha porque amamos la expresión de nuestra fuerza interior. La vida no es para nosotros un valle de lágrimas al que hemos venido para doblegarnos ante unos dioses extranjeros que gozan al vernos arrastrarnos de rodillas llenos de falsa humildad. Oh no. Para nosotros, la vida es un florido campo de batalla que la Providencia nos ha dispuesto, en que nosotros queremos entrar para conquistar luchando! La Providencia nos ha dotado para la lucha y nosotros queremos crecer en la vida luchando.
Dios, nuestra existencia… nuestra especie, nuestros antecesores, nos han dado la voluntad de vivir, de luchar y construir. Así es como, para germinar, lo quiere el dios en nosotros; si, así es como lo queremos nosotros. La Voluntad de lo Alto y la nuestra aquí en la tierra se unen como el oro y la plata para forjar la época de hoy, de mañana y de pasado mañana.
Bajo la iluminadora mirada de la Madre Divina estamos en pie en medio de la más grande batalla, sabiendo que toda fuerza creadora dispuesta en nosotros sus hijos está, y que de nosotros ahora depende la transformación de la vida.
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Todo esto no es la expresión de una necesidad dramática y fatalista impresa por la mera angustia que ha generado el fragor de las interminables batallas en nuestro avance, sino que es el reflejo de la vida que en si misma conlleva el combate, una voluntad de selección de los mejores representantes de su linaje y de la victoria segura para su capacidad de entrega total. En cada lugar, desde los cielos más altos hasta la vida cotidiana del hombre común, se libra una batalla decisiva que determina nuestra posición con relación a la Divinidad de la que venimos y a la que pertenecemos, nuestro propio Ser Original. El Hombre creador concibe su relación con El Guía Supremo en la lucha, en la batalla, en Kurukshetra.
Para el verdadero hombre, el sudor no es el salario de una vida inferior, un pobre trabajo o acción, sino la recompensa que le ha dado su propio cuerpo al usar su fuerza transfiguradora en magistral alegría creadora. No considera la necesidad de combate como una vergüenza, como una condena por sus “pecados”, un castigo, sino que se ve como un gallardo señor, cumpliendo de una manera positiva la Orden dada por la Providencia, el juego mismo de la vida, aprovechando al mismo tiempo la oportunidad que se le da para templar, formar y demostrar su capacidad y carácter, la fortaleza y alcance del espíritu humano para dominar la naturaleza donde habita, sobrepasar obstáculos y doblegar las potencias que antes dominaron y nos tuvieron atados a la limitación y el dolor; doblegarlas a su vez y emplearlas además para seguir escalando.
En esto las pequeñas responsabilidades cotidianas son aparentemente una carga pero, a pesar de todo, no queremos eludirlas, pues la grandeza que distingue a la obra en el seno de la raza, sobreviviendo el paso de los siglos, esta, ante todo hecha de esos detalles. Como el mecanismo de relojería que se compone de ruedas pequeñas y grandes, como el conjunto de los diversos instrumentos que compone una orquesta y como antaño el paso acompasado de centenares de soldados romanos hacía temblar la tierra, nosotros los heraldos de una Nueva Fuerza tenemos también, cada uno en un lugar, como ruedas, como instrumentos y como caminantes, una función una tarea que cumplir a fin de que la Obra Divina crezca en y desde nosotros, con nuestro ejemplo y en nuestro tiempo.
Debemos aportar al mundo un nuevo conocimiento y una nueva fe, una fe más honesta, no solo para los buscadores de Dios, sino también para aquellos que buscan la realización completa del ser humano; debemos hacerlo por la transformación, salvación y reivindicación de nuestro mundo, pues si no se hace ahora este se hundirá en su propia ignorancia y se convertirá pronto en un infierno.
