Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

lunes, 3 de junio de 2013

El domingo 2 de junio cumplió 100 años el poeta de Canoabo, Vicente Gerbasi, padre de muchas generaciones de poetas

Pedro Díaz Seijas

TEXTO Y CONTEXTO
DE MI PADRE, EL INMIGRANTE

Publicado en la Revista Nacional de Cultura Nº 291, diciembre de 1993





s indudable, que dentro del proceso lírico de Gerbasi, es Mi Padre, el inmigrante, como el núcleo, si pudiéramos decir, del corpus de su obra poética. En este poema, largo, pueden detectarse las características fundamentales de su discurso poético, en el que un acontecimiento que removió lo más íntimo de su ser, como fue la muerte de su padre, consolidó su mensaje lírico, en una escritura en la que como diría Barthes "bajo cada palabra yace una suerte de geología existencial en la que se reúne el contenido total del Sustantivo...".
Dentro de la modernidad de la poesía de Gerbasi, sin embargo, habría que considerar, sobre todo hasta Mi Padre, el inmigrante, el ritmo como factor constructivo, o sea, lo que ha denominado Jean Cohen: el nivel fónico.

Nivel fónico
El poema está integrado por veintinueve estancias, aun cuando el poeta señala con el número treinta, como si fuera una estancia, el verso lei-motiv con el que inicia y termina su canto al padre muerto. Cada estancia está constituida a su vez por un número indeterminado de versos, predominantemente alejandrinos.
Veamos:
Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,
donde vive el almendro, el niño y el leopardo.
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,
con volcanes adustos, con selvas hechizadas,
donde moran las sombras azules del espanto.

Como dijo Gerard Hopkins, citado por Jakobson, el verso es "discurso que repite total o parcialmente la misma figura fónica". Efectivamente, desde el punto de vista del ritmo. Es, como ha escrito Jean Cohen, que el verso "versus", "Por oposición a la prosa (prorsus), que avanza linealmente, vuelve siempre sobre si mismo". Es indudable que el verso de catorce sílabas, llamado alejandrino en castellano, usado por Gonzalo de Berceo en el siglo XIII, es un verso compuesto de dos hemistiquios heptasílabos, con acento en la sexta sílaba y con cesura después de la séptima. Este verso cadencioso y de gran sonoridad, tuvo vigencia casi absoluta hasta el siglo XVI, cuando aparece el endecasílabo. Fueron los románticos, primero, y luego los modernistas, especialmente Darío, quienes desempolvaron el alejandrino y le imprimieron, si pudiera decirse paradójicamente, aire de novedosa majestad antigua.
Es indudable que Gerbasi, cuyo proceso formativo como poeta contempla la lenta evolución tanto del romanticismo como del modernismo entre nosotros, a pesar de la novedosa carga semántica del lenguaje lírico, prefiere como marco de su mensaje la cadenciosa e impresionante sonoridad del alejandrino. Por eso, Mi Padre, el Inmigrante, conjuga su nivel fónico, extraído de la rancia tradición castellana del siglo XIII, con un nivel semántico en el que se vuelca todo el universo de modernidad de su obra creadora.

Nivel semántico
.
Es en este nivel en el que se descubre la mayor riqueza de relaciones en el significado de la palabra poética. Sin duda, el poeta con toda libertad construye su universo, en el que seguramente hay; como ha anotado María del Carmen Bobes, al referirse a Cántico de Jorge Guillén, un realismo fotográfico y un realismo esencial. El primero es sencillamente un realismo objetivo, en el que las cosas aparecen tales como son; en el segundo, en vez de fotografía, hay radiografía y proyección hacia el interior de las cosas..
En este penetrar hacia el universo recóndito del hombre y sus objetos, radica la potencialidad creadora del lenguaje poético de Gerbasi. Podríamos aplicar una definición de Tinianov, referida a la polisemia de la palabra poética, en la que según el teórico ruso: "La palabra no tiene significado preciso. Es un camaleón que nos muestra matices, y aun colores distintos". Electivamente, es esto lo que sucede en la verdadera poesía y es lo que en Mi Padre, el Inmigrante, constituye el insondable mundo, que aflora desde la realidad, para convertirse en alegoría y mito y confundirse con la misteriosa existencia del hombre, más allá de la muerte.
En Mi Padre, el Inmigrante, Gerbasi construye mediante una asociación de imágenes, todo el entorno en el que habita el recuerdo, la memoria, la vivencia de su padre. Y lo proyecta hacia el ámbito de lo material y lo espiritual, en el que se da la presencia de la alegoría, que según Tesauro se compone "de cuerpo y de alma". Esto es, la palabra y la significación.
La aproximación al mundo del poema de Gerbasi, había que intentarla a través de la separación en bloque de los grandes temas que conforman la estructura semántica del canto. Así por ejemplo, en primer lugar: el hombre y el tiempo, que alcanza hasta la sexta estancia. Luego el paisaje de origen del padre, en función del recuerdo del hijo, que va de la séptima estancia hasta la número doce. Desde la estancia XIII hasta la XIX, el poeta canta la viva presencia del padre en su retiro campesino de Inmigrante, poblado de misterios y de una absorbente fuerza telúrica. Desde la estancia número veinte hasta la veintiséis, se refiere al hombre venezolano, como recio fruto de la tierra. Desde la estancia veintisiete hasta el final, contiene invocación la del hijo al padre en la búsqueda de su destino en el mundo.

El hombre y el tiempo

Ya hemos anotado que la poesía de Gerbasi se caracteriza por lo que podríamos llamar cadenas de imágenes, en lugar de la abundancia de metáforas. El mundo magnífico así, proviene naturalmente en el discurso poético de la transformación que se opera en el nivel de significación léxica, al pasar hacia el nivel de significación contextual. En este caso de las primeras siete estancias de su poema fundamental, Mi Padre, el Inmigrante, encontraríamos en el nivel lexical, elementos constitutivos, referidos a planos objetivos, emotivos y determinativos, que alcanzan su plenitud significativa al ingresar al sistema semiótico. Los ejes lexicales podrían estar constituidos así:

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