El Carabobeño 26 agosto 2012
César Sosa Marvez || Bogavante
La valenciana Acta de la Independencia
Nuestra Valencia, la del “Cabriales”, capital de nuestro estado Carabobo, y en tres ocasiones de Venezuela, es una ciudad de aquilatados, acendrados, acrisolados méritos a la que no se ha valorado en la dimensión que merece, a la que en justicia tiene sobrado derecho. No hay en estas breves líneas espacio suficiente para mencionarlos todos, solo nos referiremos hoy a un hecho que bastaría para reconocer esas cualidades que siempre se han negado a esta procera urbe cuna de hombres y mujeres de gran valía y ese hecho es el que por muchos años, con suficiente celo, supo ser albacea, guardián, del acta del 5 de julio de 1811 que contiene la Declaración de esta ignorada, preterida colonia del Imperio español, según la cual se declaraba independiente de la dictadura borbónica, que no del pueblo español, del cual continuaba, y continúa aún, hermanada.
He aquí los hechos: ese documento fundamental de nuestra nacionalidad se extravió por varios años; quizás por el hecho de que Valencia fue la capital de Venezuela -como dijimos ante - en tres ocasiones, ese trascendental texto de nuestra historia se trasladó a esta ciudad y aquí permaneció ignorado por mucho tiempo.
El historiador y abogado valenciano Francisco González Guinán tuvo noticia de que en esta ciudad existía un libro de actas manuscrito del Congreso Constituyente de los años 1811-1812, que contenía aquellos textos relativos al periodo del 25 de junio al 24 de diciembre de 1811. Según narra el historiador Ramón Díaz Sánchez, Ricardo Smith, vecino de Valencia, comunicó a González Guinán, que el referido libro se encontraba en la casa de la señora Josefina Gutiérrez de Navas Spínola. Informado el Gobierno Nacional de entonces del trascendental hallazgo, lo comunicó a la Academia Nacional de la Historia, quien reconoció la autenticidad del documento. Un decreto del Presidente de la República, de fecha 1º de enero de 1910, dispuso colocar el invalorable legajo en el Salón Elíptico del llamado Palacio Federal de Caracas, acto ceremonial que tuvo lugar el 5 de julio de 1911, cuando se cumplía el primer centenario del memorable acontecimiento.
Como vemos, aquí en nuestra ínclita ciudad, víctima de insultos, de calumnias y de otros denuestos por parte de quienes se autodenominan “representantes del pueblo”, y desdicen, vituperan de esta egregia comunidad, la que cuando vivía en una pobreza peor de la que hoy padece, supo soportar con dignidad aquellos días cuando este país aún no era el “nuevo rico” que comenzó a ser con la aparición del petróleo que ha servido para que “alguien” regale lo que no le pertenece, quien con “el puño cerrado” pretende encontrar “manos abiertas” en todos los que cansados de sus largas y vacías peroratas han visto cómo se ha atrevido a ofender a nuestro héroe nacional, José Antonio Páez, porque Bolívar es el “héroe continental”, a quien pretende emular sin conseguirlo y en quien se afinca, por solo apariencia, por solo teatro, y a quien pretende hacer su símbolo, paradójicamente, pues Bolívar era el representante más conspicuo de la “oligarquía” de entonces, y de la mal llamada “burguesía”. Debería escoger a Boves, mas no al Libertador, lo que hace por conveniencia política solamente. Para concluir, repetimos hoy lo que hemos dicho en anterior ocasión: Si a la Valencia de España los romanos le dieron ese nombre por valiente, también la nuestra lo merece y por muchas razones. Basta leer la Historia Patria.
Otrosi: No sería extraño que, ante el triunfo de Capriles en las elecciones del 7 de octubre, la “domesticada” Asamblea Nacional, cuya burda “mayoría” fue ilegalmente adquirida mediante los trucos a los que este régimen nos tiene habituados, extienda el plazo para la entrega del poder al año siguiente y no a la fecha cuando deba hacerlo conforme a la Ley Electoral. No olvidemos la “jugarreta” que le hicieron a Antonio Ledezma cuando ganó la Alcaldía Metropolitana de Caracas.
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