En miles de actividades, exposiciones, reuniones, conferencias y batallas dialécticas que han de venir, el soldado Aurobindiano se hará notable e impondrá su marca indeleble a sus contemporáneos. Esta es la manifestación del sagrado coraje de vivir para la Luz, despreciando la burla, el malestar, la tosquedad de las condiciones iniciales, las dificultades y la fatiga. A pesar de los embustes y ataques insidiosos que puedan venir, el Movimiento crecerá y alcanzara la meta que se propone. A pesar del fardo oscuro en que hoy el establecimiento ha sumido a la humanidad, desplegaremos nuestra ondeante bandera de azul y dorado muy por encima de las megalíticas construcciones de las potencias de la Ignorancia. Deberemos sostener pues, con firmeza en nuestros puños el estandarte del Ideal. Esta es la sagrada alegría del combate triturando la maquinaria de la Ignorancia, triunfando sobre todo y escalando montañas.
Queremos que esta generación de guerreros sea estricta y exigente consigo misma! No indiferente, hedonista, auto-indulgente y blanda consigo misma. Deberemos aprender aceptar con ánimo vigoroso las privaciones y golpes que puedan venir, y nunca colapsar por el peso de las responsabilidades, limitaciones o problemas.
Jóvenes caballeros!: Queremos que sean amantes de la paz y la armonía, pero al tiempo que sean fuertes y valientes! Ustedes deberán ser apacibles y tolerantes, si, pero también tener valor y llenarse de coraje! No importa lo que sepamos o creamos hoy día si no lo ponemos en práctica a manera de un inteligente canal servicio de enseñanza para nuestra familia, nuestra nación y la comunidad mundial. Con las armas de un conocimiento exacto, ustedes habrán de luchar por el restablecimiento del orden en este mundo.
Algún día vamos a morir... pero si la Verdad triunfa, nuestros nombres serán alegremente recordados por generaciones. Pero incluso, cuando ya no haya recuerdo de nosotros, nuestras Obras todavía habrán de perdurar y hablaran de esto que estamos haciendo hoy. Tenemos que preguntarnos entonces: ¿Cuál será nuestro legado?
Tenemos la disposición de medir nuestras fuerzas con el destino a cada momento, y además de la buena voluntad, tenemos el poder y la capacidad de superarnos, como un monumento viviente de actitud combatiente. Tenemos además la voluntad de que cada una de nuestras gestas sean gravadas con letras de oro en las páginas la historia. Es la obra que revelara la grandeza de una generación durante siglos y que debe señalar como en una epopeya griega el camino a nuestros descendientes, aun después de milenios.
Sé que esto no puede ser de otra manera porque hemos llegado a un punto culmínate en la historia, sabemos que una verdad eterna surge hoy para cubrir el mundo con su Luz reveladora y hemos recibido su llamado y hoy desde distintos rincones del globo somos familia. El mismo espíritu que animo las obras de Sri Aurobindo bulle en nosotros hoy y es el que terminará por dominar toda la tierra.
Jóvenes: no hay nada que temer!. El espíritu supramental apadrina el nacimiento de nuestro nuevo mundo de Ideas, adelante adelante ya no ha meta distante!
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“El honor, el poder, la determinación, la destreza, la intrepidez y el arrojo en la batalla, el liderazgo y la generosidad son las cualidades de trabajo en los Khsatryas”
Vr 43 Capt 18 del Bhagavat Gita.
Ustedes aquí son el primer puñado de hombres-semilla de lo que crecerá por todo el mundo. Sabemos que un sembrador obtiene una buena cosecha si tiene en cuenta la naturaleza de la semilla, del suelo y de la estación de cultivo. Debemos asegurarnos pues de que estas semillas sean de la mejor calidad. Si hoy, siguiendo en esto las verdades superiores y eternas, sembramos a través de ustedes en los campos del destino, la cosecha para el mundo será muy rica.
Lo primero que esperamos es que ustedes jóvenes caballeros se embeban de la sabiduría Aurobindiana y de su Divina Fuerza que fluye como rio y esperamos finalmente se manifieste en todo el mundo.
Queremos ser personas notables, brillantes, excelentes, y ustedes mis queridos camaradas serán esa gente.
