La Trilogía del Mal y el Estado de Excepción [o "Descendiendo al Maesltrom"], por Boris Muñoz
Por Boris Muñoz | PRO DA VINCI 4 de Noviembre, 2013
La Trilogía del Mal. La aparición el pasado miércoles 30 de octubre de
afiches pegados en las paredes del centro de Caracas y otras partes
de la ciudad, incluso en dependencias públicas, denunciando a
Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López y María Corina Machado
como la Trilogía del Mal, debe ser marcado como un día de infamia en
el calendario en la historia reciente de Venezuela. En grandes letras,
la serie de afiches (eran cuatro) pedía a los viandantes reconocer a
Capriles, López y Machado, a los que hacía responsable de la crisis
económica, el desgobierno y el caos social que devora al país, acusándolos
implícitamente de terroristas y ladrones. Sin duda, ese día también debe
ser recordado como el emblema de la caída moral del chavismo: el día
en que cruzó la raya que separa la riña política, por alterada que sea, de
la criminalización de la disidencia y la oposición.
No es que durante los últimos 14 años no la hubiese cruzado. Lo había
hecho muchas veces y en episodios de todo tipo, siendo uno de los más
notorios la emboscada contra los diputados opositores orquestada
por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. La degradación
pública del adversario político fue una de las marcas de estilo de Hugo
Chávez, una marca que desgraciadamente sus herederos también
explotan. De hecho, fue el presidente Nicolás Maduro quien en una
de sus confusas peroratas acuñó el término Trilogía del Mal, asociándolo
con estas figuras, a quienes no dejó de llamar “parásitos fascistas”,
hecho que fue aplaudido y difundido porEl Correo de El Orinoco en una
fotografía de los tres cuya parte posterior había sido intervenida con unas
graciosas calaveras.
hecho muchas veces y en episodios de todo tipo, siendo uno de los más
notorios la emboscada contra los diputados opositores orquestada
por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. La degradación
pública del adversario político fue una de las marcas de estilo de Hugo
Chávez, una marca que desgraciadamente sus herederos también
explotan. De hecho, fue el presidente Nicolás Maduro quien en una
de sus confusas peroratas acuñó el término Trilogía del Mal, asociándolo
con estas figuras, a quienes no dejó de llamar “parásitos fascistas”,
hecho que fue aplaudido y difundido porEl Correo de El Orinoco en una
fotografía de los tres cuya parte posterior había sido intervenida con unas
graciosas calaveras.
Esta agresiva campaña de odio es un recordatorio de la larga historia
de batallas entre Chávez y sus adversarios. Una historia que no tapa
los atentados contra la democracia perpetrados por figuras públicas,
algunas de ellas miembros activos de la oposición. Pero esta vez
estamos ante una situación inédita, porque identificar a estos tres
prominentes líderes opositores como los “enemigos públicos” es una
ominosa señal de que el poder ya no solo promueve un discurso de
odio, que se ha ejercido durante mucho tiempo, sino también su práctica.
De ahí al ajusticiamiento paralegal y la desaparición física de los
adversarios tachados de “enemigos públicos”, ambos efectos predecibles
de una política de esta naturaleza, hay muy poca distancia.
de batallas entre Chávez y sus adversarios. Una historia que no tapa
los atentados contra la democracia perpetrados por figuras públicas,
algunas de ellas miembros activos de la oposición. Pero esta vez
estamos ante una situación inédita, porque identificar a estos tres
prominentes líderes opositores como los “enemigos públicos” es una
ominosa señal de que el poder ya no solo promueve un discurso de
odio, que se ha ejercido durante mucho tiempo, sino también su práctica.
De ahí al ajusticiamiento paralegal y la desaparición física de los
adversarios tachados de “enemigos públicos”, ambos efectos predecibles
de una política de esta naturaleza, hay muy poca distancia.
Deliberadamente, el gobierno ha soltado “oficialmente” a las bestias
del odio. Maduro debería anotar en su diario personal este hecho
como uno de sus mayores logros.
del odio. Maduro debería anotar en su diario personal este hecho
como uno de sus mayores logros.
