El carabobeño 13 agosto 2012
Guillermo Mujica sevilla || De Azules y de Brumas
Un hombre que suda sangre (II)
Rosa se le asía al cuello, salpicándolo con su sangre y buscando desarmarlo; pero el bárbaro lograba retirarse y le descargaba otro golpe de machete; hasta treinta; y cuando ya la vio postrada exánime, mutilado aquel rostro que le había inspirado amor frenético y sin brillo en aquellos ojos que antes hicieran sus delicias, pensó en huir, pero ya era tarde.
La vieja tía había alborotado la comarca y apareció con el comisario del lugar y cuatro vecinos armados, que no llegaron a tiempo para evitar el asesinato, pero sí para reducir a prisión al asesino.
A la cárcel de Puerto Cabello fue a dar Eusebio, pero luego se le trasladó a Valencia, lugar de residencia del Tribunal de Provincia, competente para juzgar delito.
Como además de la vindicta pública, que era menester desagraviar, los deudos de Rosa estaban empeñados en el castigo del criminal, el juicio se siguió con rapidez y Eusebio Ladera fue condenado a diez años de presidio cerrado; pero habiendo subido los autos a la Superioridad, uno de los ministros que componían la Corte Superior propuso, y sus otros dos colegas aceptaron, que se llevase al reo al Tribunal para ser interrogado.
Así se hizo, y la sesión fue por demás interesante. Eusebio era presumido: vestía el traje de gente rústica y llevaba camisa blanca y risada en las mangas y en la pechera. Había muchos curiosos, entre algunos de los deudos de Rosa.
Comienza el interrogatorio: el reo no niega, pero pretende atenuar su delito: El ministro de la Justicia apura sus interrogaciones: sus palabras son vibrantes y su lógica abrumadora. El reo no puede resistir ni a la mirada, ni a la palabra del juez, cuando sale con concurso de asistente esta frase:
¡Suda sangre!...
Todas las miradas se, y efectivamente los rizos de la camisa de Eusebio, aparecían teñidos de sangre.
¿Estas clamando justicia!, dicen unos, otros, ¡La sangre lo delata y Dios pide la suya!
Como es de suponerse, aquel signo exterior que ofrecía el reo alarmó a todos los concurrentes, y el presidente hubo de pronunciar estas palabras; continuará el interrogatorio a las 12 del día de mañana.
Al día siguiente estaban plenas de curiosos las salas del Tribunal.
Comienza de nuevo la audiencia, repítense las preguntas, el ministro ahonda con sus palabras de acero al antro del crimen, el reo se conturba, y a poco se repiten las voces del día anterior.
¡Suda sangre, suda sangre! ¡Clama justicia! ¡Pide condenación! ¡Pues que mató, a morir!
Tilín... suena la campanilla que pone término al acto... El reo es llevado de nuevo a su prisión, seguido por una muchedumbre, y se confirma la sentencia de Primera Instancia; no imponiéndose la pena de muerte, vigente entonces, por haberse conceptuado al reo presa de enajenación mental en el acto de su crimen...
¿Sudaba en realidad sangre?
El vulgo lo juraba en aquellos días; pero el carcelero vino a aclarar el sangriento misterio del modo siguiente:
1) Ladera estaba desnudo de la cinta arriba cuando asesinó a Rosa.
2) La sangre de ésta le salpicó el cuerpo: preso en el acto del delito.
3) No tuvo tiempo de lavarse, ni tampoco lo hizo en la cárcel.
4) Al vestirse de limpio para ser llevado al Tribunal transpiraba por la porosidad, la sangre adherida a la epidermis se licuaba, y de aquí el sudor de la sangre.
¡PODER DE MISTERIOS!
Partes del artículo tomado del libro Tradiciones de mi Pueblo. (1961)
El carabobeño13 agosto 2012
OVP denuncia 304 muertos en cárceles venezolanas este año
El Gobierno ha admitido que tiene “un problema” para controlar las prisiones. (Foto El Carabobeño)
EFE
La violencia en los penales de Venezuela se cobró la vida en el primer semestre del año de 304 presos y dejó heridos a otros 527, un repunte de 15 % en relación al mismo período de 2011, denunció este lunes el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
“Esto evidencia que el Estado no salvaguarda la vida de los internos y ni siquiera de sus propios funcionarios, porque este año han matado a los directores de las prisiones de las ciudades de Mérida, Santa Ana y al jefe de Régimen del Internado de Barinas”, dijo en rueda de prensa el director de OVP, Humberto Prado.
Esta instancia, formada por varias organizaciones no gubernamentales (ONG), sostiene que además de los 560 presos muertos y 1.457 heridos que contabilizó durante 2011, las 35 prisiones venezolanas albergan a unos 45.000 internos pese a que su capacidad es de 15.000.
El conflicto más grave de la actualidad persiste en la cárcel de Mérida, dijo al detallar que medio centenar de presos se ha cosido la boca con hilo quirúrgico en protesta, entre otras cosas, por haber sido trasladados desde la cárcel caraqueña El Rodeo III, inaugurada el año pasado y supuestamente considerada por ello “prisión modelo”.
Acompañado de unos dos centenares de personas que dijeron ser familiares de los 650 reclusos de El Rodeo III, Prado denunció que allí y en otras prisiones “se tortura y maltrata y no solo a los presos sino también a sus padres e hijos, porque parece que la política del Estado es aterrorizar para imponer el orden”, remarcó.
La denuncia fue secundada por Carolina Jiménez, quien se presentó como portavoz de los presos del penal reconstruido luego de que hace un año casi un millar de presos armados resistió allí durante un mes un cerco militar sin precedentes de 5.000 soldados para recuperar el control del recinto tras una reyerta que dejó 22 muertos.
El episodio puso al descubierto la situación extrema en las cárceles venezolanas y llevó al Gobierno del presidente Hugo Chávez a crear el Ministerio de Servicios Penitenciarios y nombró como su titular a la ex diputada Iris Varela.
El Gobierno venezolano ha admitido que tiene “un grave problema” para controlar las prisiones por el ingreso de armas y todo tipo de elementos, aunque asegura que está tratando de reestructurar el sistema carcelario.
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