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Cinco sótanos contra el sol
El padre de Gerardo Carrero se llama Gerardo Carrero. Habla sin parar. Como un tren furioso. Todo él es un despeñadero de palabras que intentan dibujar la apremiante situación de su hijo preso en el SEBIN. Le molesta el lugar común que dicta que nadie quiere más a un hijo que la madre. Es la quintaesencia del fervor paterno. Tiene el temple de la gente de montaña. Una roca. Hasta que se cansa de serlo en alguna frase y el dolor es como un animal en sus ojos. El padre de Gerardo Carrero se llama Gerardo Carrero. Tiene un koala a la altura del pecho que se le mueve como si quisiera mudarse de sitio. Él lo ajusta a cada rato, lo atrapa, lo devuelve a la posición original. Será que le protege el corazón. Tendrá allí la piedra de su ánimo. No sé. El padre de Gerardo Carrero se llama Gerardo Carrero y tiene las palabras exactas que le caben en su rabia. Ni una más.
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A Gerardo Carrero lo detuvieron el 8 de mayo del 2014 en un campamento de protesta de casi 350 carpas asentado frente a la sede de la ONU en la Avenida Francisco de Miranda. Su delito: exigir la libertad de los estudiantes detenidos. Las autoridades arrasaron con el sitio mientras todos dormían en la boca de la madrugada. Hubo 243 detenidos esa noche. Carrero fue trasladado al SEBIN del Helicoide. Un día inició una huelga de hambre y el castigo fue inolvidable: lo guindaron esposado de una reja, le forraron las muñecas con papel periódico (para evitar marcas) y lo golpearon con una tabla. Estuvo doce horas en esa posición, humillado y obligado por las circunstancias a orinarse encima de su propia ropa. Luego decidieron llevarlo a la sede del SEBIN en Plaza Venezuela. Bienvenido a La Tumba. Una pésima noticia.
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El padre viaja incansablemente a la capital a visitar a su hijo, a preguntar por su caso, a hablar con gente, alguien tiene que ayudarlo, alguien tiene que saber cómo. Del Táchira a Caracas y de Caracas al Táchira es mucho autobús todas las semanas. Tuvo que dejar de trabajar para ocuparse de todo. Su hijo tiene los brazos llenos de ronchas y pus, me comenta una estudiante que lo ha visto en las audiencias. Gerardo está desde el 26 de agosto del 2014 en La Tumba. Así le dicen los propios carceleros. Es un sustantivo bien fundamentado. A ese sitio no llega el sol. No puede. No alcanza. Son cinco pisos bajo tierra. Cinco sótanos contra el sol.
Allí la noche es un contrasentido: una luz blanca. Nadie la apaga nunca. Una luz que insiste durante el día. Una luz que ofusca. Ya Gerardo olvidó los detalles que diferencian al día de la noche. Las semanas son un acopio amorfo de tiempo. No sabe si cuando come desayuna o cena. Ya no entiende cuándo tener sueño o cuándo despertarse. Todo es un solo día. Larguísimo. Apenas lo han asomado al sol tres veces en tanto tiempo. Y le toman fotos para que parezca que así es siempre. Pero no. Es teatro. Alguien le dio una pista para entender las vueltas de la tierra: “cuando dejes de escuchar el sonido del Metro, son más de las once de la noche”. Porque el Metro de Plaza Venezuela pasa cerca. Por algún lugar de arriba. Pero a él no le gusta decirlo. Capaz y sus carceleros prohíben que el Metro pase más por esa estación.
Lo mismo temen los otros dos estudiantes sumergidos en La Tumba: Gabriel Valles y Lorent Gómez Saleh, deportados el 4 de septiembre del 2014 por Colombia en tiempo record e imputados por conspiración, terrorismo e instigación a delinquir.
Plaza Venezuela es un hervidero de carros, mototaxistas, perrocalenteros, peatones apurados, gente en diligencia. Es el centro exacto de Caracas. Nadie sospecha que cien metros bajo tierra están confinados a la tortura blanca tres estudiantes de este país. Sobre la superficie, en el ardor del asfalto, sus padres deambulan sin cesar por el hilo de su angustia.
