Desayuno en la Redacción NOTITARDE 23 de Noviembre 2014
Saúl Ameliach, presidente de Pequiven, explica la importancia nacional de la recién inaugurada planta de fertilizantes nitrogenados de Morón en el Complejo Petroquímico Hugo Chávez
Saúl Ameliach, presidente de Pequiven, explica la importancia nacional de la recién inaugurada planta de fertilizantes nitrogenados de Morón en el Complejo Petroquímico Hugo Chávez
“Esta planta nos coloca como el primer país productor de urea de América Latina”
Carlos Flores / Marlene Piña
¿Urea?, ¿amoníaco?, ¿metano?, ¿hipoclorito de no sé qué cosa? Vamos a estar claros en algo: nuestras vidas, nuestro día a día, avanza por lo general a una velocidad tan rápida y casi autómata, que rara vez analizamos las cosas más pequeñas y normales que componen lo que nos rodea. Y los conceptos que tenemos para ciertas cosas tal vez son demasiado básicos. Y es que luego de recibir una clase magistral sobre la importancia de los complejos procesos petroquímicos por parte del ingeniero Saúl Ameliach Orta (sí, el presidente de Pequiven y hermano del Gobernador del estado Carabobo), uno termina expandiendo ideas que, para el momentos, permanecían básicas.
Entonces palabras como “urea”, “amoníaco” e “hipoclorito de sodio”, súbitamente adquieren la importancia que se merecen. Tal vez el hombre de campo, aquél que está familiarizado con el mundo de la siembra, el agro... aquél que lleva grabado en su ADN el olor a tierra húmeda, conoce sobre el tema de los fertilizantes y, específicamente, la urea. Y sabe, así sin más, que sin fertilizantes no hay siembra... y sin siembra... no hay nada.
Durante mucho tiempo se ha mencionado la mítica frase de Arturo Úslar Pietri: “Hay que sembrar el petróleo”. Todos la repiten. Todos están de acuerdo. Todos dicen que ésa es la gran solución. Pues, en un país donde el sector agrícola necesita fortalecerse igual que un niño necesita alimentarse para crecer y prosperar, la presentación de Saúl Ameliach da en el clavo, porque la recién inaugurada planta de fertilizantes ubicada en Morón, es una prueba clara y contundente de cómo se puede poner en práctica la eterna frase dicha alguna vez por el autor de Las Lanzas Coloradas.
Y sí, tal y como se espera, con la puesta en funcionamiento de esta enorme y modernísima planta que produce urea y amoníaco en no pocas cantidades, se logran los resultados esperados, entonces los beneficiados serán, en cadena, desde los productores del campo hasta la ciudadanía en general. Y el objetivo estará cumplido.
Justamente para conversar no solo sobre la inauguración de la planta de fertilizantes de Morón (la más importante del continente) sino aclarar la -sorpresiva- importancia que tiene la petroquímica en nuestra vida, Saúl Ameliach visitó la sede de Notitarde para protagonizar un ameno y didáctico Desayuno en la Redacción, donde -irónicamente- él fue el último en desayunar.
A esta reunión también acudieron el ingeniero Ricardo Degwitz, presidente de Notitarde y los periodistas: Humberto Torres, editor jefe; Francisco Briceño, editor de ciudad; Marlene Piña, redactora; y quien esto firma, Carlos Flores, editor de Notitarde La Costa.
Un poco de historia
para aclararlo todo
El martes 18 de noviembre de 2014 se inauguró, mediante un pase en directo con el presidente Nicolás Maduro, la nueva planta de fertilizantes ubicada en el Complejo Petroquímico Hugo Chávez, en Morón. No estamos hablando de un proyecto pequeño. Aquí se trata de algo macro, de una obra gigante que convertiría, igualmente en un futuro, a Venezuela en un gigante en la producción de fertilizantes, específicamente de urea a nivel mundial.
“La inversión”, comienza Saúl Ameliach, “fue de 2.437 millones de dólares, de los cuales 1.583 millones provienen del Fonden; 520 millones del Fondo Chino y, Pdvsa y Pequiven colocaron 334 millones de dólares”. Una breve pausa y continúa: “Ahora nos toca devolver ese dinero, porque eso es prestado”.
Corría el año 2007. El presidente Hugo Chávez hace un programa donde reimpulsa la industria petroquímica y arranca el primer movimiento de tierra de la futura planta de fertilizantes de Morón.
Cuenta Ameliach que Chávez siempre tuvo presente la necesidad e importancia de desarrollar la industria petroquímica, el desarrollo y lo referente al manejo de hidrocarburos.
“Ese año 2007 precisamente arranca la construcción de la planta y hasta el martes 18 de noviembre fecha tal que logramos inaugurarla”, comenta Ameliach. “Es una planta inmensa que cuenta con más de 50 hectáreas; de las más grandes que se han construido en el país y de las más modernas en el mundo. Y, sin duda, la última que se ha construido en el continente americano, lo cual nos coloca como el primer país en América Latina en la producción de fertilizantes; en este caso, de urea”. Hay varios tipos de fertilizantes pero la urea se encarga de aportar el nitrógeno a los suelos, que además necesitan fósforo y potasio.
