El carabobeño 23 julio 2012
Guillermo Mujica sevilla || De Azules y de Brumas
Monseñor Iturriza: Misionero de Dios
Estábamos en 1940, por falta de quinto grado en la Escuela “Domingo Savio”, anexa al Colegio “Don Bosco”, me pasaron, gracias a la bondad de los salesianos, a este gran colegio.
Era director el padre Wohlberg. Un día nos reunieron a todos los alumnos uniformados en el patio del colegio. Era para participar como alumnos en un hermoso homenaje que se rendía a un gran valenciano, sacerdote salesiano, quien acababa de recibir el honroso nombramiento de Obispo de Coro. Era hijo del Dr. Francisco Iturriza, nacido en Valencia en 1877, y de doña Mercedes Elvira Guillén.
Los primeros Iturriza llegaron de tierra vasca y trabajaban fuertemente en Cojedes, especialmente en El Baúl. Llegado a Valencia, don Juan Miguel Iturriza hace construir por Fernández Paz la hermosa quinta La Isabela (llamada el Palacio de los Iturriza por el pueblo).
El obispo nacido en Valencia en 1903 era Francisco José Iturriza Guillén, quien comenzó su formación con dos eminentes miembros del clero valenciano: el recordado Padre Alexander, salesiano, y nuestro virtuoso primer obispo Monseñor Granadillo.
Continúo su preparación en Bogotá y Caracas hasta alcanzar su formación como sacerdote. Nombrado Obispo de Coro el 10 de noviembre de 1939, su primera misa pontifical la realizó en Valencia, su ciudad natal. El 10 de marzo de 1940 tomó posesión de su diócesis, donde permanece activo 40 años (1939-1980).
Podemos decir que en este tiempo se dedicó enteramente a su Iglesia y a su pueblo, no solamente en las más altas labores episcopales, sino oyendo y tratando de dar solución y consuelo a la genere humilde de todos los pueblos de Falcón. El Dr. Oscar Beaujón, en su “Historia del estado Falcón”, nos da el mejor resumen de la gran labor de Monseñor Iturriza como obispo de Coro. “Cuarenta y tantos años de apostolado modelaron una inmensa obra apostólica, cultural y civilizadora en el estado Falcón, cuya superficie recorrió varias veces, hasta dejar escrito un magnífico texto de la geografía del estado.
En su obra apostólica se cuentan la cuadriplicación de las parroquias, la construcción y reparación de iglesias, fundó colegios, escribió pastorales, trabajos histográficos y fundó, organizó, pobló y mantuvo el Museo Diocesano de Coro. “Un rasgo que muestra la humildad y vocación de servicio de Monseñor Iturriza fue el hecho de que después de entregar la diócesis en 1980, se dedicó a ser párroco en la de Belén, en la península de Paraguaná”. (Beaujón).
Termina Beaujón diciendo: “La excepcional labor de Monseñor Iturriza puede resumirse en una frase: Un gran obispo para todas las necesidades e inquietudes de la comunidad falconiana”.
Dentro de un cuerpo de porte principesco se encontraba un espíritu lleno de humildad y sencillez. Las ceremonias litúrgicas conocieron su egregia presencia. La gente humilde de numerosos pueblos falconianos conoció al humilde sacerdote que con frecuencia llegaba en lomo de mula y les daba cariño, aliento y ayuda.
Compensando su meritoria labor y la bondad de su corazón, la vida le dispensó varios honores: 1.- Haber sido uno de los pastores más destacados de Coro, de gran importancia histórica por haber sido la sede episcopal más antigua del país. 2.- Destacarse como prelado nacido en un estado que dio origen a un brillante grupo de obispos. 3.- Ser un importantísimo miembro de una destacada familia cojedeño-valenciana. 4.- Haber merecido el cariño y el reconocimiento de dos importantes regiones venezolanas: Carabobo y Falcón.
Ese mismo reconocimiento llevó a los falconianos a hacerle una estatua en vida. Honor que Monseñor no creyó merecer y que, por eso, le ocasionaba molestias espirituales. Si por su voluntad hubiera sido, lo hubiese evitado. Pero no pudo evitar un homenaje mayor: el que junto a Chichiriviche (capital del municipio que lleva su nombre) le brinda la naturaleza a su recuerdo: mar azul y sereno que refleja la nobleza de su espíritu; olas en eterno movimiento para simbolizar su incesante actividad, y cielo infinitamente azul, obra maravillosa de Dios, para simbolizar su obra toda, divina y humana, que motivó el gran agradecimiento y el reconocimiento de su pueblo.
Monseñor Francisco Iturriza Guillén, gran valenciano, gran salesiano, misionero de Dios y de los hombres.
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