Exministerio
Por ser (el Ministerio del Ambiente) un organismo venido a menos, debe haber mucha decepción en quienes han sido o son funcionarios entusiasmados con los propósitos originales.
VÍCTOR ARTÍS | EL UNIVERSAL
sábado 15 de noviembre de 2014 12:00 AM
Agrupar ministerios afines bajo seis Vicepresidencias puede servir para coordinar dependencias que por su cuenta obtenían decisiones de la Presidencia y creían poder operar con autonomía. La Vicepresidencia del Socialismo Territorial asume el Hábitat y la Vivienda, el Ambiente, la Electricidad y la Vialidad, lo que significa reinar sobre la ocupación del territorio y sobre el urbanismo.
Es una impresión general que el Ministerio del Ambiente ha sido eliminado por carecer de importancia, pero en realidad ha sido degradado, quizás con excusas como no cumplir los objetivos originales ni lo pautado en la Ley Orgánica del Ambiente del 2006, por omitir obligaciones explícitas, o por mal desempeño en obras como el proyecto Yacambú, en la recuperación del litoral varguense y sus vertientes y en especial, lo actuado para resolver la elevación del agua en el lago de Valencia donde, por el resultado obtenido, los ministros responsables merecen ser acusados por intento de asesinato; lo que falta por venir es peor. Tampoco ha mejorado ni protegido el ambiente, ni ha institucionalizada la generación y la distribución del agua en el plazo de seis años pautado en la Ley. Omisiones notables son no haber habilitado ningún parque nacional para disfrutarlo sin afectar sus condiciones y también es objetable el haber promulgado el reglamento de la Zona Protectora del Area Metropolitana de Caracas (80.000 hectáreas), sin plantear una estructura para ocuparla a razón de cuatro familias por hectárea de acuerdo con el reglamento.
Lo mismo ocurre en otras áreas protectoras. Cabe mencionar que el Ministerio es ignorado en la Guayana en cuanto a minería y extracción forestal, al igual que en la Faja Petrolífera del Orinoco, cuando fue desestimado su voto salvado en oposición a la instalación de la mejora de petróleo pesado en Jose. Otro silencio del Ministerio es evidente en la agresión al Waraira Repano, implícita en la autopista turística al litoral. Pero es muy probable que la degradación provenga de no entender que el ambiente no es una propiedad a ser derrochada, sino una responsabilidad a preservar y mejorar para generaciones futuras. Al parecer ha quedado supeditado el cuido del ambiente a quienes lo agreden.
Por el mandato constitucional que obliga a consignar estudios de impacto ambiental para ocupar, urbanizar y edificar, al ministerio corresponde procesar una infinidad de solicitudes de permisos, pero la escasez de personal demora las respuestas e induce a sospechar que puede haber tráfico de influencias. Por ser un organismo venido a menos, debe haber mucha decepción en quienes han sido, o son funcionarios entusiasmados con los propósitos originales.
Ante la degradación del Ministerio cabe preguntar cómo quedará el proyecto de la Ley Orgánica para la Ordenación y la Gestión del Territorio, no por ajustes semánticos sino al definir funciones. Al parecer lo dedicarán a promover y controlar comunas y regiones, estructura territorial fracasada donde se ha ensayado. Por emanar del mismo crisol que ha fraguado tantos fracasos, no hay razones para esperar buenos resultados.
vartisg@gmail.com
Es una impresión general que el Ministerio del Ambiente ha sido eliminado por carecer de importancia, pero en realidad ha sido degradado, quizás con excusas como no cumplir los objetivos originales ni lo pautado en la Ley Orgánica del Ambiente del 2006, por omitir obligaciones explícitas, o por mal desempeño en obras como el proyecto Yacambú, en la recuperación del litoral varguense y sus vertientes y en especial, lo actuado para resolver la elevación del agua en el lago de Valencia donde, por el resultado obtenido, los ministros responsables merecen ser acusados por intento de asesinato; lo que falta por venir es peor. Tampoco ha mejorado ni protegido el ambiente, ni ha institucionalizada la generación y la distribución del agua en el plazo de seis años pautado en la Ley. Omisiones notables son no haber habilitado ningún parque nacional para disfrutarlo sin afectar sus condiciones y también es objetable el haber promulgado el reglamento de la Zona Protectora del Area Metropolitana de Caracas (80.000 hectáreas), sin plantear una estructura para ocuparla a razón de cuatro familias por hectárea de acuerdo con el reglamento.
Lo mismo ocurre en otras áreas protectoras. Cabe mencionar que el Ministerio es ignorado en la Guayana en cuanto a minería y extracción forestal, al igual que en la Faja Petrolífera del Orinoco, cuando fue desestimado su voto salvado en oposición a la instalación de la mejora de petróleo pesado en Jose. Otro silencio del Ministerio es evidente en la agresión al Waraira Repano, implícita en la autopista turística al litoral. Pero es muy probable que la degradación provenga de no entender que el ambiente no es una propiedad a ser derrochada, sino una responsabilidad a preservar y mejorar para generaciones futuras. Al parecer ha quedado supeditado el cuido del ambiente a quienes lo agreden.
Por el mandato constitucional que obliga a consignar estudios de impacto ambiental para ocupar, urbanizar y edificar, al ministerio corresponde procesar una infinidad de solicitudes de permisos, pero la escasez de personal demora las respuestas e induce a sospechar que puede haber tráfico de influencias. Por ser un organismo venido a menos, debe haber mucha decepción en quienes han sido, o son funcionarios entusiasmados con los propósitos originales.
Ante la degradación del Ministerio cabe preguntar cómo quedará el proyecto de la Ley Orgánica para la Ordenación y la Gestión del Territorio, no por ajustes semánticos sino al definir funciones. Al parecer lo dedicarán a promover y controlar comunas y regiones, estructura territorial fracasada donde se ha ensayado. Por emanar del mismo crisol que ha fraguado tantos fracasos, no hay razones para esperar buenos resultados.
vartisg@gmail.com
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