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Yamile Saleh visita a Lorent, su hijo, los días permitidos, lunes y viernes de 11 am. a 3 pm. Yamile también ha dejado de trabajar. Solía dedicarse a la alta costura, pero la cabeza no le da para pensar en telas y zurcidos. Tiene cinco meses sin agarrar una aguja. Ha consumido todos sus ahorros. Al fin y al cabo es su único hijo. Ella es madre soltera. Anda muy sola en todo esto. Le tocó mudarse. La acosaban telefónicamente por ser “la madre del terrorista”. Le decían: “Ya sabemos quién eres y dónde vives”. No aguantó. Quiere irse del país apenas termine la pesadilla. Si termina. Aún así, carga los colores de la bandera en un delgado collar. Viaja todas las semanas desde Valencia con dos álbumes de fotos de su hijo con personalidades del fuero internacional. Cuando se le ocurre hablar con los medios, recibe represalias. Mientras me cuenta se le salen las lágrimas: “Mi hijo tiene siete años en esta lucha. Me abandonó a mí. No terminó su carrera de Comercio Internacional. No ha hecho lo propio de su edad: la playa, el cine, los amigos”. Yamile repite su historia en todas partes. Se reunió con Tarek William Saab, el nuevo Defensor del Pueblo, quien parece querer demostrar que su antecesora, Gabriela Ramírez, fue un derroche de omisiones a los deberes de su cargo. Al menos Tarek William ha recibido, sin distinciones ideológicas, a muchos de los agraviados por el régimen. Le prometió a Yamile, no la libertad de su hijo, pero sí un mínimo de dignidad. Ella espera que cumpla, asomada día y noche en su insomnio.
Le comento del video de Lorent, exhibido en TV, donde habla por skype de planes de lucha inadmisibles, altisonantes, contrarios a la vida. La madre admite ciertos excesos, y otros los mete en el paquete de un montaje. Pero no se trata de si es culpable o inocente, ella no pide su liberación, solo ruega que lo saquen de La Tumba. Ha aprendido de derecho, de custodios y tribunales. Su vocabulario está atestado de palabras nuevas. La vida le dio un vuelco a la modesta costurera que hoy solo habla de derechos humanos.
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La tortura blanca es impoluta. No deja huellas. No hay batazos en el hígado. Todo ocurre con la asepsia de los cirujanos. Todo pasa adentro, en los sótanos del cuerpo y de la mente.
El frío, por ejemplo. En los calabozos de La Tumba no descansa el frío. El aire acondicionado les escupe su respiración de hielo a toda hora. Es como una nevera eterna. Blanca, glacial, callada. La cama es de cemento. Tan tosca como dura. El padre de Gerardo me cuenta que su hijo come en el suelo, y es como pensar en un perro. Sus esfínteres dependen de un timbre. Debe pulsarlo y esperar que alguien lo conduzca al baño. Los estudiantes presos no se ven. Se gritan para saberse del otro lado. Las celdas tienen cámaras y micrófonos ocultos que registran lo que hacen, cómo se mueven, lo que piensan en voz alta. Su salud se ha llenado de diarreas, fiebres y vómitos. Les asusta lo que comen. Les prohíben la visita de sus abogados y médicos. No tienen teléfonos. No ven noticias. Tienen meses sin oír una canción. El silencio es su techo, su pared, su piso. No hay espejos. No saben ya cómo son. No tienen colores que ver, porque allí el mundo es blanco y kaki, como el uniforme que visten. La vida mide apenas 3x2 metros cuadrados. La sensación es de estar enterrados vivos. De irse aproximando en cámara lenta hacia la muerte.
