Indocencias
Doctoral
José Joaquín Burgos
Este tiempo ha sido pródigo conmigo, con mi familia, con mis afectos, que son muchos, y eso para mí es un premio de la vida, porque nada tengo ni conozco de algún sentimiento contrario, salvo la incomodidad y molestias de las enfermedades y algunos otros males, soportables, pero inquietantes como todas las pruebas difíciles de la vida.
No conozco el odio, ni quiero conocerlo. Amo la pureza de las cosas sencillas. Soy, como muchos venezolanos de mi generación, sobreviviente del paludismo, de la anquilostomiasis, del analfabetismo y de algunas otras pestes que todavía andan sueltas por ahí. Soy humilde, pobre y feliz, porque siempre he sentido que la vida es el más hermoso regalo que nos han dado Dios y la Santásima Virgen. En mi tránsito profesional, las aulas de los liceos “Sanz”, “Unda”, “Pedro Gual” y de la UC me han dado las horas más felices. Adoro la memoria de mis padres, abuelos, tíos y primos, y mi realización plena son mi esposa Licelia, mis hijos Luis Gonzalo y Laura y mis nietos Rhonald, Blayliceth, Daniel Alejandro y María Laura. Ése es mi curriculum, mi radiografía, mi inagotable riqueza.
Hoy día, por generosidad popular me han designado Cronista de Valencia, título que bien mirado, creo que me queda grande, y algo debo hacer para ganármelo para satisfacción de mi familia, amigos y amado pueblo de Valencia… E insisto, este tiempo ha sido pródigo conmigo, el viernes 30 de octubre, en el XL aniversario de la fundación de la Universidad Nacional de los Llanos “Ezequiel Zamora”, sus autoridades rectorales decidieron otorgarme el título de Doctor Honoris Causa. De modo que fui de toga y birrete, asustado después de cincuenta y ocho años de haberlo hecho por primera vez, y nervioso, lloroso por sentimiento ante tanta generosidad y afecto. Y hasta pensativo, en el mejor sentido, porque me daba y me da miedo ser como algunos personajes que al verse de toga y birrete se sienten y hasta se creen doctores de verdad. Lo que, en puridad de puridades, cuesta mucho merecerlo y más aún serlo, por aquello de que lo que natura non dat Salamanca non praestat... En este evento, de tanta generosidad, estuve, con mi familia y, sinceramente no tengo palabraspara agradecer la generosidad de la autoridades de la Unellez al regalarme esa estrella tan sublime y tan inmensa para brillar en mi pecho tan pequeño. A Valencia, mi gratitud insignificante y mínima ante su magnanimidad. Igualmente a la Unellez, a su Vicerrectorado de Producción Agrícola, en Guanare. Y de manera muy especial al Rector, al Vicerrector Dr. Adolfo Paredes Bastidas y a esa maravillosa mujer, doctora Fanny Rosa Medina Rivero, maga de la poesía, de la generosidad, de la gracia llanera y de una bondad inagotable.
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