Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
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Se nos ha ido Guillermo Mujica, un hombre excepcional que tuvo el privilegio de no tener enemigos ni detractores. Era casi imposible hablar mal de quien vivió de una manera tan decente, tan competente y honesta.
En este diario nos ha correspondido, durante las postrimerías del siglo pasado y en lo que va del presente, escribir los obituarios de personas destacadas en nuestra ciudad. Por respeto a la memoria del fallecido y a sus familiares generalmente las notas son generosas. Pero en el caso del doctor Mujica nada de lo que se diga será gratuito, porque su vida fue un apostolado donde le correspondió actuar en los hospitales, en la universidad, en la academia, en la Alcaldía de Valencia, en su hogar, en la prensa y en donde se requiriera su presencia.
Llegó a convertirse en una de las principales personalidades de la ciudad, era querido por los ricos y por los pobres. Pero siempre se enorgulleció de que provenía de un hogar muy humilde de la parroquia
Candelaria, a la que siempre le rindió culto amoroso, como lo hizo con la gente, las instituciones y el patrimonio de esta Valencia que, en 1989, lo declaró - por unanimidad - el tercer Cronista de la Ciudad. Antes lo fueron Rafael Saturno Guerra y Alfonso Marín.
LA CIENCIA Y EL ARTE
Adquirió una educación esmerada en los colegios Domingo Savio y Don Bosco, en el Liceo Pedro Gual y en la Universidad Central, donde obtuvo los títulos de médico cirujano y doctor en Ciencias Médicas. En tiempo difíciles tuvo la suerte de especializarse en Anatomía Patológica, en el Instituto Senckberg de la Universidad Johann Wolfgang Goethe, de la ciudad alemana de Franfurt. Ese tiempo lo aprovechó también para profundizar sus conocimientos sobre Artes Plásticas en grandes museos y sobre música. Bach, Beethoven, Mozart, Liszt, Mahler, la ópera y la zarzuela fueron pasiones que disfrutaba, hasta antes de enfermarse, con un grupo de aficionados que reunía para dictar su cátedra musical en la histórica Casa de La Estrella.
Siempre llamó la atención que siendo una persona tan exquisita hubiese estado durante 30 años en contacto diario con la muerte como patólogo en el Hospital Central.
Al recordado periodista Ildemaro Alguíndigue le explicó en una memorable entrevista publicada el 13 de septiembre de 1987, en El Carabobeño, que era patólogo no porque amaba la muerte sino porque, en su ejercicio, valoraba más la belleza de la vida acercándose a la verdad definitiva. "Ayudamos a la administración de justicia, obtenemos información sobre las enfermedades de los venezolanos, sobre aspectos humanos y sociales. Los soñadores podemos ver aún más que los llamados realistas porque sabemos admirar al cuerpo humano como una obra de arte. Si Miguel Angel no hubiese disecado cadáveres jamás habría logrado sus formidables esculturas.
TODO UN MAESTRO
En la Universidad de Carabobo fundó las cátedras de Histología y Embriología, Anatomía Patológica, Medicina Legal y Fisiopatología. Fue un profesor bondadoso y exigente. Cuando las autoridades de la facultad de Medicina decidieron intervenir el departamento de Morfología, que él dirigía, por problemas con un examen que perjudicaba a centenares de estudiantes, presentó su renuncia lo cual conmocionó a la comunidad universitaria. Tanto que el rector y el Consejo Universitario se movilizaron para dejar sin efecto la decisión . Como Cronista de la Ciudad representó la hidalguía y elegancia del pueblo de Valencia y conservó su memoria histórica modernizando los archivos, para lo cual las actas del ayuntamiento de 1636 a 1946 fueron digitalizadas y dispuestas al servicio de los investigadores. Sus investigaciones históricas y sus crónicas sobre Valencia y sus personajes las publicaba todos los lunes en El Carabobeño, con el poético nombre de Azules y Brumas, reunidas en seis tomos editados por la alcaldía. En los honores que le rindieron antes de su sepelio en el cementerio Jardines del Recuerdo, la Universidad de Carabobo, en la sede del Rectorado, la alcaldía y el Concejo Municipal de Valencia, entre otras instituciones, quedó demostrado cuánto queríamos y cuánta falta nos hará un hombre de las cualidades de Guillermo Mujica.
Ojalá que la designación de su sucesor como Cronista de la Ciudad se haga, como él quería, de manera justa, sin controversias políticas innecesarias, con candidatos que hayan demostrado conocimientos, constancia y entereza en defensa y promoción de la Valencia eterna.
EN VALENCIA, donde no habíamos conocido limitaciones a la libertad de información, por lo menos en los últimos 50 años, nos encontramos con que, ahora, los que dirigen la política de comunicaciones del gobierno regional impiden el acceso a las fuentes informativos a diversos medios, entre ellos a El Carabobeño, restringiendo así, a los periodistas, el derecho que tenemos -por ley- de informar veraz y oportunamente.
La política informativa del gobernador Francisco Ameliach es a través del Twitter y de boletines de prensa, dirigidos más a la promoción gubernamental que a informar lo que, verdaderamente, es de interés para los usuarios de los medios.
No hay acceso a los funcionarios que integran el Consejo de Secretarios del Ejecutivo, por lo cual los titulares son completamente desconocidos para los periodistas que llevamos décadas cubriendo las fuentes del Capitolio. El Foro Dominical de El Carabobeño, de esta semana, estaba dedicado a autoridades de Insalud, especialmente a los que están a cargo de los servicios de Epidemiología, para que informen cuál es la realidad con el problema de la gripe Ah1N1 en el estado.Fue imposible porque hay que solicitarles audiencia, para entrevistas, a los que llevan la agenda de los funcionarios, porque éstos no están autorizados para dar información.
El gobernador Ameliach ha concedido muy pocas entrevistas en su despacho y los que han tenido acceso ha sido por previa invitación personal. Lo más grave ocurrió el viernes cuando se invitó a una rueda de prensa en la antigua sede del ministerio de Agricultura y Cría, en la Redoma de Guaparo, con un ministro y alcaldes del estado.
A uno de los alcaldes, cuando vio a una periodista de El Carabobeño, le dio una especie de ataque y exigió que sacaran del recinto a los periodistas de este diario porque él no los soporta. Fue evidente que el ministro se avergonzó con este gesto de malcriadez y luego informó sobre el motivo de su visita a Valencia.
Cuando hay demostraciones de que el Gobierno nacional está haciendo una apertura con el sector privado, estos gestos inamistosos con los profesionales de la comunicación social dejan mucho que desear si, en verdad, hay intenciones de lograr la paz del país.
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