La psicología del rumor
El gobierno se ha convertido en víctima de su propia hegemonía mediática, de sus propias manipulaciones y censura. No había acabado de salir The Wall Street Journal cuando la noticia sobre la investigación que llevan a cabo fiscales de Estados Unidos sobre Diosdado Cabello y otros funcionarios venezolanos por presunto tráfico de cocaína y lavado de dinero ya había dado la vuelta al mundo con mil versiones distintas. Las medidas cautelares contra los 22 directivos de El Nacional, Tal Cual y La Patilla podrán intentar acallar y bloquear arbitrariamente la información en medios de comunicación importantes, pero no el boca a boca y la circulación de noticias, opiniones y rumores en las redes sociales. Para el gobierno, todos los delitos del poder y los problemas del país no son más que rumores y malas intenciones. La escasez, la inflación, la corrupción, son producto de la maledicencia, la calumnia y la difamación. Sin duda existe toda una mitología sobre las grandes fortunas y la corrupción chavista, y el testimonio de unas pocas personas no puede convertirse automáticamente en prueba suficiente de condena. Pero, por otro lado, el rumor, como el método de asociación libre en psicoanálisis, es una de las más efectivas guías hacia la cara oculta detrás de la máscara.
El gobierno es el principal causante del dominio de la psicología del rumor en Venezuela porque el rumor es proporcional a la falta de información, la incertidumbre y la ambigüedad. Los rumores crecen aceleradamente en períodos de ansiedad, de confusión y tensión social. Funcionan como racionalización de la angustia. Lo que traduce el rumor no es la evidencia ni la realidad de los hechos sino las necesidades psicológicas de la población. El rumor progresa si da una respuesta emocionalmente satisfactoria, si refleja las expectativas y preferencias de la gente, si explica lo inexplicable. El rumor es una narración sintética, a medida que se extiende requiere menos demostraciones. Se distorsiona con prejuicios, parcialidades e intereses y exagera selectivamente lo que el inconsciente de la población busca. Un rumor puede nacer de una información falsa y maliciosa pero su proceso de propagación y difusión es ajeno a la voluntad individual. Es dependiente de los anhelos, necesidades y psicología colectiva de la gente. Si como afirman nuestros gobernantes, las noticias adversas a ellos son acusaciones falsas, ¿qué significa que una parte importante de la población sienta y vea a sus mandatarios como delincuentes?
@axelcapriles
El Nacional 21 DE MAYO 2015 - 12:01 AM
La gansterización de la política
No sucede en el Haití de Papa Doc ni en la triste región equinoccial de Idí Amín Dadá, sino en la Venezuela de Simón Bolívar, Rómulo Betancourt y Arturo Uslar Pietri. En Venezuela, mi país, tu país. ¿O es que ya dejó de ser nuestra para ser de los matones que amenazan a voz en cuello con halar del gatillo si alguien osa meterse con el segundo de a bordo?
Inimaginable al caudillo monaguense Alfaro Ucero gritando en pleno Congreso: “¡Quien se mete con Jaime Lusinchi, se mete conmigo!”. O a Rafael Caldera en medio de un atronador bochinche amenazando con cerrar el Parlamento si alguien se metía con el mismo Alfaro o su valido Lewis Pérez. Los ejemplos de que un respaldo entre matones travestidos de magistrados sirviéndoles de escudos protectores a capos de mafia acusados internacionalmente por ser narcotraficantes no se encontrarán en nuestra única democracia, la de Puntofijo, ni buscando con lupa. Tampoco en la bicentenaria y turbulenta historia de la república. Mediocre o carente de grandeza como llegara a ser en su decadencia, un elemental sentido de la autoridad, el honor y el respeto impedían naturalmente llegar al tripero de matarifes y degolladores que hoy es santo y seña de “los pesaos”, de los que más mean, de los poderosos.
No fue una escena de El Padrino o de Scarface, pero pudo serlo. En medio de una reunión de “la familia” se alza indignado Don Vito Corleone y abrazando a su principal rival, al que ya condenó a muerte, exclama indignado: “¡Quien se meta con este figlio de la madonna, se mete conmigo!”. Punto. Fin de la escena.
Es la abierta criminalización, la gansterización de la política. Estremece constatar que no sucede en Burundi o en pleno corazón del ex Congo belga, sino en la que fuera la democracia modélica, institucionalizada del continente de Pinochet, de Videla, de Garrastazu Médici. No sucede en el Haití de Papa Doc ni en la triste región equinoccial de Idí Amín Dadá, sino en la Venezuela de Simón Bolívar, Rómulo Betancourt y Arturo Uslar Pietri. En Venezuela, mi país, tu país. ¿O es que ya dejó de ser nuestra para ser de los matones que amenazan a voz en cuello con halar del gatillo si alguien osa meterse con el segundo de a bordo?
Ya pasó de castaño a oscuro. No es tan solo el tradicional ABCmadrileño y toda la prensa española. Ni el The Wall Street Journal y los principales medios norteamericanos y europeos. Y desde luego los latinoamericanos, que los reproducen: La Tercera de Chile, Clarín de Buenos Aires, O Globo y Veja de Sao Paulo. Hombre de honor, como no podía ser menos, el director de ABC, que echó a rodar la especie, se ofrece a presentarse ante cualquier tribunal del planeta en donde se garantice el libre y decente ejercicio de la justicia –obviamente, ninguno de ellos venezolano– para demostrar la rectitud y objetividad de su acusación. Dice contar con las pruebas y testimonios aportados a la DEA y al Departamento de Estado por testigos presenciales, hoy bajo resguardo y protección de la justicia norteamericana.
¿Imposible una gota de seriedad y un adarme del sentido del honor como para enfrentar las graves acusaciones en el marco de la justicia internacional y la ética y la moral obligantes en el mundo para las altas magistraturas? ¿O deberemos aceptar como un hecho la gansterización de la política y el reino del matonaje en un país destruido y enajenado?
@sangarccs
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