Tomado de "El Carabobeño 24 febrero 2014
de la columna Francisco M. Pérez || En Secreto
efeemeperez@yahoo.com
DICHO Y HECHO. El operativo de limpieza de la ciudad que ayer encabezó el alcalde Cocchiola se encontró, lamentablemente, con un serio escollo mientras se cumplía en los alrededores de Patio Trigal, cuando un grupo de vecinos se dio cuenta de que allí se encontraba el burgomaestre de Valencia, efectivamente inspeccionado el retiro de escombros de las manifestaciones, e inmediatamente lo rodearon y le pidieron que dejara eso así. Mientras desde los edificios adyacentes se hacían sonar las cacerolas, a Miguel Cocchiola le gritaban hasta de lo que se iba a morir, incluyendo acusaciones de que era un aliado de Ameliach. Sin poder convencer a los manifestantes optó por subir a su vehículo y alejarse del lugar.
Hablando, la gente se entiende!
Esta escena seguramente no se habría dado, de haber ocurrido después del 12-F. El ingeniero Saúl Ameliach, hijo adoptivo de Chávez, y el doctor Gustavo Sosa Izaguirre, hijo legítimo de Gustavo Sosa Vallenilla, tras un cruce frontal de palabras y miradas, al final terminaron abrazados como dos ciudadanos civilizados, nacidos y criados en un mismo terruño. Todo ocurrió en el salón-auditorio “Luis Núñez Pérez” de la Cámara de Industriales de Carabobo, en una de las jornadas de las que se han dado en la ciudad del Cabriales, promovidas por el gobierno para hablar de las supuestas bondades de la llamada Autoridad Única de la Zona Sur, en cuyo cenáculo el presidente de la Cámara de Comercio fustigó en su condición de tal, pero sobre todo como abogado constitucionalista, profesor de la UC, los decretos del presidente Maduro con los que, aparentemente, se le estarían cercenando derechos y bienes patrimoniales a la Valencia del Rey, la misma que ahora parece ser de Cocchiola, después de haber pasado un buen rato por las manos de Edgardo Parra. Lo efectivamente real y cierto es que Sosa Izaguirre, con la mayor vehemencia hizo una apasionada defensa de la ciudad que lo vio nacer y crecer y que, a su juicio y entender, estaría ahora atacada sin piedad ni consideración. Saúl, el hermano del gobernador Ameliach, pacientemente dejó que su coterráneo descargara con la mayor furia, sutileza y fina oratoria, toda su ira contra el régimen, para luego recogerlo y sorprenderlo con la presentación del proyecto “Ciudad Chávez”, que a decir verdad, todavía no tiene urbanísticamente nada de lo primero, aunque sí, por ambicioso y populista, bastante de lo segundo. El dirigente empresarial persuadido, que no convencido, esperó el momento de las salutaciones al terminar el acto, y sin reservas se le acercó al flamante presidente de Pequiven, que igual está investido con la responsabilidad de Autoridad Única, y con un apretón de manos que inmediatamente pasó a un fuerte abrazo, acabó con las asperezas, para que la corriente rauda siguiera aguas abajo sobre la extensa superficie de tierra baldía, en donde se concibe el sueño del Siglo XXI, entre trasnochos y pesadillas, y lejos, muy lejos, del nuevo amanecer.
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