En Carabobo secuestradores afinan su entramado criminal
En la entidad central se producen anualmente 200 plagios
El rescate de Joa Dos Santos ha permitido al Cicpc comenzar a entender al entramado de las bandas de secuestradores FERNANDO SÁNCHEZ/ ARCHIVO
MARIANELA RODRÍGUEZ | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
domingo 14 de julio de 2013
Valencia.- Las sociedades delictivas dedicadas al secuestro en la región carabobeña se han transformado en complejas organizaciones criminales cuyo entramado impide a las autoridades desarticularlas en su totalidad, pues sus integrantes se desconocen entre sí debido a que sus actividades los circunscriben a ser exclusivos proveedores de servicios hamponiles.
Sin embargo, el rompecabezas tiene bien definidas tres básicas funciones para materializar la privación ilegítima de la libertad de sus víctimas.
El reciente rescate de un comerciante lusitano quien permaneció en cautiverio durante casi un año, mostró a los detectives de la División Nacional Antiextorsión y Secuestros del Cicpc el talante de una inexpugnable estructura organizacional diseñada para perdurar frente a los atolladeros que les imponga la ley.
Los investigadores advirtieron que detrás del plagio de Joao Dos Santos Correia (45) se encontraba una confidencial cúpula que obtendría la mayor parte de los ilícitos dividendos una vez que cobraran el rescate. Desde este vértice seleccionaron a la víctima, estudiaron su rutina y escudriñaron sus estados financieros. Una vez que los cabecillas ordenaron ejecutar el plagio las maniobras son consumadas por un forajido tridente.
La fuente reveló que las consolidadas bandas suelen reclutar y subcontratar a miembros del hampa común para que capturen de la presa. El siguiente paso consiste en trasladar y entregarla a otros delincuentes que cumplen el papel de cuidadores. Por lo general estos habitan en zonas rurales y fingen ser humildes campesinos cuyas penurias les permiten subsistir gracias a un yermo conuco. No obstante, debajo de la vivienda elaborada de bahareque se encuentra una mazmorra construida con un nivel técnico superior que incluyen sistemas de ventilación, un retrete y un espacio para la colchoneta donde pernoctará el cautivo.
Estas cuevas de inspiración vietnamita tienden a proliferar en la región carabobeña. Los investigadores tienen fundadas sospechas para considerar que los perniciosos albergues están siendo "franquiciados" por sus constructores. Los cuidadores solo cobran al final de la cosecha delictiva.
El tercer apéndice del tridente lo conforman los denominados cobradores quienes establecen escurridizas comunicaciones con los parientes de la víctima. Suelen negociar de manera simultánea varios secuestros desde la cárcel de Tocuyito o desde Colombia a través de Internet. Las agrupaciones más activas en el centro del país son "Los Centrales" y "Los Caliches del Centro".
El extinto Grupo Antiextorsión y Secuestros de la Guardia Nacional (Gaes), contabilizó el pasado año 67 denuncias formales. Este delito presenta un considerable subregistro, pues por cada caso denunciado tres quedan en el silencio por ausencia de denuncias. Esto significa que en Carabobo se produce un promedio de 200 secuestros de larga duración al año. Además, 90% de ellos quedan impunes o simplemente no son investigados.
Para enfrentar el crecimiento exponencial de los plagios las autoridades activaron en la región el pasado mes el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestros (Conas).
A la par de las pesquisas que apuntan hacia las enrevesadas asociaciones criminales, las policías uniformadas de manera habitual se topan con incipientes bandas dedicadas a los secuestros instantáneos, también llamados "exprés".
Estas aventureras pandillas que escogen a sus víctimas por azar no dejan de tener un sensible impacto social pues en sus redes han caído indiscriminadamente desde desempleados hasta sacerdotes.
Sin embargo, el rompecabezas tiene bien definidas tres básicas funciones para materializar la privación ilegítima de la libertad de sus víctimas.
El reciente rescate de un comerciante lusitano quien permaneció en cautiverio durante casi un año, mostró a los detectives de la División Nacional Antiextorsión y Secuestros del Cicpc el talante de una inexpugnable estructura organizacional diseñada para perdurar frente a los atolladeros que les imponga la ley.
Los investigadores advirtieron que detrás del plagio de Joao Dos Santos Correia (45) se encontraba una confidencial cúpula que obtendría la mayor parte de los ilícitos dividendos una vez que cobraran el rescate. Desde este vértice seleccionaron a la víctima, estudiaron su rutina y escudriñaron sus estados financieros. Una vez que los cabecillas ordenaron ejecutar el plagio las maniobras son consumadas por un forajido tridente.
La fuente reveló que las consolidadas bandas suelen reclutar y subcontratar a miembros del hampa común para que capturen de la presa. El siguiente paso consiste en trasladar y entregarla a otros delincuentes que cumplen el papel de cuidadores. Por lo general estos habitan en zonas rurales y fingen ser humildes campesinos cuyas penurias les permiten subsistir gracias a un yermo conuco. No obstante, debajo de la vivienda elaborada de bahareque se encuentra una mazmorra construida con un nivel técnico superior que incluyen sistemas de ventilación, un retrete y un espacio para la colchoneta donde pernoctará el cautivo.
Estas cuevas de inspiración vietnamita tienden a proliferar en la región carabobeña. Los investigadores tienen fundadas sospechas para considerar que los perniciosos albergues están siendo "franquiciados" por sus constructores. Los cuidadores solo cobran al final de la cosecha delictiva.
El tercer apéndice del tridente lo conforman los denominados cobradores quienes establecen escurridizas comunicaciones con los parientes de la víctima. Suelen negociar de manera simultánea varios secuestros desde la cárcel de Tocuyito o desde Colombia a través de Internet. Las agrupaciones más activas en el centro del país son "Los Centrales" y "Los Caliches del Centro".
El extinto Grupo Antiextorsión y Secuestros de la Guardia Nacional (Gaes), contabilizó el pasado año 67 denuncias formales. Este delito presenta un considerable subregistro, pues por cada caso denunciado tres quedan en el silencio por ausencia de denuncias. Esto significa que en Carabobo se produce un promedio de 200 secuestros de larga duración al año. Además, 90% de ellos quedan impunes o simplemente no son investigados.
Para enfrentar el crecimiento exponencial de los plagios las autoridades activaron en la región el pasado mes el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestros (Conas).
A la par de las pesquisas que apuntan hacia las enrevesadas asociaciones criminales, las policías uniformadas de manera habitual se topan con incipientes bandas dedicadas a los secuestros instantáneos, también llamados "exprés".
Estas aventureras pandillas que escogen a sus víctimas por azar no dejan de tener un sensible impacto social pues en sus redes han caído indiscriminadamente desde desempleados hasta sacerdotes.
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