Nada de esto ocurre al azar. Los afiches son un globo de ensayo para poner
a prueba esta nueva política. Por eso no sorprende que los voceros
oficiales insistan en representar a la oposición como la encarnación
de todos los males, proyectando en ella la responsabilidad de sus
deficiencias.
a prueba esta nueva política. Por eso no sorprende que los voceros
oficiales insistan en representar a la oposición como la encarnación
de todos los males, proyectando en ella la responsabilidad de sus
deficiencias.
En un gesto de insólita ligereza, la ministro de la Comunicación e Información
restó importancia a los afiches, para calificar a los líderes opositores
como “seres violentos, militantes del odio y de la amargura” asegurando
que eran ellos los “fascistas” y no unos afiches “regados por ahí”. En un
orden argumental, este esguince retórico trata de presentar el derribo de
una estatua como un acto moral y políticamente peor que el contenido
de los afiches. Sin embargo, lo verdaderamente alarmante es que la
ministro no haya condenado el fascismo explícito de los afiches y, algo
más importante todavía, que no haya desligado de su autoría y colocación
al gobierno, al propio MINCI, o al Partido Socialista Unido de Venezuela.
Esto es significativo porque, por actuación u omisión, se está avalando
la criminalización de quienes representan no sólo a la oposición como
coalición política, sino a la mitad del electorado, como es el caso de
quienes votaron por Henrique Capriles Radonski.
restó importancia a los afiches, para calificar a los líderes opositores
como “seres violentos, militantes del odio y de la amargura” asegurando
que eran ellos los “fascistas” y no unos afiches “regados por ahí”. En un
orden argumental, este esguince retórico trata de presentar el derribo de
una estatua como un acto moral y políticamente peor que el contenido
de los afiches. Sin embargo, lo verdaderamente alarmante es que la
ministro no haya condenado el fascismo explícito de los afiches y, algo
más importante todavía, que no haya desligado de su autoría y colocación
al gobierno, al propio MINCI, o al Partido Socialista Unido de Venezuela.
Esto es significativo porque, por actuación u omisión, se está avalando
la criminalización de quienes representan no sólo a la oposición como
coalición política, sino a la mitad del electorado, como es el caso de
quienes votaron por Henrique Capriles Radonski.
La aparición de los afiches es la cristalización en la esfera pública de lo
que hasta ahora había sido, en esencia, un discurso para la tropa. Ese
discurso ha sido llevado materialmente a la realidad y ello representa un
acto de odio que prepara el terreno para acciones que podrían llevar
al país a días aun más oscuros.
que hasta ahora había sido, en esencia, un discurso para la tropa. Ese
discurso ha sido llevado materialmente a la realidad y ello representa un
acto de odio que prepara el terreno para acciones que podrían llevar
al país a días aun más oscuros.
El Estado de Excepción. Cuando Nicolás Maduro designó a la
Trilogía del Mal estaba casi literalmente evocando, aunque en una simetría
opuesta, la noción de Eje del Mal usada por George W. Bush para designar
al “enemigo externo”, a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El Eje del Mal fue la coartada para establecer el Estado de Excepción a través
de la llamada Acta Patriótica, que llevó a Estados Unidos a suspender
los derechos civiles y legales generales e individuales dentro y fuera
de su territorio, a violar la soberanía de países como Afganistán e Irak,
por citar los dos más obvios, que invadió y sumergió en la guerra,
convirtiéndose en el mayor violador de la Ley Internacional después de la
Segunda Guerra Mundial.
Trilogía del Mal estaba casi literalmente evocando, aunque en una simetría
opuesta, la noción de Eje del Mal usada por George W. Bush para designar
al “enemigo externo”, a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El Eje del Mal fue la coartada para establecer el Estado de Excepción a través
de la llamada Acta Patriótica, que llevó a Estados Unidos a suspender
los derechos civiles y legales generales e individuales dentro y fuera
de su territorio, a violar la soberanía de países como Afganistán e Irak,
por citar los dos más obvios, que invadió y sumergió en la guerra,
convirtiéndose en el mayor violador de la Ley Internacional después de la
Segunda Guerra Mundial.
