Esculturas del Cementerio General del Sur se degradan
La Fundación de la Memoria Urbana aboga para que no se hagan más entierros en el camposanto y poder recuperarlo
Congelada, quizás esperando estudiar la historia del Cementerio General del Sur, permanece La Lectora. Esa fue la última obra realizada por el escultor italiano Pietro Ceccarelli para el camposanto. La figura de mármol de carrara está en el panteón de doña Eva de Delgado Chalbaud desde la década de 1940, pero a más de un siglo de su inauguración la trama de la necrópolis no ha sido contada y no existe un inventario formal de los monumentos y esculturas que han acompañado a los difuntos desde finales del siglo XIX.
El cementerio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1982 según Gaceta Oficial 32492. Desde entonces, por ordenanza municipal, está prohibida la venta de nuevas parcelas en el sitio y, en su lugar, se arriendan.
Hannia Gómez, directora de la Fundación de la Memoria Urbana, considera que si se quiere rescatar el valor patrimonial del camposanto es necesario clausurarlo como servicio público: “El lugar está colapsado. Lo adecuado sería que las familias pudieran seguir yendo a visitar a sus muertos, pero que no haya más entierros. Al cerrarlo se podría hacer un censo, un levantamiento topográfico y elaborar un plan maestro de urbanismo, conservación y restauración histórica”.
Una investigación fotográfica del escultor y fotógrafo Domenico Casasanta documentó en 1992 la existencia de 118 estatuas y monumentos de autores como Andrés Pérez Mujica, Emilio Gariboldi, Lorenzo González, Federico Fabiani, Francisco Narváez y el mismo Pietro Ceccarelli.
Una de las piezas que documentó Casasanta fue Alma, una escultura de Pérez Mujica, de 200 centímetros de alto hecha en París en 1912, que para el año 2008 fue tumbada de su pedestal cuando se intentó abrir la tumba del panteón Franklin-Planchart.
Las historias de desapariciones o deterioro de las piezas son numerosas y pasan de boca en boca entre los cuidadores del camposanto. Un ejemplo es el bronce en la entrada del cementerio. La figura iba a ser robada, pero se evitó gracias a la acción de la Asociación Cooperativa de Trabajadores del Cementerio General del Sur. En agradecimiento, la familia donó la escultura y luego de una restauración se integró al paisajismo de la entrada.
Otman Quintero, gerente de los Cementerios Municipales de la Alcaldía de Libertador, asegura que en los nueve meses que lleva de gestión no ha recibido denuncias de piezas que hayan sido sustraídas de la necrópolis: “Si una familia desea mover una pieza del panteón de su propiedad debe presentar el caso ante el Instituto de Patrimonio Cultural. De no hacerlo estaría cometiendo un ilícito”. Quintero indica que trabajan en un levantamiento de las obras para luego hacer la comparación con la información previa que tiene el IPC y Fundapatrimonio, y monitorear lo que realmente queda. “El cementerio podría ser un gran museo. Cuenta con obras que tienen valor histórico, artístico, patrimonial y otras que tienen valor en sentido mágico-religioso. No es exclusivamente un sitio de enterramientos, cuenta la historia del país”.
Auge funerario. Leopoldo Provenzali, ex presidente del IPC, señala que el auge de la estatuaria a finales del siglo XIX y principios del XX ocurre gracias al fenómeno funerario. “Cuando decae la actividad económica, también decae el interés de las familias de construir monumentos”.
Gómez dice que habría que recuperar la reja ornamental que había en el cementerio cuando fue inaugurado en 1876, así como cuatro esculturas que estaban en la entrada que ya no están: “Cuando restauras debes recuperar lo perdido, no borrar la huella del pasado histórico de la ciudad. Antonio Guzmán Blanco concibió el cementerio como un proyecto urbanístico. La estatuaria allí resguardada es la joya de la corona de la ciudad”.
Amigos del camposanto
Gilberto Gil formó la Comunidad de Usuarios y Amigos del Cementerio General del Sur en Facebook. A través del grupo, se involucró en las actividades de mantenimiento y conservación del camposanto. Hace dos meses participó en la limpieza del sótano del monumento conocido como El Combate, hecho por Luigi Brizzolara, que encabeza la tumba del general Emilio Fernández, fallecido en 1929. También participó en la recuperación del sótano de la tumba del ex presidente Ignacio Andrade, que funcionaba como taller mecánico. “La dificultad es que contamos con 246 hectáreas y sólo hay 6 obreros para mantenerlas”, dijo.
Guillermo Barrios, decano de la Facultad de Arquitectura de la UCV, asegura que con una buena gestión es posible recuperar el cementerio, especialmente para despojarlo del halo de violencia.
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