Lectura Tangente
Notitarde 13/07/2013 Belisario: Tejido de asombros
- Marosol Pradas (Notitarde / )
Marisol Pradras
El maestro Ramón Belisario continúa trabajando y su obra después de más de cincuenta años de investigación y perseverancia tiene la fluidez del color como canto trazado para inmortalizar ficciones en sus cuadros, a través de planos virtuales reunidos para contar.
Artista inquieto, no se ha dejado seducir por la banalidad y pretende que los espectadores de su obra no se queden pasivos frente a ella, más bien la interroguen, alcancen interpretaciones y se conecten con la fibra onírica de su relato visual a veces chipoteado de dudas, de signos traviesos, de miradas poco gentiles en sus personajes.
Actualmente expone en los espacios de la Casa de la Cultura Aldemaro Romero de San Diego y el conjunto de obras que reúne en esta sala redonda, con fuerte iluminación natural, agrupa en mucho lo que él ha trabajado a lo largo de los años pero también agrega numerosos signos, símbolos y cargas gestuales, a la par de una conjugación milimétricamente estudiada entre los colores y las figuras, algunas trazadas con las líneas de un virtuoso experto y otras por un niño que intenta garabatear el lienzo de su padre.
El nombre de la muestra, Huellas y cicatrices, ya revela la impronta que el arte ha dejado en este artista plástico. Su obra en un tejido de asombros, un retorno constante a las temibles desfiguraciones del alma, imposible de contar por la piel, por más laceraciones que muestre.
Belisario renace con la mirada y el trazo experto. Allí nadie puede vencerlo. Rostros de mujeres, de frente o de perfil, difuminados algunos, demasiado transparentes otros; virtuales por momentos, logran escapar de la primera impresión para adentrarse en la balada, la mayoría de las veces, de su relato.
Freddy Villarroel Lárez escribió una presentación de esta muestra: “Ramón artista de grandes sentimientos, anda paralelo a la vida y al pensamiento de los mejores. Por esta razón me acuerdo de William de Kooning cuando expresaba; “No es posible entender una obra de arte con solo mirarla. Hay mucho que no llega a hacerse evidente y necesita de una historia que converse mucho sobre ella, pues es parte de la vida interna del hombre”.
Toda esta exigencia es una manera de Ramón elegirse artista. Se ha mantenido en la divergencia conflictiva, que preside los destinos del arte estos años presente, la contraposición entre figuración y abstracción no es una de las menos importantes y significativas.
Solo un artista dotado tanto de sentimiento poético, como de rigor; tanto de capacidad para la investigación y la enseñanza, como de libre imaginación creadora, podría pasar de la figuración a la abstracción, sin que el observador se dé cuenta; tal es la sutileza del cambio y tanta la preponderancia de los valores plásticos como tales.
Ramón imita (¿copia la actitud?) a Paul Klee, en cuanto a la clara conciencia del predominio de la plástica pura sobre la iconografía y piensa: “las artes plásticas no comienzan nunca con un sentimiento lírico o una idea, sino con la construcción de una o varias figuras, con el fin de armonizar colores o valores”.
Por su misma naturaleza, Ramón vive el proceso… constante de morfología por su intención de la grafía, del color, de la presión y de la relación de vida misma; como elemento organizado con signos que inventan, una tal o cual composición que sugestiona a todo público.
Guillermo Meneses en el prólogo de un libro de Boulton decía algo que me refleja a Ramón Belisario: “...tal vez sentía la posibilidad de convertirse a sí mismo en máquina productora de milagros. Sabía que podía producir la candela, el fulgor, el aire, el brillo, la penumbra verde, el rojo de lo pícaro, el violeta del deseo. El azul de lo que está más allá del horizonte, más acá de la pupila. Y sospechaba entonces que podía apretar ciertos botones y producir ciertas circunstancias indispensables para convertirse en el protector de misterios y milagros”.
No es tristeza, es emoción clara y profunda. La obra de Ramón Belisario. Maestro por demás, es madurez, lealtad y sinceridad. Estoy viendo cicatrices que deja la euforia en los lienzos porque trata de hablar sobre su propia vida, marca huellas a través de su obra para dejarse conocer: él y su obra.
