Y pusieron el caldo morado…
- Mariahé Pabón (Notitarde / )
Mariahé Pabón
“Existen en Venezuela, en el sector público, más de 30 ministerios, más de 100 viceministerios y cualquier número de directores, presidentes y administradores para todo. Ante tantos cargos públicos creados para darle forma a los caprichos gerenciales del difunto y de su sucesor habría razones para suponer que todo problema del país tiene alguna persona que se encargue de resolverlo.
Pero para sorpresa de muchos el cuadro de organización del país, si lo hubiera, nos muestra personas que desempeñan diversos cargos a la vez. Hay un vicepresidente para la economía quien es, también, ministro de energía y petróleo, presidente de Pdvsa, negociador de las finanzas del estado, constructor de viviendas, comprador y distribuidor de alimentos y muchas cosas más. Pero, hay además ministros responsables por algunas de las funciones que éste ejerce.” Alberto Quiroz Corradi. Opinión. Diario El Nacional, agosto 27/2014
Nos miran de reojo
Nos tienen lástima definitivamente y ya no logramos ni siquiera un comentario gentil acerca de lo más trivial, frívolo y ligero que nos coloca en la primera plana de los medios internacionales, como son los concursos de belleza en los cuales siempre ganamos con unas mujeres que ya parecen habitantes de un mundo galáctico, bien formadas, operadas y desde luego nadando en la felicidad que les proporciona un mundo ajeno, porque tan pronto logran salir de este ambiente, se sienten a salvo por haber podido huir de un infierno en donde a ellas también las pueden asesinar en forma trágica como lo ha venido señalando la crónica roja. Por ahora, el que se va, no quiere volver y la propia Gaby Espino lo dijo claramente: “no quiero volver a un país, en donde mis hijos puedan correr peligro”.
Así es lo cotidiano
Nos levantamos con una sorpresa: asesinaron a nuestro mejor amigo, asaltaron a nuestro vecino, despidieron a nuestro colega. Nos acostamos pensando si al siguiente día habremos solucionado uno de los muchos dramas que nos acosan y no podemos encontrarle salida. No queremos abandonar el país, porque no hay manera de organizarnos en el exterior, así tengamos una familia amorosa que nos regale cobijo. Si nos vamos, regresamos. Si regresamos queremos irnos de nuevo y lloramos la ausencia de la familia. Si salimos a la calle tenemos un horario fijo para volver y si no salimos a tomar aire puro, a encontrarnos con nuestros amigos, al cine, al teatro o a un concierto, sentimos que nos ahogamos en cuatro paredes.
No quisiéramos hacer de cada acontecimiento infeliz un drama, pero cuando Maduro se asoma a la televisión, comenzamos a sentir la comezón del desasosiego, porque cada palabra suya, cada sentencia, cada afirmación es una piedra directa a nuestra comprensión y a la poca inteligencia que nos queda para matizar, deseando solo salir a gritar a las plazas y calles, para de alguna manera, solidarizarnos con quienes ya no tienen fuerzas para aguantar tanto dolor acumulado como es el de los miles de miles de venezolanos que han perdido a sus hijos, a sus padres, a sus hermanos y a sus amigos en una violencia jamás antes vivida.
Biométrico y caótico
Ahora, lo que faltaba. Fidel aconsejó al hijo del difunto, una cartilla de racionamiento, con el agregado de un captahuellas que le dio opción a un enchufado para montar su gran negocio. Se sienta frente a nosotros para explicarnos que ese nuevo régimen biométrico no es obligatorio, sino opcional y se extenderá a 23 rubros, es decir que hay necesidad de poner el dedo en esa nueva llaga revolucionaria si queremos tener acceso a los productos de primera necesidad.
¿La culpa no la tienen Maduro ni sus centenares de ministros, tampoco los que han robado nuestro dinero en Cadivi y empresas similares y mucho menos su desgobierno manirroto y desarticulado? No. La culpa, según el presidente, la tiene el contrabando de frontera en donde se mueven tranquilamente los militares, los narcotraficantes y los vecinos de este y el otro lado del río que desde tiempos inmemoriales han cultivado la amistad mediante intercambios “patrióticos” que salen de los linderos oficiales hacia rutas extranjeras en barcos y aviones mercantes, cuyo gran negocio es el de cargar el polvo blanco que enriquece y sirve de enlace a todas las instancias del poder. Ya estuvo escrito en las memorias del gran Patrón Mayor Pablo Emilio Escobar Gaviria, cuyos ingenieros navales llegaron a fabricar un submarino para sacar la droga de la Goajira colombiana, llevarla a la venezolana, asomarla a las fronteras mexicanas y así transportarla al paraíso imperial, consumidor consecuente de la cocaína disfrazada de jabón de olor.
¿Será el contrabando de extracción el causante de todas nuestras desgracias o será también la indiferencia oficial culpable de que se lleven la gasolina a la tierra de Santos?
Los gochos no se rinden
Vielma Mora y sus huestes pelean a sangre y fuego contra las protestas de quienes se han visto despojados de sus derechos en la zona andina limítrofe con Colombia y la violencia llegó a tal extremo que un agente de la GNB fue atacado sin misericordia por quienes han resistido durante meses una feroz violencia que ha causado la muerte a más de 42 personas.
