Vivimos una pesadilla pero ya despertamos
ALFREDO FERMÍN
afermin@el-carabobeno.com
Lupita Silva, en Valencia; Olga Gambis, su nombre de pila y el apellido de casada, en el exterior, siente que su país ha vivido una pesadilla de la cual está despertando por el coraje de una nueva generación que cree en la democracia.
Ella misma ha vivido una pesadilla, después de haber vencido un cáncer de seno que rebrotó sus sentimientos de admiración por Venezuela y el afecto por la familia y los amigos que dejó en esta ciudad, cuando era una adolescente.
Es una auténtica venezolana a la que 40 años de ausencia, no le impusieron acento extranjero ni la hicieron olvidar sus raíces. Es una cineasta reconocida, una esposa y madre satisfecha de haber formado con su esposa Alexis Gorodine una familia exitosa sin perder su independencia y su alegría.
Cuando se graduó de bachiller en el Colegio Montessori de Valencia quería estudiar Diplomacia o Estudios Internacionales en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Era un sueño difícil de cumplir. Pero un día se le ocurrió proponerle a sus padres, el doctor José Manuel Silva Bravo y Olga Cisneros de Silva, que la enviaran a pasarse una temporada con su madrina Aída Larroque, que vivía en Granada.
La complacieron, pero no le gustó mucho el ambiente que encontró en aquella ciudad de España porque era un hogar en el que se admiraba a Francisco Franco y a otros dictadores fascistas.
Sin embargo, se hizo amiga del hijo de su madrina, Michel Larroque, que estudiaba Medicina y atendía a los gitanos en el barrio granadino de Albaicin, a donde ella también iba como ayudante del futuro médico.
Un malentendido fue la mejor excusa para irse de la casa. Decidió, en silencio, convivir con los gitanos que la recibieron como a una de las suyas. Le enseñaron el cante jondo, a leer las cartas y la mano para que participara en los espectáculos y contribuyera con su manutención.
Después de un mes, invitada por un amigo se fue a Caen, en Normandía, donde se inscribió en un curso de francés. Cuando los padres supieron que estaba en aquella ciudad francesa se fueron hasta allá. La encontraron en un pabellón de menores pero no se quiso venir.
Se quedó con la condición de seguir estudios en la universidad de Aix en Provence. Allí estudió dos años de Sociología. Después se fue a París donde obtuvo la licenciatura y maestría en la Universidad de Nanterre y en Vincennes, donde daban clases profesores que después fueron celebridades en Europa. En el Instituto Latinoamericano siguió un doctorado con Alain Turraine, sociólogo de referencia mundial, sobre Sociología Cultural.
Su rendimiento estudiantil fue suficiente para que Alejandro Izaguirre, amigo de su familia, le consiguiera una beca del ministerio de Educación y su padre la ayudaba, aunque después consideraba que no era necesario porque consiguió un trabajo en la embajada de Venezuela en Francia, en la Agregaduría Militar.
Vida de artista
En ese tiempo conoció a Alexis Gorodine, magnífico pintor, con el cual se casó tras lo cual decidieron venir a Venezuela para que él conociera la cultura de nuestro país y aprendiera español. Se instalaron en una casita rural de Montalbán a la que pusieron el nombre de “Los Corotos”. Vinieron con Lancelot, el hijo mayor de Alexis que tenía ocho años. En agosto de 1977 nació su primera hija Maia. Durante un año vivieron de la venta de naranjas y de algún cheque que les llegaba de una galería de Francia.
Lupita consiguió un trabajo en la Radio Nacional para escribir guiones de biografías de personajes ilustres, entre ellos Lou Andrea Salomé, Virginia Woolf, Rosa de Luxemburgo. Después se mudaron a Caracas y alquilaron la parte alta de una quinta en Los Chorros. Alexis
consiguió un contrato con la Galería Mendoza y Lupita ingresó como profesora a la Escuela de Educación de la Universidad Central. Lancelot, quien a pesar de las limitaciones del idioma aprobó sus exámenes con notas excelentes en la escuela de Montalbán, fue inscrito en el Colegio Francia. “En la UCV, donde trabajé cuatro años, obtuve una rica experiencia para el descubrimiento de mi país que había dejado a los 17 años. Yo daba clases de Desarrollo Económico en cursos a distancia de Estudios Universitarios Supervisados.
Pasión por la imagen
"Disfrutaba mi trabajo, pero mi sueño era escribir guiones y hacer cine".
Sin pensarlo mucho decidieron mudarse a Nueva York para estudiar en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York. La admisión era sumamente difícil, tomando en cuenta que de ese centros de altos estudios egresaron cineastas como Martin Scorsese, Oliver Stone y Jim Jarmusch. Además había muchos aspirantes.
“Estando de reposo prenatal en París, a donde fui a dar a luz a Alexis, mi hijo menor, me dieron la noticia de que me habían aceptado en la Universidad de Nueva York. Con ese aval logré una beca Gran Mariscal de Ayacucho. En Nueva York vivimos diez años.
“Me aterrorizaba vivir en Manhattan en un alto rascacielos con 3 niños pequeños. Quería que mis hijos crecieran en un barrio como Park Slope tranquilo, residencial, lleno de arboles, con buenas escuelas y poblado de casas de ladrillos rojos y blancos, de estilo victoriano.
"Los alquileres eran demasiado altos. Pero, por una casualidad increíble y providencial, Alexis se encontró, en una inmobiliaria con el escritor Piri Thomas, autor del bestseller Por estas calles bravas, quien había decidido residenciarse en su país, Puerto Rico.
"La casa de estilo victoriano estaba completamente equipada. Poseía una biblioteca inmensa y los clósets y gavetas estaban repletos de enseres personales y de ropa.
"Al propietario no le importaba el dinero sino quienes iban a vivir en su hogar y nos lo alquiló por una suma simbólica, considerando que éramos una bella familia de artistas, con tres niños que llenarían su casa de energía . Piri y su esposa Betty, con quienes hicimos una entrañable amistad, jamás regresaron a vivir en su casa. Ella murió de cáncer en 1987. La casa fue vendida y nos mudamos a un apartamento hasta 1992, cuando regresamos a París
Nuestra estadía en Nueva York nos marcó, especialmente a mis hijos. Recuerdo esa época como una de las más felices de mi vida... Ese sentimiento tiene que ver con el haber comenzado a hacer cine, pero también con nuestra calidad de vida”.
EL PODER DEL AFECTO
-Cuando uno vive fuera, en realidades muy distintas, acostumbrado a ir y venir por las calles sin el miedo paranoico de que te pueden matar, necesitas un tiempo de adaptación psicológica al entorno.
Lo que caracteriza a una democracia, más allá del acto electoral, es la separación efectiva de poderes, la existencia de un Estado de Derecho, el respeto por la disidencia política, el tratamiento equitativo para todos los ciudadanos ante la ley, el respeto a la Constitución, la rendición de cuentas y la transparencia en el manejo de los bienes públicos. En Venezuela no se respeta ni se aplica nada de esto.
Con su esposo Alexis, Lupita vive en París. Sus hijos Lancelot y Alexis se quedaron en Nueva York y Maí prefirió residenciarse en Quito, donde acaban de tener un hijo al que han bautizado Baltasar. En la capital ecuatoriana regentan un museo para los niños.
Sus cortos y documentales han sido premiados y aplaudidos por la crítica especializada.Actualmente trabaja en divulgación cultural a través de la imagen con municipalidades francesas y tiene un proyecto para filmar un largometraje de ficción.
Hace dos años, estando en Valencia, se tocó una dureza en un seno, por lo cual le consultó a su amigo El Chino Guerra, quien le diagnosticó cáncer.
-El cáncer marcó mi vida porque no me lo esperaba y me operaron con éxito. Fue una experiencia traumática. Es un accidente que si no te mata te enriquece, en el sentido de que revalorizas lo afectivo.
Tuve un tiempo en que me sentía alejada de Valencia. Mis amigas se casaron todas, no tienen las mismas inquietudes que yo, casada con un artista, con estudios de Sociología y Cinematografía. Me parecía que no tenía mucho que compartir.
Pero después de esta experiencia hubo una revalorización de lo afectivo con mi familia, mis amigos y con Venezuela. .
Hace poco me operaron en París para la reconstrucción del seno y encontraron todo satisfactorio. Voy a escribir toda esta experiencia. Cuando descubres tu naturaleza mortal; cuando descubres que la vida es hoy porque mañana no se sabe, hay sufrimiento, hay miedo, pero hay un gran enriquecimiento humano. He despertado a una espiritualidad, pero también tengo un interés muy grande por el país. Estamos viviendo un momento muy importante, esto es una pesadilla que nos ha hecho reflexionar y pienso que, en Venezuela, a pesar de todo, hay una generación de relevo que impondrá lo nuevo. No sé en cuánto tiempo, pero se está gestando.
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