De manera análoga, si la Trilogía del Mal es realmente responsable de
todo lo que se le achaca, cualquier venezolano tiene derecho a preguntarse
por qué el gobierno permite que gente tan peligrosa ande suelta. O, incluso,
si esos líderes deben tener los mismos derechos civiles o legales que
los otros ciudadanos. La respuesta lógica es que no. De este modo se
ha convertido a Capriles, López y Machado en blancos móviles de
cualquier lunático que decida actuar en consecuencia de lo que la propaganda
de gobierno diga.
todo lo que se le achaca, cualquier venezolano tiene derecho a preguntarse
por qué el gobierno permite que gente tan peligrosa ande suelta. O, incluso,
si esos líderes deben tener los mismos derechos civiles o legales que
los otros ciudadanos. La respuesta lógica es que no. De este modo se
ha convertido a Capriles, López y Machado en blancos móviles de
cualquier lunático que decida actuar en consecuencia de lo que la propaganda
de gobierno diga.
Sin embargo, es esencial no ver como hechos aislados el asunto de
los afiches. Los violentos ataques de Maduro contra la oposición tienen
lugar dentro del contexto más amplio de una cadena de medidas y hechos
que apuntan hacia la eventual imposición de un Estado de Excepción.
los afiches. Los violentos ataques de Maduro contra la oposición tienen
lugar dentro del contexto más amplio de una cadena de medidas y hechos
que apuntan hacia la eventual imposición de un Estado de Excepción.
Antecedentes. Hay dos antecedentes inmediatos que ayudan a entender
la grave dimensión de la alocución de Nicolás Maduro hablando de la Trilogía
del Mal. El primero es la entrada en vigor de la denuncia de Venezuela
Venezuela de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, el
pasado 10 de septiembre. Venezuela sigue perteneciendo a la Convención
Interamericana y a la OEA. Sin embargo, niega la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos para conocer casos de violaciones
de derechos humanos que puedan ocurrir en Venezuela a partir de esa fecha.
Esta decisión, que según Maduro “no tiene vuelta atrás”, implica un ciudadano
más débil frente a un Estado más fuerte. Éste es un hecho cuya extrema
gravedad se ilumina mejor cuando es colocado a contraluz de la creación,
a finales del mismo mes, del Centro Estratégico para la Protección de la
Patria (CESPPA).
la grave dimensión de la alocución de Nicolás Maduro hablando de la Trilogía
del Mal. El primero es la entrada en vigor de la denuncia de Venezuela
Venezuela de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, el
pasado 10 de septiembre. Venezuela sigue perteneciendo a la Convención
Interamericana y a la OEA. Sin embargo, niega la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos para conocer casos de violaciones
de derechos humanos que puedan ocurrir en Venezuela a partir de esa fecha.
Esta decisión, que según Maduro “no tiene vuelta atrás”, implica un ciudadano
más débil frente a un Estado más fuerte. Éste es un hecho cuya extrema
gravedad se ilumina mejor cuando es colocado a contraluz de la creación,
a finales del mismo mes, del Centro Estratégico para la Protección de la
Patria (CESPPA).
El decreto 458 de la era Maduro establece un organismo que tiene carácter
supraconstitucional en la medida en que sus competencias están por
encima de todas los otros órganos de seguridad e incluso por encima
de la Presidencia de la República. Según se lee en el articulo 9, el
CESPPA “podrá declarar el carácter de reservada, clasificada o
de divulgación limitada de cualesquiera información, hecho o circunstancia,
que en cumplimiento de sus funciones tenga conocimiento…”.
Esto quiere decir que, justificándose en la defensa del interés nacional,
el CESPPA puede demandar información de cualquier instancia
pública, organización no gubernamental o asociación política que considere
relevante. Pero más aún: en el artículo 7 se establece que entre sus
funciones está “prever y neutralizar potenciales amenazas a sus intereses
vitales (los de la patria)”. Lo que en lenguaje simple y llano significa que
también puede censurar y reprimir directamente informaciones y hechos.
O, si lo cree relevante, criminalizar “circunstancias” como, por ejemplo,
una marcha opositora, el mensaje público de un disidente o el resultado
de una elección que sea desfavorable a lo que consideran el “interés nacional”.
supraconstitucional en la medida en que sus competencias están por
encima de todas los otros órganos de seguridad e incluso por encima
de la Presidencia de la República. Según se lee en el articulo 9, el
CESPPA “podrá declarar el carácter de reservada, clasificada o
de divulgación limitada de cualesquiera información, hecho o circunstancia,
que en cumplimiento de sus funciones tenga conocimiento…”.
