Indocencias
Santa Rosa
José Joaquín Burgos
El pasado viernes 20 anduvimos respirando alegrías y recuerdos y como decía el poeta Servando Garcés: “de fiesta en el corazón”. Un sol así, grandote, como cuajado de alegrías y canciones, nos atrapó en una inolvidable reunión de pueblo, en la Plaza Coronel Manuel Cedeño, donde se reunieron los concejales de Valencia y los habitantes de Santa Rosa para celebrar el aniversario de la parroquia. Una reunión -así puede decirse- fraternal, familiar, llena de cariños, recuerdos y sueños hermosos, tanto para los muchachos como para los vejucos (entre quienes, por gracia de la Virgen, me cuento yo). El discurso del joven y brillante Doctor Escalona, hijo del Profesor Jacobo Escalona, un también brillante hijo de la parroquia, fue una lección de sensatez, de cariño telúrico, de visión futurista y, sobre todo, de lo que es hermoso llamar sencillez aldeana.
El concejal José Valera, presidente de la Cámara Municipal, fue también sencillo, expresivo, puro en su intervención. Con una visión verdaderamente humana, popular, trascendente, futurista en el mejor sentido de los sueños que alentaron la hazaña universal de nuestro Libertador. Yo, en mi forma de ser y vivir, recordaba que mis días iniciales en Valencia los viví ahí en Santa Rosa, en la calle Arvelo, amarrado por amor puro a esa colectividad que en la memoria de mi familia sigue siendo igual de hermosa, sencilla y pura. Añoramos el viejo “mercado campesino”, las misas en la bella iglesia parroquial y, por supuesto, el encuentro y el trato cordial con los vecinos, hijos de la parroquia, hermanos de la vida y de los recuerdos que retoñan de pronto, en la memoria, como una lámpara encendida en el altar del corazón… una lámpara que brillará siempre en nosotros.
Y ahora, en esta misma mañana, estaremos -otra fiesta del corazón- a las diez de la mañana, en el Cavam (antiguo Club Centro de Amigos, frente a la Plaza Bolívar, en un acto especial de la Asociación de Escritores de Carabobo (Aeca), institución que representa, con impoluta dignidad, la herencia de don Andrés Bello y de la inmensa tradición literaria, intelectual, moral de los escritores venezolanos. Y de ahí, al Paraninfo de la UC, a celebrar el centenario de Roland Barthes, en un acto y exposición que dejarán, seguramente, una hermosa huella en la memoria estética de la ciudad. No falten. Gracias.
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