Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 9 de agosto de 2014

Santo Domingo de Guzmán perdóname, pero tu historia y tus frailes predicadores me aterrorizan...Tanto que estudié 3 años en el Colegio "San Rosa de Lima" en Caracas, y en la hermosísima iglesia del colegio, me desmayaba días tras día en la Misa...despertándome en la Cafetería...No se por qué Santo Domingo, pero ver un fraile de tu orden me produce pánico...

Soeur Sourire - Dominique - YouTube




  1. www. youtube .com / watch? v = j67CRvHEVvs

    17/10/2010 - Subido Por Laurent Cournoyer
    Jeanne-Paule Marie, dominicaine missionnaire au Monastère de Fichermont 1963.




Santo Domingo de Guzmán, porClaudio Coello (c. 1685), Museo del Prado. El santo porta la cruz patriarcal de la orden en la mano derecha, emblema de su misión apostólica, y en la izquierda el Evangelio, además de un ramo de azucenas, símbolo de pureza. Sobre su cabeza, una estrella a modo de planeta centrando el nimbo o aureola. De su cintura se desprende un rosario y a sus pies, descansan el globo del mundo y un perro portando una antorcha encendida, completando los atributos iconográficos clásicos del santo y la orden dominica.
Santo Domingo De Guzmán
«Este padre y maestro de los predicadores, fundador de los dominicos, tuvo la gracia de nacer en una familia virtuosa. Sus padres y hermanos son venerables y beatos. La Virgen le hizo entrega del Santo Rosario. Es patrón de Bolonia»
Por Isabel Orellana Vilches
MADRID, 08 de agosto de 2014 (Zenit.org) - Gregorio IX, al que le unió gran amistad, lo canonizó el 3 de julio de 1234. Según se cuenta, manifestó en su entorno: «No dudo más de su santidad que de la de los apóstoles Pedro y Pablo».Nació hacia 1170 en Caleruega, Burgos, España. Félix de Guzmán, su padre, fue proclamado venerable por la Iglesia y Juana de Aza, su madre, beata. Sus hermanos siguieron sus pasos. Antonio es venerable y Manés beato. En este hogar las virtudes evangélicas eran alimento de cada día. Parece que Juana hallándose encinta tuvo un sueño en el que se le anticipaba la gloria que Domingo daría a la Iglesia con su predicación, iluminando la tierra, fulgor que apreció su madrina cuando el niño ya había nacido. Sendas visiones alegóricas confluyeron en la misma idea.
Un tío materno, arcipreste, le instruyó en Gumiel de Izán. Después, prosiguió estudios en Palencia. Experimentaba una sed insaciable de profundizar en la Sagrada Escritura, y el anhelo de encarnar las virtudes que en ella aprendía. Estudiaba intensamente, restándole horas al sueño. Su piedad y caridad se hicieron manifiestas cuando el hambre asoló gran parte de España cebándose también en Palencia. Para socorrer a los damnificados se desprendió de los textos sagrados. Repartía entre los pobres su dinero y enseres guiado por esta idea: «No quiero estudiar sobre pieles muertas, y que los hombres mueran de hambre». Al ver este edificante testimonio, otros le secundaron. La oración, que fue canon de su vida, le condujo a las altas cimas de la mística. Abrasado de amor divino, no podía evitar proferir en voz alta exclamaciones que brotaban de lo más íntimo de su ser. Suplicaba a Cristo fervientemente que le concediese la gracia de la caridad y, junto a ella, la apostólica; sabía que el auténtico seguidor del Maestro siente arder dentro de sí la llamada a compartir la fe sin descanso; su pasión es llevar a todos hacia Él. Esta es la garantía de autenticidad, el sello que caracteriza a sus genuinos discípulos.
El obispo de Osma, Martín de Bazán, estaba al tanto de la grandeza y fidelidad de este joven, lleno de alegría y buen humor, cuyo horizonte era Cristo, y lo designó canónigo regular. Fue también sacristán del cabildo y subprior. Pero no se dejó tentar por la fama, el poder y prestigio. Su único anhelo era cumplir la voluntad de Dios y servir al prójimo. En 1202 acompañó al nuevo prelado y amigo suyo, Diego de Acebes, en una misión diplomática al sur de Francia confiada por el rey Alfonso VIII. Entonces constató la peligrosa hegemonía de los herejes y una dolorosa presencia de los alejados de la fe. En Toulouse llevado de gran celo apostólico entabló una discusión con el propietario de la hospedería durante una noche entera hasta que logró atraerlo a la verdad.
