Trinchera
La historia chavista
- Columnista, Notitarde, Luis Cubillán Fonseca (Columnista, Notitarde, Luis Cubillán Fonseca / )
Luis Cubillán Fonseca
Cuando se estudie la historiografía del periodo chavista, saldrán a la superficie las barbaridades que el régimen ha querido inculcar al pueblo. Sobre todo los adulantes, que merodean por el Ministerio de Educación. Entre Ministros y ministras han puesto como decía el inspirador de este periodo histórico, el señor Chavez: "La plasta" y cosas afines. Se puede calcular, que se han puesto miles de plastas, basta ver los auto mercados, las farmacias, los repuestos, etc… en fin, todo lo que sufrimos los venezolanos, mientras los queridos del régimen, disfrutan de la gran vidorria, que no es del caso analizar.
Una de las plastas más equiferas que se comentaran en el futuro, pues no piensen quienes la han puesto que las generaciones venideras los olvidarán, -no señor- serán tenidos como ejemplo de lo que puede hacer el poder cuando es totalitario y pretende, por los medios más insólitos quedarse en el poder, para continuar lo que han hecho en estos largos y destructores veinte años: poner "la gran plasta".
El problema histórico comenzó cuando el comandante eterno, reencarnó, en tiempos de Poncio el Piloto, en el ciudadano que a cada momento lo pregona como especie volátil y parlante, que quiso poner a pelear a Páez y Bolívar, en esa lucha de ultratumba, se salvó el pobre llanero, por un pelito, lo dejaron en el Panteón-Gorro, pues al Panteón Nacional, el artista del régimen llamado san Francisco, le encasquetó un gorro metálico. Un amigo procedente del exterior, pensó que era un avión que se había caído en el lugar, y que lo habían dejado allí. El engorramiento del Panteón, tenía como fin hacerse para sí un huequito, para descansar allí cuando le llegara la pelona, pero resulta que las autoridades, es decir los que mandan, le erigieron un mausoleo gigante, la antigua Academia Militar, donde tanto buen militar estudió, se transformó de golpe y porrazo en un súper monumento donde nadie puede ser enterrado, pues es para un solo pasajero. Como la lucha entre los dos espíritus no dio resultado, vino la venganza: sacaron lo huesos y los ventosearon a media noche, cada hueso fue: tocado, olido, lamido, aserruchado y enviado a España; allí lo esperaba el cirujano plástico, que le hace las cirugías a Doña Cayetana, la Duquesa de Alba, y le pone unos cachetes de plastilina, y unos rulitos. Este cirujano debió seguir las instrucciones chavistas: transformar a El Libertador, que fue un súper escuálido, fino y blanco, en un boxeador trompeado, para usarlo a su antojo. Quieren olvidar la obra de los mejores retratistas de su tiempo: El Mulato Gil de Castro -Pintor de la Independencia-, como él se hacía llamar.
¿Habrá en el chavismo quien tenga un dedo de frente, y que se oponga a tanta barbaridad? Para la película que está por estrenarse, esperamos la respuesta de personas serias, historiadores científicos, marxistas por más señas, que lleven un poco de ponderación a estos señores, que le han entrado a la historia como Trofin Lisenko ¿Quién será el sabio Vavilov del momento? (Buscar en Wikipedia).
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