La exigencia como Caballeros de ganarse un buen nombre ante el tribunal de la historia, y de ser en todo tiempo honorables impulsa a una serie de hombres duros a tener una concepción estricta del deber; la voluntad en nosotros se transforma en la entrega absoluta al Ideal Supremo; y esto se traduce a su vez por la conciencia de la necesidad y el anhelo de ver en esta misma generación el descenso del más alto Cielo a la tierra.
La naturaleza del guerrero está constituida por un amor, un rigor y un cumplimiento espartano del deber, para culminar finalmente en la actitud gloriosa del líder que se ha distinguido ya en las batallas. Una vida sencilla, pasión y un trabajo incansable por los altos ideales, es la fuente de donde su titánica fuerza brota. Esta, forjada como una voluntad de hierro y acompañada de una gran valentía, es el arma que triunfa sobre las dificultades que puedan presentarse en la vida del soldado de la Verdad Supramental.
Para ser un guerrero hay que haber superado las pruebas de los esfuerzos físicos, morales, intelectuales, de la disciplina autoformadora, del dominio propio y de la ardua lucha espiritual. Mas la fuerza del alma es la raíz de todo ello. Ustedes mismos habrán de auto-instruirse y prepararse para esto. Aprendan la auto-obediencia y la disciplina ¡practíquenla y lograran todas sus metas y el propósito más grande en la vida!
Entrar en una constante preparación mental sumada a una educación de la voluntad pone en evidencia nuestras debilidades ocultas, es verdad, pero también hace retroceder las inhibiciones internas si persistimos en lograr el total domino de sí; se canaliza la frustración, el disgusto y la impotencia en coraje y valentía, la fuerza interior en dureza y constancia, en acciones concretas para la construcción del mundo que queremos.
La fe en las propias fuerzas, la confianza en la Divinidad, la determinación y la certeza de la invencibilidad y la victoria constituyen los fundamentos de nuestro carácter y una línea de conducta general.
Queremos ver un mundo pacifico y justo, una confederación de naciones amigas, una sola familia fuerte, grande y prospera. Pero para comenzar no podrá haber ningún distingo de rango o clase entre nosotros, no deben dejar que esas acepciones crezcan en su ego.
En cuanto al líder del grupo, este ha de encender el Fuego del entusiasmo y la camarería. Ha de avivar constantemente la llama de la aspiración, la fe y el entusiasmo. Todos los miembros del equipo han de estar alimentando el querer, el saber, el poder y el hacer. Todo esto bajo la firmeza cohesiva, la solidez, el peso y la gravedad de la unidad y el espíritu activo de la lucha.
Seremos como columnas de fuego ardiente barriendo con todo el polvo, el lodo y la suciedad que cubrió la hermosa vida en nuestro querido mundo. Seremos como un León que ha recobrado su libertad. Y detrás de nosotros más jóvenes guerreros nos esperan, despiertan y nos siguen! Aquellos que sepan de nosotros se unirán con gran entusiasmo a la Orden y su Obra y trabajaremos juntos como un verdadero equipo en torno a nuestro Gran Proyecto de vida!”.
Alrededor de nosotros esta la Madre, y en nosotros Madre marcha y canta hacia la victoria!!
CABALLEROS ya no hay razas diferentes sino EL HOMBRE TOTAL.
YA LAS CULTURAS ATLANTES, LEMURIA E HIPERBOREA FRACASARON EN SUS MOMENTOS
Y DA PASO A OTRA QUE SE ERIGE EN LA COLUMNA VERTEBRAL DEL MUNDO.
SUDAMERICA, QUE NO ES UN LUGAR COMO LO FUE EL TIBET, SINO QUE ES EL HOMBRE´MISMO
QUE HACE NACER LA VERDADERA RAZA Y TEMPLA EN SU CRISOL VIVENCIAL EL NUEVO GUERRERO
DEL ALMA NO DE LAS ARMAS EXTERNAS SINO INTERNAS...
Con ustedes quedo, su amigo y camarada: PARCIVAL
GLORIA , GRACIA Y HONOR !!!
Con ustedes quedo, su amigo y camarada: PARCIVAL
GLORIA , GRACIA Y HONOR !!!
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