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Un día le lanzaron a Gerardo un papel roto en varios pedazos. Lo armó con paciencia. El saldo del rompecabezas era una frase: “Leopoldo te abandonó”. A los tres los hostigan psicológicamente: “¿Aún no se han suicidado?”. Persiguen su quiebre. Una delación, eso buscan. “Terminen de portarse bien”, les dicen los custodios. Lo cual significa, en castellano carcelario, implicar a alguien en una declaración como conspirador, golpista o terrorista. No importa quién sea: Leopoldo López, María Corina Machado, Henrique Capriles, Alvaro Uribe. Con firmar un papel basta. Y ya. Salen de La Tumba. A otra cárcel. Les juran que con sol.
Pero no. No hablan. No incriminan a nadie. Y la tortura se extiende como una mancha de aceite invisible por todo el sótano.
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El papá de Gerardo sigue viajando todas las semanas a verlo. Su único equipaje es la rabia. Dice que su hijo le prohíbe sacar pendones o volantes con su nombre. “Si no están los nombres de todos los estudiantes presos, no”, le advierte. La madre de Lorent está agotada de verse llorar. Lo mismo la madre de Gabriel Valles.
Muchos organismos y personas han acudido a todas las instancias para denunciar lo que en ese umbral del infierno sucede. Pero, según comentan, cuando se trata de estudiantes y presos políticos el silencio de los tribunales es la regla.
Por encima de La Tumba pasan centenas de peatones todos los días sin saber que cinco sótanos más abajo se encuentran tres estudiantes venezolanos envueltos en una luz blanca bastante parecida a la muerte.
Es inadmisible que exista un lugar tan siniestro en nuestro país. Es la tumba blanca de los Derechos Humanos.
@mirandaga: ”Una vecina asesinada…llegando a su casa ¡Esto no es vida señores, es muerte!”
"En el municipio Sucre la inseguridad reina. Vecina fallece por un celular en La Urbina. CICPC y Polisucre hacen muy poco", expresa Jessellin Bellorin, @bati_jesy, Ingeniera en Telecomunicaciones
El municipio Sucre, estado Miranda, es una de las jurisdicciones que comprende la Gran Caracas. Vecinos de la zona se quejan por la falta de políticas efectivas para combatir la inseguridad.
El asesinato de una señora de 51 años de edad, Gerente de una empresa inmobiliaria, la semana pasada en La Urbina llegando a su casa a las 7:30 pm tras ser despojada de su teléfono celular, ha conmocionado a este sector del este de la ciudad.
Habitantes de la zona reportan que en la avenida Principal de Los Cortijos son frecuentes los atracos -a mano armada- por motorizados o delincuentes que interceptan a las personas mientras caminan. En redes sociales exigen a las autoridades competentes presencia policial, a toda hora, y patrullaje constante.
Tuiteros opinan sobre la inseguridad y en el Municipio Sucre:
La Abogada, Alexa Gómez @alexagomez2000 escribe el pasado 7 de febrero:“Hay días en los que uno está más fuerte que otros, pero desde esta mañana ando deprimida por lo de la señora de la Urbinaasesinada".
Aura Corzo @AuraCorzo1, desde Guarenas, Estado Miranda, expresa: "Amiga y compañera de trabajo asesinada anoche LaUrbina “En vez de perseguir empresarios, dedíquense a la seguridad”.
Sabrina, @BioSabri, Bionalista y Docente comenta:“Indignada y llena de impotencia al saber que la señora asesinada en #LaUrbina era lamadre de uno de mis estudiantes. ¡Hasta cuando!”
Gabriela Miranda @mirandaga afirma:” Una vecina asesinada dentro de su vehículo para robarla llegando a su casa en #LaUrbina. Esto no es vida señores, es muerte!!.
Carlos, @CarLions: "En el Municipio Sucre reina la inseguridad, la basura y los huecos", denuncia.
Frank, @Frank2390, dice que "La inseguridad, el desorden y la basura reinan en el municipio Sucre".
Jessellin Bellorin, @bati_jesy, Ingeniera en Telecomunicaciones, hace referencia al asesinato ocurrido en días pasados y reclama: "En el municipio Sucre la inseguridad reina. Vecina fallece por un celular en La Urbina. CICPC y Polisucre hacen muy poco".