Pero como fertilizante, el más usado es la urea. Esta planta recién inaugurada, explica Saúl Ameliach, produce el nitrógeno en su forma más concentrada (amoníaco) y luego el nitrógeno en su forma de concentración sólida, que es la urea. “Pero para producir el amoníaco usamos el gas que viene de Pdvsa”, afirma.
Y el proceso suena simple, pero dista de serlo: “Llega el gas de Pdvsa; el gas puede dividirse en propano, metano, etano, butano. El metano, que posee carbono e hidrógeno llega a Pequiven, donde se procesa, se ‘rompe’, separando el carbono del hidrógeno. Tomamos oxígeno y lo mezclamos con el carbono y tenemos el gas carbónico que se usa en todas las bebidas carbonatadas o que tienen gas; además de servir para los grandes sistemas de refrigeración”, Ameliach explica con detalles, escribe en unas hojas de papel, los compuestos químicos, nombres que llevan en la tabla periódica.
“Luego tenemos el gas carbónico y el amoníaco, y ambos se producen en esta nueva planta”, aclara Ameliach, demostrando que la nueva planta de Morón puede agilizar muchos procesos. Al unir estos productos químicos (la urea) y al incorporárselo al suelo le brinda hidrógeno que es el componente principal de alimentación. Algo novedoso de esta planta es que toma el agua de la playa, a través de una tubería de 300 metros y luego del tratamiento especializado, puede procesar hasta 8 mil litros de agua por segundo, la almacenamos desalinizada y posteriormente la utilizamos para todos los pasos de la planta (las calderas, el enfriamiento, etc). Sin tener que gastar el agua para el consumo humano.
“Pero no desperdiciamos nada, porque con la sal que extrajimos del agua de playa, hacemos un producto llamado hipoclorito de sodio, que es la materia prima para tratar el agua y limpiarla de impurezas”.
-¿Qué tan costoso es el proceso de desalinizar el agua?
“Es muy costoso, en comparación a obtenerla directamente de una fuente natural: pero en nuestro caso la ventaja es que el mar está ahí, al lado. Y que al realizar este proceso evitamos utilizar el agua de consumo humano.
Importancia de arriba
hasta abajo
Saúl Ameliach dice que tal vez la gente no le dé mucha importancia a todo esto y piensa simplemente que es una planta de urea y ya. Aunque aquí hay que hacer un breve comentario y añadir lo siguiente: sin fertilizantes no se puede sacar de la tierra nada, excepto lágrimas. Sin fertilizantes no hay siembra. Y el fertilizante más usado (por ser el más necesario) es la urea. Y aquí la tenemos... y tenemos bastante.
“Pero la verdad es que lo que tenemos aquí es una planta de altísima ingeniería”, explica Ameliach “que, en conjunto, produce gas carbónico, amoníaco, urea, agua desalinizada y el hipoclorito de sodio para tratar el agua. Y todo esto tiene un comienzo, porque sale del gas natural que saca Pdvsa. Durante muchos años hemos hablado de cómo sembrar el petróleo”, dice Ameliach retomando la idea inicial; “bueno, ésta es una forma… y además su consumo final (los fertilizantes) son para siembra nacional”.
-¿Cuál es la capacidad de producción de la planta?
“Esta planta produce 770 mil toneladas de fertilizantes al año. Otro avance digno de mencionar, es que es la única planta en el país que ha automatizado los procesos hasta que se paletizan los sacos. De esta manera, el personal no debe estar cargando esos pesos hasta los camiones. Esto dignifica a los obreros. Además, al estar ubicada al centro del país, su producción se utilizará para satisfacer todo el mercado interno, que actualmente consume unas 500 mil toneladas de urea. Y si esta planta produce 770 mil toneladas al año, tendremos un excedente de 270 mil toneladas para la exportación. Durante los últimos años sacábamos la urea de una planta ubicada en Anzoátegui. Y, dada la distancia, el traslado al centro del país debía realizarse vía barco hasta Morón. Así que ahora las 500 mil toneladas que se enviaban al mercado interno desde Anzoátegui estarán destinadas para la exportación y con esta nueva planta cubrimos el mercado nacional y exportamos el resto. En Morón teníamos una planta de urea y amoníaco pero era una cosa muy antigua, de 40 ó 50 años que apenas producía unas 70 mil toneladas de urea”.
-¿Y qué ocurrió con el personal de esa planta? ¿Cómo fue la transición a la planta nueva?
