Monumento simbólico del Negro Primero llegó al Campo de Carabobo
(Foto Archivo)
El campo de Carabobo, lugar donde hace 194 años ocurrió la gesta emancipadora que selló la independencia de Venezuela, recibió la tarde de este viernes el monumento simbólico del teniente de caballería Pedro Camejo, conocido como Negro Primero.
La llegada de sus restos al Campo Carabobo es parte de un recorrido que comenzó el pasado martes en el estado Apure, tierra natal de Camejo, como parte del traslado al Panteón Nacional, en Caracas, que se concretará el próximo 24 de junio. Durante el acto se dispararon salvas de artillería y se rindió un minuto de silencio.
El alcalde de Libertador, Juan Perozo, informó en nota de prensa, que el sábado 20 a las 9:00 am realizarán la escenificación de la Batalla de Carabobo en el inmortal Campo de Carabobo. El domingo 21 a las 8 am, recibimiento al monumento simbólico en la plaza de Los Abuelos, seguido de misa de acción de gracias y actos solemnes en la plaza Bolívar; y el lunes 22 y martes 23 habrán eventos culturales en La Pocaterra.
El miércoles 24 se acompañaran los restos del negro Primero y con él a un conjunto de esclavos que comenzaron con José Leonardo Chirinos, como el negro Andresote, que batallaron por la Independencia de Venezuela, precisó Perozo. Invitó a los habitantes de Libertador y de Carabobo a asistir a los actos conmemorativos. (BM)
Con información de AVN
NOTITARDE 20 de junio 2015.
INDOCENCIAS
José Joaquín Burgos
La historia es cosa seria, piensa uno cada vez que se da cuenta de que la vida es eso y de que nadie, en
el fondo, le pone cuidado. Sin embargo, hay seres privilegiados por la misma vida, a quienes papa
Dios y la Pacha Mama le prenden el bombillito de la inteligencia, la voluntad y la capacidad de
aprender a leer la historia en la vida misma, saber interpretarla, escribirla y compartirla con uno, con
la gente, como la cosa más natural. Y además de ello, de hacerlo con naturalidad, con gracia,
sin la atosigante pedantería con que algunos suelen recargar sus pomposamente llamados
“análisis” o cualquier otra cosa de esas que impresionan y hasta asustan a los pobres lectores
entre los cuales, por ejemplo, me sitúo yo…
Viene a cuento este ácido y amargo introito porque, gracias a la generosidad del doctor
Roberto Guinand Castellanos, tengo en mis manos una copia de su último trabajo de investigación
¡y vaya que lo es! referido al general Hermógenes López, digno hijo de Naguanagua que llegó a
ser Presidente de la República en los días finales del Siglo XIX y, en tales funciones, sin lugar a
la menor duda, se desempeñó como uno de los venezolanos más dignos y honestos en el ejercicio
de tan alto cargo. La investigación hecha por nuestro brillante escritor y amigo, no tiene desperdicio
ni se va por las nubes en interesadas opiniones “críticas”. Echa el cuento -como decía el poeta
José Santos Urriola- y guarda en un muy educado silencio, cualquier comentario, para evitar malos
entendidos. En ese cuento aprendemos a saber que don Hermógenes (que llegó a general con una
digna hoja de servicios en el ejército), fue respetuoso políticamente, no dejó deudas en el gobierno
ni dudas sobre su honradez administrativa, abrió escuelas, carreteras, hizo el monolito de
Carabobo, en honor a Carabobo y a la Independencia, no dejó deudas con ninguna potencia
extranjera, NO ROBÓ; categóricamente hablando, hizo de Valencia la primera ciudad de
Suramérica en tener alumbrado eléctrico público, hizo el teatro municipal… y muchas otras
cosas que lo honran como venezolano. Todo eso solamente en un año como Presidente Encargado,
y aunque pudo ser nombrado titular para seguir mandando, prefirió bajar de su alto mandato
para ser, simplemente, lo que entonces se llamaba legalmente Presidente del estado Carabobo,
y, sin embargo, para decir lo menos, es muy pero muy poco conocido por sus paisanos
carabobeños… ¿Por qué será esto?... Ya es hora de que comencemos a reconocer su muy
digna vida y su obra secular… Gracias, doctor Guinand, en verdad usted hila con maestría
envidiable…
La historia es cosa seria, piensa uno cada vez que se da cuenta de que la vida es eso y de que nadie, en
el fondo, le pone cuidado. Sin embargo, hay seres privilegiados por la misma vida, a quienes papa
Dios y la Pacha Mama le prenden el bombillito de la inteligencia, la voluntad y la capacidad de
aprender a leer la historia en la vida misma, saber interpretarla, escribirla y compartirla con uno, con
la gente, como la cosa más natural. Y además de ello, de hacerlo con naturalidad, con gracia,
sin la atosigante pedantería con que algunos suelen recargar sus pomposamente llamados
“análisis” o cualquier otra cosa de esas que impresionan y hasta asustan a los pobres lectores
entre los cuales, por ejemplo, me sitúo yo…
Viene a cuento este ácido y amargo introito porque, gracias a la generosidad del doctor
Roberto Guinand Castellanos, tengo en mis manos una copia de su último trabajo de investigación
¡y vaya que lo es! referido al general Hermógenes López, digno hijo de Naguanagua que llegó a
ser Presidente de la República en los días finales del Siglo XIX y, en tales funciones, sin lugar a
la menor duda, se desempeñó como uno de los venezolanos más dignos y honestos en el ejercicio
de tan alto cargo. La investigación hecha por nuestro brillante escritor y amigo, no tiene desperdicio
ni se va por las nubes en interesadas opiniones “críticas”. Echa el cuento -como decía el poeta
José Santos Urriola- y guarda en un muy educado silencio, cualquier comentario, para evitar malos
entendidos. En ese cuento aprendemos a saber que don Hermógenes (que llegó a general con una
digna hoja de servicios en el ejército), fue respetuoso políticamente, no dejó deudas en el gobierno
ni dudas sobre su honradez administrativa, abrió escuelas, carreteras, hizo el monolito de
Carabobo, en honor a Carabobo y a la Independencia, no dejó deudas con ninguna potencia
extranjera, NO ROBÓ; categóricamente hablando, hizo de Valencia la primera ciudad de
Suramérica en tener alumbrado eléctrico público, hizo el teatro municipal… y muchas otras
cosas que lo honran como venezolano. Todo eso solamente en un año como Presidente Encargado,
y aunque pudo ser nombrado titular para seguir mandando, prefirió bajar de su alto mandato
para ser, simplemente, lo que entonces se llamaba legalmente Presidente del estado Carabobo,
y, sin embargo, para decir lo menos, es muy pero muy poco conocido por sus paisanos
carabobeños… ¿Por qué será esto?... Ya es hora de que comencemos a reconocer su muy
digna vida y su obra secular… Gracias, doctor Guinand, en verdad usted hila con maestría
envidiable…
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