Diego era un hombre virtuoso. En otro viaje que realizó a Francia unos predicadores desalentados por el fracaso de su misión contra los albigenses, interesaron su juicio acerca de lo que podía motivar tanta esterilidad. No lo dudó; asoció la escasez de bendiciones con el impropio ejemplo de vida que daban, regido por la pompa y ostentación. Él mismo se desprendió de sus acompañantes y de sus enseres, y junto a Domingo y unos cuantos presbíteros abrazó la pobreza y la mendicidad. El impacto de su virtud fue de tal calibre que las conversiones brotaron a raudales. En torno a 1206 establecieron el cuartel general para tan intrépidos apóstoles en un monasterio que adquirió en Prulla, cerca de Fanjeaux. El objetivo era acoger a mujeres católicas de la nobleza que, habiendo venido a menos, eran confiadas a los herejes que se ocupaban de formarlas; de ese modo las rescatarían de estas perniciosas influencias. Se dice que mientras Domingo oraba en este monasterio, la Virgen le hizo entrega del Rosario.
En 1207 Diego regresó a España, y dejó al santo al frente de la misión que sostuvo definitivamente porque ese mismo año murió su amigo. Casi todos los demás rompieron su compromiso y Domingo fue prácticamente el único que perseveró. Diez años estuvo predicando en el sur de Francia unido a los que compartían libremente el mismo ideal. Con su oración y enfervorizadas palabras supo tocar las fibras más sensibles de sus oyentes, incluidos los que le ridiculizaron y quisieron atentar contra su vida. Sabía que la oración es el arma más poderosa que existe y la humildad socava toda resistencia. También que contra la fe no hay quien pueda. Domingo era valeroso; hubiera deseado derramar martirialmente su sangre. De hecho, quiso evangelizar a los temibles cumanos que se hallaban en Alemania, aún conociendo su ferocidad.
En torno a 1215 pensó fundar una Orden. Recibió el entusiasta apoyo del prelado de Toulouse, Fulco, del conde Simón de Monfort y del acaudalado Pedro Seila, que ofreció dos inmuebles que tenía en la ciudad, así como de otro ciudadano, Tomás, que sería gran predicador. En el transcurso del IV concilio de Letrán, donde acompañó a Fulco, rogó a Inocencio III que bendijese la obra. El pontífice parecía reticente, pero según cuenta la tradición, en un sueño se disiparon sus dudas al ver que san Francisco de Asís y fray Domingo mantenían erguida sobre sus espaldas la basílica de Letrán sin dejarla caer. Y los bendijo. Adoptaron la regla de san Agustín, introduciendo aspectos de los premostratenses y de los cistercienses.
En 1216 Honorio III aprobó la Orden. Ante la negativa de algunos frailes a partir a otros lugares, o juzgar que estaba en juego la viabilidad de la misma fundación si eran enviados a distintos puntos, se mantuvo inflexible: «¡No me contradigáis! Sé muy bien lo que hago». La Orden se extendió fructíferamente. Quiso que los suyos recibieran una formación universitaria rigurosa. Fundó por Francia, Italia y España. Murió el 6 de agosto de 1221. Antes advirtió a los frailes que les ayudaría mucho más tras su muerte. Su testamento fue: «tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria».
María con santo Domingo y santo Tomás de Aquino, por Fra Angélico, fresco (196 x 187 cm) ejecutado en 1420, hoy en Hermitage, San Petersburgo, Rusia.
La orden de predicadores (del latínordo praedicatorum u O.P.), conocida también como orden dominicana y sus miembros comodominicos, es una orden mendicante de la Iglesia católica fundada porDomingo de Guzmán en Toulouse durante la Cruzada albigense y confirmada por el papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216.1
La orden dominica se destacó en el campo de la teología y doctrina al abrigo de figuras como Alberto Magno o Tomás de Aquino. Muchos de sus miembros integraron la Inquisición medieval. La orden fundó la Escuela de Salamanca de teologíafilosofía y economía. Alcanzó su mayor número de miembros durante la expansión del catolicismo en los territorios de América,África y Asia incorporados a las coronas de Portugal y de España, donde se reconoce la labor de personajes como Bartolomé de las Casas por su contribución temprana a la defensa de los derechos humanos. La orden tuvo un declive en la modernidad hasta el siglo XIX, pero pudo recuperar su influencia con el impulso de teólogos como Enrique Lacordaire, participando activamente en el Concilio Vaticano I y, desde entonces, contribuyendo al desarrollo del catolicismo contemporáneo. El lema de la orden es Laudare, benedicere, praedicare (‘alabar, bendecir y predicar’).