“El personal de esa planta se re entrenó para ser actualizados en las nuevas tecnologías y ya pasaron a laborar en la nueva planta. Es importante recalcar que con la nueva planta estamos aumentando en un 44% la producción de fertilizantes en el país. En el objetivo 31.83 del Plan de la Patria, dice claramente que “es un objetivo incrementar la producción de fertilizantes en un 43%. Bueno, ya cumplimos con eso. Objetivo cumplido. En Venezuela no debemos preocuparnos por la existencia de fetilizantes nitrogenados. Y con el añadido de que la urea fabricada por la nueva planta es granulada y puede mezclarse directamente y crear fórmulas particulares para cada tipo de suelo y sus requerimientos. Antes se producían fertilizantes con fórmulas que no se podían modificar. Ahora, con esta urea granular, podemos hacer mezclas químicamente modificables que pueden satisfacer el requerimiento de cualquier suelo”.
Un salto al futuro
Venezuela se está convirtiendo en una poderosa potencia petroquímica en el mundo y en el área de los fertilizantes, “y seremos un país exportador gracias a esta nueva planta. Lo importante es que significa el gran arranque del sector petroquímico, y contamos con el total apoyo del presidente Nicolás Maduro, trabajando en conjunto con el Ministerio de Agricultura y Tierras; tenemos mesas permanentes con ellos y con las asociaciones de productores del país.
Al mencionar las posibles exportaciones y los beneficios para la nación con posibles acuerdos internacionales, Ameliach comentó que esperan aportar “un estimado de 450 millones de dólares, mediante la exportación de estos fertilizantes”. Y estos negocios se realizarán pronto, considerando que la planta está en funcionamiento desde el año pasado, luego de tardar unos 5 años en proceso de construcción.
-Los lectores del litoral se preguntarán sobre el beneficio que tendrá para la región...
“Claro, con esta planta hemos hecho mucha incorporación en el área social y seguiremos haciéndolo. Además de los nuevos proyectos viales que tendremos para facilitar el tránsito vehicular en la zona, para esto ya tenemos la ingeniería adelantada.
-¿Cómo vislumbra a Venezuela en el área petroquímica dentro de unos 15 años?
“Debería ser una potencia petroquímica mundial. En 15 años Venezuela debe ser uno de los productores de fertilizantes más grandes del mundo, al igual que en el caso de las resinas plásticas. Porque lo importante es que tenemos las materias primas para ambos: gas y petróleo”.
VENTANA
Un 19 de marzo
Saúl Ameliach Orta ha desarrollado su vida en Valencia, donde nació un 19 de marzo, en la clínica Las Acacias. Nació en un día de celebración para los católicos, porque es el día de San José, y en honor al santo, lleva tres nombres Saúl Guillermo José.
Estudió la primaria y secundaria en el Colegio Don Bosco, y los estudios superiores en la Universidad Tecnológica del Centro (Unitec), donde se graduó como ingeniero en información, profesión que se hizo famosa en la década de los 90. Era la época en que sus profesores decían que estábamos en la era de la información, aunque para él, la verdadera era se vive actualmente con las redes sociales y demás herramientas tecnológicas.
Lleva adelante la alta responsabilidad de ser presidente de una de las empresas del Estado más importantes del país, desde hace diez años, Pequiven, cuya sede principal mudó para la capital carabobeña, y actualmente se encuentran en la zona industrial de Flor Amarillo, en la parroquia Rafael Urdaneta. Sin embargo, su día a día se mueve entre las oficinas en Caracas y Valencia, recorriendo los complejos petroquímicos del país, y atendiendo los asuntos relacionados a la industria automotriz, luego de su designación como comisionado para este sector. “Trato de ser un enlace, colaborar con todos los empresarios de la zona industrial. Tengo una buena relación de trabajo con ellos, porque de lo que se trata es de aportar más allá de hablar en la prensa”.
Saúl Ameliach responde a las preguntas que desarrolla con buen verbo, pero no descuida las llamadas que recibe a su celular, que atiende inmediatamente, una de ellas de la empresa GoodYear, y otra ministerial. Su vida profesional se ha desarrollado en el área empresarial, inicialmente en la industria privada y luego en la pública, dirigida en los últimos 20 años al área química, de allí quizás se deba su imagen corporativa. “Nosotros decimos que somos cuadros técnicos políticos”.
No tiene proyectado iniciar una carrera para un cargo de representación popular. “No lo tengo planteado por ahora”, dice al mostrar una sonrisa.
Se siente orgulloso de ver cristalizada la nueva planta de fertilizantes del Complejo Petroquímico Hugo Chávez, inaugurada el pasado martes 18 de noviembre, y agradece a las mujeres y hombres que participaron en ese proyecto importantísimo para el país. “Todo el que viaje hacia la playa, desde la vía, podrá ver esa planta gigantísima, porque tiene 50 hectáreas”.
Aun cuando se siente orgulloso de la cristalización del proyecto, también se siente en deuda con el presidente Chávez. “Era muy insistente conmigo en el desarrollo de la petroquímica, y cada vez me orientaba a terminar los proyectos”, comentó al recordar que el último contacto televisivo con el mandatario, en el año 2012, se hizo desde una torre, donde él se encontraba acompañado del ministro Asdrúbal Chávez, y en esa transmisión le aprobó los últimos recursos para el importante proyecto. “Soy valenciano, magallanero y chavista”, dijo para concluir Saúl Ameliach, quien es hermano del gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach.
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