José García, @joseantgarciac: "El Municipio Sucre vive su peor momento en muchos años; basura, calles destruidas, inseguridad e infraestructura pública nula", comenta.
Ana Di Leo, @AnaMaDiLeo, estudiante: "El Municipio Sucre en total abandono: basura, calles rotas, inseguridad. Alcalde inaugura canchas y no responde a vecinos", puntualiza.
Katheryne Nuñez, @KathKathKathzzz: "Sucre hecho un asco, basura, inseguridad, huecos y cero iluminación en las calles", concluye.
Enzo Scarano denuncia torturas en prisión
El exalcalde opositor Enzo Scarano, quien estuvo detenido en Ramo Verde, prisión militar donde permanece Leopoldo López, denunció este martes que fue sometido a tortura psicológica y malos tratos, pero aseguró que regresará al país después de recuperarse de problemas de salud por los que recibe tratamiento médico en Miami.
Dijo que no planea pedir asilo político en Estados Unidos. “Para nada. Tengo todo en Venezuela. Yo sigo en Venezuela y voy a seguir en Venezuela toda mi vida”, aseguró Enzo Scarano, quien permaneció más de 10 meses detenido tras ser destituido de su cargo por el Tribunal Supremo de Justicia que alegó que el opositor desacató una orden judicial que le exigía desmontar unas barricadas en su municipio.
“Voy a volver a mi país a trabajar, construir, dialogar, y a estar con mi gente. No tengo nada que temer”, dijo el exalcalde del municipio San Diego del estado Carabobo, liberado después que médicos determinaron que tenía serios problemas de salud.
Scarano instó también al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro y a la oposición política a dialogar. “Debemos sentarnos a dialogar. Compartir ideas. No somos enemigos sino adversarios”, expresó Scarano en una rueda de prensa.
Scarano, quien declinó especificar cuándo regresará al país, señaló que junto a López y a otros dos presos políticos “hemos sido torturados en la parte sentimental, y con la familia”. Los otros dos presos políticos a los que se refirió eran el exalcalde de la ciudad occidental de San Cristobal, Daniel Ceballos; y Salvatore Lucchese, un exdirector de la policía municipal de San Diego.
Dijo que la tortura comenzó desde el mismo momento en que fue sometido a juicio para ser destituido ya que le dieron solo cinco minutos para preparar su defensa. “Se cometieron todas las aberraciones en el proceso legal” de destitución, y “violaron la constitución por todos lados”, aseveró.
Explicó que la primera celda en la que permaneció detenido estaba "totalmente quemada, sin luz, y con escombros en el piso''. Allí lo mantuvieron encerrado e incomunicado durante tres días, en los que sólo recibió una botella pequeña de agua y una comida diaria, dijo.
"Fueron 10 meses y 15 días muy duros'', expresó.Consultado sobre si había sido golpeado físicamente, Scarano expresó que "el día de la pesquisa hubo agresión física'', y eso quedó plasmado en un acta que la fiscalía. Scarano insistió en que vino a Estados Unidos para recuperarse y recibir un tratamiento para la próstata.
“No vine a hacer política”, aseguró al ser interrogado sobre si pensaba reunirse con funcionarios del gobierno estadounidense o con congresistas.
Autorizan uso de armas mortales contra protestas
El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, dispuso que los militares se encarguen de “evitar desórdenes”
La resolución 008610 del Ministerio de la Defensa, publicada en la Gaceta Oficial del 27 de enero de 2015, establece un nuevo modelo de control militar del orden público que incluye el “uso de la fuerza potencialmente mortal, bien con el arma de fuego o con otra arma potencialmente mortal”, como último recurso para “evitar los desórdenes, apoyar la autoridad legítimamente constituida y rechazar toda agresión, enfrentándola de inmediato y con los medios necesarios”.
