Lectura Tangente
Notitarde 15/06/2013 Cuando el terror afecta a los poderosos
- Antonio Sánchez García (Notitarde / )
Antonio Sánchez García
1
Que la huelga de hambre sea una de las medidas más extremas del derecho a la protesta, visto el fracaso de las habituales formas de reclamo consideradas en los derechos ciudadanos, lo hemos vuelto a saber en Venezuela desde que Hugo Chávez promulgase “la mejor Constitución del mundo”. Cuyas ordenanzas, más que leyes, usadas según capricho cuartelero a favor de unos y en desmedro de otros con una perversidad y una crueldad solo practicada en regímenes totalitarios, han dado lugar a lo que se convirtiera en norma republicana desde que José Tadeo Monagas nos explicase que las constituciones sirven para todo. Menos para vertebrar a nuestras sociedades. En estos tiempos de escasez y penurias, incluso para higienes non sanctas. Lo que nos ha llevado al extremo de haber tenido más constituciones que gobiernos.
Tras dieciséis días en huelga de hambre, el ex oficial de las Fanb, Antonio Rivero, encarcelado por la irracionalidad torturante del régimen, logró sus objetivos: Ser puesto en libertad. Franklin Brito, el agricultor venezolano enfrentado en solitario al poder omnímodo de la dictadura chavista, no logró el suyo: La devolución de sus tierras. Y atropellado en todos sus derechos con una maldad y una ferocidad implacable, terminó su vida en una cama del Hospital Militar. Inducido expresamente a la muerte por la porfía despótica de Hugo Chávez y sus esbirros. Un caso de brutalidad política y judicial que manchará para siempre la historia de un país que una vez creyera en la majestad del Derecho.
Vuelve la huelga de hambre a ponerse a la orden del día, como lo demuestran la múltiples protestas de esa naturaleza que llevan adelante jóvenes estudiantes universitarios a lo largo y ancho del país. Y es sabido: Cuando el descontento hinca sus colmillos en la joven carne de las élites intelectuales de nuestra juventud, el poder debiera verse obligado a poner sus bardas en remojo. Como dice la bella balada de Bob Dylan, una de las mejores expresiones del descontento juvenil norteamericano en los tiempos de la lucha por la paz y contra la guerra de Vietnam: “times are in changing”.
Que la huelga de hambre sea una de las medidas más extremas del derecho a la protesta, visto el fracaso de las habituales formas de reclamo consideradas en los derechos ciudadanos, lo hemos vuelto a saber en Venezuela desde que Hugo Chávez promulgase “la mejor Constitución del mundo”. Cuyas ordenanzas, más que leyes, usadas según capricho cuartelero a favor de unos y en desmedro de otros con una perversidad y una crueldad solo practicada en regímenes totalitarios, han dado lugar a lo que se convirtiera en norma republicana desde que José Tadeo Monagas nos explicase que las constituciones sirven para todo. Menos para vertebrar a nuestras sociedades. En estos tiempos de escasez y penurias, incluso para higienes non sanctas. Lo que nos ha llevado al extremo de haber tenido más constituciones que gobiernos.
Tras dieciséis días en huelga de hambre, el ex oficial de las Fanb, Antonio Rivero, encarcelado por la irracionalidad torturante del régimen, logró sus objetivos: Ser puesto en libertad. Franklin Brito, el agricultor venezolano enfrentado en solitario al poder omnímodo de la dictadura chavista, no logró el suyo: La devolución de sus tierras. Y atropellado en todos sus derechos con una maldad y una ferocidad implacable, terminó su vida en una cama del Hospital Militar. Inducido expresamente a la muerte por la porfía despótica de Hugo Chávez y sus esbirros. Un caso de brutalidad política y judicial que manchará para siempre la historia de un país que una vez creyera en la majestad del Derecho.
Vuelve la huelga de hambre a ponerse a la orden del día, como lo demuestran la múltiples protestas de esa naturaleza que llevan adelante jóvenes estudiantes universitarios a lo largo y ancho del país. Y es sabido: Cuando el descontento hinca sus colmillos en la joven carne de las élites intelectuales de nuestra juventud, el poder debiera verse obligado a poner sus bardas en remojo. Como dice la bella balada de Bob Dylan, una de las mejores expresiones del descontento juvenil norteamericano en los tiempos de la lucha por la paz y contra la guerra de Vietnam: “times are in changing”.
