Conocemos desde hace muchos años a Juan Calzadilla, algunas veces concurrimos en
calidad de jurados, y compartimos amistosamente, también colaboramos con él y con
Florelia Mariño, en la realización de una de sus numerosas y calificadas obras sobre arte,
donde es un verdadero maestro, le tenemos respeto, como le tiene Venezuela, que
reconoce su trayectoria honesta y sapiente. Ya Calzadilla es un hombre de edad, de
manera que ha visto transcurrir el accidentado ejercicio de los gobiernos venezolanos, es
decir, la catarata de Presidentes que han pasado por Miraflores. Todo esto lo digo,
pues quiero dirigirme a él, que actualmente se desempeña como Director de la GAN.
Y según un periódico del régimen él presidió la reunión en la Biblioteca del Ateneo, en
la cual se pretendió despojar de su nombre original a la institución que fundó Valencia,
para ponerle cualquier calificativo que alague al Presidente Comunista. Estoy seguro, que
Calzadilla ignora, que la toma del Ateneo la hicieron los señores tomistas, acompañados
de una soldadesca enviada por Acosta Carles, allí estuvieron varios días, allí les
llevaban "el rancho" y tenían cavas con refrescos. Hoy, el principal tomista, el General
Acosta Carles ya no está, tampoco Alcalá Cordones, entre ambos se imputaron acusaciones
gravísimas que no es el caso analizar. La toma del Ateneo se hizo dentro de los usuales
esquemas tiránicos. La Casa de la Cultura de Valencia, no fue tomada en elecciones
libres e inveteradas, se realizó con los métodos de Hitler. Volviendo a la reunión que
presidió el amigo Calzadilla para desbautizar a nuestro Ateneo, protestamos su
invalidez y reafirmamos que será una demostración más de la practica chavista de
apropiarse de las instituciones culturales, por la violencia tropera, pero les falta talento
para crearlas, ni mucho menos gerenciarlas, ejemplo: el Teatro Imperio. El más importante
y lujoso del estado hoy en condiciones misérrimas.
Recibimos información, que las autoridades legítimas del Ateneo, su Junta Directiva,
introdujo una averiguación en la Contraloría del Estado, por el destino de un mil millones
cuatrocientos mil bolívares, que el Ejecutivo del Estado giró a favor de los tomistas.
De esa operación oficial, no se tiene cuenta ni por parte de quienes deben aplicar la justicia,
ni por los beneficiarios quienes en aras de la transparencia y honradez debieron, al menos,
comunicarlo a la prensa.
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