Salón Arturo Michelena honrará a Alfredo Fermín y Oswaldo Vigas
Fermín ha sido defensor del Ateneo de Valencia. (Foto Eduardo Valencia)
Yuraidith González || yugonzalez@el-carabobeno.com
El 67° Salón Bienal Arturo Michelena del Ateneo de Valencia se realizará en honor al destacado periodista Alfredo Fermín y al médico, pintor y muralista, Oswaldo Vigas, que se llevará a cabo en el mes de noviembre en las sedes del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre y la Galería Braulio Salazar en Valencia.
El presidente del Ateneo de Valencia, Elis Mercado, recalcó la importancia que tiene esta Bienal para las artes en Venezuela y en América Latina. “Hemos decidido hacerlo en memoria de Oswaldo vigas y en homenaje a Alfredo Fermín, debido a que han construido un concepto único en relación a los valores de la sociedad”.
Destacó que Alfredo Fermín ha sido un elemento paradigmático en el amparo de la cultura en Carabobo y un defensor a ultranza, constante y asiduo del Ateneo de Valencia. “Las veces que ha sido atropellado el Ateneo, lo hemos tenido a él como defensor y cuando hemos fallado Alfredo también nos ha criticado, pero con su valor periodístico lo hace con una buena base y nosotros tratamos de rectificar”.
El Carabobeño 18 mayo 2014
El Carabobeño 18 mayo 2014
Alfredo Fermín: el periodismo como pasión de vida
José Napoleón Oropeza
Un niño nacido en Porlamar, bautizado con el nombre de Alfredo Rafael Fermín González, quien pasó toda su infancia en la calle Doña Isabel, (nombre con el cual se honra a la memoria de la madre del conquistador Francisco Fajardo) y recorría las calles aledañas a su casa de infancia, en busca de matas xerófilas y de piedras blancas para improvisar jardines en el amplio patio trasero de la casa, jamás imaginó que, a lo largo de toda su vida, esa pasión de amontonar pequeñas piedras y plantas xerófilas, se fundirían en el jardín metafórico apresado en un párrafo. Un jardín poblado de frases redondas, certeras y sólidas como una misma piedra.
Luego de concluir sus estudios de Educación Primaria en el Grupo Escolar “Estado Zulia”, empezaría a cursar estudios conducentes al certificado de Bachiller en Humanidades, cursados en el Liceo “Nueva Esparta”, años en los cuales, sin olvidar su entusiasmo por el cultivo de jardines de plantas pequeñas, sembradas en espacios protegidos por guijarros, se interesaba, también, por el estudio y comprensión del lenguaje escrito. El niño descubrió la poesía en sus caminatas a orillas del mar. Veía pasar centenares de pájaros que cruzaban el mar, en busca de un horizonte cuya travesía el muchacho siempre imaginaba con distintos destinos, pensamientos que siempre resultaban por las personas adultas a quienes, al principio, preguntaba por el destino del vuelo de aquellas aves. Unas veces le respondían que volaban hacia Aruba; otras, que volaban hacia el sur, en busca del río Orinoco y otras, (como si fuese una verdadera epifanía de su propio destino) que buscaban, en su vuelo, el Lago de Valencia.
Concluidos sus estudios de educación secundaria, fue admitido como alumno regular en la Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela; al cabo de un año, cuando se cambió el Curriculum de estudios en la Escuela de Periodismo y se orientó el mismo a la formación integral de Comunicadores Sociales, sin echar a un lado, claro está la formación del periodista como comunicador, teniendo como arma esencial, la escritura para dar forma a la noticia, y comunicar, de manera correcta, el mensaje, Fermín empezó a cursar estudios en la Escuela de Comunicación Social, en la magnánima Universidad Central de Venezuela, de donde egresó como integrante de su primera promoción en el año 1971.
Tutelado por el legendario docente de aquella Escuela, escritor y profesor de excelente y brillante carrera como humanista, fundador del Colegio Nacional de Periodistas, Héctor Mujica, Alfredo Fermín ingresó, a mediados del mismo año, 1971, recién egresado con excelentes calificaciones, como integrante de la Promoción “Eleazar Díaz Rangel”, al Diario “El Carabobeño”, en calidad de Corresponsal del Diario en la ciudad de Maracay, labor que ejerció durante casi dos años, empezó a escribir, semanalmente, una columna en la cual registraba y destacaba eventos relacionados con el área cultural. Iniciaba, de esa manera, tal vez incipiente, un camino para expresar su amor y vocación por el tema de la cultura y el arte en todas sus manifestaciones. En ese tiempo, asimismo, empezaría a interesarse por el trabajo de apoyo y estímulo a las instituciones culturales, de naturaleza oficial o privada. Pero, registrando, siempre, de manera crítica, tales actividades. Se gestaba en su alma, junto a la pasión que anima su vida, el ejercicio del periodismo de calle en sus distintas fuentes, la otra pasión que animaría su existencia, a lo largo de un ejercicio de más de cuarenta años: el estudio de la obra de arte, especialmente de las artes visuales, en sus distintos lenguajes, estructuras, propuestas y formas.
A comienzo del año 1972, fue llamado por Salvador Castillo, jefe de Redacción de El Carabobeño, a fin de incorporarlo, casi con carácter de exclusividad, a cubrir la fuente de actividades políticas, desarrolladas en la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo, en las diferentes Secretarias de la gobernación del estado y, eventualmente, en el Concejo Municipal de Valencia.
Junto a estas actividades, Fermín, al mismo tiempo, llevado por una vocación, un llamado interior ...empezó a desarrollar una labor de animación cultural e institucional, vinculándose, fundamentalmente, con el Ateneo de Valencia y la Universidad de Carabobo.
En el Ateneo empezó a impulsar y apoyar actividades relacionadas con las artes visuales, esencialmente con el Salón “Arturo Michelena”, como integrante de la Comisión de Artes Plásticas y, posteriormente, cuando José Napoleón Oropeza, asumió la presidencia de esta institución como Curador de dicho evento.
Fermín, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), se convirtió no solamente en un gran animador del Salón “Arturo Michelena”, sino en su defensor, en el asesor de las diversas Juntas Directivas que dirigían la institución, para la realización de actividades paralelas que se impulsaban dentro del marco de cada edición del evento, en el promotor del Salón Michelena dentro y fuera del país.
Su pasión de vida, el periodismo, encontraba en estas actividades una cantera al servicio de su formación como crítico, de manera personal, y al servicio de instituciones como el Ateneo de Valencia y la Universidad de Carabobo, institución que lo apoyó, a través de la motivación y las diligencias de la inolvidable señora Aura Sagarzasu de Jiménez, ex presidenta del Ateneo de Valencia, a emprender estudios de observación e investigación de las artes visuales contemporáneas fuera del país. A ese impulso, al apoyo frontal de doña Aura Sagarzasu de Jiménez se debe, quizás, el hecho de que Alfredo Fermín viajara a Francia, a España, a completar su formación como crítico de arte, a redondear sueños e ideas, en busca de otra piedra mínima ante un mar profundo: la obra de arte, sus aristas y complejidades. Los museos de Louvre, la Tate Gallery, Museo del Prado, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona... Ese afán por aprender y aprehender los secretos y misterios del arte, así como el registro de noticias cotidianas con un esmerado cuidado del idioma y la belleza de un párrafo preciso, luminoso, se constituirán en su norma de vida. En su escudo. En su pasión.
En el año 1977, el día de su cumpleaños exactamente, 9 de noviembre, empezó a redondear una idea que, iniciada en los días de su trabajo en Maracay, cuando publicaba una columna dedicada a registrar las actividades artísticas que se llevaban a cabo en la región. Daría forma a una columna dominical permanente Hoy y Después en Valencia, que, rápidamente, se convertiría en una de las columnas más leídas y comentadas en nuestra región. En ella, nuestro periodista se transforma en el vocero de todo cuanto acontece en nuestra ciudad y la región, en materia de conservación y defensa de las instituciones de toda índole. Pero, sobre todo, de la defensa de la ciudad de Valencia, en todos sus órdenes. En todo lo referente a la defensa del Pa trimonio y Acervo Histórico e Institucional. Cuando ocurrió la nefasta y oscura toma del Ateneo de Valencia, fue uno de los primeros abanderados que llamó a defender, a recuperar esta institución venerable, corazón palpitante de la vida, promoción y animación de la cultura y el arte como escudo de vida por más de setenta años.
Con un lenguaje en el cual la elipsis se convierte en herramienta fundamental cada palabra, se transforma en un luminoso diamante y, al mismo tiempo, en aguja que cose, que remienda, ilumina, examina, nuestro periodista critica aspectos y detalles de cuanto, cotidianamente, para bien o mal, transcurre en la ciudad. Sin duda alguna, una lección semanal de agudo periodismo, su sangre, su pasión de vida, en su columna dominical inserta en Arte y Espectáculos página también fundada por su persona, como una ventana para la difusión del arte y la literatura, en todos sus géneros.
Las Eluvias III, amanecer de los días martes 29 de abril y jueves 1º mayo de 2004
Labor Brillante
A este periodista insigne, inocente como el niño que lleva la piedra a sus manos para dejarla consigo o lanzarla al mar, transformada en pájaro, la muy ilustre Universidad de Carabobo ha conferido el Doctorado Honoris Causa, reconociendo, así, una labor pionera, incisiva, brillante de más de cuatro décadas al ejercicio del periodismo como ventana para la crítica constructiva, el registro de quienes sin ser periodistas llamamos la fuerza del día. Un reconocimiento que todos los habitantes de esta ciudad aplauden y celebran como fiesta que llena de orgullo a todos: al niño desvalido, a los ancianos, a los empresarios, a los dirigentes gremiales, a los profesionales, a los artistas que ven en Fermín, tanto como sus colegas periodistas, al maestro que ha orientado y estimulado, sin descanso, la defensa de la ciudad en todos sus órdenes a lo largo de más de cuarenta años. Los pájaros que, en su infancia, veía cruzando el cielo de Porlamar, en busca de una rama de acacia o de una rama seca que el pájaro tomara como casa también lo celebran con el alborozo de su canto. No venían al Lago de Valencia. Estuvieron, toda la vida, siguiendo sus pasos. Ahora, allí los tienen, han entrado por las puertas y ventanas de este Paraninfo a celebrar, con el agitar de sus alas y su canto, esta gran fiesta que supone contar con un periodista de la talla de ese niño llamado Alfredo Rafael Fermín González. Ellos, sacudiendo sus alas, entonan sus cantos y dicen presente. Otra vez para siempre.
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