The Times they are a Changin' - Bob Dylan - YouTube
www.youtube.com/watch?v=sbMlHGEICuY
03/11/2012 - Subido por Denia VegaThe Times they are a Changin' - Bob Dylan ... This was made for an English poem project, I see Bob ...
2
El turno a este desesperado ejercicio de protesta se ve obligado a asumirlo en conciencia esta vez el periodista Leocenis García, tras el logro de un objetivo de decencia pública y contra una imposición declarada de primera necesidad por el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro: Aplastar los medios audiovisuales de la oposición y lograr el control totalitario de todos los medios de comunicación realmente masivos. Sigue la vieja conseja de los enemigos de la verdad: Ojos que no ven, corazón que no siente.
Poco le importan al Gobierno todas las expresiones de solidaridad que ha recibido el editor del semanario Sexto Poder, desde la mediación de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, a la expresión de protesta de la Asociación Internacional de Radiodifusión, AIR, y la solidaridad militante de los medios de comunicación aún independientes de los países de la región con Leocenis García y su lucha a favor de la plena y total libertad de expresión. Pues el atropello autocrático del Gobierno venezolano contra los medios y todas las formas de libertad no son una circunstancia aislada que no corresponda a una política sistemática de asalto al Poder. En la misma dirección del régimen venezolano marcha el gobierno de Cristina Kirchner y todos los subsidiarios del Foro de Sao Paulo, como lo vemos a diario en Argentina, en Bolivia, en Ecuador: Estrangular la libertad de expresión e instaurar un control total sobre lo que la ciudadanía debe o no debe saber. Una pesadilla orwelliana con un remitente de todos conocido: El llamado Foro de Sao Paulo. Que sigue al pie de la letra las normas instauradas por el castro comunismo: Impedir la información o manipularla a su antojo.
La extrema gravedad que actualiza y renueva la persecución a Leocenis García tiene que ver con el atropello sistemático y creciente a las tradiciones liberales de las sociedades latinoamericanas, que la victoria de Hugo Chávez en 1998 y su alianza con el castrismo para promover la desestabilización de la institucionalidad democrática en todo el continente volvieran a poner a la orden del día. Que el mismo país que enfrentara los terribles efectos de la dictadura militar argentina e iniciara un sólido proceso de redemocratización asista al despotismo de la monarquía kirchneriana pretendiendo el acorralamiento y represión de medios emblemáticos, ahora desde la izquierda peronista, debiera causar consternación en la comunidad de naciones suramericanas. Un retroceso notable tras los esfuerzos democratizadores que dieran al traste con las dictaduras militares de los años 70/80 y que se verifica incluso en un país de tan sólida institucionalidad como Chile, en donde tras el desesperado afán de la izquierda por hacerse con el Poder, la ex presidente Michelle Bachelet promueve una suerte de chavismo a la chilena. Sin la más mínima consideración a los desastres causados por el chavismo en Venezuela.
3
Nada más grave y amenazante para nuestro futuro que el desprecio a la estabilidad institucional que la malversación de las leyes puestas al servicio del Poder ponen de manifiesto. El atrabiliario uso de la ley, en el caso del periodista Leocenis García, como en el de todos los que atañen a los medios censurados, cerrados, expropiados o comprados por el gobierno de Hugo Chávez como en éste que se pretende su herencia es paradigmático para poner de manifiesto el deplorable estado de las libertades públicas en Venezuela. Y el grave peligro que acecha a todos los países de la región. De entre esos males, posiblemente el más aberrante sea la conversión de la justicia y la ley en instrumentos de sometimiento y persecución de la oposición democrática y de todo aquel que no comulgue con las determinaciones de sus administradores. Un caso que no tiene otro paradigma que la llamada Justicia del Horror de los jueces del nacional socialismo germano. Frente al que solo cabe recordar la dramática conminación de la Torá: Pobre de aquella generación cuyos jueces deberán ser juzgados.
Pues ni siquiera se trata, como fuera moneda corriente entre caudillos autocráticos del siglo pasado, del doble rasero en el uso y aplicación de la ley. Benito Juárez solía decir: “Para mis camaradas habrá amnistías, para mis enemigos, todo el peso de la ley”. El general Plutarco Elías Calles habría expresado, por su parte, la siguiente perla: “Todo el apoyo y la comprensión a mis amigos y todo el peso de la ley a mis enemigos”. Del dictador Manuel Prado, del Perú se suele citar otra sentencia del mismo tenor: “A mis amigos la justicia, a mis enemigos el peso de la ley”. Mucho peor que la acomodaticia aplicación de la ley, es su brutal inobservancia: En todos esos casos de aberrante aplicación de la justicia no se trata tanto de burlar la ley, como de eximir a algunos de su peso mientras se le hace recaer todo el suyo a enemigos y adversarios.
En el caso del despótico sistema autocrático venezolano, hoy definitivamente a la deriva, resquebrajado y en un inevitable proceso de erosión y desmoronamiento, se trata en cambio no de la arbitraria aplicación de la norma, sino de burlarla, de violarla a destajo, de manera pública y notoria. Los dos casos más recientes, la compra venta de Globovisión y la Cadena Capriles, violan expresamente la prohibición legal de intervenir en actividades de naturaleza comunicacional a empresas y empresarios vinculados al negocio de las finanzas y las aseguradoras.
Llevado por la imperiosa necesidad de carenar los innumerables forados que gangrenan la frágil estructura del Estado, hoy a la deriva, se produce una retirada de la forajida voluntad de apoderarse de los medios a mano armada, como sucediera con Rctv y el Circuito Belfort, recurriéndose en cambio al uso de mercachifles de muy cuestionada moralidad empresarial enriquecidos a la sombra de muy dudosas operaciones cambiarias y otras prácticas muy alejadas de una sana moral pública.
A tal grado llega el terror de quienes usurpan el poder ante la práctica eventualidad de verse arrastrados a las cloacas de la historia –como inevitablemente sucederá– que utilizando todo el peso de la ilegitimidad y el pervertido sentido de las instituciones del Estado las embisten contra un periodista solitario, sin otro poder que su coraje y su talento para poner en acción proyectos periodísticos exitosos. La sola idea de verlo al frente de un pequeño canal de televisión alternativo –ante el repliegue de los que nos acompañaran con sangre, sudor y lágrimas durante estos catorce años de pesadilla, y la autocastración informativa de los que dominan y controlan la audiencia para mantener la catalepsia de sectores masivos– ha desatado las iras y las angustias de un poder que ve desmoronarse sus pies de barro.
Tiempo perdido. La voluntad transformadora de la historia no se distrae con triquiñuelas circenses ni espantajos ilusorios. El día de la Libertad se aproxima.
El nacional 12 DE JUNIO 2013 - 12:01 A
El turno a este desesperado ejercicio de protesta se ve obligado a asumirlo en conciencia esta vez el periodista Leocenis García, tras el logro de un objetivo de decencia pública y contra una imposición declarada de primera necesidad por el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro: Aplastar los medios audiovisuales de la oposición y lograr el control totalitario de todos los medios de comunicación realmente masivos. Sigue la vieja conseja de los enemigos de la verdad: Ojos que no ven, corazón que no siente.
Poco le importan al Gobierno todas las expresiones de solidaridad que ha recibido el editor del semanario Sexto Poder, desde la mediación de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, a la expresión de protesta de la Asociación Internacional de Radiodifusión, AIR, y la solidaridad militante de los medios de comunicación aún independientes de los países de la región con Leocenis García y su lucha a favor de la plena y total libertad de expresión. Pues el atropello autocrático del Gobierno venezolano contra los medios y todas las formas de libertad no son una circunstancia aislada que no corresponda a una política sistemática de asalto al Poder. En la misma dirección del régimen venezolano marcha el gobierno de Cristina Kirchner y todos los subsidiarios del Foro de Sao Paulo, como lo vemos a diario en Argentina, en Bolivia, en Ecuador: Estrangular la libertad de expresión e instaurar un control total sobre lo que la ciudadanía debe o no debe saber. Una pesadilla orwelliana con un remitente de todos conocido: El llamado Foro de Sao Paulo. Que sigue al pie de la letra las normas instauradas por el castro comunismo: Impedir la información o manipularla a su antojo.
La extrema gravedad que actualiza y renueva la persecución a Leocenis García tiene que ver con el atropello sistemático y creciente a las tradiciones liberales de las sociedades latinoamericanas, que la victoria de Hugo Chávez en 1998 y su alianza con el castrismo para promover la desestabilización de la institucionalidad democrática en todo el continente volvieran a poner a la orden del día. Que el mismo país que enfrentara los terribles efectos de la dictadura militar argentina e iniciara un sólido proceso de redemocratización asista al despotismo de la monarquía kirchneriana pretendiendo el acorralamiento y represión de medios emblemáticos, ahora desde la izquierda peronista, debiera causar consternación en la comunidad de naciones suramericanas. Un retroceso notable tras los esfuerzos democratizadores que dieran al traste con las dictaduras militares de los años 70/80 y que se verifica incluso en un país de tan sólida institucionalidad como Chile, en donde tras el desesperado afán de la izquierda por hacerse con el Poder, la ex presidente Michelle Bachelet promueve una suerte de chavismo a la chilena. Sin la más mínima consideración a los desastres causados por el chavismo en Venezuela.
3
Nada más grave y amenazante para nuestro futuro que el desprecio a la estabilidad institucional que la malversación de las leyes puestas al servicio del Poder ponen de manifiesto. El atrabiliario uso de la ley, en el caso del periodista Leocenis García, como en el de todos los que atañen a los medios censurados, cerrados, expropiados o comprados por el gobierno de Hugo Chávez como en éste que se pretende su herencia es paradigmático para poner de manifiesto el deplorable estado de las libertades públicas en Venezuela. Y el grave peligro que acecha a todos los países de la región. De entre esos males, posiblemente el más aberrante sea la conversión de la justicia y la ley en instrumentos de sometimiento y persecución de la oposición democrática y de todo aquel que no comulgue con las determinaciones de sus administradores. Un caso que no tiene otro paradigma que la llamada Justicia del Horror de los jueces del nacional socialismo germano. Frente al que solo cabe recordar la dramática conminación de la Torá: Pobre de aquella generación cuyos jueces deberán ser juzgados.
Pues ni siquiera se trata, como fuera moneda corriente entre caudillos autocráticos del siglo pasado, del doble rasero en el uso y aplicación de la ley. Benito Juárez solía decir: “Para mis camaradas habrá amnistías, para mis enemigos, todo el peso de la ley”. El general Plutarco Elías Calles habría expresado, por su parte, la siguiente perla: “Todo el apoyo y la comprensión a mis amigos y todo el peso de la ley a mis enemigos”. Del dictador Manuel Prado, del Perú se suele citar otra sentencia del mismo tenor: “A mis amigos la justicia, a mis enemigos el peso de la ley”. Mucho peor que la acomodaticia aplicación de la ley, es su brutal inobservancia: En todos esos casos de aberrante aplicación de la justicia no se trata tanto de burlar la ley, como de eximir a algunos de su peso mientras se le hace recaer todo el suyo a enemigos y adversarios.
En el caso del despótico sistema autocrático venezolano, hoy definitivamente a la deriva, resquebrajado y en un inevitable proceso de erosión y desmoronamiento, se trata en cambio no de la arbitraria aplicación de la norma, sino de burlarla, de violarla a destajo, de manera pública y notoria. Los dos casos más recientes, la compra venta de Globovisión y la Cadena Capriles, violan expresamente la prohibición legal de intervenir en actividades de naturaleza comunicacional a empresas y empresarios vinculados al negocio de las finanzas y las aseguradoras.
Llevado por la imperiosa necesidad de carenar los innumerables forados que gangrenan la frágil estructura del Estado, hoy a la deriva, se produce una retirada de la forajida voluntad de apoderarse de los medios a mano armada, como sucediera con Rctv y el Circuito Belfort, recurriéndose en cambio al uso de mercachifles de muy cuestionada moralidad empresarial enriquecidos a la sombra de muy dudosas operaciones cambiarias y otras prácticas muy alejadas de una sana moral pública.
A tal grado llega el terror de quienes usurpan el poder ante la práctica eventualidad de verse arrastrados a las cloacas de la historia –como inevitablemente sucederá– que utilizando todo el peso de la ilegitimidad y el pervertido sentido de las instituciones del Estado las embisten contra un periodista solitario, sin otro poder que su coraje y su talento para poner en acción proyectos periodísticos exitosos. La sola idea de verlo al frente de un pequeño canal de televisión alternativo –ante el repliegue de los que nos acompañaran con sangre, sudor y lágrimas durante estos catorce años de pesadilla, y la autocastración informativa de los que dominan y controlan la audiencia para mantener la catalepsia de sectores masivos– ha desatado las iras y las angustias de un poder que ve desmoronarse sus pies de barro.
Tiempo perdido. La voluntad transformadora de la historia no se distrae con triquiñuelas circenses ni espantajos ilusorios. El día de la Libertad se aproxima.
El racismo en Maracaibo atacó a Carl Herrera
El técnico aseguró que denunciará a la organización Gaiteros del Zulia ante el Ministerio del Deporte
Un grupo de aficionados asistió el lunes al Pedro Elías Belisario Aponte de Maracaibo con la intención de amargarle la noche a Carl Herrera, cometido que lograron. Lo hicieron, a juicio de Herrera, de la manera más vil y cobarde, con consignas y utilizando objetos para discriminarlo.
Contó el técnico de Gigantes de Guayana que el grupo se sentó detrás de la banca de su escuadra y no descansaron en todo el partido. Uno de ellos tenía en sus manos un racimo de cambures con una máscara de Gorila, acompañado por una pancarta que tenía dedicatoria: “Con amor para Carl”, claros gestos en contra de la piel negra del ex jugador.
“Estoy cansado de este tipo de cosas. La liga no se si tomará cartas en el asuntos. Yo no soy ningún payaso ni ningún animal. Hay que ver como estamos como sociedad que hasta tenemos racismo”, lamentó por teléfono el ex NBA.
Herrera también denunció que el grupo de inadaptados se metió con su familia. “Se metieron con mi señora. Ella estaba detrás de la banca y le decían de todo. Yo no voy al escenario de trabajo a meterme con nadie”, denunció el estratega.
No es el primer incidente que tiene el técnico de Gigantes esta temporada en Maracaibo. En un encuentro de la ronda regular, se armó un altercado en el pasillo que da hacia los camerinos del escenario entre representantes de ambas divisas.
Ese día, el técnico de Gaiteros, Tony Ruiz, acusó que Herrera escondía un arma en el camerino visitante y también que fue golpeado por Derwin Ramírez, jugador de Guayana. “Ese señor me acusó de tener un arma sin tener pruebas y todavía no las he visto”, dijo el entrenador.
Herrera sostiene que no es algo nuevo el trato que recibe de la afición zuliana. “No es la primera vez. Cuando era asistente de La Guaira me amenazaron unos aficionados con que me iban a pegar unos tiros”.
El estratega plantea como solución que se multe al equipo de casa, Gaiteros, con un juego a puerta cerrada, que a su juicio escarmentaría a la afición y evitaría que el racismo haga parte del baloncesto venezolano.
Sin embargo, Herrera dice que no esperará a la LPB a que tome cartas en el asunto porque, a su manera de ver las cosas, antes no lo han hecho. “Voy a hablar con la ministra del Deporte (Alejandra Benítez). Esto no se va a quedar así. No me voy a soportar esto toda la vida”, aseguró el estratega de los colosos.
Herrera admitió que muchas veces ha reaccionado mal ante este tipo de situaciones, pero lo hace en su defensa. “Después yo soy el malo cuando me sacan de mis casillas, como pasó en Valencia con el papá de Héctor Romero. Sé que no se justifica pero la liga debe intervenir”, insistió el Técnico del Año en la actual campaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario