El Carabobeño 14 julio 2013
El arte debate entre el culto al saber y la crisis
Ana María Battistozzi
www.revistaenie.clarin.com
www.revistaenie.clarin.com
La 55 Bienal de Venecia, que ocupa casi toda la ciudad hasta el 24 de noviembre, incluidos los tradicionales pabellones de Giardini de Castello, y los más recientemente incorporados espacios del Arsenal, luce como una de las ediciones más sólidas de la última década. Sobre todo por el equilibrio -bastante infrecuente- que se da entre los envíos nacionales y la Muestra Internacional que, desde 1998, se encarga a un curador para que articule una investigación sobre un tema específico y a partir de él, una selección de artistas.
Este año el designado fue el crítico de arte y curador italiano Massimiliano Gioni, quien eligió como título El Palacio enciclopédico. Un tema que remite a la desmesura imaginada por Marino Auriti, artista autodidacta italo norteamericano, quien a mediados de la década del cincuenta registró en la oficina de patentes de Estados Unidos un proyecto de museo imaginario que aspiraba a albergar todo el conocimiento humano, desde la rueda a la máquina a vapor, o la evolución de la escritura. Y aunque la empresa nunca se concretó, Auriti llegó a diseñar una maqueta del edificio de setecientos metros de alto que imaginó como la sede de semejante museo.
Trasladada a Venecia desde los Estados Unidos, la maqueta abre de manera imponente el capítulo de la muestra internacional que se exibe en el Arsenal. Si bien la idea de Palacio Enciclopédico apunta a múltiples perspectivas, sobrevuela la noción de archivo o catálogo infinito de signos que en muchos sentidos sintoniza con el concepto rector de la última Bienal de San Pablo. De hecho alguno de los artistas que participaron de ella, como el brasileño Artur Bispo do Rosario y el maestro de la Costa de Marfil, Federic Bruly Bouabréestán, están también en Venecia. Y como en San Pablo, Gioni puso el acento en la disolución de límites y en los vínculos interdisciplinarios. Pero sobre todo, en la falta de distinción entre el artista profesional y el creador que opera por fuera del sistema.
El Libro Rojo de Yung
La muestra se abre en el Pabellón Central (ex Italia) de Giardini con la presentación del libro Rojo de Jung, una obra con dibujos en la que el célebre psicólogo trabajó por más de quince años. Es sorprendente la afinidad que muestran estas imágenes con las de Xul Solar. No es extraño entonces que el, amigo de Borges, que estuvo en Alemania en la segunda década del siglo XX haya sido incluido con sus Tarot, su Ajedrez y sus minuciosos registros de diarios en un espacio especial al ingreso de los Giardini.
Además de Xul Solar, para la muestra central, Gioni convocó a Varda Caivano, pintora argentina que desde los años noventa vive en Londres. En la edición anterior había sido Amalia Pica, otra joven argentina residente en Inglaterra que participó en un ámbito similar. El tercer argentino, además de Nicola Costantino representante oficial en el pabellón argentino, que participa de la Bienal es Guillermo Srodek-Hart que con su “Carpintería Colonna” integra la muestra El atlas del imperio, que curó el alemán AlfonsHug -ex curador de San Pablo y la Bienal del Fin del Mundo -con artistas de América latina y Europa, en el pabellón del Instituto Italo Latinoamericano.
Como pocas veces antes los envíos de países muestran una intensidad muy pareja. Muchos coinciden en reflejar una honda preocupación por el curso de los acontecimientos en un mundo que parece acercarse al colapso en muchos sentidos. Algunos lo expresan desde una visión política dura, como el de Inglaterra, en la corrosiva visión del “ser inglés” que concibió Jeremy Deller en English Magic o una más conmovedora y poética como Lettter to a refusing pilot, de Akram Zaatari en el pabellón del Líbano. Otros, desde la crítica de costumbres, como Resistance en el turco o desde la necesidad de poner atención en lo que ocurre con la depredación del medio y la conservación de la naturaleza, como los Árboles caídos de Antti Laitinen en el de Finlandia, los de Lara Almarcegui en el Pabellón de España o Alfredo Jaar en el de Chile.
Entre los mejores
Lo cierto es que los pabellones más interesantes son aquellos que desde visiones poéticas reflejan una profunda inquietud por lo que se hace o se deja hacer por el mundo que tenemos y además, están los eventos y exhibiciones colaterales que son muchísimos y llenan al visitante de ansiedad, ya que resulta imposible abarcarlos todos. Entre las más importantes: Cuando las actitudes devienen formas, que recrea en la Fundación Prada la célebre muestra que organizó Harald Szeeman en Berna en 1969 y la muestra de Tapies en el Palacio Fortuny, Además un imperdible histórico: Manet en Venecia que rastrea los vínculos entre esta ciudad y el gran artista francés con piezas claves como la Olympia junto a la Venus de Tiziano y El almuerzo campestre en el Palacio Ducal.
Este año hay 155 participantes que se despliegan en los principales “escenarios” de la muestra: el Arsenal, los jardines, el palacio central, pabellones de algunos países como Francia, Canadá, Inglaterra y otros lugares -como iglesias, conventos, palacios- que abren sus puertas para acoger a los participantes: artistas consagrados y emergentes en democrática coexistencia.
Aunque en años recientes se ha estado hablando de la decadencia de esta muestra -por sus lazos cada vez más rotundos con el mercado del arte- sigue siendo un espacio en el que ningún artista plástico desdeña estar. En todas sus ediciones hay un tema central que a su vez da nombre a la bienal. Este año se trata del Palacio Enciclopédico, elegido por el curador Massimiliano Gioni que seleccionó personalmente, además, el total de las obras expuestas. El Palacio Enciclopédico fue un proyecto del arquitecto ítalo-estadounidense Marino Auriti, que proponía incluir en él todo el conocimiento del mundo. Era un edificio de 136 pisos, 700 metros de altura y ocuparía más de 16 cuadras en Washington DC. Lo inscribió en la oficina de patentes de los Estados Unidos, en 1955, pero nunca llegó a construirse. “El plan de Auriti nunca se llevó a cabo, por supuesto, pero el sueño de un conocimiento universal que todo lo abarca aparece en toda la historia, como algo que los excéntricos como Auriti comparten con muchos otros artistas, escritores, hombres de ciencia y profetas...”, dijo Gioni en la inauguración. “Hoy, que abordamos gran cantidad de información, esas tentativas de estructurar el conocimiento en sistemas que todo lo incluyan parecen aún más necesarias y más desesperadas. La 55 Exposición Internacional de Arte explorará estos vuelos de la imaginación en una exhibición que -como el Palacio Enciclopédico de Auriti- combina obras de arte contemporáneo con artefactos históricos y objetos encontrados”.
El Vaticano también está
Una de las grandes novedades de este año ha sido la participación del Vaticano -en la Sala de Armas del Arsenal- que, paradójicamente, no presenta arte sacro, sino que convocó a destacados artistas contemporáneos para que se inspiraran en los primeros 11 capítulos del Génesis. El presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, cardenal Gianfranco Ravasi, explicó que esos capítulos tratan “el misterio de los orígenes, la aparición del mal, la esperanza y los proyectos de los hombres tras la devastación representada en el diluvio”. Los convocados fueron el fotógrafo Josef Koudelka, el artista plástico Lawrence Carroll y Studio Azzurro, que hizo una video-instalación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario