NARCOTRÁFICO
Testigo de Makled
Ahora que Makled no habla ni en su propio juicio, alguien asegura haberlo visto entregándole un paquete al ex gobernador de Carabobo. "Del sobre salieron billetes y Acosta me dijo: 'No viste nada'". Por Joseph Poliszuk
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EL UNIVERSAL
domingo 19 de agosto de 2012 12:00 AM
Las primeras denuncias contra Makled aparecieron después del paro de diciembre de 2002 y enero de 2003. Aunque los señalamientos en su contra nunca salieron de los cuarteles, a partir de entonces su nombre figuró en un informe de inteligencia militar que lo circunscribía a una mafia de gasolina.
Sus cuentas bancarias empezaron a crecer en ese momento pero también las cuentas con la justicia. De Walid Makled, quien enfrenta cargos por narcotráfico, asesinato y asociación para delinquir, solo se sabía que cuando el Gobierno más lo necesitó, ayudó a romper el paro petrolero con una flota de camiones que puso a disposición de Petróleos de Venezuela. Pocos meses después, esos mismos camiones fueron relacionados con una mafia de combustible que iba y venía de Valencia.
Eso dice el sargento mayor de segunda del Ejército, Carlos Carreño, y esta seguro de que el propio Makled figuraba en ese informe porque él mismo lo redactó. "Yo era el gerente de seguridad de Pdvsa-Yagua y en mi gestión empecé a notar que las cuentas no cuadraban", afirma. "Makled y su grupo se llevaban gasolina y la facturaban como kerosene, que es siete veces más barata".
Desde la cárcel de Ramo Verde, donde también enfrenta a la justicia por otro caso, dice que está dispuesto a rendir testimonios frente a un juez y sumar piezas para armar el rompecabezas de una mafia que ya en 2003 denunció por escrito ante el general Raúl Isaías Baduel, quien entonces estaba al frente de la IV División Blindada del Ejército y hoy, ironías de la vida, ocupa otra celda del Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, en Los Teques.
El principio
Carreño asegura que en 2003, cuando la tasa de cambio establecía cada dólar a 1.400 bolívares de los de antes, Pdvsa-Yagua perdió 1.350 millones de bolívares por jornada. Es decir, cada día desaparecían más de 950.000 dólares, casi un millón de billetes verdes que según su testimonio, salían en las gandolas de Makled: "Se llevaban 48.000 litros de gasolina en cada camión y en lugar de facturarlo a 5.490.000 bolívares, el gobernador Luis Felipe Acosta Carlez los cobraba directamente a 4.000.000".
Parece una novela policial. Y para sumar argumentos a la trama, Carreño cuenta que un día encontró a Makled con el propio gobernador del estado Carabobo haciendo negocios dentro de las instalaciones de Pdvsa. "Los encontré en la entrada de Pdvsa-Yagua y cuando me vieron, se pusieron tan nerviosos que a Acosta Carlez se le cayó un sobre manila", dice. "Del sobre salieron pacas de billetes de 50.000 bolívares de los viejos y Acosta Carlez me dijo: 'Mira ilustre, tu no has visto nada'"...
Este solo es el testimonio de un oficial a quien años después, la justicia acusó por extorsión y cooperación en un asesinato. Se trata -sin embargo- del encargado de Inteligencia Militar en tiempos del paro petrolero. El general Baduel lo designó en esas funciones cuando estaba al frente de la IV División Blindada del Ejército aunque luego le dio la espalda cuando recibió el famoso informe: "'¡Es Acosta!', me respondió para que me quedara tranquilo, y allí mismo me relevaron del cargo y empezó una persecución en mi contra".
La fractura
Desde su celda, Carreño garantiza que fue el primero en llamar la atención contra Makled y una red de la que está convencido que conduce al ex gobernador de Carabobo. De hecho, fue su caso uno de los que terminó de enfrentar a las fichas que el Gobierno tenía en la región. Hacía tiempo que se escuchaban fricciones entre la máxima autoridad civil, el general retirado Luis Felipe Acosta Carlez, y la máxima autoridad militar, el general Clíver Alcalá Cordones, pero fue precisamente por ese sargento que terminaron sacando los trapos al sol.
Acosta Carlez acusó al comandante de la 41 Brigada Blindada y Guarnición de Valencia de proteger a un delincuente dentro del cuartel y, en respuesta, Alcalá Cordones convocó el 18 de abril de 2008 a todos los medios, incluidos los privados, para presentar al sargento de segunda Carlos Manuel Carreño Muñoz, a través de un video en el que ese mismo oficial -la manzana de la discordia- sugería vínculos del contrabando de combustible y el narcotráfico con células de la policía regional y el propio Acosta Carlez.
"El Presidente está cegado sobre la conducta de este gobernador, y como se lo dije a mi general Alcalá, si yo tengo que llevarlo a los sitios donde yo se que se encuentran los tentáculos de las mafias, de las drogas, de los contrabandos de este estado, lo voy a hacer", sostuvo el sargento en la grabación.
"Yo tengo conocimiento de las presiones que hizo (Acosta) Carlez para que me mantuvieran retenido", continuó. "Yo sé que el choque que tuve con él fue porque yo era el jefe de seguridad de Pdvsa-Yagua y cuando ocurrió el paro, le descubrí la mafia que tenía con el combustible junto con los Makled".
El impasse
El sargento mayor del Ejército, Carlos Carreño, fue recluido a partir de noviembre de 2007 en la 41 Brigada Blindada, gracias a un beneficio que un tribunal le otorgó luego de que el general Alcalá lo solicitará con el argumento de que corría peligro en cualquier otro penal. Eso no gustó al gobernador.
El toma y dame entre Acosta Carlez y Alcalá Cordones fue a mediados de abril, pero tras bastidores el impasse empezó un par de semanas antes y con el propio Presidente de testigo. Fue Chávez el que notó algo extraño al cerrar elAló Presidente número 308 que dio en Guacara el 30 de marzo de 2008. "¿Cómo es que el gobernador anda por un lado y el comandante de la guarnición por otro?", preguntó.
"'Por la Gobernación yo no tengo ninguna novedad, solo puedo decirle que tiene un delincuente en la Brigada', dijo Acosta Carlez, y Alcalá Cordones respondió: 'Bueno mi Comandante, yo no se si es un delincuente pero lo que sí creo es que no es más hampón que el Gobernador'".
Es una escena que Alcalá Cordones contó al sargento de segunda Carlos Carreño y de la que él se hace eco para insistir en su inocencia. "Si soy culpable debo pagar, pero si soy inocente tengo que ser liberado". Eso dijo en el video que en 2008 difundió Alcalá Cordones y eso repite cinco años después, tras reiterar que está en Ramo Verde por un delito que no cometió. Pregunta, incluso, por qué los autores del crimen ya están libres y él, acusado como cooperador, no ha recibido ninguno de los beneficios que le corresponden desde hace dos años.
La coartada
Carreño dice que en diciembre de 2007 estaba en su casa de Bejuma, en el sector La Lagunita, cuando escuchó un tiroteo entre bandas. La situación se tornó tensa y tras los disparos, llamó a la policía para reportar el asesinato del boxeador David José Paredes, del que la justicia lo acusó como cooperador.
Todo, lo jura, se trata de un complot por las denuncias que formuló mucho antes de que Acosta Carlez saliera por la puerta trasera y reventara la trama del caso Makled. Aun después de ser destituido de Pdvsa-Yagua y hasta preso, envió cartas a la Fiscalía General de la República, la Asamblea Nacional y al Tribunal Supremo de Justicia, a nombre del ex magistrado Eladio Aponte Aponte, para dejar constancia de sus denuncias.
Repite incluso uno de los números telefónicos del palacio de Miraflores, para indicar que fue por allí que dio cuenta de sus denuncias a la funcionaria María Eugenia Castro Egui, cuyo nombre y firma apareció -años después- en una carta que el 22 de enero de 2008 salió del despacho de la Presidencia a la Fundación Makled agradeciendo la promoción de la reforma constitucional.
El revuelo
Ese año los escándalos se residenciaron en Valencia. Como sucede ahora con el avión que esta semana salió cargado de droga desde el aeropuerto de esa ciudad, en marzo de 2008 encontraron más de tres toneladas en un galpón de la zona industrial, ubicado en la prolongación de la avenida Michelena.
Fueron dos cuartos tapiados de cocaína, una noticia que trajo cola aun en esos días de Semana Santa. A partir de allí, las crónicas policiales empezaron a advertir sobre mafias que habían permeado la aduana de Puerto Cabello y el nombre de Walid Makled empezaba a asomarse en los reportes de prensa.
El periodista Orel Sambrano acusó una serie de denuncias que terminaron costándole la vida. "El narcotáfico ha penetrado todos los cuerpos policiales", advirtió el 26 de marzo en el semanario ABC de la semana, en un trabajo que vinculaba a una lista de funcionarios de la Policía de Carabobo con el empresario Walid Makled, quien -entre otros delitos- hoy enfrenta a la justicia por el asesinato del comunicador.
En la misma onda de Sambrano, Clíver Alcalá Cordones entonces habló de comisarios involucrados en la protección de narcotraficantes, a lo que Luis Felipe Acosta Carlez reaccionó diciendo que no le extrañaría la participación de la Fuerza Administrativa Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) con el objetivo de vincular al presidente Hugo Chávez con el tráfico de drogas.
Fue esa una de las últimas veces que se vio a Acosta Carlez con el respaldo del Gobierno y el partido. "Saldrás por la puerta de atrás", le dijo Chávez en junio por televisión tras confirmar que había dado crédito a las denuncias que Alcalá Cordones formuló en su contra.
La defensa de Makled, por el contrario, ha venido insistiendo en otro complot. A contracorriente de la opinión pública, ha sostenido que la fortuna de su cliente salió de las almacenadoras que el propio Gobierno le adjudicó en Puerto Cabello. Incluso, solicitó la participación del general Clíver Alcalá Cordones en el proceso judicial, para que explique por qué en 2008 advirtió sobre narcotraficantes vinculados al puerto de Puerto Cabello.
El general Clíver Alcalá Cordones no fue admitido en la lista de testigos. Tampoco el viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana, Néstor Reverol, el ex presidente del Instituto Nacional de Aviación Civil, Giuseppe Yofreda, y un primo del ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami.
A pesar de que la defensa promovió esos y otros testimonios, el sistema judicial sacó del expediente a todos los nombres asociados directamente con el Gobierno, por considerar que "no son pertinentes ni necesarios para lograr esclarecer los hechos punibles". De Ramo Verde ahora apareció otro testigo. Dice que quiere contar cómo comenzó todo.
jpoliszuk@eluniversal.com
Sus cuentas bancarias empezaron a crecer en ese momento pero también las cuentas con la justicia. De Walid Makled, quien enfrenta cargos por narcotráfico, asesinato y asociación para delinquir, solo se sabía que cuando el Gobierno más lo necesitó, ayudó a romper el paro petrolero con una flota de camiones que puso a disposición de Petróleos de Venezuela. Pocos meses después, esos mismos camiones fueron relacionados con una mafia de combustible que iba y venía de Valencia.
Eso dice el sargento mayor de segunda del Ejército, Carlos Carreño, y esta seguro de que el propio Makled figuraba en ese informe porque él mismo lo redactó. "Yo era el gerente de seguridad de Pdvsa-Yagua y en mi gestión empecé a notar que las cuentas no cuadraban", afirma. "Makled y su grupo se llevaban gasolina y la facturaban como kerosene, que es siete veces más barata".
Desde la cárcel de Ramo Verde, donde también enfrenta a la justicia por otro caso, dice que está dispuesto a rendir testimonios frente a un juez y sumar piezas para armar el rompecabezas de una mafia que ya en 2003 denunció por escrito ante el general Raúl Isaías Baduel, quien entonces estaba al frente de la IV División Blindada del Ejército y hoy, ironías de la vida, ocupa otra celda del Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, en Los Teques.
El principio
Carreño asegura que en 2003, cuando la tasa de cambio establecía cada dólar a 1.400 bolívares de los de antes, Pdvsa-Yagua perdió 1.350 millones de bolívares por jornada. Es decir, cada día desaparecían más de 950.000 dólares, casi un millón de billetes verdes que según su testimonio, salían en las gandolas de Makled: "Se llevaban 48.000 litros de gasolina en cada camión y en lugar de facturarlo a 5.490.000 bolívares, el gobernador Luis Felipe Acosta Carlez los cobraba directamente a 4.000.000".
Parece una novela policial. Y para sumar argumentos a la trama, Carreño cuenta que un día encontró a Makled con el propio gobernador del estado Carabobo haciendo negocios dentro de las instalaciones de Pdvsa. "Los encontré en la entrada de Pdvsa-Yagua y cuando me vieron, se pusieron tan nerviosos que a Acosta Carlez se le cayó un sobre manila", dice. "Del sobre salieron pacas de billetes de 50.000 bolívares de los viejos y Acosta Carlez me dijo: 'Mira ilustre, tu no has visto nada'"...
Este solo es el testimonio de un oficial a quien años después, la justicia acusó por extorsión y cooperación en un asesinato. Se trata -sin embargo- del encargado de Inteligencia Militar en tiempos del paro petrolero. El general Baduel lo designó en esas funciones cuando estaba al frente de la IV División Blindada del Ejército aunque luego le dio la espalda cuando recibió el famoso informe: "'¡Es Acosta!', me respondió para que me quedara tranquilo, y allí mismo me relevaron del cargo y empezó una persecución en mi contra".
La fractura
Desde su celda, Carreño garantiza que fue el primero en llamar la atención contra Makled y una red de la que está convencido que conduce al ex gobernador de Carabobo. De hecho, fue su caso uno de los que terminó de enfrentar a las fichas que el Gobierno tenía en la región. Hacía tiempo que se escuchaban fricciones entre la máxima autoridad civil, el general retirado Luis Felipe Acosta Carlez, y la máxima autoridad militar, el general Clíver Alcalá Cordones, pero fue precisamente por ese sargento que terminaron sacando los trapos al sol.
Acosta Carlez acusó al comandante de la 41 Brigada Blindada y Guarnición de Valencia de proteger a un delincuente dentro del cuartel y, en respuesta, Alcalá Cordones convocó el 18 de abril de 2008 a todos los medios, incluidos los privados, para presentar al sargento de segunda Carlos Manuel Carreño Muñoz, a través de un video en el que ese mismo oficial -la manzana de la discordia- sugería vínculos del contrabando de combustible y el narcotráfico con células de la policía regional y el propio Acosta Carlez.
"El Presidente está cegado sobre la conducta de este gobernador, y como se lo dije a mi general Alcalá, si yo tengo que llevarlo a los sitios donde yo se que se encuentran los tentáculos de las mafias, de las drogas, de los contrabandos de este estado, lo voy a hacer", sostuvo el sargento en la grabación.
"Yo tengo conocimiento de las presiones que hizo (Acosta) Carlez para que me mantuvieran retenido", continuó. "Yo sé que el choque que tuve con él fue porque yo era el jefe de seguridad de Pdvsa-Yagua y cuando ocurrió el paro, le descubrí la mafia que tenía con el combustible junto con los Makled".
El impasse
El sargento mayor del Ejército, Carlos Carreño, fue recluido a partir de noviembre de 2007 en la 41 Brigada Blindada, gracias a un beneficio que un tribunal le otorgó luego de que el general Alcalá lo solicitará con el argumento de que corría peligro en cualquier otro penal. Eso no gustó al gobernador.
El toma y dame entre Acosta Carlez y Alcalá Cordones fue a mediados de abril, pero tras bastidores el impasse empezó un par de semanas antes y con el propio Presidente de testigo. Fue Chávez el que notó algo extraño al cerrar elAló Presidente número 308 que dio en Guacara el 30 de marzo de 2008. "¿Cómo es que el gobernador anda por un lado y el comandante de la guarnición por otro?", preguntó.
"'Por la Gobernación yo no tengo ninguna novedad, solo puedo decirle que tiene un delincuente en la Brigada', dijo Acosta Carlez, y Alcalá Cordones respondió: 'Bueno mi Comandante, yo no se si es un delincuente pero lo que sí creo es que no es más hampón que el Gobernador'".
Es una escena que Alcalá Cordones contó al sargento de segunda Carlos Carreño y de la que él se hace eco para insistir en su inocencia. "Si soy culpable debo pagar, pero si soy inocente tengo que ser liberado". Eso dijo en el video que en 2008 difundió Alcalá Cordones y eso repite cinco años después, tras reiterar que está en Ramo Verde por un delito que no cometió. Pregunta, incluso, por qué los autores del crimen ya están libres y él, acusado como cooperador, no ha recibido ninguno de los beneficios que le corresponden desde hace dos años.
La coartada
Carreño dice que en diciembre de 2007 estaba en su casa de Bejuma, en el sector La Lagunita, cuando escuchó un tiroteo entre bandas. La situación se tornó tensa y tras los disparos, llamó a la policía para reportar el asesinato del boxeador David José Paredes, del que la justicia lo acusó como cooperador.
Todo, lo jura, se trata de un complot por las denuncias que formuló mucho antes de que Acosta Carlez saliera por la puerta trasera y reventara la trama del caso Makled. Aun después de ser destituido de Pdvsa-Yagua y hasta preso, envió cartas a la Fiscalía General de la República, la Asamblea Nacional y al Tribunal Supremo de Justicia, a nombre del ex magistrado Eladio Aponte Aponte, para dejar constancia de sus denuncias.
Repite incluso uno de los números telefónicos del palacio de Miraflores, para indicar que fue por allí que dio cuenta de sus denuncias a la funcionaria María Eugenia Castro Egui, cuyo nombre y firma apareció -años después- en una carta que el 22 de enero de 2008 salió del despacho de la Presidencia a la Fundación Makled agradeciendo la promoción de la reforma constitucional.
El revuelo
Ese año los escándalos se residenciaron en Valencia. Como sucede ahora con el avión que esta semana salió cargado de droga desde el aeropuerto de esa ciudad, en marzo de 2008 encontraron más de tres toneladas en un galpón de la zona industrial, ubicado en la prolongación de la avenida Michelena.
Fueron dos cuartos tapiados de cocaína, una noticia que trajo cola aun en esos días de Semana Santa. A partir de allí, las crónicas policiales empezaron a advertir sobre mafias que habían permeado la aduana de Puerto Cabello y el nombre de Walid Makled empezaba a asomarse en los reportes de prensa.
El periodista Orel Sambrano acusó una serie de denuncias que terminaron costándole la vida. "El narcotáfico ha penetrado todos los cuerpos policiales", advirtió el 26 de marzo en el semanario ABC de la semana, en un trabajo que vinculaba a una lista de funcionarios de la Policía de Carabobo con el empresario Walid Makled, quien -entre otros delitos- hoy enfrenta a la justicia por el asesinato del comunicador.
En la misma onda de Sambrano, Clíver Alcalá Cordones entonces habló de comisarios involucrados en la protección de narcotraficantes, a lo que Luis Felipe Acosta Carlez reaccionó diciendo que no le extrañaría la participación de la Fuerza Administrativa Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) con el objetivo de vincular al presidente Hugo Chávez con el tráfico de drogas.
Fue esa una de las últimas veces que se vio a Acosta Carlez con el respaldo del Gobierno y el partido. "Saldrás por la puerta de atrás", le dijo Chávez en junio por televisión tras confirmar que había dado crédito a las denuncias que Alcalá Cordones formuló en su contra.
La defensa de Makled, por el contrario, ha venido insistiendo en otro complot. A contracorriente de la opinión pública, ha sostenido que la fortuna de su cliente salió de las almacenadoras que el propio Gobierno le adjudicó en Puerto Cabello. Incluso, solicitó la participación del general Clíver Alcalá Cordones en el proceso judicial, para que explique por qué en 2008 advirtió sobre narcotraficantes vinculados al puerto de Puerto Cabello.
El general Clíver Alcalá Cordones no fue admitido en la lista de testigos. Tampoco el viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana, Néstor Reverol, el ex presidente del Instituto Nacional de Aviación Civil, Giuseppe Yofreda, y un primo del ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami.
A pesar de que la defensa promovió esos y otros testimonios, el sistema judicial sacó del expediente a todos los nombres asociados directamente con el Gobierno, por considerar que "no son pertinentes ni necesarios para lograr esclarecer los hechos punibles". De Ramo Verde ahora apareció otro testigo. Dice que quiere contar cómo comenzó todo.
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