Historia

Los dominicos nacen en el contexto de la cruzada albigense, guerra emprendida por iniciativa de la Iglesia católica y la nobleza del reino de Francia en contra de loscátaros y la nobleza de Occitania a comienzos del siglo XIIIDomingo de Guzmán, natural de Caleruega, era un clérigo que integraba el capítulo de la catedral deOsma. Durante un viaje diplomático realizado con su obispo Diego de Acevedo al norte de Europa, fue encargado del intento de conversión de los cátaros instalados en el sur de Francia. Hacia 1206, organizó ―con la aprobación del Papa― un grupo de predicación que imitaba las costumbres de los cátaros, viviendo pobremente, sin criados ni posesiones, pero sus intentos fueron un fracaso, lo que decidió el uso de la fuerza y el inicio de la llamada cruzada contra los cátaros.
Santo Domingo continuó madurando su idea y se fue a vivir a la diócesis deToulouse, donde fundó un monasterio femenino en Prohuille. Finalmente, hacia 1215 organizó la primera comunidad formal de «hermanos predicadores», como fue llamada la orden naciente. Se componía de 16 integrantes. Dicha comunidad se guiaba bajo la regla de san Agustín y vivía en conventos o casas urbanas, bajo una espiritualidad a la vez monástica y a la vez apostólica. El lema escogido fue «Contemplari et contemplata aliis tradere» (‘contemplar y dar a otros lo contemplado’). Todo esto fue novedoso para la época, pues hasta entonces, los religiosos vivían en monasterios y no se dedicaban a lapredicación, la cual era oficio propio de los obispos. Los dominicos tomaron como ejes de su carisma el estudio y la predicación, unidos a la pobreza mendicante.
De manera paralela a la fundación de los predicadores y de las monjas, nació la Milicia de Jesucristo, después conocida como Tercera Orden de la Penitencia de Predicadores, que sería la rama seglar de la organización. En la actualidad es conocida como orden seglar dominicana, y sus miembros como seglares de la orden de predicadores. Entre los miembros más famosos de esta rama de la orden, se encuentran Catalina de SienaSigrid Undset y Pier Giorgio Frassati.

Blasón de la orden de predicadores, una cruz flor de lis de color blanco y negro sobre un campo de lo mismo, colores alusivos al hábito de los dominicos.2