Esto quiere decir que, justificándose en la defensa del interés nacional,
el CESPPA puede demandar información de cualquier instancia
pública, organización no gubernamental o asociación política que considere
relevante. Pero más aún: en el artículo 7 se establece que entre sus
funciones está “prever y neutralizar potenciales amenazas a sus intereses
vitales (los de la patria)”. Lo que en lenguaje simple y llano significa que
también puede censurar y reprimir directamente informaciones y hechos.
O, si lo cree relevante, criminalizar “circunstancias” como, por ejemplo,
una marcha opositora, el mensaje público de un disidente o el resultado
de una elección que sea desfavorable a lo que consideran el “interés nacional”.
El alto volumen de la crítica internacional y nacional ante la creación de
este organismo obligó al gobierno a emitir una segunda versión revisada
del decreto. En ella eliminó del artículo 3 la controversial mención de
“la actividad enemiga interna y externa”. Esto, sin embargo, no logró borrar
la peste a Estado de Seguridad Nacional y a esquema totalitario que
desprende todo el edicto. El gobierno y quienes manufacturaron
este decreto lo saben perfectamente.
este organismo obligó al gobierno a emitir una segunda versión revisada
del decreto. En ella eliminó del artículo 3 la controversial mención de
“la actividad enemiga interna y externa”. Esto, sin embargo, no logró borrar
la peste a Estado de Seguridad Nacional y a esquema totalitario que
desprende todo el edicto. El gobierno y quienes manufacturaron
este decreto lo saben perfectamente.
Según el filósofo italiano Giorgio Agamben, el Estado de Excepción opera
con frecuencia a través de la gradual expansión del Poder Ejecutivo que
infiltra al Poder Legislativo mediante la emisión de decretos (pensemos
en la Ley Habilitante) que entrañan una suspensión constitucional, lo
que erosiona de manera dramática el poder parlamentario, pues permite
al gobierno actuar al margen de la Constitución y las leyes. A medida
que un gobierno se hace más adicto a gobernar por decretos, más se aleja
de la democracia y se acerca a la dictadura. El ejemplo ofrecido por
Agamben es el del Tercer Reich: Hitler nunca derogó la Constitución de
Weimar, solo la suspendió durante su gobierno. Del mismo modo
funcionaron otros gobiernos dictatoriales en el siglo XX. Irónicamente,
el Estado de Excepción termina, generalmente, por ser no la
excepción sino la regla de funcionamiento del sistema: no es una
medida, sino una técnica de gobierno, tal como lo planteó Walter Benjamin
en 1942.
con frecuencia a través de la gradual expansión del Poder Ejecutivo que
infiltra al Poder Legislativo mediante la emisión de decretos (pensemos
en la Ley Habilitante) que entrañan una suspensión constitucional, lo
que erosiona de manera dramática el poder parlamentario, pues permite
al gobierno actuar al margen de la Constitución y las leyes. A medida
que un gobierno se hace más adicto a gobernar por decretos, más se aleja
de la democracia y se acerca a la dictadura. El ejemplo ofrecido por
Agamben es el del Tercer Reich: Hitler nunca derogó la Constitución de
Weimar, solo la suspendió durante su gobierno. Del mismo modo
funcionaron otros gobiernos dictatoriales en el siglo XX. Irónicamente,
el Estado de Excepción termina, generalmente, por ser no la
excepción sino la regla de funcionamiento del sistema: no es una
medida, sino una técnica de gobierno, tal como lo planteó Walter Benjamin
en 1942.
La pregunta necesaria es por qué ha adoptado el gobierno una estrategia
que lo acerca al Estado de Excepción y cuáles pueden ser las consecuencias
de eso. Cualquier venezolano con uso de razón puede responderla por sí
mismo al ir de compras y ser castigado por la escasez, intentar
defender sus menguantes ingresos de la inflación cambiándolos a dólares
en un mercado negro que ya rompió la barrera del delirio o salir a la calle
cada vez con mayor precaución para evitar ser víctima de la violencia.
Las encuestas complementan esta respuesta: los sondeos nacionales
con mayor credibilidad sobre aprobación de gestión revelan que el
gobierno pierde la batalla en inflación, salud, seguridad, corrupción,
abastecimiento
de alimentos y electricidad. El chavismo, como identidad política, sigue
cerrando filas alrededor de la figura de Chávez: 54% de los encuestados
por IVAD a principios de octubre, sostiene que seguiría el rumbo trazado
por el caudillo. Pero la población en general, en números que van de
50 a 69%, le achaca directamente al gobierno la responsabilidad de
estos problemas. La popularidad de Nicolás Maduro como gobernante
se alinea con la tendencia: un paulatino pero sostenido descenso: según
la encuesta más reciente de Datanálisis, la valoración positiva de su
gestión ha perdido 14 puntos en seis meses, otro récord personal.
que lo acerca al Estado de Excepción y cuáles pueden ser las consecuencias
de eso. Cualquier venezolano con uso de razón puede responderla por sí
mismo al ir de compras y ser castigado por la escasez, intentar
defender sus menguantes ingresos de la inflación cambiándolos a dólares
en un mercado negro que ya rompió la barrera del delirio o salir a la calle
cada vez con mayor precaución para evitar ser víctima de la violencia.
Las encuestas complementan esta respuesta: los sondeos nacionales
con mayor credibilidad sobre aprobación de gestión revelan que el
gobierno pierde la batalla en inflación, salud, seguridad, corrupción,
abastecimiento
de alimentos y electricidad. El chavismo, como identidad política, sigue
cerrando filas alrededor de la figura de Chávez: 54% de los encuestados
por IVAD a principios de octubre, sostiene que seguiría el rumbo trazado
por el caudillo. Pero la población en general, en números que van de
50 a 69%, le achaca directamente al gobierno la responsabilidad de
estos problemas. La popularidad de Nicolás Maduro como gobernante
se alinea con la tendencia: un paulatino pero sostenido descenso: según
la encuesta más reciente de Datanálisis, la valoración positiva de su
gestión ha perdido 14 puntos en seis meses, otro récord personal.
Aunque el gobierno persista en usar a la oposición y en la Trilogía del Mal
como una pantalla donde proyectar sus fracasos, la población sabe
que no se puede curar el agresivo cáncer que carcome la economía
y la gestión pública sólo con curitas. El gobierno también sabe a la perfección
que está frente a un escenario explosivo de ingobernabilidad. De esto
han alertado incluso personajes de una lealtad al chavismo incuestionable,
como algunos analistas del portal Aporrea.org. Por eso, para la troika que
hoy gobierna Venezuela, se vuelve una urgencia de vida o muerte imponer
mecanismos que hagan posible manejar, asfixiar y, si es necesario,
aplastar situaciones potencialmente peligrosas para su permanencia indefinida
en el poder. Estas situaciones pueden ser de naturaleza muy variada:
desde el ascenso de los líderes opositores hasta una revuelta popular
exigiendo mejoras en su calidad de vida, algo que es imposible dado el
estado deplorable de la economía y la mediocridad de la gestión gubernamental.
Eso y todo cuanto hay en medio de esas dos opciones.
como una pantalla donde proyectar sus fracasos, la población sabe
que no se puede curar el agresivo cáncer que carcome la economía
y la gestión pública sólo con curitas. El gobierno también sabe a la perfección
que está frente a un escenario explosivo de ingobernabilidad. De esto
han alertado incluso personajes de una lealtad al chavismo incuestionable,
como algunos analistas del portal Aporrea.org. Por eso, para la troika que
hoy gobierna Venezuela, se vuelve una urgencia de vida o muerte imponer
mecanismos que hagan posible manejar, asfixiar y, si es necesario,
aplastar situaciones potencialmente peligrosas para su permanencia indefinida
en el poder. Estas situaciones pueden ser de naturaleza muy variada:
desde el ascenso de los líderes opositores hasta una revuelta popular
exigiendo mejoras en su calidad de vida, algo que es imposible dado el
estado deplorable de la economía y la mediocridad de la gestión gubernamental.
Eso y todo cuanto hay en medio de esas dos opciones.
¿Cuáles son las posibilidades de que esto ocurra? O, formulado de
manera más sofisticada, ¿cuáles son las posibilidades de que en
Venezuela un ciudadano, un grupo particular, un partido político o miles
de personas vean sus derechos civiles y legales sometidos al peso
demoledor de un Estado de Excepción? No será raro encontrarse con
quien diga que estamos en un país que no es serio, un país del trópico
y la guachafita, donde el CESPPA fue creado sólo para asustar a los opositores.
¿Pero no hemos visto casos en los que el gobierno ha usado toda su influencia
para aplastar a un individuo? Que cada quien ponga el nombre que le
venga a la mente. Sólo tomemos un ejemplo indiscutible: el caso de la jueza
María Lourdes Afiuni, desvistiéndola de sus derechos más básicos, un
hecho denunciado por figuras de izquierda de la talla de Noam Chomsky,
o el caso de Franklin Brito, una víctima olvidada que ilustra la lucha del
ciudadano contra el Estado.
manera más sofisticada, ¿cuáles son las posibilidades de que en
Venezuela un ciudadano, un grupo particular, un partido político o miles
de personas vean sus derechos civiles y legales sometidos al peso
demoledor de un Estado de Excepción? No será raro encontrarse con
quien diga que estamos en un país que no es serio, un país del trópico
y la guachafita, donde el CESPPA fue creado sólo para asustar a los opositores.
¿Pero no hemos visto casos en los que el gobierno ha usado toda su influencia
para aplastar a un individuo? Que cada quien ponga el nombre que le
venga a la mente. Sólo tomemos un ejemplo indiscutible: el caso de la jueza
María Lourdes Afiuni, desvistiéndola de sus derechos más básicos, un
hecho denunciado por figuras de izquierda de la talla de Noam Chomsky,
o el caso de Franklin Brito, una víctima olvidada que ilustra la lucha del
ciudadano contra el Estado.
Si Chávez adoptó estas acciones impunemente fue porque había
logrado crear un marco institucional y político bajo su férreo control. Es ese
mismo marco que hoy le permite a Maduro tronar contra la prensa, como
lo hizo el 10 de octubre al acusar al diario 2001 de “sabotear” la economía
por un titular acerca de la escasez de gasolina, llamando a sus
directivos “bandidos y delincuentes”. Sin embargo, como se repite a cada
instante en Venezuela, “Maduro no es Chávez”. De hecho, como recordó
el cineasta Óscar Lucién, Chávez fantaseó y fanfarroneó con la
Ley de Inteligencia y Contrainteligencia (entonces llamada Ley Sapo),
pero, a fin de cuentas, entendió que éste daba paso al vigilantismo y al
estado policial. En última instancia, Chávez no necesitó crear el CESPPA
porque él actuaba sobre la base de su carisma y autoridad personal. Maduro
y quienes lo rodean no tienen estos atributos y por tanto necesitan un
mecanismo que les otorgue potestad para actuar por encima de la Constitución.
logrado crear un marco institucional y político bajo su férreo control. Es ese
mismo marco que hoy le permite a Maduro tronar contra la prensa, como
lo hizo el 10 de octubre al acusar al diario 2001 de “sabotear” la economía
por un titular acerca de la escasez de gasolina, llamando a sus
directivos “bandidos y delincuentes”. Sin embargo, como se repite a cada
instante en Venezuela, “Maduro no es Chávez”. De hecho, como recordó
el cineasta Óscar Lucién, Chávez fantaseó y fanfarroneó con la
Ley de Inteligencia y Contrainteligencia (entonces llamada Ley Sapo),
pero, a fin de cuentas, entendió que éste daba paso al vigilantismo y al
estado policial. En última instancia, Chávez no necesitó crear el CESPPA
porque él actuaba sobre la base de su carisma y autoridad personal. Maduro
y quienes lo rodean no tienen estos atributos y por tanto necesitan un
mecanismo que les otorgue potestad para actuar por encima de la Constitución.
En el fondo, el gobierno enfrenta el mismo problema que siempre ha
molestado a los regímenes híbridos: que califican como enemigos a los
amplios sectores sociales que los adversan. Este problema fue muy
familiar también a gobiernos como el de Estados Unidos y de la Unión
Soviética, que emprendieron guerras imperialistas como las de
Vietnam y Afganistán, respectivamente, contra “enemigos” que
defendían su derecho a la autodeterminación y nunca los habían agredido.
molestado a los regímenes híbridos: que califican como enemigos a los
amplios sectores sociales que los adversan. Este problema fue muy
familiar también a gobiernos como el de Estados Unidos y de la Unión
Soviética, que emprendieron guerras imperialistas como las de
Vietnam y Afganistán, respectivamente, contra “enemigos” que
defendían su derecho a la autodeterminación y nunca los habían agredido.
Dicho todo esto hay que volver a una advertencia de Agamben: “El totalitarismo
moderno puede ser definido como el establecimiento, por medio del Estado
de Excepción, de una guerra civil legal que permite la eliminación física no
solo de los adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos
que no pueden ser integrados en el sistema político”.
moderno puede ser definido como el establecimiento, por medio del Estado
de Excepción, de una guerra civil legal que permite la eliminación física no
solo de los adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos
que no pueden ser integrados en el sistema político”.
Y es por esto que provoca escalofríos la proximidad entre el retiro de
Venezuela de la CIDH, la creación del CESPPA y la aparición de los afiches
criminalizando a los líderes opositores, sin contar la compra de
importantes medios de comunicación por empresarios afectos de la
troika gobernante o la detención de periodistas en instalaciones militares.
Venezuela de la CIDH, la creación del CESPPA y la aparición de los afiches
criminalizando a los líderes opositores, sin contar la compra de
importantes medios de comunicación por empresarios afectos de la
troika gobernante o la detención de periodistas en instalaciones militares.
No son simples coincidencias ni fanfarronadas cuya magnitud se exagera
bajo el efecto de un ataque de paranoia. Lo contrario. No hay nada casual.
Se trata de eventos que hay que analizar y valorar dentro de una cadena
de acciones y reacciones que nos colocan más cerca del Estado de Excepción
y advierten sobre la inminencia del totalitarismo. Y esa ruta sólo le puede
dar a Venezuela más represión, más sangre, más horror
bajo el efecto de un ataque de paranoia. Lo contrario. No hay nada casual.
Se trata de eventos que hay que analizar y valorar dentro de una cadena
de acciones y reacciones que nos colocan más cerca del Estado de Excepción
y advierten sobre la inminencia del totalitarismo. Y esa ruta sólo le puede
dar a Venezuela más represión, más sangre, más horror

NOTA:.Un descenso al Maelström ("A Descent into the Maelström", en inglés)
es un cuento corto del escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicado en
1841. Se ha agrupado este relato, bien entre los cuentos de raciocinio o entre
los de temática marinera de este autor. Está inspirado por el fenómeno del
Maelström, un remolino que se produce en las costas de Noruega, formado
por la conjunción de las fuertes corrientes que atraviesan el estrecho de
Moskenstraumen y la gran amplitud de las mareas. El relato en sí se trata
de una historia dentro de otra historia, contada desde lo alto de un abismo.
Está narrada por un anciano que afirma no serlo, pese a su apariencia: "No hizo
falta más que un día para transformar mis cabellos negros en canas, debilitar
mis miembros y destrozar mis nervios." El narrador cuenta que un día se hizo
a la mar con dos de sus hermanos, cuando se desató un terrible huracán, que
atrapó el barco en su vórtice. Los dos hermanos murieron, mientras
que el narrador caía al centro del remolino y se quedaba maravillado ante lo
que veía. Se arrojó al agua, sujetándose a un barril. Al cabo de un tiempo impreciso,
fue izado a la borda de un barco de conocidos suyos que no le reconocieron.
es un cuento corto del escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicado en
1841. Se ha agrupado este relato, bien entre los cuentos de raciocinio o entre
los de temática marinera de este autor. Está inspirado por el fenómeno del
Maelström, un remolino que se produce en las costas de Noruega, formado
por la conjunción de las fuertes corrientes que atraviesan el estrecho de
Moskenstraumen y la gran amplitud de las mareas. El relato en sí se trata
de una historia dentro de otra historia, contada desde lo alto de un abismo.
Está narrada por un anciano que afirma no serlo, pese a su apariencia: "No hizo
falta más que un día para transformar mis cabellos negros en canas, debilitar
mis miembros y destrozar mis nervios." El narrador cuenta que un día se hizo
a la mar con dos de sus hermanos, cuando se desató un terrible huracán, que
atrapó el barco en su vórtice. Los dos hermanos murieron, mientras
que el narrador caía al centro del remolino y se quedaba maravillado ante lo
que veía. Se arrojó al agua, sujetándose a un barril. Al cabo de un tiempo impreciso,
fue izado a la borda de un barco de conocidos suyos que no le reconocieron.

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