No he visto hasta ahora una acción por parte de los dirigentes de ambos bandos para que cese esta guerra innecesaria y feroz que nos está causando tanta desgracia.
Pero para sorpresa de muchos el cuadro de organización del país, si lo hubiera, nos muestra personas que desempeñan diversos cargos a la vez. Hay un vicepresidente para la economía quien es, también, ministro de energía y petróleo, presidente de Pdvsa, negociador de las finanzas del estado, constructor de viviendas, comprador y distribuidor de alimentos y muchas cosas más. Pero, hay además ministros responsables por algunas de las funciones que éste ejerce.” Alberto Quiroz Corradi. Opinión. Diario El Nacional, agosto 27/2014
Nos miran de reojo
Nos tienen lástima definitivamente y ya no logramos ni siquiera un comentario gentil acerca de lo más trivial, frívolo y ligero que nos coloca en la primera plana de los medios internacionales, como son los concursos de belleza en los cuales siempre ganamos con unas mujeres que ya parecen habitantes de un mundo galáctico, bien formadas, operadas y desde luego nadando en la felicidad que les proporciona un mundo ajeno, porque tan pronto logran salir de este ambiente, se sienten a salvo por haber podido huir de un infierno en donde a ellas también las pueden asesinar en forma trágica como lo ha venido señalando la crónica roja. Por ahora, el que se va, no quiere volver y la propia Gaby Espino lo dijo claramente: “no quiero volver a un país, en donde mis hijos puedan correr peligro”.
Así es lo cotidiano
Nos levantamos con una sorpresa: asesinaron a nuestro mejor amigo, asaltaron a nuestro vecino, despidieron a nuestro colega. Nos acostamos pensando si al siguiente día habremos solucionado uno de los muchos dramas que nos acosan y no podemos encontrarle salida. No queremos abandonar el país, porque no hay manera de organizarnos en el exterior, así tengamos una familia amorosa que nos regale cobijo. Si nos vamos, regresamos. Si regresamos queremos irnos de nuevo y lloramos la ausencia de la familia. Si salimos a la calle tenemos un horario fijo para volver y si no salimos a tomar aire puro, a encontrarnos con nuestros amigos, al cine, al teatro o a un concierto, sentimos que nos ahogamos en cuatro paredes.
No quisiéramos hacer de cada acontecimiento infeliz un drama, pero cuando Maduro se asoma a la televisión, comenzamos a sentir la comezón del desasosiego, porque cada palabra suya, cada sentencia, cada afirmación es una piedra directa a nuestra comprensión y a la poca inteligencia que nos queda para matizar, deseando solo salir a gritar a las plazas y calles, para de alguna manera, solidarizarnos con quienes ya no tienen fuerzas para aguantar tanto dolor acumulado como es el de los miles de miles de venezolanos que han perdido a sus hijos, a sus padres, a sus hermanos y a sus amigos en una violencia jamás antes vivida.
Biométrico y caótico
Ahora, lo que faltaba. Fidel aconsejó al hijo del difunto, una cartilla de racionamiento, con el agregado de un captahuellas que le dio opción a un enchufado para montar su gran negocio. Se sienta frente a nosotros para explicarnos que ese nuevo régimen biométrico no es obligatorio, sino opcional y se extenderá a 23 rubros, es decir que hay necesidad de poner el dedo en esa nueva llaga revolucionaria si queremos tener acceso a los productos de primera necesidad.
¿La culpa no la tienen Maduro ni sus centenares de ministros, tampoco los que han robado nuestro dinero en Cadivi y empresas similares y mucho menos su desgobierno manirroto y desarticulado? No. La culpa, según el presidente, la tiene el contrabando de frontera en donde se mueven tranquilamente los militares, los narcotraficantes y los vecinos de este y el otro lado del río que desde tiempos inmemoriales han cultivado la amistad mediante intercambios “patrióticos” que salen de los linderos oficiales hacia rutas extranjeras en barcos y aviones mercantes, cuyo gran negocio es el de cargar el polvo blanco que enriquece y sirve de enlace a todas las instancias del poder. Ya estuvo escrito en las memorias del gran Patrón Mayor Pablo Emilio Escobar Gaviria, cuyos ingenieros navales llegaron a fabricar un submarino para sacar la droga de la Goajira colombiana, llevarla a la venezolana, asomarla a las fronteras mexicanas y así transportarla al paraíso imperial, consumidor consecuente de la cocaína disfrazada de jabón de olor.
¿Será el contrabando de extracción el causante de todas nuestras desgracias o será también la indiferencia oficial culpable de que se lleven la gasolina a la tierra de Santos?
Los gochos no se rinden
Vielma Mora y sus huestes pelean a sangre y fuego contra las protestas de quienes se han visto despojados de sus derechos en la zona andina limítrofe con Colombia y la violencia llegó a tal extremo que un agente de la GNB fue atacado sin misericordia por quienes han resistido durante meses una feroz violencia que ha causado la muerte a más de 42 personas.
No he visto hasta ahora una acción por parte de los dirigentes de ambos bandos para que cese esta guerra innecesaria y feroz que nos está causando tanta desgracia.
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