Otro blasón de la orden de predicadores.
La orden fue aprobada por el papa Honorio III en 1216. Pocos años después, santo Domingo tomó la decisión de dispersar al pequeño grupo, enviándolo a lugares claves de la Europa de entonces: París y Bolonia, donde se encontraban las dos principales universidades del mundo occidental. El éxito fue inmediato. Si en 1221, cuando murió su fundador, los dominicos eran alrededor de 300 frailes, unos cincuenta años más tarde el número rodeaba los 10.000 miembros, este proceso de crecimiento se inició principalmente con el Beato Jordán de Sajoniacomo inmediato sucesor de Santo Domingo de Guzmán. Hasta el siglo XIX, los dominicos representaron la segunda comunidad masculina más numerosa, después de los franciscanos.
Pronto se hicieron muy populares, y grandes teólogos se forjaron en sus filas. Los casos más renombrados son los de Tomás de AquinoAlberto MagnoMeister Eckart y Vicente Ferrer.
La preparación y formación teológica expuesta tanto por los dominicos como por los franciscanos hizo que al fundarse la Inquisición, en 1231, las autoridades se fijaran en estos religiosos y le confiaran su organización, que llevaron adelante con mucho celo, al punto de que los primeros quedaron asociados para siempre con este célebre tribunal. Tal vez los más famosos inquisidores son Bernardo Gui (o de Guio) y Tomás de Torquemada, ambos dominicos.
Tras una decadencia que afectó a todas las órdenes religiosas en general durante el siglo XIV, los dominicos se reformaron en el siglo XV, y tuvieron una nueva época de gloria intelectual que protagonizaron los dominicos del Convento de San Esteban de Salamanca, donde se forjó la Escuela de Salamanca, en su faceta teológica, que daría después sus frutos en la filosofía, el derecho y la economía, con personajes de la talla de Francisco de Vitoria,Tomás de Mercado o Domingo de Soto, que hicieron unos planteamientos sobre los problemas de la sociedad inusualmente avanzados.
Mientras tanto se enfrentaban a una nueva tarea: la Evangelización de América. Su trabajo allí fue muy importante y en los anales de la historia se tiene en especial consideración a FrayBartolomé de las Casas, Fr. Antonio de Montesinos, Fr. Pedro de Córdoba, San Luis Beltrán y otros más por su labor en la defensa de los derechos de los indígenas americanos.
En América, los dominicos también intervinieron en la educación de la población criolla, a través de la fundación de centros universitarios y en la propagación de prácticas y devociones que aún hoy están presentes entre la población católica, como la devoción a la Virgen María a través del rezo del rosario.
Al advenir la época de las revoluciones (siglos XVIII-XIX) tanto en Europa como en América, la orden soportó la crisis más grande de su historia. La inobservancia, la laxitud, la aridez intelectual, unida a los ataques que desde el exterior lanzaron las autoridades políticas de corte liberal, la llevaron a casi desaparecer por completo. A partir del siglo XIX comenzó una segunda restauración, si bien el número de religiosos nunca volvió a tener el guarismo de otras épocas. Uno de los restauradores más conocidos por su influencia en Francia y en Europa en general, fue Enrique Lacordaire.
En el siglo XX la orden dominicana recuperó parte de su antiguo esplendor en el campo teológico y pastoral. Por medio de teólogos como Marie Dominique ChenuYves CongarSantiago Ramírez y Aniceto Fernández, entre otros, los dominicos tuvieron una influyente participación en el Concilio Vaticano II. En la actualidad, los alrededor de 6500 frailes que existen se dedican especialmente al estudio teológico y filosófico, a la pastoral en parroquias, a la misión y la enseñanza en centros de estudio.
Orden de Predicadores
OPlg2.png

La Inquisición

La InquisiciónTribunal eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII. En 1231 el Papa Gregorio IX la organizó definitivamente, confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario, se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos y a los relapos (reincidentes en la herejía) a diversas penas, hasta la máxima, de muerte en la hoguera. Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de existir en el siglo XV. En España, por el contrario, fue potenciada por los Reyes Católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida por las Cortes de Cádiz(1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes de su definitiva extinción en 1834. En América, la Inquisición fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en México, Lima y Cartagena de Indias. Sólo tenía jurisdicción sobre criollos y españoles y no sobre los indios.
En 1184 se reunió en Verona un concilio, convocado y presidido por el Papa Lucio III, a fin de adoptar medidas para combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos, que se reservara a la Santa Sede los juicios de herejía en los que conocería por medio de delegados y tribunales propios. Los obispos, instituidos en jueces y representantes del Papa, deberían fallar las causas de herejía, imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular.
El edicto del Concilio de Verona no fue suficiente para detener el avance de la herejía, e Inocencio III reunió el IV Concilio de Letrán(1215), en el que se decidió la creación de jueces inquisidores especiales, encargados de descubrir y sancionar a los herejes. El primer inquisidor nombrado por el Pontífice fue Domingo de Guzmán, que estableció su tribunal en Tolosa(Francia) hacia 1216. En 1218 la Inquisición funcionaba ya en Alemania, Inglaterra, Italia y España, y se extendía a toda la cristiandad. En 1252 Inocencio IV confió los tribunales del Santo Oficio a los dominicos y franciscanos. Durante la Edad Media la Inquisición alcanzó gran preponderancia no sólo religiosa sino también política, sobre todo en Italia y España. La conducta de algunos inquisidores y su intromisión en las disputas temporales minaron su prestigio. En 1560 fue abolida en Francia. España la implantó en sus colonias en América, los reyes le otorgaron también la potestad civil, y con atribuciones cada vez más restringidas, funcionó hasta 1808, en que fue suprimida por Napoleón; no obstante, tornó a reestablecerse en 1814 y fue abolida definitivamente en 1834.

