Una refugiada wayúu protagoniza una de las joyas en Mérida
Patricia Ortega | Cortesía Cinemapress
En su ópera prima, la directora maracucha Patricia Ortega debió decidir cuánto mostrar de una masacre real documentada por la Acnur
Shüliwala tiene 10 años de edad, juega con su perra Jakay y la muñeca de barro que le regaló su abuela, en medio de un universo amarillo donde se yuxtaponen la tierra agrietada, el agua salobre y el cielo saturado de luz. Sin embargo, la sorprende su primera menstruación y, como dicta la tradición wayúu, su madre le corta el cabello y la separa de todos sus objetos de niña. Inmediatamente sobreviene una prueba mucho peor: el exterminio y la humillación de los suyos.
El regreso, una de las joyas del IX Festival de Cine Venezolano de Mérida (si bien se exhibió fuera de concurso, justo en la semana del Día Mundial de los Refugiados, que se conmemora hoy), está basada en una masacre de 2004 cometida por paramilitares y documentada por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados en Bahía Portete, del lado colombiano de la península guajira.
“No lo podía poner todo bonitico, sólo para que algunos espectadores no se sintieran mal. Sí quiero que se sientan mal, porque esto sucedió de verdad. Pero si hubiera recreado todo lo que me hizo llorar cuando leí el informe de la Acnur, sería una película de terror”, cuenta sobre su dilema la joven directora Patricia Ortega, que a pesar de ser una de esas maracuchas de piel blanquísima y lucir un cabello corto y rojo, tiene primos lejanos del clan wayúu epiayú por su rama materna. “Tenía necesidad de mostrar y denunciar, porque no es lo mismo que te maten de un tiro a que te violen delante de tu esposo o que descuarticen tu cadáver para humillarte como pueblo. La gente sentirá entonces 2% del horror que ocurrió”. Laureano Olivares, el líder de los paramilitares asesinos, es la cara más conocida del reparto.
Inspiración persa. El regreso, que se estrena en salas de todo el país el 23 de agosto, tiene varias atmósferas como película: una introducción sobre la cotidianidad insolada de los wayúu que remite al cine étnico clásico y que, según la comunicadora social egresada de la Universidad del Zulia, está inspirada en filmes iraníes como Las tortugas también vuelan y Perros callejeros. Luego, la masacre. Y la llegada de Shüliwala (la actriz Daniela González, seleccionada entre más de 300 niñas de la etnia) a Maracaibo, en la que Ortega hace la transición de los espacios abiertos de la Guajira al hacinamiento urbano.
“Quería esa sustancia iraní que reúne cierta alma de película documental junto con el énfasis en la relación de los personajes con el paisaje”, dice la directora sobre sus influencias. Aunque El regreso no tiene diálogos en persa, sino en lengua wayuunaiki subtitulada en español.
Filmada cerca de una planta camaronera abandonada en la playa zuliana de Oribor, la película no se había terminado y ya recibía premios internacionales, como el Global Films 2012, a cuyo jurado se envió un adelanto de 20 minutos. Las expectativas son ambiciosas yEl regreso, fotografiada por Mauricio Siso y musicalizada por Javier Pedraja, ha sido postulada a festivales clase “A” como Cannes y Venecia. Mientras aguarda un correo electrónico con estupendas noticias, Ortega tiene tiempo para ir armando su próximo proyecto cinematográfico, del que por ahora sólo tiene definido el tema: la transexualidad.
El regreso
Drama. Venezuela, 2013
Directora y escritora: Patricia Ortega
Reparto: Daniela González, Sofía Espinoza, Laureano Olivares
Estreno nacional: 23 de agosto
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