Poeta argentino Leopoldo Castilla ganó Premio Víctor Valera Mora
La obra "Gong (Canto al Asia)" fue galardonada por el jurado.
El escritor obtuvo 100 mil dólares (Cortesía)
EL UNIVERSAL
viernes 29 de agosto de 2014 12:18 PM
AVN.- Con la obra Gong (Canto al Asia), integrada por tres libros, el poeta argentino Leopoldo Castilla ganó la quinta edición del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora.
Leopoldo (Teuco) Castilla nació en Salta, Argentina en 1947. Ha publicado los siguientes libros de poemas: El espejo de fuego (1968); La lámpara en la lluvia (1971); Generación terrestre (1974); Versión de la materia (1982); Campo de prueba (1985); Teorema natural (1991); Baniano (1995); Nunca (2001); Libro de Egipto (2002); Línea de fuga(2004) y Bambú (2004). Como narrador ha publicado: Odilón (1975) y La luz naranja(1984). Es también autor de Diario en la Perestroika (1990); Nueva poesía argentina(1987) y Poesía argentina actual (1988); entre otras publicaciones.
Ha recibido premios nacionales e internacionales. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso. Sobre su cuento La redada se filmó el largometraje homónimo dirigido por Rolando Pardo.
En declaraciones para la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), la poeta venezolana Belén Ojeda, integrante del jurado, indicó que de un total de 110 obras postuladas se escogieron 10. Luego, por unanimidad, se eligió el texto de Castilla.
Además de Ojeda, el jurado para la elección de la obra ganadora lo integraron también la poeta puertorriqueña Áurea María Sotomayor y el cubano Waldo Leyva, ganador de la cuarta edición de este certamen, celebrada en 2012.
"Entre todos construimos el veredicto. De los 10 llegamos a tres finalistas, que fueron Leopoldo Castilla, Hugo Mujica (de Argentina, con la obra Mirando caer la lluvia) y Luis Alberto Crespo (de Venezuela, con la obra La misma vez)", dijo Ojeda.
Destacó que Gong "cuenta una experiencia personal de distintos países de Asia como Tailandia, Indonesia, Vietnam e India", que describe aspectos culturales y espirituales de esas naciones.
Ojeda es oriundo de la provincia de Salta (al noroeste de Argentina) y reside actualmente en Buenos Aires. En 1998, recibió el Premio Municipal de Poesía de la ciudad de Buenos Aires y en el año 2001 fue galardonado con el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, por su obra Nunca.
El Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, que otorga el Ministerio para la Cultura a través de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) será entregado el próximo 29 de octubre. El ganador recibirá un diploma y la cantidad de 100.000 dólares o su equivalente en moneda nacional.
Además de Castilla y Leyva, que obtuvo el galardón en 2012, han recibido este premio el venezolano Ramón Palomares, en 2006; 2006), el colombiano Jotamario Arbeláez, en 2008; y el venezolano Gustavo Pereira, 2010.
Leopoldo Castilla: "Mis poemas son unos muertos de hambre"
“Mis poemas son unos muertos de hambre”, dijo el argentino Leopoldo Castilla, cuando se le preguntó de qué “se nutren” sus textos. El autor negó tener un método o sistema de trabajo, pues escribe “cuando me halle y donde me halle” y “si viene fuerte la ventolera, hay días que desde el alba hasta las cuatro o cinco de la tarde estoy frente a la máquina”.
Castilla se presentó en Villa María, localidad de la provincia de Córdoba, centro de Argentina, para un encuentro de poetas llamado “La ciudad en llamas”, organizado por el grupo literario Paco Urondo.
A raíz de esa presentación fue reporteado por El Diario del Centro del País, cuyo cronista le recordó que hace tiempo había dicho que escribir poesía equivale a hacer “una casa real con materiales desconocidos” y, a raíz de ello, le preguntó “cuánto se nutre su poesía de lo simbólico” y cuánto de “los elementos reales de la vida cotidiana”.
Fue entonces cuando Castilla respondió, aparentemente con ironía: “La verdad es que mis poemas son unos muertos de hambre”. De inmediato agregó: “Se nutren de lo que les manda Dios y el Diablo, de lo que la poesía quiera, y de la suerte”.
Tras desestimar que tenga método o sistema para escribir, fue interrogado por el “peso” del apellido de su padre, Manuel J. Castilla, un poeta de trascendencia en el país y con gran popularidad a raíz de que muchos de sus textos se convirtieron en canciones muy conocidas.
Leopoldo Castilla tuvo también en este caso una respuesta ríspida: “Bueno, no me llamo Vladivostok, o algo así, para que me pese el apellido. Con respecto a mi padre, de quien aprendí casi todo lo que sé, es y seguirá siendo un maravilloso amigo. El me enseñó -y yo también- a no vivir del apellido. El linaje en los hombres se hace de uno en uno”
Consultado sobre los “circuitos cerrados” en los que supuestamente transita la poesía, Castilla dijo que expresan “una de las ingenuidades -a veces patéticas - de muchos señores dedicados a este oficio”.
“Lo único que puede aportar algo a la poesía, en caso de que quien escriba tenga algún talento y una honestidad intelectual de base, es el propio mundo del poeta que le agrega -y sólo él puede hacerlo- mundo al mundo. El capillerío tiende a denostar a otros escritores sin ver que los enemigos de la poesía no están en la poesía, que cada poeta es una flor de invernadero en este mundo plagado de crueldades, imperios asesinos, usureros, etcétera”.
“La poesía –completó- comienza dentro de uno al recibir, vaya a saber usted, el mensaje de cuántas dimensiones que no podemos precisar. Y acaba en el papel. Eso es todo. Lo demás es lo de menos”.
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