La Inquisición en América

En relación con una época en que los gobiernos establecidos consideraban la unidad de la fe religiosa como base de su política, el tribunal del Santo Oficio, que gozaba en España de un poder que ni siquiera se detenía ante los miembros de la familia real, fue encargado en América de la policía de costumbres, de reprimir los extravíos de una mística irrefrenada, de extirpar todo retoño del islamismo y del judaísmo, que habían sido eliminados de la metrópoli, y de impedir la entrada del protestantismo en las nuevas tierras. Su instalación en América no fue inmediata a la conquista; Jiménez de Cisneros dio ciertos poderes inquisitoriales a los obispos de Indias en 1517, cuando le fueron denunciados crímenes y delitos de herejía y de apostasía, pero la inquisición peninsular se negaba a delegar sus facultades y pedía que le fuesen remitidos los reos desde las Antillas. La primera designación legal fue la hecha por el inquisidor Adriano en favor del obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, en 1519.
En tiempos del arzobispo Zumárraga(1527-1548) se celebraron autos de fe en México, con 131 procesos(13 contra indios); en uno se reconcilió Andrés Marván, acusado de luteranismo; en otro se reconcilió el judaizante Francisco Millán, y en otro fue condenado el cacique de Tezcoco, Carlos Chichicatécotl, acusado de sacrificios humanos a los dioses aztecas. La muerte del cacique de Tezcoco preocupó al inquisidor general en España, que ordenó una revisión del proceso, y fray Zumárraga recibió advertencias sobre el trato a los indios, contra los cuales se procedió desde entonces con más benignidad, hasta excluirles luego enteramente "por ser nuevos en la fe, gente flaca y de poca sustancia". En tiempos del obispo Montúfar, sucesor de Zumárraga, a mediados del siglo XVI, un italiano fue reconciliado por luteranismo, María de Ocampo por pacto con el demonio, Roberto Thompson condenado a tres años de sambenito por luteranismo, etcétera.
Las Cédulas de Felipe II autorizando el establecimiento del Santo Oficio en América fueron firmadas a principios de 1569 y a mediados de 1570. A fines del siglo XVII comenzó la declinación de este organismo; su actividad se amortiguó en el XVIII, y fue suprimido a principios del siglo XIX.
Según José Toribio Medina, del análisis de unas 1.500 causas juzgadas por el Santo Oficio en América, se especifican los siguientes casos: 243 por judaizantes, 5 por moriscos, 65 por protestantes, 298 por bígamos, 40 por aberraciones sexuales, 140 por herejía, 97 por blasfemia, y 172 por brujería.
El Santo Oficio tuvo tres centros en América: el de México, el de Lima y el de Cartagena(Colombia). En México comenzó a funcionar el tribunal de la Inquisición en noviembre de 1570. Los primeros procesos fueron hechos a extranjeros acusados de luteranismo. De 30 ingleses pertenecientes a la expedición de Juan Hawkins, dos o tres fueron quemados, otros condenados a azotes y siete a servir en conventos; y en el siglo XVI y comienzos del XVII hubo unos 30 juicios contra luteranos y calvinistas. El 28 de febrero de 1574 hubo un gran auto de fe con la presentación de 74 reos, de ellos 36 luteranos; el 8 de diciembre de 1596 los penitenciados sumaban 66, de los que se reconciliaron 22 judaizantes, y fueron quemados nueve en persona y diez en efigie; el 26 de marzo de 1601 fueron presentados 124 penitenciados, cincuenta de ellos judaizantes; se quemó a 10 en efigie y a cuatro en persona; y el más aparatoso de los autos de fe, culminación del período más activo de la Inquisición en Nueva España, fue el del 11 de abril de 1649, con 109 penitenciados y 13 relajados en persona, de los cuales sólo uno murió en la hoguera, Tomás Tremiño de Sobremonte. En 1659 hubo 7 relajados, uno en 1678, uno en 1699, y uno dudoso en 1715. No todos los relajados iban a la hoguera; a algunos, por circunstancias atenuantes, se les daba garrote, instrumento usado para los condenados a muerte.
En Lima se estableció el Santo Oficio en 1570, meses antes que en México. El tribunal limeño organizó vastas redadas contra los protestantes y los portugueses acusados de judaísmo; en 1581 procedió contra Juan Oxemham; Enrique Oxley fue quemado el 5 de abril de 1592; los hermanos Tiller fueron salvados de las llamas y ejecutados por garrote; nueve de los doce marinos de Tomás Cavendish, capturados en Chile, fueron colgados; los restantes se reconciliaron. En la persecución contra los judaizantes portugueses murió en las llamas, el 23 de enero de 1639, el médico de Concepción (Chile), Maldonado Silva, y el acaudalado Manuel Bautista Pérez corrió la misma suerte; en 1688 fue abierto proceso a la revelandera Angela Carranza, de Tucumán, condenada a la reclusión en un convento. Durante los 230 años que funcionó la Inquisición en Lima sólo hubo 30 relajados, y de ellos no murieron en las llamas más que 15. Chile y Buenos Aires estaban sujetos a la jurisdicción del Santo Oficio limeño.
Del tribunal de Cartagena dependían los arzobispados de Santa Fe y de Santo Domingo, y los obispados de Cartagena, Panamá, Santa Marta, Popayán, Venezuela, Puerto Rico y Santiago de Cuba. Comenzó sus tareas en 1611 y tuco menos oportunidad de destacar su actividad que los de México y Lima; entendió generalmente en causas de brujería, blasfemia y bigamia, y los autos graves, como el que llevó a la hoguera al inglés Adán Haydon, fueron muy raros. La población colonial protestó con frecuencia de los procedimientos del Santo Oficio, y por otra parte las autoridades y el clero se quejaban de su ineficacia.
La extensión enorme de los territorios comprendidos en las jurisdicciones de los tres tribunales del Santo Oficio hizo que las causas demorasen a veces muchos años y entre tanto los acusados tenían que permanecer en las prisiones de la Inquisición. En la época del enciclopedismo y de librepensamiento, el Santo Oficio habría encontrado amplio campo de acción, pero cuando esa ideas penetraron en América por los más diversos caminos, la Inquisición había perdido su omnipotencia y sus intervenciones se volvieron cada vez más raras. Se destacó en sus últimos años como instrumento de dominación política


Referencia: Santa Inquisición, definiciones e historia, Santa Inquisición en América
© Apocatastasis: Literatura y Contenidos Seleccionados 

No hay comentarios:

Publicar un comentario