El Carabobeño 16 julio 2012
Guillermo Mujica Sevilla ||
De Azules y de Brumas
Llanto por la Catedral y nuestra historia valenciana
“Si no te he hecho ningún mal, por qué tu mano me hiere”.
Así, con esta expresión de sentimiento, dolor y frustración, comienzo mi artículo recordando al maestro de nuestro Libertador, Andrés Bello, en uno de sus hermosos versos.
Valencia ha sido siempre una ciudad histórica y una ciudad sacrificada. En 1811 sufrió un cerrado sitio, y en 1814 otros dos sitios sangrientos. Durante estos dos sitios la ciudad sufrió horriblemente, especialmente en el segundo, que fue dirigido contra la ciudad por el sanguinario José Tomás Rodríguez Boves. A lo largo de esa heroica historia, Valencia ha sido objeto de insultos y ataques de diversa índole.
Se recuerdan las humillaciones que sufrió la ciudad cuando Cipriano Castro, victorioso en la Batalla de Tocuyito, entró en ella y al tomar Caracas se llevó a unos valencianos para que lo acompañaran en su gobierno. Entonces se hablaba despectivamente en Venezuela de “Castro y sus valencianos”, como identificando a nuestros conciudadanos y a la ciudad con los desmanes de Cipriano Castro.
Se nos olvida que tenemos en nuestra ciudad una hermosisima Catedral, que su fundación se inicia en 1580 durante el gobierno del obispo Fray Don Juan de Manzanillo, que la fábrica, como se le llamaba, empieza a progresar durante el episcopado de Don Diego Antonio Diez Madroñero en la segunda mitad del siglo XVIII, y muere en esta ciudad durante su visita pastoral el 3 de febrero de 1769 y fue sepultado en la llamada “Capilla del Comulgatorio”, donde yacen sus cenizas.
Que en ella también fueron colocados los restos mortales que se encontraban el antiguo cementerio contiguo al Templo Mayor, y entre ellos se contaban los de los generales Ambrosio Plaza y Manuel Cedeño, muertos en la gloriosa Batalla de Carabobo.
Relata la historia que el Libertador visitó hasta en dos ocasiones el Templo Mayor. En la primera ocasión Bolívar asistió a las exequias de Girardot. Ordenó entonces retirar el corazón, que él mismo llevó hasta la Catedral de Caracas, y sepultarlo bajo las arcadas del Templo, hasta la fecha se ignora el sitio preciso donde yacen estas cenizas.
En la segunda oportunidad el Libertador lleva del brazo una novia gentilísima, la valenciana Mercedes Párraga, hija del español don Fernando Párraga y de la valenciana doña María de Jesús Hidalgo. Mercedes se unía en matrimonio con el capitán José María Ortega y Mariño, oficial granadino a la orden de la Gran Colombia.
En la mañana del 6 de mayo de 1830, después de jurar como primer Presidente de Venezuela, se llegó hasta el Templo Mayor el general José Antonio Páez, acompañado de sus ministros, edecanes, miembros del Congreso reunidos en la histórica Casa de la Estrella; entre ellos el Dr. José María Vargas, fundador de los estudios médicos en Venezuela. Viene también doña Dominga Páez, hermana del General, residenciada en Naguanagua. Con gran solemnidad se canta un himno de acción de gracias al Todopoderoso por los bienes y favores dispensados a la naciente República, desmembrada de la Gran Colombia.
La historia de agresiones sería muy larga de relatar, pero sí hay que agregar una de las más recientes y entre ellas, la más dolorosa, como es la agresión a nuestra Catedral, nuestro templo histórico y emblemático. Fueron arrojadas piedras hasta dañar el reloj del templo. Ahora, los clásicos grafitis alusivos a..., dañinos para la sociedad y en especial para nuestra juventud, además, sus alrededores llenos de inseguridad ciudadana.
¿Cuánta historia nos ha cobijado desde tu nacimiento, Valencia, hasta hoy? ¿Cuánto orgullo ha sido para todos los valencianos vivir bajo tu regazo y hacernos sentir orgullosos de haber participado en el comienzo y final de nuestra histórica independencia, conseguida con mucha sangre, sudor y lágrimas?
Debemos seguir pidiendo cada día a nuestra Virgen del Socorro su protección para todos sus ciudadanos y que nos siga llenando de su inmensa luz y nos guíe a seguir defendiendo uno de los legados más hermosos que tenemos: Nuestra hermosa historia.
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