Las nuevas normas menoscaban las garantías del artículo 68 de la Constitución, el cual señala: “Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público”.
La resolución suscrita por el general en jefe Vladimir Padrino López no es una ley como exige la Constitución, y no distingue entre manifestaciones pacíficas y violentas, más allá de definir escuetamente la violencia mortal como la “creación de una situación de riesgo mortal”. Las garantías no parecen suficientes, pues apenas se indica que “cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable”, los militares deben tomar precauciones para reducir los daños.
Además, se desconocen los estándares internacionales, entre ellos el establecido en el Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos, elaborado por la Comisión Interamericana sobre Derechos Humanos, en 2009: “…dado que las fuerzas armadas carecen del entrenamiento adecuado para el control de la seguridad ciudadana, corresponde a una fuerza policial civil, eficiente y respetuosa de los derechos humanos combatir la inseguridad, la delincuencia y la violencia en el ámbito interno”.
Sobre la capacitación de los funcionarios militares para procurar que no cometan excesos, la disposición transitoria segunda indica que dentro de los tres meses siguientes se “girarán instrucciones para la elaboración del ‘Manual de Normas y Procedimientos Operativos del Servicio de Seguridad en Materia de Orden Público de Uso Común para las y los Integrantes de la Fuerza Armada nacional Bolivariana”. Sin embargo, la autorización de los militares para intervenir en protestas y usar armas de fuego mortales tiene vigencia inmediata.
Hace un año, La Salida
El Nacional 11 DE FEBRERO 2015 - 00:01
A comienzos de 2014 convergieron tres procesos sin relación causal explícita, pero engranados en el drama venezolano: el deterioro masivo de la calidad de vida de los ciudadanos de menores ingresos; el llamado de María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Gabriel Puerta Aponte, los diputados de “la Movida Parlamentaria” y otros dirigentes, a discutir en asambleas de ciudadanos los métodos constitucionales para producir “la salida” de Maduro (renuncia, asamblea constituyente, elecciones adelantadas, etc.); y la protesta estudiantil iniciada en la región andina, que tuvo un momento estelar el 12 de febrero con la manifestación convocada por Juan Requesens, presidente de la Federación de Centros de la UCV, y la dirección estudiantil en Caracas y que culminó en la Fiscalía General, luego de lo cual se produjeron, a manos de los cuerpos policiales, los asesinatos del estudiante Bassil Dacosta y del activista chavista Juancho Montoya, hechos que contribuyeron a la extensión de la rebelión estudiantil por todo el país. Estos factores se alinearon, retroalimentaron y produjeron una protesta nacional sin precedentes, así como mostraron que el régimen estaba dispuesto a la represión más despiadada, con un desenlace de 43 asesinados, miles de presos, torturados, perseguidos y hostigados.
A la luz de lo ocurrido vale la pena reflexionar. Un hecho fundamental es que nadie previó y posiblemente no se podía prever el grado de furia acumulada en la sociedad y que habría de estallar apenas se abriera una rendija. Es una enseñanza: cierto que no se puede adivinar el futuro en un mundo tan azaroso, pero hay que imaginar los escenarios más improbables.
Entonces se descorrió el barniz democrático que el gobierno se empeñaba en mantener. No era la primera vez que mataba, pero rebasó todo cálculo el que las órdenes de Maduro a militares, policías y paramilitares, fuesen las de reprimir a sangre y fuego indiscriminados las manifestaciones inicialmente pacíficas en casi todos los casos. En su marco se dieron las “guarimbas” que cuando no tuvieron carácter defensivo fueron aventureras.
Un hecho político esencial fue que la lucha juvenil y el liderazgo político que sin vacilar la acompañó mostraron al mundo la realidad de un régimen dictatorial; develamiento que inició una reacción internacional que tuvo un nuevo momento con la reciente visita de los ex presidentes de Colombia, Chile y México.
Quedó para siempre el arrojo de la juventud y la renuncia de Maduro, demorada por ahora, pero sazonada y madurada para su logro.
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