Alfredo Fermín || Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín || afermin@el-carabobeno.com
Hemos aceptado que, a nuestras observaciones sobre el deterioro en que se encuentran obras artísticas y patrimoniales de la ciudad, no le presten la mínima atención, pero no podemos permitir que, sobre este asunto, se mienta a la comunidad porque eso, desde el punto de vista de la ética periodística,es inaceptable.
No pueden funcionarios del Gobierno continuar asegurando a representantes de instituciones y de los medios de comunicación social, que están haciendo gestiones para rescatar obras patrimoniales, en peligro de sufrir graves daños, sin que eso esté ocurriendo. Por muy grande que sea el compromiso político eso es una falta de respeto.
En estos días se suministró una información según la cual los murales de la Casa Páez van a ser restaurados por Fernando De Tovar quien, de inmediato, nos envió un correo informándonos que eso es falso.
“Me han llamado por teléfono, personas que no se quiénes son, para que haga un presupuesto sobre la restauración de los murales pero, como se trata de algo tan informal, yo no he dado respuesta. Si gente seria me invita, de manera formal, con mucho gusto voy a la Casa Páez para dar mi opinión” , nos comunica el estimado amigo.
Fernando De Tovar dirigió los trabajos de restauración de la Casa Páez en 1992 con una dedicación tan esmerada que fue el tema de su tesis de grado para el doctorado en Restauración que le confirió la Universidad de Sevilla, con la calificación de summa cum laude, por lo cual es la persona más indicada para devolverle al inmueble su antiguo esplendor.
Monumento Nacional
La Casa Páez, situada en la esquina de la avenida Boyacá con calle Páez, fue residencia del general José Antonio Páez de 1828 a 1830 cuando fue electo primer presidente de la república, luego de la separación de Venezuela de la Gran Colombia.
Páez se encargó de darle prestancia a esta casona y, para ello, encargó de su decoración al pintor Pedro Castillo a quien, personalmente dio instrucciones para que representara en murales las principales batallas en las cuales participó durante la Guerra de Independencia. El guerrero quien fue estimulado para la afición a las artes por su compañera Barbarita Nieves, ordenó decorar el salón de recepciones con cuadros de personajes de la mitologías: Vulcano, Venus, París y la serpiente Pitón. El techo raso fue decorado con un sol cuya cara era la de Bolívar y, en las cornisas, fueron colocados los nombres de los principales próceres de la Independencia. Con excepción del techo raso Fernando De Tovar logró que estos detalles fueran rescatados entre capas y capas de pintura de brocha gorda que tenía el inmueble.
La conservación de estas obras es un milagro debido a que fueron maltratadas durante los períodos en los que la casona fue cárcel, cuartel y sede de la circunscripción militar hasta que, en 1960, el gobierno de Carabobo, propietario del inmueble, lo cedió en custodia a la Sociedad Bolivariana representada por monseñor Gregorio Adam, obispo de Valencia, quien logró que fuese declarado Monumento Histórico y Arquitectónico de la Nación.
Era Una Belleza
En 1991, en atención a una prolongada campaña de El Carabobeño a través de esta columna, la casona fue sometida a una restauración completa para lo cual se hizo una investigación arqueológica del inmueble, dirigida por Fernando De Tovar y un equipo de especialistas.
Durante estos trabajos fueron rescatadas columnas pintadas en las paredes, escudos y una serie de paisajes en la parte superior de las habitaciones que, al parecer, no son de Pedro Castillo, abuelo de Arturo Michelena, sino por Carmelo Fernández, sobrino de Páez. Los sótanos, que estaban clausurados, fueron reabiertos dejando al descubierto grafitis pintados por los presos durante diferentes períodos de nuestra historia.
La restauración permitió devolverle el ambiente original, de elegancia y luminosidad que tenía la casa en los tiempos de su propietario. Con esta restauración la Casa Páez se convirtió en el único museo de la ciudad con actividades permanentes, por lo cual se le consideraba el centro de la valencianidad. Allí se celebraban las sesiones con motivo del Día de Valencia, el 25 de Marzo; 19 de Abril, el 24 de Junio; el 5 de Julio, el onomástico del Libertador, el 28 de Octubre día de San Simón; el 17 de Diciembre, aniversario de la muerte de Bolívar y la llegada de la Navidad, el primer domingo de Adviento cuando se bendecía el nacimiento y se ofrecía a los asistentes chocolate con churros y golosinas.
Hacia la Ruina
Nadie se explica las razones que tuvo el gobierno de Carabobo para desalojar a Luis Ovalles, curador del museo durante medio siglo y luego cerrarlo con la excusa de que iban a fumigar y a efectuar reparaciones que nunca se hicieron. Cuando reabrieron, la casa ya no era igual. Por el abandono en que estuvo perdió su esplendor. Los brillantes pisos rojos, están opacados por el sucio; el antiguo jardín central se secó, las esculturas, que adornaban los pasillos desparecieron y los visitantes se retiraron. Los murales están a punto de desplomarse, en especial los de la parte norte por la falta de protección a las paredes.
Quien conoció esta magnífica casa no puede dar crédito al daño que se le ha causado en tan poco tiempo. La biblioteca la cerraron y, en vez de acondicionarla para ponerla a funcionar de nuevo, lo que se está haciendo es regalar su patrimonio. A la Academia de la Historia le dieron el manuscrito completo de la Historia de Venezuela escrita por González Guinán, su correspondencia con el presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco y la colección del periódico La Voz Pública.
Hasta hace poco, en el terreno de al lado habían echado una importante colección de libros donada por la escritora Lina Giménez, hasta cuando hicimos la denuncia. Cuando recogierron los textos estaban inservibles dañados por la lluvia, el sol y el sereno. Algo positivo son, conciertos de estudiantes de música, ofrecidos en el salón principal los fines de semana y actividades de la Misión Sucre.
Es un hecho irrefutable, la histórica Casa Páez continúa deteriorándose inexorablemente. Sus murales, que forman parte de la Historia de Venezuela, narrada por uno de sus principales protagonistas, corren el riesgo de desprenderse de las paredes por muchas promesas que hagan voceros del gobierno de Carabobo. Ellos saben que para eso no hay dinero y tampoco interés para conservarlos. Lo decimos con conocimiento de causa porque este gobierno ha demostrado que el arte, la cultura, la historia y las tradiciones no están dentro de sus prioridades. Que Fernando De Tovar firmó contrato, para restaurar la Casa Páez, es una fantasía tan grande como la afirmación del superministro Rafael Ramírez según la cual “Venezuela no tiene problemas de divisas”, cuando lo que nos viene es una hambruna después del aumento de la gasolina.
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