El Carabobeño 07 junio 2013
Subdelia Páez de Sevilla ||
En homenaje al Dr. Guillermo Mujica Sevilla (q.e.p.d.)
Valencia ha perdido uno de sus hijos más ilustres. Valencia está de duelo. La Parroquia de la Candelaria que lo vio nacer el 16 de febrero de 1926, en el afectivo hogar de Humberto Mujica (q.e.p.d.) y Marlene Sevilla de Mujica (q.e.p.d.), despide con dolor a uno de sus coterráneos más connotados. En la fragua de ese hogar del siglo XX heredó este valenciano ejemplar la sencillez, humildad, fraternidad y los grandes deseos de transitar por los caminos de los estudios y la investigación, los cuales expresó desde muy niño en sus estudios de primaria y bachillerato realizados en el Colegio Domingo Sabio, Don Bosco y Liceo Pedro Gual, siempre destacándose por su responsabilidad y anhelos de prepararse intelectualmente y al ingresar a la Universidad Central de Venezuela, obtiene con éxito académico el título de Doctor en Ciencias Médicas.
Su ejercicio profesional de médico lo inicia en el Oriente de Venezuela, en Caripito, pero sus deseos de continuar en el camino de la investigación, lo impulsa a venirse a Valencia e ingresa ad honórem al Hospital Central, en el Departamento de Patología. Con su entrega en el servicio médico e impulsado por el aguijón científico, logra un reconocimiento al ser favorecido con una beca que le permitirá desarrollar sus inclinaciones científicas y de investigación y continuar estudios de posgrado en la Universidad Johann Wolfgan Goethe, en Frankfurt, Alemania. Allí con pasión y dedicación continúa su crecimiento científico-humanístico y en sus tiempos libres alternaba y adquiría conocimientos y sensibles inclinaciones artísticas por los grandes maestros de la música y se compenetraba en la interpretación y vivencias de las grandes óperas.
Concluidos sus estudios de nivel superior, retorna a su ciudad natal y se incorpora al Hospital Central a ejercer con dedicación y entrega sus servicios y conocimientos, es en ese momento brillante de la carrera como médico, que ingresa a la Universidad de Carabobo como docente y funda la Cátedra de Histología, Embriología, Anatomía Patológica, Medicina Legal y en la Escuela de Bioanálisis funda la Cátedra de Fisiopatología.
Su ejercicio médico lo alternaba con sus ratos libres realizando amenas tertulias sobre los grandes músicos y las más célebres óperas. Eran tan amenas y de tan gran conocimiento artístico, que llegó a crear en la Academia de la Historia, un espacio para exponer y analizar las obras de esos grandes maestros de la música y de las óperas de cultura europea del siglo XIX. Sus amenas y brillantes exposiciones tanto científicas, literarias, artísticas y humanísticas, sostenidas con sus colegas, amigos y alumnos, nos permitían trasladarnos por la historia internacional, nacional y regional, y estremecernos de alegría por sus brillantes y claros comentarios, al poder compartir ese legado de vivencias y conocimientos que estimulaban en nuestro interior gran admiración por ese noble e ilustre valenciano.
Con una personalidad bien definida, entre lo humanístico y lo científico, logró dejar huellas imperecederas y así fue hasta los últimos días de su vida, siempre atento y preocupado por su ciudad, donde ejercía el cargo de Cronista de la ciudad de Valencia desde el año 1989. En víspera de su muerte, envía uno de sus artículos; artículo que era eco de la vida cotidiana de su terruño natal, llevaba impreso los grandes anhelos de mantener los principios emblemáticos que identifican la ciudad de Valencia. Valencia: heroica, señorial, cristiana, solidaria y fraterna.
De su matrimonio con Carmen Borrego de Mujica (q.e.p.d.) tuvo una hija, Carmen Josefina, médico como su padre. Reciba ella y todos sus familiares nuestras expresiones de condolencia y tenga fortaleza ante su irreparable pérdida, ya que él alcanzará el descanso eterno, porque sus buenas obras lo acompañan.
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