Trinchera
Frida Añez
Luis Cubillán Fonseca
Notitarde 26 de junio del 2015
Mis lectores, -que los tengo- me preguntan si me han dado plata para que guarde el mandador que ha sido
pertinente en estos días terribles; otros, me dicen que si el periódico me puso un bozal, otros que si estoy
dragoneando el cronistazgo, etc. La respuesta es que no.
Lo que pasa es que la justicia y el amor hacia tantas y tan buenas personas, a quienes es obligatorio
tener en el recuerdo permanentemente, surgen, y nos encontramos con que tenemos solo una columna
cada semana; entonces con gran amor y respeto las líneas se orientan hacia el recuerdo, hacia esa Valencia
eterna que aún se conserva por personas como Frida Añez, Nuestra Señora de la Caridad , como me
gustaba decirle. En este caso debemos incluir a su esposo Janos, quien permitía que las generosas
manos de Frida ayudaran cuanto podían a la cultura: ¡Frida que nos hacen falta los lavamanos, pocetas
y urinarios para la Casa de la Estrella! ¡Frida, que unos cuñetes de pintura blanca! ¡Que unos cuñetes
de pintura verde! (antes de la restauración) Porque no crean que todos los gobiernos han sido mano
abierta con las instituciones, muchos que han pasado por el Capitolio, fueron unos torpes desoyendo
a los sectores culturales. Otros prefirieron invertir en ramos de mayor provento electoral. En este caso,
hay que levantar la mano por Henrique Salas Römer ¡Que restauró el patrimonio del estado!
Frida, tuvo un gran amigo: Don Alfredo Boulton, los unía el arte y el talento. Recordamos el libro sobre
cerámica prehispánica (-libro museo- porque todas las piezas que retrató Boulton, se las robaron,
quedando solo las extraordinarias fotografías tomadas por él, en un bello libro que se empeñó que fuera
impreso en Italia) Todo se hizo como quiso Don Alfredo, pero el día de la presentación, se vino para
Valencia, venía disgustado, pues en Caracas no había agua y no se pudo bañar. Al llegar al Hotel
Tacarigua Intercontinental, apuró a los botones que le bajaran el equipaje para darse su baño, y le
informaron: !Que no había agua! ¡Que las bombas estaban malas y que subirían unos recipientes!
En la rabieta, insultó al gerente, (los Boulton eran accionistas del hotel), mandó a meter las maletas
en el carro y se fue en sin flete para Caracas!
Ya Frida había preparado las salas de Cerámicas Carabobo para la presentación del libro, todo dispuesto,
como es su gusto. (Ahora está un poco quebrantada) De repente, una llamada de Frida: ¡Luis, Don
Alfredo se fue para Caracas! ¿Qué hacemos? Y me echa el cuento, ¡la gente comenzó a llegar, y la
agencia, todo está listo!
-Frida, tranquila, abrimos el acto, tú saludas, me presentas, dices que él llamó y que está detenido por
una cola en la autopista, y que se tardará, mientras llega, yo voy presentando el libro. Al momento tú
te acercas y me das un papel, yo lo leo: ¡Señores, Don Alfredo, nos dice que lo perdonemos, que cree
que su carro no llegue a tiempo hasta Valencia. Y que decidió quedarse en Maracay! Concluí con la
presentación y Frida, anfitriona, inigualable, ordenó servir el obsequio.
Si hubiese habido un inglés en la sala hubiera protestado, pues el carro del señor Boulton era uno
de los pocos Rolls que han existido en Venezuela. NOTA: Otro de esos carros lo tuvo en exclusiva
Don Joé Muci Abraham en Valencia)
A Valencia la hicieron gente como Frida que, siendo una muchacha, se le metió en la cabeza hacer una
exposición mundial de pintura. El apoyo en París fue nuestro querido Oswaldo Vigas, y cartas iban y
venían. Unos artistas no quisieron participar porque eran comunistas y alegaban que era beneficioso
a nivel mundial para el régimen. Sin embargo, la lección la dio Picasso, envió el Retrato de Madam D .
Por cierto que, Alejandro Otero nos refirió, en una inolvidable reunión en la bellísima casa/museo de
Elina y el tocayo Luis E. Torres Agudo (Q.E.P.D.),, que cuando Carlos Raúl Villanueva solicitó
colaboración de unos pintores izquierdosos para la Universidad Central, algunos remolones consultaron
con Picasso, éste (creemos) les dijo: Ñángaras, el tirano pasa y la obra queda; de manera que a
colaborar con Villanueva ¡Y, hoy, la obra de los remolones forma parte del Patrimonio de la Humanidad!
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