Permanecerá un mes. Verla es descubrir el profundo amor que Belisario siente por la vida y el arte.
Artista inquieto, no se ha dejado seducir por la banalidad y pretende que los espectadores de su obra no se queden pasivos frente a ella, más bien la interroguen, alcancen interpretaciones y se conecten con la fibra onírica de su relato visual a veces chipoteado de dudas, de signos traviesos, de miradas poco gentiles en sus personajes.
Actualmente expone en los espacios de la Casa de la Cultura Aldemaro Romero de San Diego y el conjunto de obras que reúne en esta sala redonda, con fuerte iluminación natural, agrupa en mucho lo que él ha trabajado a lo largo de los años pero también agrega numerosos signos, símbolos y cargas gestuales, a la par de una conjugación milimétricamente estudiada entre los colores y las figuras, algunas trazadas con las líneas de un virtuoso experto y otras por un niño que intenta garabatear el lienzo de su padre.
El nombre de la muestra, Huellas y cicatrices, ya revela la impronta que el arte ha dejado en este artista plástico. Su obra en un tejido de asombros, un retorno constante a las temibles desfiguraciones del alma, imposible de contar por la piel, por más laceraciones que muestre.
Belisario renace con la mirada y el trazo experto. Allí nadie puede vencerlo. Rostros de mujeres, de frente o de perfil, difuminados algunos, demasiado transparentes otros; virtuales por momentos, logran escapar de la primera impresión para adentrarse en la balada, la mayoría de las veces, de su relato.
Freddy Villarroel Lárez escribió una presentación de esta muestra: “Ramón artista de grandes sentimientos, anda paralelo a la vida y al pensamiento de los mejores. Por esta razón me acuerdo de William de Kooning cuando expresaba; “No es posible entender una obra de arte con solo mirarla. Hay mucho que no llega a hacerse evidente y necesita de una historia que converse mucho sobre ella, pues es parte de la vida interna del hombre”.
Toda esta exigencia es una manera de Ramón elegirse artista. Se ha mantenido en la divergencia conflictiva, que preside los destinos del arte estos años presente, la contraposición entre figuración y abstracción no es una de las menos importantes y significativas.
Solo un artista dotado tanto de sentimiento poético, como de rigor; tanto de capacidad para la investigación y la enseñanza, como de libre imaginación creadora, podría pasar de la figuración a la abstracción, sin que el observador se dé cuenta; tal es la sutileza del cambio y tanta la preponderancia de los valores plásticos como tales.
Ramón imita (¿copia la actitud?) a Paul Klee, en cuanto a la clara conciencia del predominio de la plástica pura sobre la iconografía y piensa: “las artes plásticas no comienzan nunca con un sentimiento lírico o una idea, sino con la construcción de una o varias figuras, con el fin de armonizar colores o valores”.
Por su misma naturaleza, Ramón vive el proceso… constante de morfología por su intención de la grafía, del color, de la presión y de la relación de vida misma; como elemento organizado con signos que inventan, una tal o cual composición que sugestiona a todo público.
Guillermo Meneses en el prólogo de un libro de Boulton decía algo que me refleja a Ramón Belisario: “...tal vez sentía la posibilidad de convertirse a sí mismo en máquina productora de milagros. Sabía que podía producir la candela, el fulgor, el aire, el brillo, la penumbra verde, el rojo de lo pícaro, el violeta del deseo. El azul de lo que está más allá del horizonte, más acá de la pupila. Y sospechaba entonces que podía apretar ciertos botones y producir ciertas circunstancias indispensables para convertirse en el protector de misterios y milagros”.
No es tristeza, es emoción clara y profunda. La obra de Ramón Belisario. Maestro por demás, es madurez, lealtad y sinceridad. Estoy viendo cicatrices que deja la euforia en los lienzos porque trata de hablar sobre su propia vida, marca huellas a través de su obra para dejarse conocer: él y su obra.
Permanecerá un mes. Verla es descubrir el profundo amor que Belisario siente por la vida y el arte.
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