Mi comentario de la semana
Ante la gravísima situación económica que vive el país, el Gobierno está obligado a dar un viraje a sus políticas. Está demostrado que comunizar las relaciones de producción aniquila las fuerzas económicas. Es inútil maquillar la crisis con hallacas gigantescas y resulta bufo buscar que Guinness registre el hecho como el suceso record de la revolución. Me pregunto a quién se le ocurrió la idea y cuánto costó traer a la representante de la franquicia para la comedia. En vez de perder el tiempo, urge pasar a revisar toda la política económica aprobando, entre otras, la devolución de las empresas expropiadas que ahora se encuentran quebradas y abandonadas. Apremia comprender que los conductores de la estrategia económica no conocen la materia; además, varios de ellos la han usufructuado para enriquecerse. Entretanto, el Gobierno de Calle es una caricatura actualizada del comunismo de guerra y se irá al basurero de la historia más pronto de lo que se piensa, sobre todo porque no hay dinero para mantenerlo. Para evitar que terminemos postrados ante el FMI, es necesario reeditar la coexistencia de los sectores público y privado, levantando las limitaciones al capital y al comercio. Si se desea recuperar la productividad, se debe alentar a las empresas privadas a obtener y manejar con criterio propio un superávit. Procurar la modernización de la economía como única vía para obtener beneficios, para ello hay que revisar las expropiaciones (prácticamente confiscaciones porque muchas de ellas no se han pagado). Se requiere darle ventajas a las inversiones extranjeras para financiar nuestro desarrollo económico. Somos un país atrasado que perdió el rumbo revolucionario iniciado en 1999, por ello, hoy podemos hablar de la revolución traicionada. En vez de apuntalar una transformación educativa moderna, cónsona con un desarrollo real, lo que se ha hecho es fortalecer en las masas una falsa concepción de libertad. El país se ha convertido en una periferia de la depauperación. Hemos estado resolviendo el problema social de nuestros vecinos, de sus desplazados con sus invasores disfrazados de marginalidad. Las diferencias de clase se han reforzado. Ahora lo ético se considera conservador y atrasado, mientras el trabajo es visto como una anticuada tradición a la que hay que despreciar. El desarrollo económico es confundido con la buhonería; hoy somos un país donde los tarantines son más importantes que las fábricas. Si no queremos transitar el camino de una ominosa dictadura, debemos sacudir de dogmas de todo lo que se ha hecho en estos 14 años. Ello pasa por exceptuar las prohibiciones comerciales y reivindicar alianzas económicas que adversamos; revisar el gasto militar; subsidiar la producción agrícola; evitar que los empresarios y trabajadores del campo no queden a merced de las roscas; examinar la política petrolera porque, en detrimento de la soberanía que esperábamos, se apartó a las transnacionales, pero en la industria se le abrieron los brazos a los “empresarios de maletín” (una nueva clase social corrupta, nacida amparada y estimulada por el proceso). Irónicamente, peor fue el remedio que la enfermedad, porque hoy Pdvsa sirve de caja para el enriquecimiento de la elite mencionada. No se puede negar que el desequilibrio en la economía es evidente; la dolarización es un hecho. Persiste, además, una desfiguración del criterio salario-gasto porque en teoría, el salario mínimo se calcula a dólar preferencial, pero en la práctica los asalariados compran bienes y servicios a dólar paralelo. Rectificar es obligado, en caso contrario la revolución venezolana será un producto de vitrina y sólo sabremos de ella repasando los record de Guinness.
CONFISCACIONES. Desde 2008 el Gobierno no había estado tan cerca de expropiar las empresas del Grupo Polar. Tampoco en 2010 cuando quisieron vender a Cerveza Polar a la norteamericana Cerveza Miller. Hoy el fantasma de las confiscaciones recorre las factorías privadas de todo el país. En Miraflores, como una manera de dar respuesta revolucionaria a la guerra económica, los ultras radicales presionan para que se expropie no sólo las Empresas Polar, sino también las otras fábricas más importantes que hacen vida en Venezuela.PERJURIOS. Tiempos de deslealtades. ¿Por qué la dirigencia obrera pide el aumento del precio de la gasolina y no se hace eco del Presidente, en cuanto a que el salario mínimo está en 1.097 dólares? ¿Una felonía por partida doble? Una por pedir un aumento de precio que empobrecerá aún más a los trabajadores. Otra por omisión.ROMPECABEZAS. Veinte días después de su cumpleaños 38 fue asesinado Danilo Anderson. Una muerte horrible, pero adecuada desde el punto de vista de sus enemigos, y lo más probable es que el autor intelectual del crimen esté suelto. Aun cuando los autores materiales cumplen sentencias, el enigma sigue siendo peliagudo hasta para el más sagaz de los policías. El homicida arregló todo para que la escena del crimen quedara en el marco que él mismo dispuso. Interesante el reportaje de Raúl Bosque que hoy reproducimos en las páginas centrales. Han pasado 10 años y todavía la interrogante persiste: ¿Quién mató a Danilo Anderson?EMBOSCADA. Cría cuervos. A diferencia de los empresarios que en el pasado acompañaron siempre a quienes habían permitido su ascenso, los “pelucones” nacidos a la sombra del chavismo levantan tienda aparte y se preparan para irse con los enemigos naturales del proceso. Incluso, han tejido una red que colabora con intereses extranjeros para derrocar a quienes hicieron posible su patrimonio repentino. En torno al contubernio manejado desde Pdvsa por uno de sus más connotados “desterrados”, cierran filas los nóveles acaudalados que se han hecho fuertes con la actividad bursátil, controlando todo lo referente al mercado paralelo. Muy pronto, el Gobierno recibirá el impacto que producirá perplejidad e indignación. MATRIZ. No es casual la reciente limitación del expendio de gasolina: se ha comenzado con un ensayo en los estados centrales hasta extenderlo a todo el país. Se trata de crear una situación de zozobra que lleve al consumidor a relacionar la falta de gasolina con los bajos precios, de tal manera que la ciudadanía acepté sin más el cada vez más próximo aumento del combustible.AUTOPISTA. En legitimación de capitales se encienden las alarmas con respecto a las cuantiosas fortunas acumuladas en los últimos 14 años. No hay productividad (propiamente dicha) que las justifique y su única razón de ser parece encontrarse en la actividad meramente financiera, por demás susceptible de transitar otras sendas.
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